Duchamp, el gran estafador

Entrevista con Avelina Lésper

Para la crítica e historiadora Avelina Lésper no hay medias tintas. Manifestaciones artísticas como el performance, la instalación, el ready-made y otras por el estilo simplemente no son arte.

Avelina Lésper

Del 23 al 25 de junio la crítica de arte radicada en la Ciudad de México impartió el curso “Crítica de arte actual” en el Museo El Centenario, de Monterrey, recinto que alberga la exposición “Los nuevos grandes maestros mexicanos”, curada por el galerista Guillermo Sepúlveda y cuyo texto de presentación fue escrito por Lésper.

En una entrevista con el diario Milenio, la colaboradora del suplemento semanal Laberinto y de la revista Replicante declaró que el público, al no entender las nuevas propuestas del arte, deja de visitar exposiciones en museos y galerías —mientras, la mayoría de los artistas producen objetos más cercanos a una broma que al arte.

Reconoció que no todo el arte contemporáneo debe descartarse, y citó como ejemplos a los pintores Rodrigo Sifuentes, Rafael Rodríguez, José Parra, Gonzalo García y David Meraz, que participan en la exhibición del museo sanpetrino.

“Estos pintores jóvenes, en un acto de rebeldía, decidieron pintar cuando la pintura es rechazada. Su presencia en esta exposición se resume en una sola cosa: la calidad de sus obras. No son un capricho retórico o una moda, han encontrado un lenguaje propio y trabajan en su perfeccionamiento, no pintan para agradar, lo hacen inmersos en sus propias visiones, dudas, pesadillas, apariciones”, dice en el artículo “Nuevos grandes maestros”, publicado el 9 de julio en su columna Casta diva del suplemento cultural de Milenio.

Después de haber estudiado una maestría en Historia de la pintura europea, Lésper obtuvo el espacio en ese suplemento desde noviembre del 2008 y, desde entonces, también publica en otras revistas culturales. La que sigue es una conversación con la polémica crítica de arte.

—¿Qué es arte para ti?

—El arte es una de las expresiones que tenemos de inteligencia, sensibilidad y ética más elevadas del género humano. A nosotros, como animales dentro de este reino en el que habitamos, el arte nos otorga una gran responsabilidad como especie. El que es capaz de crear es responsable de lo que crea; por eso tiene un sentido ético el arte. Como seres humanos, creo que el arte está entre esas cosas más elevadas a nivel de inteligencia que podemos producir.

—¿Cuál es el trabajo de los filósofos del arte?

El arte es una de las expresiones que tenemos de inteligencia, sensibilidad y ética más elevadas del género humano. A nosotros, como animales dentro de este reino en el que habitamos, el arte nos otorga una gran responsabilidad como especie. El que es capaz de crear es responsable de lo que crea; por eso tiene un sentido ético el arte. Como seres humanos, creo que el arte está entre esas cosas más elevadas a nivel de inteligencia que podemos producir.

—Creo que se ha distorsionado el trabajo de los filósofos del arte, que fue una parte después de Duchamp y otra parte en los años sesenta, cuando empezó esto. La filosofía del arte era o tiene que ser un análisis a posteriori de la obra; es decir, una vez que la obra está terminada el filósofo tendría que atender a las implicaciones filosóficas de la obra. Pongamos un ejemplo: Los desastres de la guerra, de Goya. Obviamente tiene una profunda implicación filosófica acerca de la violencia, del abuso del poder, de la deshumanización de la guerra. Pero es un análisis filosófico que se hace a posteriori. Ahora, ¿qué sucede? El análisis se hace a priori. Sin que la obra exista como tal, la obra va a tener un respaldo filosófico, porque ya hay una teoría que sustenta filosóficamente por qué el artista es un ser que es capaz de designar cualquier cosa como arte. Se está trastocando por completo el sentido del arte, porque no se hace un análisis de un hecho o un trabajo concreto; simplemente se plantea un sistema, una especulación y cualquier obra cabe en el razonamiento.

—¿Qué sustenta a los filósofos en la actualidad? Después de Marcel Duchamp, supongo que hay filósofos que son válidos.

—Claro, pero es solamente este tipo de corriente filosófica; la filosofía, pues, sigue avanzando. Tenemos ahora a grandes filósofos. Soy lectora de Michel Onfray, por ejemplo. Tiene un camino muy fecundo; es como en el arte, una de las demostraciones de inteligencia más elevadas en el ser humano. Lo que estoy planteando es que no puede depender el arte de una disciplina, porque la filosofía es autónoma, aunque tenga discusiones con la ciencia y con el arte. No podemos llevar ahora a un callejón sin salida a hacer el arte completamente dependiente de la filosofía y que no tenga razón de ser si no tiene una estructura ideológica atrás.

—¿No será que se ligan de cierta manera, que coinciden?

—Creo que en el pensamiento humano no hay más que coincidencias, hay consecuencias. Cuando vino todo este malentendido de la libertad, la cual se confundió con la espontaneidad, el capricho, lo incontrolable, lo fuera de la ley, la obra se decantó para ese punto y el arte olvidó sus bases éticas en relación con su disciplina. Entonces fue necesario que hubiera un respaldo teórico para que las obras siguieran.

—¿Qué debe tomar en cuenta un espectador al enfrentarse a una obra de arte?

—Qué conocimientos le aporta la obra. Puede ser de la naturaleza del ser humano, de nuestra realidad, a nuestra apreciación del mundo, a nuestras emociones. Debe tomar en cuenta qué sensaciones le produce esa obra y ver qué relación hay con esas sensaciones; es decir, qué hay de su ser en esa obra. Después vienen los procesos técnicos, hacerse la pregunta: ¿Qué estoy viendo? Ver cómo está realizada, qué nivel técnico de calidad tiene, cómo están tratados los materiales; todo esto es muy importante. Es como en el cine: si ves la película y no se oye, no puedes decir “La idea es muy buena, ¡qué lástima que no se oye!” Perdóname, pero la técnica es parte de la película.

—Planteas que los museos, por exhibir arte contemporáneo, están ahuyentando al público. ¿Es diferente esta situación en otros lugares, como Europa? ¿Qué tanta relación tiene con la formación artística en la educación básica?

—El “no entiendo” lo veo muy negativo, porque es una marginación a partir del rechazo implícito de los curadores y de los artistas que siempre dicen: “Si no te gusta es porque no entiendes”. ¿Qué sucede? Toda la responsabilidad en la obra no recae en el artista, lo que es verdaderamente inconcebible; se lo dejan todo al público. Entonces la gente está siendo rechazada por los museos. Ahora, no creo que tenga que ver la formación artística de México con la formación artística de Europa, porque este fenómeno es mundial. Puedes leer los artículos de este increíble ensayista, Antonio Muñoz Molina, en Babelia. Él va a una de esas exposiciones y dice: “Esto es una tomada de pelo, no es arte”. Lo ha dicho Vargas Llosa abiertamente. Marc Fumaroli ha dicho: “No llamemos a estos objetos arte; son simplemente objetos de lujo”. Hay una corriente de pensamiento muy sólida también que está diciendo que eso no es arte. Ahora, ¿qué está pasando con los museos? Están vacíos. El Reina Sofía vive del Museo del Prado; lo mantiene un solo cuadro, el Guernica, donde muchísima gente se queda viendo horas la pintura, analizando, viendo todos aspectos; además, es una pintura que golpea mucho a la sociedad española. Y vas a las demás salas, las cuales he recorrido decenas de veces, y no hay nadie. La exposición de Gabriel Orozco en el Centre Georges Pompidou fue un fracaso absoluto; no fue a verla nadie. Yo fui a ver esa exposición en el MoMA, no había nadie en las salas. En cambio, en la exposición de Tim Burton, literalmente tenías que reservar para ir.

Ojos castrados © Alejandro Barrón


—¿Tim Burton es arte contemporáneo?

—Claro, está produciendo ahora, está vivo, ahora sí que, ¿quién lo enterró? Es cineasta, sí, y es dibujante; todos los personajes de Tim Burton los dibuja él.

—¿Crees que deban existir nuevos paradigmas, tanto en el arte como en la filosofía y la crítica?

—La filosofía, la crítica y el arte nunca han detenido la creación. Ve la historia de la pintura. Además de la pintura, la escultura, no han dejado de evolucionar. Compara un torso griego con una escultura de Chillida; ve nada más el proceso inagotable por el que ha pasado la escultura; la dimensión que tiene es la que tiene la física. Es una cosa elevadísima, increíble; una escultura redefine por completo al espacio.

—¿No son los mismos parámetros que planteas con Orozco? Del espacio y de la física…

—No, el texto curatorial de Orozco es ridículo dice: “Es la relación tripartita entre el espectador, el objeto y el espacio”. Él está hablando de una relación tripartita que puede existir en cualquier momento y con cualquier objeto. Pero si colocas una escultura en una plaza, dices: “Ah, es la plaza donde está tal escultura”.

—¿Crees que en las nuevas disciplinas se puede proponer arte?

—Sucede todo el tiempo, pero no lo están haciendo en esta parte del arte contemporáneo. La imagen en movimiento ha propuesto arte desde que existe. Ahí está el cine, las películas de Buñuel, ¿cuántos directores quieres que te diga? La imagen en movimiento tiene su función dentro del arte.

—Me refiero al arte contemporáneo. El cine es un arte, pero es otra disciplina.

—Ése es el problema: que el arte contemporáneo está tomando los soportes como si los soportes hicieran la obra. El soporte no hace la obra, lo que hace la obra es cómo utilizas el soporte. Si una película está bien filmada, aunque sea en video, es arte. Hay videoclips que tienen mejor factura que videos de arte. Por ejemplo, Matthew Barney. Sus videos son verdaderamente ridículos; son así: kitsch, sin sentido y horrendos. Infinidad de videoclips tienen mejor factura, y estamos hablando de trabajos comerciales.

—¿El valor de la obra se encuentra en la factura?

La filosofía, la crítica y el arte nunca han detenido la creación. Ve la historia de la pintura. Además de la pintura, la escultura, no han dejado de evolucionar. Compara un torso griego con una escultura de Chillida; ve nada más el proceso inagotable por el que ha pasado la escultura; la dimensión que tiene es la que tiene la física. Es una cosa elevadísima, increíble; una escultura redefine por completo al espacio.

—No sólo se encuentra en la factura; se encuentra en el tema, en la implicación que tenga en su entorno, en lo que represente, y hay un rasgo casi intangible de excepcionalidad en el trabajo artístico. Eso es muy común de ver en las ferias de arte. Uno va viendo obras y de pronto ves algo y dices: Eso es arte. Es como una especie de epifanía. Y de alguna manera, la implicación misma hacia el arte te va llevando a las obras.

—¿Qué implicación?

—Creo que haces un compromiso cuando decides ser espectador de arte. He pensado siempre que no nada más hay compromiso de parte del artista con la obra; los espectadores tenemos un gran compromiso con la obra.

—Dices que existe una crisis en el arte. ¿Cuándo empezó y quiénes la originaron?

—Desde las fechas del urinario, y viene con la banalización del arte.

—¿Consideras a Duchamp un parteaguas en el arte contemporáneo? ¿Por qué?

—Porque es un gran estafador; porque el urinario es una obra pequeñoburguesa que no alcanza el nivel de arte. ¿Por qué? Porque es un urinario, un objeto de uso común, que no está representado de alguna manera. Puedes representar una silla como en el caso de Van Gogh. Hay un proceso de síntesis; es lo que hace a esa silla diferente. La acción de designar arte no lo vuelve arte. El arte no es un designio; es un resultado, es un trabajo, es un hecho.

—¿Qué va a pasar con la historia del arte si las últimas tendencias no son válidas?

—Se va a acabar. No es que no sean válidas. Como tales están muy validadas, están en todos los museos; pero no creo que sean arte. Ahora, ¿a qué camino nos lleva? A que esto va a acabar con el arte. Entonces va a ser la historia de la muerte del arte.

—¿Ya no hay arte?

—Por supuesto que sí lo hay (señala con los brazos extendidos hacia la entrada de la muestra “Los nuevos grandes maestros”).

—Uno de los artistas de la exposición (Alejandro Barrón) pinta muy parecido a Arturo Rivera.

—Claro, el pintor tiene una influencia de su maestro.

—¿No pasará lo mismo con los ready-mades, que tienen influencia de Duchamp?

—Todos los ready-mades son iguales. Son objetos prefabricados. ®

Los artículos de Avelina Lésper pueden encontrarse en su blog: avelinalesper.blogspot.com

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Publicado en: Arte, Septiembre 2011

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