Desmitificar al zapatismo

Entrevista con Marco Estrada Saavedra

El movimiento neozapatista ha perdido la mayor parte de su influencia y de su prestigio. El EZLN se condujo con verticalidad y autoritarismo y, con miles de deserciones, ha caído casi en el olvido. Aquí una sucinta explicación de las razones que lo llevaron a una situación crítica e irreversible.

¿Cómo comprender y explicar un movimiento social más allá de las filias y fobias de “izquierdistas” y “derechistas”? Marco Estrada Saavedra, un investigador prestigiado y exdirector de la Revista Sociológica, de El Colegio de México, tiene algunas pistas. Para una investigación empírica Estrada eligió a un actor colectivo que desborda pasiones: el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Comprender, preguntar, comparar, explicar. Estrada formuló unas preguntas que sirvieron como eje conductor durante su investigación, desmitificando —sin proponérselo— a un movimiento que conmocionó al mundo a principios de enero de 1994. ¿Por qué algunos grupos indígenas se habían incorporado al EZLN y otros no? ¿Por qué algunos de ellos permanecían y otros lo habían abandonado?

La realidad se impuso. Por medio de entrevistas individuales y colectivas desentrañó los mecanismos de la toma de decisiones dentro del zapatismo.

Producto de este análisis, Marco Estrada Saavedra publicó su monumental libro La comunidad armada rebelde y el EZLN. Un estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la selva Lacandona (1930-2005), editado por El Colegio de México hace cuatro años.

En 2009 coordinó y editó Chiapas después de la tormenta. Estudios sobre economía, sociedad y política. Y para cerrar el ciclo chiapaneco, coordinó al lado de Juan Pablo Viqueira Los indígenas de Chiapas y la rebelión zapatista. Microhistorias políticas (Colmex, 2010).

En especial por su libro La comunidad armada rebelde y el EZLN Marco Estrada fue descalificado sin argumentos. El cronista del EZLN, Hermann Bellinghausen, del diario La Jornada, fue más allá y desbordó su entusiasmo, dijo que Marco Estrada, con sus libros, le daba “sustento ideológico” a la contrainsurgencia.

¿Desde cuándo preguntar/cuestionar se ha vuelto incómodo? Gracias al periodista militante el libro La comunidad armada rebelde y el EZLN se volvió un clásico y tuvo una resonancia inusitada.

Comprender, preguntar, comparar, explicar. Estrada formuló unas preguntas que sirvieron como eje conductor durante su investigación, desmitificando —sin proponérselo— a un movimiento que conmocionó al mundo a principios de enero de 1994. ¿Por qué algunos grupos indígenas se habían incorporado al EZLN y otros no? ¿Por qué algunos de ellos permanecían y otros lo habían abandonado?

¿Qué les incomodó a los defensores a ultranza del zapatismo? Quizá que el investigador dio a conocer que el zapatismo no es lo que parece. Que no es una organización en donde todos —y todas— deciden el rumbo del movimiento y que el slogan “Para todos todo; para nosotros nada” no es más que un discurso. Como cualquier movimiento social, en su interior hay pugnas, coacciones para que se sumen al zapatismo, la exclusión en las comunidades indígenas a los no-zapatistas y las deserciones colectivas, producto del desencanto hacia los dirigentes militares del EZLN.

Para esta investigación el académico convivió con los indígenas tojolabales del municipio Las Margaritas, asentados en La Realidad, Trinidad, San José la Nueva Esperanza y El Porvenir. Durante la estancia éstas eran zapatistas en su mayoría. Visitó además los ejidos ex zapatistas Tabasco y Buena Vista Pachán, que “conservaban una minúscula población rebelde”.

En la lista están los ejidos Cruz del Rosario y Nuevo Momón, que no se integraron al zapatismo, aunque sí hubo serios esfuerzos por hacerlo. Y un caso emblemático, el ejido Carmen Villaflores, si bien era una colonia anexa a la famosa Guadalupe Tepeyac, no fue parte del movimiento, principalmente por razones de orden religioso: su población pertenece, en su mayoría, a diferentes iglesias cristianas no católicas que prohíben, a diferencia del catolicismo liberacionista promovido por la diócesis de San Cristobal, mezclar la religión y la política.

Estrada, al principio del trabajo, pudo visitar comunidades zapatistas como Guadalupe Tepeyac, San José del Río y Emiliano Zapata, hasta que los mandos militares se lo impidieron.

Marco Estrada Saavedra publicó su primer libro en 1995: Participación política y actores colectivos. Dice: “Para el zapatismo utilicé principalmente el modelo de explicación de la constitución de actores colectivos en ese primer libro. En él hay una fuerte impronta de la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas”.

La filosofía política de la pensadora judeo-alemana Hannah Arendt fue central. Una vez que concluyó el doctorado en Alemania, Estrada tradujo varios ensayos de académicos alemanes, estudiosos de la filósofa, que fueron publicados en Pensando y actuando en el mundo. Ensayos críticos sobre la obra de Hannah Arendt (UAM, 2003).

Impresiones primeras

Marco Estrada regresó a Alemania. Allá disfruta su año sabático y cuenta que por ahora el ciclo de estudios sobre el EZLN ha concluido. Ahora su objeto es distinto. Investiga las entrañas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que hace algunos años paralizó al Estado. Sin duda causará polémica entre los que respetan a este movimiento y sus críticos.

Mientras tanto hace un último repaso de sus andanzas con el indigenismo.

—¿Cómo se imaginaba al EZLN antes de estudiarlo?

—Tiene mucha razón al escoger la palabra “imaginar” al hacer su pregunta, porque cuando aconteció el levantamiento armado de enero de 1994 me encontraba estudiando en Alemania. Por tanto, tenía una muy vaga idea de lo que sucedía en México y en Chiapas producto de la lectura de diarios alemanes y, de vez en cuando, nacionales (principalmente La Jornada). Con estas fuentes de información mi imagen del EZLN era, más o menos, la siguiente: una guerrilla formada por una amplísima base social de diferentes grupos indígenas de Chiapas, que había renunciado a la lucha armada y buscaba vías políticas para alcanzar sus demandas políticas y sociales —que me siguen pareciendo, en su mayoría, muy legítimas, razonables y necesarias.

«En esta imagen el EZLN contribuía a acelerar la transición a la democracia y desmontar el régimen priista mediante la introducción de una novedosa práctica política que, al parecer, era propia de las tradiciones indias y que podían favorecer la renovación de nuestra desgastada y corrupta vida política nacional. Este modo de hacer política de los zapatistas se resume en los conocidos principios 1) “mandar obedeciendo”; 2) “para todos todo, para nosotros nada”, y 3) “un mundo en el que quepan todos los mundos”. También pensaba que su lucha era, entre otras cosas, en contra de los grandes terratenientes que excluían a los indígenas de la posesión de la tierra y que los mantenían acasillados en sus haciendas como en tiempos del porfiriato.

”En general, creo que tenía una gran simpatía por el zapatismo, aunque nunca sentí fascinación por él. Me parece que haber estado alejado de México en ese entonces me ayudó a conservar la distancia necesaria que se requiere para hacer un trabajo científico sobre un tema tan controvertido y que, hasta hoy día, sigue siendo tabú. Se trata de una distancia que no tiene nada que ver con filias y fobias políticas e ideológicas sino con el interés de comprender y explicar.

—¿Modificó su percepción?

—Sí, y de tal manera que los resultados de mi estudio prácticamente no tienen nada que ver con la “imagen oficial” del zapatismo, que el EZLN y algunos periódicos se han esforzado en mantener por medio de propaganda y desinformación.

El académico plante algunas conclusiones, entre las que destacan:

1) El estado de creciente desarticulación del zapatismo ya a finales de la década pasada. Existen muchos y profundos conflictos al interior del zapatismo entre las mismas bases de apoyo, y entre éstas y sus líderes políticos y militares locales y regionales.

2) A pesar de su discurso político ultrademocrático y libertario, las relaciones sociales dentro de la “comunidad armada rebelde”, como denomino a las comunidades zapatistas, se caracterizan por el autoritarismo y el verticalismo, así como por la exclusión de los que piensan diferente a la mayoría o a los líderes políticos.

3) Estas jerarquías internas se traducen en relaciones de poder por medio de las cuales algunas fracciones del zapatismo, especialmente la de los líderes locales y regionales y sus clientelas, se benefician más que sus compañeros de lucha y crean zapatistas de primera y segunda clase.

4) El zapatismo, a través de sus municipios autónomos y sus juntas de buen gobierno, no controla ninguna “zona liberada” en la Selva Lacandona, en Los Altos o en otros lugares, ni regula la vida social del conjunto de la población que habita estas zonas. La realidad es, más bien, que sólo tiene influencia sobre los miembros de su movimiento y no más. Hablar, pues, de “territorio rebelde” induce al error, porque se crea el efecto discursivo de que el EZLN gobierna territorios a la manera en que lo hacen las FARC en Colombia.

5) También hay que enfatizar los mecanismos de control utilizados para disciplinar a la población zapatista, a los grupos foráneos solidarios con su movimiento e, inclusive, a cualquier otro visitante. A los primeros se les mantiene en el movimiento con la amenaza de perder las “tierras recuperadas” después del levantamiento y los servicios de educación, salud y otros bienes colectivos autogestionados. A los segundos se les restringe su libertad de tránsito y de hablar con cualquier habitante de las comunidades, sea zapatista o no, con el fin de evitar “fugas de información” que dañen la imagen oficial del zapatismo.

5) La gran continuidad entre el zapatismo y los objetivos y las formas de lucha y organización que utilizaron los tojolabales, al menos, desde la fundación de sus ejidos tras la reforma agraria cardenista.

6) Es sorprendente, además, la enorme capacidad organizativa de los rebeldes y los modos de cooperación en la producción de bienes colectivos que benefician a la mayoría de sus miembros.

Estrada Saavedra explica qué entiende por “comunidad armada rebelde”.

Este modo de hacer política de los zapatistas se resume en los conocidos principios 1) “mandar obedeciendo”; 2) “para todos todo, para nosotros nada”, y 3) “un mundo en el que quepan todos los mundos”.

—Me refiero, en términos conceptuales y analíticos, a un tipo específico de conformación de la vida colectiva que constituyó el EZLN para organizar a sus bases de apoyo y crear mecanismos de control, coordinación y comunicación entre las diferentes partes que conforman el movimiento zapatista: la Comandancia General, el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI), la guerrilla (con sus diferentes jerarquías militares), los comités clandestinos regionales, los responsables políticos y militares regionales, los responsables locales (autoridades zapatistas máximas en una comunidad), las bases de apoyo (la parte civil del zapatismo), los representantes y coordinadores de los “colectivos” (cooperativas de trabajo) y de las promociones de salud y educación. Esta organización colectiva se empalma con la estructura ejidal de autoridad y representación (la asamblea y el comisariado ejidal), así como, en ocasiones, la organización de catequistas encargados de tareas religiosas en la comunidad. Aunque, en sentido estricto, éstos son los diferentes subsistemas que conforman a la comunidad armada rebelde, también hay una serie de actores y grupos externos que cooperan en su integración y funcionamiento, como las ONGs, los campamentistas y caravaneros nacionales y extranjeros solidarios con los rebeldes, antiguamente el Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) y, hoy día, diferentes actores sociales y políticos que se sumaron a La Otra Campaña.

El entrevistado resalta que las comunidades zapatistas tienen como fundamento la organización ejidal, la comunidad religiosa liberacionista y la comunidad política maoísta que la antecedieron. Por eso afirma que el EZLN no innovó en términos de organización social, sino que se “montó” en una ya existente y lo “refuncionalizó” para sus fines.

—¿Tuvo dificultades durante la investigación?

—La principal dificultad consistió en obtener el permiso de las autoridades zapatistas para realizar el trabajo de campo de 2002 a 2006 durante diferentes estancias de investigación. Como se pedía en ese entonces, solicité cartas de recomendación y autorización al FZLN y a Enlace Civil una ONG zapatista. Después las presenté, junto con mi proyecto, a las autoridades del municipio autónomo rebelde San Pedro Michoacán, con cabecera en el ejido La Realidad, quienes me autorizaron realizar mi trabajo en La Realidad, San José Nueva Esperanza y El Porvenir. No sólo recibí su autorización sino, inclusive, su apoyo y cooperación en todas mis actividades. Gracias a esto la gente nos recibió, a mis asistentes y a mí, muy amable y alegremente, por lo que pudimos conocerla y apreciarla mejor.

”Aunque siempre que quería hacer una entrevista individual o colectiva tenía que presentar mi cuestionario antes las autoridades, el cual debía ser aprobado o no. Muchas preguntas en torno a su organización política simplemente fueron censuradas “por motivos de seguridad”, según me explicaron. Además, un “comisario político” supervisaba las entrevistas, de tal suerte que si hacía alguna que se le antojara no conveniente, detenía la entrevista, momentáneamente, y me apercibía. La otra gran dificultad fue el trato con las mujeres zapatistas. Esto se debió en parte a cuestiones culturales, que tienen que ver con la interacción entre varones no indígenas y mujeres indígenas, y en parte a cuestiones políticas, porque las autoridades no querían correr riesgos dejando a una mujer o a varias hablar sobre su experiencia en el zapatismo.

«Debo decir que ninguna de estas dificultades se me presentó durante mi trabajo de campo con grupos no zapatistas, en donde no había censura política o control patriarcal sobre las mujeres. Por último, siempre existió una prohibición rigurosa (y bajo la amenaza de expulsión) de tener contacto con la población no zapatista de la comunidad. Al final me las pude arreglar para conversar con ellos y entrevistarlos tanto adentro como afuera de los ejidos, porque conocer su experiencia me resultaba fundamental para comprender la complejidad del zapatismo.

—En territorio zapatista, ¿tuvo desencuentros, alguna cerrazón?

—Después de dos años de intenso trabajo con los zapatistas, sus autoridades políticas dejaron de apoyar mi trabajo, por alguna razón que nunca me explicaron. Nunca lo prohibieron y siempre tuve la oportunidad de permanecer en los ejidos, pero ya no permitían que realizara entrevistas. De cualquier manera, sí podía observar la vida cotidiana en los pueblos y conversar informalmente con la gente, lo cual me ayudó a completar la información para mi estudio. Fuera de esa situación —que, por cierto, también afectó a muchos otros investigadores y estudiantes— no hubo nunca ningún desencuentro digno de mención.

—¿Qué críticas recibió por su libro La comunidad armada rebelde?

—Las críticas negativas han sido muy virulentas, no las puedo tomar muy en serio, porque no se han hecho con un espíritu de comprender y conocer sino de descalificar y desacreditar con el fin de “salvar y proteger” el zapatismo. Así, por ejemplo, se ha dicho que soy contrainsurgente, agente del CISEN, mentiroso, ideólogo del Estado nacional, positivista, poco científico, coordinador desde El Colegio de México y el Conacyt de una campaña antizapatista, inclusive que ni siquiera he estado en la selva y no he visitado ninguna comunidad zapatista o que, únicamente, hablé con grupos no zapatistas o con ex zapatistas resentidos.

Realmente me ha dejado sorprendido el odio y el rechazo que ha provocado mi libro en un sector de la izquierda en la academia y en los medios de comunicación. Su actitud refleja, más que deseo de conocer o informar, un carácter religioso y milenarista

”Realmente me ha dejado sorprendido el odio y el rechazo que ha provocado mi libro en un sector de la izquierda en la academia y en los medios de comunicación. Su actitud refleja, más que deseo de conocer o informar, un carácter religioso y milenarista; debido al cual, después del fracaso del socialismo, han hecho del zapatismo su objeto de fe que los justifica existencialmente y les da sentido a su vida en un mundo absolutamente complejo y paradójico. Les ha parecido casi un pecado que me haya interesado en hablar con los indígenas de pie que forman, en realidad, el zapatismo, y que no me haya conformado con aceptar con docilidad lo que el subcomandante Marcos y los demás dirigentes indígenas afirman de sí mismos y de su grupo.

”Todo esto refleja ideologización extrema, renuncia a pensar por sí mismos, además de cinismo y oportunismo, pues se puede vivir muy bien, a costa de la verdad y de los indígenas, representando la “opinión correcta” en foros nacionales e internacionales y recibiendo becas y financiamientos a investigaciones que no pasarían ningún examen científico riguroso.

—¿Se entrevistó con Marcos? ¿Le interesó su figura?

—A mí me intrigaban más las bases sociales del zapatismo, de las que nadie hablaba más que de forma genérica a pesar de afirmar de dotar de rostro y dignidad a los indígenas. Ingresar a un movimiento revolucionario no es una decisión fácil. ¿Por qué lo hicieron tantos indígenas? ¿Bajo qué circunstancias? ¿Con qué expectativas y resultados? A mí no me convencía la propaganda de los “comunicados” de la comandancia; no sentía, como sí lo hacía una gran cantidad de intelectuales, ninguna debilidad por aquélla. Cualquier sociólogo sabe que hay un hiato entre los dichos y los hechos, y yo no quería glosar el discurso zapatista como tantos libros y trabajos lo hacen de manera muy aburrida y sin aportar nada nuevo.

”Pero en algún momento del desarrollo de mi investigación resultó inevitable ocuparme de Marcos o, mejor dicho, del sistema de dominación al interior del zapatismo, en el que el subcomandante es un actor fundamental, pero no el único. Por eso me dediqué a observar las relaciones jerárquicas entre la comandancia, la guerrilla y las bases de apoyo, gracias a lo cual pude entender cómo Marcos y su grupo ejercen su influencia y poder sobre el resto del zapatismo. Esto lo hice entrevistando a oficiales, combatientes y ex oficiales y ex insurgentes del EZLN. Gracias a sus testimonios pude dilucidar la lógica de funcionamiento y dominación en el zapatismo.

”En este sentido, es la lógica de este sistema de dominación lo que explica mucho de los problemas del zapatismo, y no la personalidad y las cualidades individuales, positivas o negativas, de Marcos. Otro líder, indígena o mestizo, habría actuado, dadas estas condiciones, de manera similar a Marcos, aunque seguramente sin su extraordinario talento para interactuar con los medios de comunicación y líderes de opinión e intelectuales nacionales e internacionales. Pero, ¿quién se hubiera interesado por Marcos sin capucha, cananas, pistolas, guerrilla y un movimiento social tan sorprendente en tantos sentidos?

Estrada Saavedra resalta que Marcos ni Samuel Ruiz ni nadie más manipularon a los indígenas para incorporarse al zapatismo.

—Ésta sería una explicación muy voluntarista y poco sociológica. Por supuesto hubo engaños, desinformación, propaganda y coacciones de diferentes grupos e individuos; pero esto no fue fundamental.

Marcos

«Una de las cosas que creo haber puesto en claro en mi libro es que los indígenas eran, y son, realmente actores autónomos, y que, en determinadas circunstancias, decidieron individual y colectivamente apoyar a la guerrilla y, en muchos casos, dejarla por múltiples razones. Una vez que un grupo importante dentro de las respectivas comunidades optó por el zapatismo se generó una serie de dinámicas para presionar e integrar a las minorías a la opción colectiva, so pena de la exclusión y convertirlos en parias sociales. Pero en esto no hay nada específicamente zapatista.

—¿Cuál es su balance del EZLN? Algunos plantean que las comunidades indígenas en territorio rebelde, como se autodenominan, están en una situación deplorable.

—El zapatismo está en crisis: hay deserciones colectivas e individuales en sus filas desde hace mucho tiempo. Al mismo tiempo, ha perdido influencia en la vida política nacional. Se ha vuelto un actor más bien local. El fracaso de La Otra Campaña demostró un poder de convocatoria muy escaso. Por supuesto, hay pequeños grupos en el país y en el extranjero que simpatizan y apoyan sus ideales y objetivos, pero no es nada comparable a lo que se observaba en la segunda mitad de la década de los noventa o, inclusive, en los dos primeros años de este siglo.

”Ahora bien, cualquiera que compare el “nivel de bienestar comunitario” de las comunidades zapatistas y no zapatistas podrá observar que las primeras han empobrecido brutalmente. La política de resistencia (“nada con el gobierno”) les ha impedido aprovechar los recursos federales y estatales en beneficio de sus bases de apoyo. Al mismo tiempo, los zapatistas carecen de la suficiente capacidad de autogestión de bienes colectivos (agropecuarios, de salud, educación, etc.) que produzca los bienes e ingresos necesarios para elevar el nivel de vida de sus miembros.

”Esto genera que la gente deje el zapatismo y busque otras opciones económicas y políticas. Hoy día, éstas se encuentran en la migración hacia Estados Unidos, aunque la crisis económica mundial les hace cada vez más difícil tomar esa vía. Pero todo esto también afecta a los campesinos indígenas no zapatistas. En realidad, el bienestar o no de unos es una cuestión relativa, porque ambos grupos se encuentran en condiciones de vida inaceptables desde cualquier punto de vista.

El zapatismo está en crisis: hay deserciones colectivas e individuales en sus filas desde hace mucho tiempo. Al mismo tiempo, ha perdido influencia en la vida política nacional. Se ha vuelto un actor más bien local. El fracaso de La Otra Campaña demostró un poder de convocatoria muy escaso.

”En general, uno puede constatar una gran crisis agropecuaria y que en el campo no hay ningún futuro económico y laboral. Los gobiernos federal y estatal simplemente no tienen un gran plan de desarrollo regional para esta población. Y esto es una verdadera tragedia para ésta y para el resto del país. El zapatismo no puede sustituir las funciones del Estado. Las juntas de buen gobierno se concibieron con la intención de superar la crisis del zapatismo, pero ahora su mayor problema consiste en la escasez permanente de recursos económicos, materiales y humanos para beneficiar a la población zapatista con proyectos económicos, educativos, comerciales, sanitarios y políticos.

—¿Ha transformado el zapatismo su discurso? ¿De qué forma?

—Ha habido, efectivamente, una transformación constante del discurso público del EZLN desde 1994 hasta la fecha. La razón de estos cambios debe buscarse más en el pragmatismo político que responde a una coyuntura particular que a convicciones ideológicas profundas.

”Primero, el EZLN reclutó, organizó y movilizó a sus bases sociales con un discurso revolucionario para la toma del poder estatal y el establecimiento de una república socialista en México. Ése fue, y sigue siendo por lo menos para la Comandancia general, el objetivo principal de la lucha, el cual no se podía alcanzar sin la formación de una guerrilla.

”Después del fracaso militar del levantamiento de enero de 1994 y de la expresión de la gran solidaridad que experimentó el EZLN por parte de la sociedad civil nacional e internacional, el zapatismo tuvo que modificar su discurso por uno más a favor de la transición democrática. Esto fue así porque el apoyo recibido rechazaba tanto la guerra como la revolución, aunque sí estaba a favor de la democracia y la justicia social. Por supuesto, el EZLN no ha estado nunca a favor de la democracia electoral, liberal y representativa. De hecho la ha boicoteado frecuentemente y la desprecia profundamente por ser un “instrumento de dominación de la burguesía”.

”El tipo de democracia que perseguía entonces era la democracia popular a la cubana. Pero el término “democracia” es lo suficientemente ambiguo como para que cada quien lo entendiera según sus intereses. Después de las elecciones federales de 1994 y del establecimiento de las negociaciones en San Andrés Larráinzar, el discurso zapatista giró hacia cuestiones de cultura y derechos indígenas. Esto tuvo un éxito relativo, sobre todo en el plano internacional, pues el discurso estaba en plena sintonía con el multiculturalismo de esos años y las luchas por la identidad y el respeto a la diferencia de las minorías.

”En México, fuera de algunos sectores de la academia (en particular antropólogos y algunos cientistas sociales) y de los actores indígenas, ese discurso no generó mayor solidaridad y movilización. Después de la aprobación de las reformas constitucionales en 2001 ese discurso se agotó y dejó de ser útil para mantener al EZLN entre los actores políticos nacionales con influencia. Así, se crearon las condiciones para la siguiente transformación discursiva, que se dio con la creación de las juntas de buen gobierno en 2003. De esta manera, los zapatistas declaran los autogobiernos en los territorios rebeldes.

”Sin embargo, el discurso autonomista provocó el efecto no deseado de restringir la influencia del zapatismo a las “zonas liberadas”, a decir, al interior de las regiones indígenas chiapanecas, lo que indianizó y chiapanequizó, por así decirlo, aún más su identidad, su lucha y los alcances de ésta, y finalmente lo aisló de potenciales aliados con objetivos de lucha diferentes a los étnicos. Para salir de este aislamiento, el EZLN cambió, de nuevo y por medio de La Otra Campaña, su discurso. Entonces lo apuntaló en contra de la globalización y el neoliberalismo para lograr presencia nacional e internacional. Por lo que hasta ahora se observa, no ha logrado su objetivo. De cualquier manera, este último discurso es más fiel y consistente a sus ideales revolucionarios de origen: la superación del capitalismo y la destrucción del Estado burgués. Los discursos en torno a la democracia y las culturas indígenas eran, más bien, accesorios.

—Un soporte fundamental del movimiento armado fueron las bases de apoyo, la gente de a pie, ¿qué papel desempeñan al interior?

—Las bases de apoyo no desempeñaron ningún papel en ello, porque las estrategias políticas las deciden los mandos militares. No se les consultó al respecto. Simplemente se les informó cuál era el nuevo discurso. En todo caso, las bases de apoyo entendieron estos giros sólo como tácticas para alcanzar los objetivos que los motivaron a ingresar al EZLN y apoyarlo: la obtención de tierras, el mejoramiento del bienestar familiar y comunitario con servicios de salud, educación, transporte, vivienda, programas agropecuarios, etcétera. Es decir, todo el conjunto de bienes colectivos de los cuales han estado sistemáticamente excluidos por razones de discriminación e injusticia social muy institucionalizadas, por desgracia, en nuestra sociedad. En lo personal, fuera de algunos sectores zapatistas radicales, la mayoría de los miembros de las bases de apoyo lo que deseaban al colaborar con el EZLN no era una revolución sino integrarse al conjunto de la sociedad en términos de igualdad y respeto, volverse mexicanos y ciudadanos con las mismas oportunidades que los otros mexicanos y sin ser discriminados por ser indígenas.

—¿A qué se refiere con los parias sociales?

—Los parias sociales son, en las comunidades mayoritariamente zapatistas, aquella población minúscula que no se integró al EZLN y, en consecuencia, quedó excluida por su disidencia política de la vida social comunitaria como una forma de castigo. Así, pues, los parias no sólo no gozan de los servicios de salud, educación y todo tipo de bienes colectivos generados por los zapatistas (lo cual sería entendible, hasta cierto grado, por no asumir tampoco los costos de la producción de estos bienes), sino que, además, se les prohíbe el contacto con la población zapatista inclusive en las actividades religiosas y festivas como manera de control social.

—¿Cuál es el papel de las mujeres? ¿Tienen una participación activa?

—El papel de las mujeres en el zapatismo es ambiguo. Por un lado, está el minúsculo grupo de mujeres que se integraron como combatientes a la insurgencia o que asumieron algún cargo político local después de ser desmovilizadas. Ellas sí gozaron de mayor igualdad en las relaciones entre varones y mujeres (más bien, entre compañeros de armas) y, por razones militares, lograron salir de la opresión patriarcal de sus culturas. Ellas sí experimentaron que podían ser mujeres de modo distinto a lo que la tradición les dictaba.

”Para la gran mayoría, estos intentos de establecer la igualdad entre los sexos están muy lejos de ser una realidad. En lo personal, creo que el EZLN funcionó aquí como un agente modernizador y muy progresista, siguiendo su propia tradición revolucionaria. Creo que el gran obstáculo para ese cambio han sido las culturas y las prácticas tradicionales indígenas. El EZLN no podía promover más libertades para las mujeres sin llegar a tensar la tolerancia de los pueblos indígenas. Aunque también se puede observar que entre los zapatistas y los no zapatistas algunos sectores de mujeres están empezando a exigir y asumir derechos de igualdad, en especial entre aquellas que asumen algún cargo de representación comunitaria, organizacional o popular y entran en contacto, por razones de sus actividades representativas, con la sociedad no indígena y comienzan a hablar en público, a tomar decisiones, a ser consultadas, y, de este modo, a cambiar la imagen que tenían de sí mismas y de la relaciones con los hombres. La experiencia de las mujeres zapatistas es una entre muchas otras que viven actualmente las indígenas. Por supuesto, todavía están muy lejos de esa igualdad. Pero lo mismo vale para el resto de la sociedad mestiza, en donde la gran mayoría de las mujeres sigue sufriendo desigualdad, falta de reconocimiento y violencia.

—Volviendo al personaje de Marcos. ¿Cómo ejerce el poder?

—Marcos no controla solo o tiránicamente al EZLN y al zapatismo en general. Tal cosa sería materialmente imposible. Es, por supuesto, el dirigente militar y político más importante en grado, influencia y poder del zapatismo, pero su autoridad, influencia y poder las ejerce únicamente dentro del marco de las relaciones sociales que conforman el zapatismo.

”Debemos ver a Marcos como un elemento del sistema de dominación del zapatismo. Así, a cambio de beneficios y privilegios para los miembros de su camarilla, Marcos requiere de la colaboración organizada de otros actores (mayores y comandantes indígenas y mestizos, representantes de zona, mandos regionales y presidentes de consejos autónomos de los municipios y juntas zapatistas), lo que le permite, por un lado, ejercer autoridad y control sobre el resto del EZLN y las bases de apoyo, por un lado, y enfrentar a las fracciones opuestas a la Comandancia General, por el otro.

—¿Qué debería replantear el EZLN?

—¿La pregunta se refiere al EZLN y la Comandancia General o a las bases de apoyo? Creo que los intereses de unos y otros son muy diferentes. En todo caso, sólo ellos (en conjunto o separados) pueden decidir qué es lo que quieren y deben hacer.

—¿Qué tanto habrá afectado o beneficiado al zapatismo querer ser un movimiento global, del “mundo mundial”?

—Digamos, primero, que es un beneficio para el EZLN todo aquello que promueva sus causas y lo ayude a alcanzarlas. Y lo contrario es un perjuicio. De acuerdo con lo anterior, al EZLN le fue benéfica la solidaridad nacional e internacional que gozó desde 1994 y hasta 2001. Ésta lo protegió, por ejemplo, en los primeros días de enero de 1994 de los ataques del Ejército nacional. Después generó un clima favorable a su causa en la opinión pública nacional e internacional. De esta manera, inclusive se le vio como un modelo a seguir en las luchas en contra del neoliberalismo.

”Pero los beneficios no fueron sólo simbólicos sino también prácticos, materiales, financieros y humanos, pues, a través de ONGs y grupos solidarios se organizaron y financiaron importantes proyectos comunitarios y regionales de todo tipo, que, sin duda, beneficiaron a las bases de apoyo. Esto quitó mucha presión, en un momento dado, a la dirigencia zapatista, porque las bases de apoyo no se habían movilizado, principalmente, por razones ideológicas, abstractas y de largo plazo, sino por beneficios y bienes concretos que retribuyeran su larga y costosa cooperación con la guerrilla. Sin este apoyo internacional muchos hubieran desertado de las filas zapatistas mucho antes de lo que lo hicieron. Por otro lado, ante la popularidad y el apoyo internacionales de que gozaba el EZLN, éste se volvió un referente para la izquierda social internacional. De tal suerte, el EZLN empezó a plantear su lucha en un plano global, tanto con el fin de generar recursos que contribuyeran a la cohesión interna de su movimiento como para lograr influencia nacional e internacional. Pero esto último no parece ser muy atractivo para muchas de sus bases sociales, porque, como me comentó alguna vez un ex zapatista, “si no pudimos con el gobierno mexicano, ¡cuándo vamos a vencer a la globalización y a los demás gobiernos! Así yo nunca voy a ver resueltos mis problemas y los de mi familia”. ®

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Publicado en: Libros y autores, marzo 2011

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