Dos poemas no coleccionados de Kyn Taniya

La modernidad y el humor

Llevando a la literalidad y al extremo imaginativo las imágenes de la poesía modernista, Quintanilla logra un poemario que sorprende por sus imágenes y sobre todo por su incisivo humor, rasgo poco practicado en la poesía mexicana y que no suele asociarse a la vanguardia poética.

Luis Quintanilla pinta el retrato de Pablo Casals.

Luis Quintanilla pinta el retrato de Pablo Casals.

Luis Quintanilla (1900-1980) nació en París, su padre fue diplomático y, como refieren distintas fichas que dan cuenta de su infancia, en su casa convivían Tablada, Urbina, Apollinaire, Rodin, entre otros. Su padrino de bautizo fue Amado Nervo. Esto comúnmente se usa para explicar que el conocimiento de la vanguardia por parte de Quintanilla era extensa. También el hecho de que sus primeros versos hayan sido escritos en francés y luego traducidos al español. Tal es el caso de Avión, su primer libro que recoge material escrito entre 1917 y 1923. En 1924 publica Radio, su segundo libro, concebido como una serie de trece poemas telegráficos, cargados de ironía, arriesgues formales, donde la imagen predomina sobre la posible narrativa de un discurso poético. Frente a la voz engolada y seria de Maples Arce o el desparpajo de List Arzubide, la ironía como recurso en Quintanilla se vuelve un rasgo constante. Esta ironía carga de un humor ácido los poemas y disuelve la pretendida solemnidad asociada con el lenguaje poético. En Radio este recurso se finca en una suerte de parodia, que el poeta hace de los temas y tópicos modernistas, pero en clave humorística. Llevando a la literalidad y al extremo imaginativo las imágenes de la poesía modernista, Quintanilla logra un poemario que sorprende por sus imágenes y sobre todo por su incisivo humor, rasgo poco practicado en la poesía mexicana y que no suele asociarse a la vanguardia poética. Hay que leer sus poemas como una intentona de agotar el lenguaje modernista y dejarlo hueco, en el afán de ruptura que movía a todo el grupo.

Frente a la voz engolada y seria de Maples Arce o el desparpajo de List Arzubide, la ironía como recurso en Quintanilla se vuelve un rasgo constante. Esta ironía carga de un humor ácido los poemas y disuelve la pretendida solemnidad asociada con el lenguaje poético.

Kyn Taniya publicó sólo dos libros de poesía en vida: Avión, de 1923 y Radio, de 1924. Estos poemarios son de lo más logrado en la estética del estridentismo. En esos mismos años, 1924 para ser precisos, funda el Teatro Mexicano del Murciélago, del que es guionista.1

Fuera de algunos poemas no recopilados, que se publican en El Universal Ilustrado en los años 1926, 1927 y 1929, no vuelve a publicar un libro de poesía, a pesar de que su larga vida estuvo ligada a la reflexión, la enseñanza y el trabajo diplomático.

Aquí se ofrecen los dos poemas de 1926 y el de 1927. Ambos corresponden a poemas de ocasión. El primero, “Estadio”, es un poema dedicado a José Vasconcelos. Es cercana la fecha a la participación de México en las Olimpiadas a celebrarse en Amsterdam en 1928. De ahí el espíritu panamericanista y celebratorio del poema, ya que un año antes, en 1925, Vasconcelos había publicado en Madrid las Notas de unos viajes a la América del Sur, donde el prólogo llevaba el nombre de lo que sería una de sus obras más conocidas: “La Raza Cósmica: Misión de la raza iberoamericana”. Vasconcelos se hallaba fuera de México, en Nueva York, en esas fechas. Había contendido en 1924 como candidato por la oposición a la gubernatura de Oaxaca y había sido derrotado, debido a lo cual salió en una especie de autoexilio del país. Así que la proximidad de los Juegos Olímpicos de Holanda, donde la participación de los latinoamericanos se le antoja a Quintanilla como una cristalización de los ideales recién bosquejados por Vasconcelos, permite una suerte de reivindicación de su figura.

El otro poema, “Toda ella”, es un poema dedicado a la visita de Berta Singerman a Guatemala, donde Luis Quintanilla se desempeña en ese año como primer secretario de la Embajada de México. Berta Singerman (1901-1999) era una cantante y actriz argentina de origen ruso-judío que en esa época comenzaba su trabajo como recitadora de poemas y que había grabado un disco recopilando poemas de la época. El poema publicado se acompaña de una fotografía de grupo, donde aparece Singerman con Luis Quintanilla y Carlos Mérida, entre otros. La fotografía fue tomada en la casa de Mérida en Ciudad de Guatemala.

Estadio

a José Vasconcelos

Herradura desprendida de un Pegaso gigantesco.

Pabellones al viento.

Las banderas flameantes gritan “hurrahs” tricolores

que empapan de luz el ambiente

Hip! Hip!

80,000 personas,

ochenta mil,

con una sola idea, con una sola alma que las cubre

como enorme toldo negro.

¡Hurrah! ¡Rah! ¡Rah!

Gritos de combate.

Gritos rojos de los equipos vencedores.

Gritos negros de los músculos vencidos.

Es la fiesta del cuerpo multiplicado por aire, multiplicado por sol.

80,000 personas con alma infantil

juegan mentalmente a la pelota con los cuerpos elásticos

de los atletas de hule “made in Central America”.

Y el juez que es poeta académico

tendrá que descalificar al campeón olímpico

por haber lanzado tan alto el disco de oro del sol.

Juegos olímpicos,

para los niños dioses.

¿Cuándo acabará el Marathon de los siglos?

Aquellos corredores agonizantes,

quizás vengan de muy lejos,

quizás vengan de otros mundos

Hay uno,

rubio,

que parece haber llegado esta misma mañana

por el frágil puente de rayos que ha tendido el sol

Hay otro,

moreno,

que el trampolín lanzó más allá de las gradas

y pronto enloqueció de azul al perderse en el espacio.

Cuba,

Guatemala,

y México.

Hermanos centroamericanos.

Estas piernas dinámicas, estos muslos tendidos,

son columnas de los templos robustos de marina.

Cada corredor es una antorcha,

¡Rápido! ¡Siempre más rápido!

aunque reviente el corazón y se rompan los frenos odiosos

de todos los records.

Pechos palpitantes que se abren paso cantando,

como las balas.

Yo revisaré todos los cronómetros para registrar el momento.

Y luego, ¡a brincar!

Salirse de su atmósfera como los gritos y los cometas,

con rojas cabelleras incendiadas,

rozando mundos nuevos.

RUMBOS NUEVOS.

Brincar sobre el trópico. Brincar sobre el mar.

Brincar sobre el tiempo.

¡Vivir! ¡Vivir! ¡Vivir!

México, octubre de 1926

Toda ella

A Berta Singerman

Ojos.

Ojos en éxtasis, turbios y embriagantes como ajenjo,

el ajenjo volátil de su verde túnica de humo.

Alma.

Alma quintaescenciada que perfuma y refresca los cuerpos,

los cuerpos regados por su titilante rocío espiritual.

Boca.

Boca entreabierta y trémula que dice frases etéreas,

frases con alas de oro, de plata y de cristal.

Cuerpo.

Cuerpo sonoro, vibrante todo como débil antena lujuriosa,

como débil antena que sacuden los espasmos del mensaje.

Manos.

Manos afiladas y lívidas, como largas uñas encendidas,

uñas que se agitan como pétalos de rosa.

Brazos.

Brazos castos y desnudos que se alargan y pierden,

que se alargan y pierden como sombras y suspiros.

Frente.

Frente amplia, límpida, luminosa y placida,

plácida como mármol helado de las tumbas.

Toda ella

es carne.

Carne castigada.

Carne que canta y gime.

Carne enferma de espíritu.

Carne alucinada.

TODA ELLA

es alma.

Alma cósmica.

Alma musical.

Alma que calienta e ilumina.

Alma fluida que se escurre de los dedos de la mano,

y no deja más huella que una frágil estela

vertical. ®

Nota

1 El Teatro del Murciélago hace referencia en el nombre y en la ejecución al teatro ruso de Le chauve-souris. Este espectáculo era una especie de teatro de revista, inspirado en el folklore del pueblo ruso en su expresión rural. Quintanilla vio el espectáculo en Nueva York y pensó en trasplantar la experiencia con el folklore mexicano. Debido a su momento y a la búsqueda de elementos nacionalistas que dotaran de identidad al país después de la revolución, el Teatro del Murciélago fue todo un éxito. La inauguración fue el 17 de septiembre en el Cine Olimpia.

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Publicado en: Mayo 2013, Poesía

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