En la Universidad de Guadalajara hay funcionarios con sueldos arriba de los cien mil pesos mensuales; en cambio, el salario de un profesor investigador de tiempo completo y con estudios de posgrado ronda los 11 mil pesos.
Luego de una ausencia de casi dos semanas, el rector sustituto de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Marco Antonio Cortés Guardado, reapareció el lunes 11 de julio en una rueda de prensa. El motivo de ese encuentro con los medios de comunicación fue para que Cortés Guardado pudiera responder, cómodamente, a las críticas y demandas que centenares de académicos de la propia UdeG han venido haciendo al estilo antidemocrático, discrecional, frívolo y derrochador con que se gobierna a la segunda universidad más poblada del país.Ante estos señalamientos, la persona que sustituyó en el cargo al finado ex rector Carlos Briseño salió a defender la forma en que se toman las decisiones y se gasta el subsidio público que recibe la institución.
Con el ánimo de querer demostrar que los profesores inconformes de la UdeG “están equivocados”, Cortés Guardado hizo mención de varias cosas que no sólo no favorecen su causa ni la del grupo que regentea la casa de estudios, sino que acaban dándole la razón a los quejosos.
Luego de negar que los sueldos de la cúpula directiva de la UdeG sean elevados, el rector sustituto insiste en que los salarios que percibe la alta burocracia udegeísta no tienen nada que ver con la crisis financiera que actualmente enfrenta la casa de estudios.
Con el ánimo de querer demostrar que los profesores inconformes de la UdeG “están equivocados”, Cortés Guardado hizo mención de varias cosas que no sólo no favorecen su causa ni la del grupo que regentea la casa de estudios, sino que acaban dándole la razón a los quejosos.
Sin embargo, cuando se ve que hay funcionarios con sueldos arriba de los cien mil pesos mensuales y, en cambio, el salario de un profesor investigador de tiempo completo y con estudios de posgrado ronda los 11 mil pesos, salta a la vista la desproporción de diez a uno, favorable a ese grupo de funcionarios de la UdeG al que algunos califican de “burocracia dorada” y cuyos miembros cuentan, además, con gastos de representación, vehículos oficiales, telefonía celular y cartera para viajes dentro y fuera del país.
Un buen ejemplo de ello es el caso de un funcionario de segundo nivel, Igor Lozada, que desde hace cuatro años ocupa la dirección de Cultura UdeG y ha hecho casi un centenar de viajes al extranjero: dieciocho de ellos a Los Ángeles y el resto a destinos aún más distantes como Nueva York, Buenos Aires, Sevilla, Bogotá, Venecia, Madrid…
Únicamente por concepto de viajes este funcionario le ha costado a las finanzas de la UdeG cerca de millón y medio de pesos. Y ello sin contar el costo de los viajes hechos por otros funcionarios de la oficina del señor Lozada.
Y éste es sólo un pequeño botón de muestra de cómo se despilfarra el subsidio público de la UdeG, el cual, a pesar de que el rector sustituto Marco Antonio Cortés Guardado no quiera reconocerlo, se le regatea a las tareas académicas, es decir, a lo que sin duda es la función esencial y sustantiva de la institución.
En otras palabras, mientras la cúpula directiva de la UdeG se ha preocupado por conseguir para quienes forman parte de ella magníficos sueldos y prestaciones principescas, no ha podido gestionar, ante autoridades federales y estatales, salarios dignos para su personal académico y ya no se diga para la burocracia de base, que siempre ha ido en el destartalado furgón de cola del tren udegeísta.
Pero hay otro punto anómalo más en la réplica de Cortés Guardado, que también se le revierte. Asegura, contradiciendo a los profesores inconformes, que “la UdeG no gasta en cosas que no sean fundamentales”. Y como ejemplo de ello menciona los proyectos y empresas presuntamente culturales que, según sus propias palabras, no deben ser vistos como despilfarro sino como “una inversión”, ya que responden a “una de la funciones que más prestigio internacional nos han dado” (El Informador, 12 de junio de 2011).
Con estas palabras Cortés Guardado consigue algo que seguramente no se proponía: acaba por confesar que la Feria Internacional del Libro y el Festival Internacional de Cine en Guadalajara sí han representado un gasto mayúsculo para la UdeG y que están muy lejos de ser las ejemplares empresas autofinanciables que ha querido presentar la persona que las regentea: el ex rector Raúl Padilla.
Un buen ejemplo de ello es el caso de un funcionario de segundo nivel, Igor Lozada, que desde hace cuatro años ocupa la dirección de Cultura UdeG y ha hecho casi un centenar de viajes al extranjero: dieciocho de ellos a Los Ángeles y el resto a destinos aún más distantes como Nueva York, Buenos Aires, Sevilla, Bogotá, Venecia, Madrid…
Y ante otro de los señalamientos —tal vez el más serio— de los profesores inconformes, quienes señalan la forma antidemocrática en que se eligen autoridades y se toman decisiones en la universidad pública de Jalisco, Cortés Guardado guarda silencio, pues prefiere no moverle al asunto ni contradecir a los académicos inconformes que, por primera vez y de manera abierta, se han atrevido a enjuiciar a sus propias autoridades.
Entre otras cosas, han dicho que los sindicatos de la UdeG responden a los intereses de la cúpula directiva y no a los de sus agremiados; que en la renovación del Consejo General Universitario se estilan groseras prácticas antidemocráticas como es la modalidad de las “planillas únicas” (a las que de forma eufemística se llama “de candidatos de unidad”). Y a este último atribuyen que, “de forma mayoritaria”, esos consejeros, designados para integrar el que formalmente es el “máximo órgano de gobierno” de la UdeG, se limiten a cumplir el triste papel de “levantadedos”.
¿Qué resultados tendrán todos estos duros señalamientos y protestas de los profesores inconformes de la UdeG? El tiempo habrá de decirlo. Por lo pronto, algo ha sido puesto en evidencia: la Universidad de Guadalajara no sólo atraviesa por una situación de apremio financiero, que puede ser más o menos transitoria, sino que al interior de la universidad pública de Jalisco se vive también, desde hace buen tiempo, una crisis institucional, la cual se ha agravado en los años recientes. ®