El Aleph y el infinito

Un punto del espacio que contiene todos los puntos

¿Cómo puede un punto contener todos los puntos? ¿Cómo puede caber en un punto la extensión total del planeta? ¿Y qué son los números sino una expresión del universo y de su grandeza?

Quien busque el infinito, que cierre los ojos.
—Milan Kundera

Jorge Luis Borges.

El sótano es un elemento que no en todas las construcciones existe: se trata de una habitación pequeña o grande, que se encuentra dispuesta en un sector de la casa o del edificio por debajo del nivel de terreno natural. Por lo tanto, es un espacio con poca o nula iluminación y ventilación. La circulación por la cual se llega a estos espacios generalmente es por medio de una escalera. Es decir, es vertical, la cual regularmente no suele ser lo suficientemente estética y muchas de las veces tampoco es cómoda, así que no cualquier persona tiene acceso a ella. El sótano, cuando hablamos de una casa, es un lugar generalmente húmedo y sombrío al que sólo los propietarios o las personas de confianza pueden tener acceso.

Desde el punto de vista religioso, la circulación vertical o el ascenso y descenso siempre es de esta manera —ascendemos a los cielos o descendemos a los infiernos—. Por ejemplo, la escalera de Jacob era un elemento por donde bajaban y subían los ángeles de Dios para protegerlo.1

En todas las tradiciones los niveles de conciencia se tasan casi igual: tenemos un alto o un bajo nivel de conciencia, la relación es siempre en el sentido vertical.

Así, este espacio, aunque mencionado ya casi al final del relato, es un elemento clave, ya que nos lleva a relacionarlo con otros significados, como el paso indispensable de uno hacia otro espacio, una transición entre un lugar y otro… En este sentido, el umbral entre la parte alta de la casa y el sótano —que es la escalera— pudiera ser visto o interpretado como un paso forzoso entre un nivel de conciencia y otro; a veces es lineal, a veces en espiral, a veces torcido o a veces recto.

Refugio y evocación

El sótano además puede servir de refugio en caso de catástrofe, y en el cuento de Borges la muerte de Beatriz, para el protagonista, sin duda lo es. Borges volvía a la casa de ella cada año en su aniversario, y sus visitas eran cada vez más prolongadas, tal vez para refugiarse, tal vez como una forma de asegurar su recuerdo; “cambiará el universo pero yo no”,2 una manera de decir que puede cambiar el mundo pero no sus sentimientos hacia ella.

Beatriz murió en 1929. “Una candente mañana de febrero, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo”.3 El paso de Beatriz, el umbral de su muerte, fue cruzado con orgullo, pero no fue fácil, ya que Borges, al utilizar la expresión “no se rebajó”, quiere decir que su actitud ante la muerte fue impasible, valiente.

Así, las visitas se hacen cada vez más extendidas, cada vez es un poco más estrecha la relación con Daneri —el primo hermano de ella—, no tanto por la amistad sino por la conveniencia, pues Borges quiere conservar, alargar el recuerdo de Beatriz. En cambio, Daneri quiere a alguien que lo escuche, pudiera pensarse que compartir su secreto era su deseo, tal vez por presunción o por miedo.

El Borges autor y el Borges narrador en primera persona de este texto —el Borges literario— nos va develando desde el inicio su amor por ella, muy profundo y no correspondido. Asimismo, nos la muestra y describe no de manera explícita pero sí por medio de imágenes y figuras textuales, retóricas. Su primo hermano, Carlos Argentino Daneri era poeta. Escribía en el momento del relato unos versos en los cuales pretendía mostrar el mundo. Hombre que, según Borges, sufría de verborrea crónica y escribía un poema en el que aspiraba a describir todo el planeta. “Ineptas ideas, pomposa y vasta exposición lo anima a escribir”.4

“¿Dónde está el trabajo del poeta?”,5 se pregunta Daneri. El texto nos muestra claves, frases que pueden ser interpretadas de forma personal por el lector, aplicándolas a su propia vida o a vidas ajenas. Frases que pueden decirse de muchas formas, pero él elige hacerlo de manera que se pueden interpretar y conectar con la vida de cualquier persona, no en el lenguaje mismo, sino en las imágenes que evoca. Enunciados como “Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten” nos refieren tal vez a imágenes compartidas: una mujer, una calle, un letrero, una casa, una fotografía, un sótano. Si estas imágenes existen en la mente del otro, entonces entenderá, pero si no, no existen para él. Por lo tanto, ¿es necesario compartir un pasado, imágenes y experiencias comunes?

La historia va conformando un hilo donde estos dos personajes —Borges y Daneri— construyen su cercanía por medio de dos cosas en común: la escritura y Beatriz. Es la confianza que se va creando entre ellos, y una vez muerta Beatriz es lo que lleva a Borges a ese sótano.

Si volvemos al pasado en el relato, si ella no hubiese muerto, y si él no se hubiera negado a desprenderse de ese recuerdo al ir cada 30 de abril, no se hubiera desarrollado esta relación con él, lo cual nos lleva a conectar los sucesos que llevarán a Borges a encontrar el Aleph.

El lugar de los espacios

Después de dos semanas sucede algo. Una llamada telefónica alerta a Borges, la casa en donde vivía Beatriz va a ser demolida. Además, Daneri le confiesa que hay algo en ella que él necesita para terminar su poema y le revela que en esa casa, de niño, había encontrado un punto del espacio que contiene todos los puntos. Un mundo en el sótano de su casa. El Aleph.

¿Cómo puede un punto contener todos los puntos? ¿Cómo puede caber en un punto la extensión total del planeta? ¿Y qué son los números sino una expresión del universo y de su grandeza?

En el alfabeto sagrado el aleph es la primera letra, y para la Cábala significa la divinidad; el alef–0 (subcero) es el primer número y el primer cardinal transfinito,6 es el más pequeño de todos. Es uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos. “Los incorruptibles reflejos del espejo”.7 ¿Cómo puede un punto contener todos los puntos? ¿Cómo puede caber en un punto la extensión total del planeta? ¿Y qué son los números sino una expresión del universo y de su grandeza?

El sótano se convierte entonces en un lugar de epifanía, de revelaciones, ahí se encuentra el saber supremo, el conocimiento completo de las cosas, un lugar oscuro que contiene el punto más luminoso.
Existen y existirán muchas lecturas de este relato, muchas interpretaciones. “El Aleph” de Borges es un cuento lleno de significados, claves, figuras retóricas, paradojas, de ritmo pausado y armónico, como si el autor quisiera al mismo tiempo que nos cuenta una historia enseñarnos el mundo, aconsejarnos, así como lo hizo él con Daneri.

Luego de recibir las instrucciones del poeta, Borges bajó al sótano y tuvo la sospecha de que había caído en la trampa de un loco que quería acabar con su vida. Sin embargo, sorprendido y deslumbrado por lo que sus ojos comenzaban a ver, para él indescriptible, inenarrable, vuelve a Daneri y le aconseja que se vaya, que descanse y se desprenda de esta revelación, y de nuevo el miedo al olvido y la duda. La incertidumbre de saber si con el paso del tiempo todo lo vivido se difumina en la memoria, se vuelve borroso, se desdibuja, se olvida.

Por eso, quien quiera ver el infinito, que cierre los ojos o que los abra bien. ®

Referencias bibliográficas

Borges, Jorge Luis (1945). “El Aleph”, un cuento de Jorge Luis Borges. Revista Zenda.
Biblia (1995) Génesis, capítulo 28 versículo 12. Navarra: Editorial Verbo Divino.
Fernández Leal, M. (1987). Del tiempo, espacio y movimiento de la narrativa borgiana. Universidad de la Laguna.
Rojo, R. (s.f.). El espejo selenita y el Aleph de Borges. Universidad de Tucumán.
Ruiz Fargueta, S. (2017). El infinito y más allá, los números transfinitos Aleph. La Bella Teoría.

Notas

1 Génesis, 28:12. “Mientras dormía, tuvo un sueño. Vio una escalera que estaba apoyada en la tierra, y que tocaba el cielo con la otra punta, y por ella subían y bajaban ángeles de Dios”.
2 Jorge Luis Borges, “El Aleph”.
3 Idem.
4 Idem.
5 Idem.
6 El gran matemático David Hilbert se inventó la metáfora del Hotel Infinito para explicar de forma intuitiva las paradojas a las que nos enfrenta la existencia de infinidad de infinitos. Podríamos pensar en darle a ese número el nombre de aleph sub–1, por ejemplo. Pero ese nombre representa el siguiente número transfinito mayor que aleph sub–0 y el decidir si efectivamente C = aleph sub–1 constituye un famoso problema no resuelto, la llamada hipótesis del continuo. Véase S. Ruiz Fargueta (2017).
7 R. Rojo (s.f.). El espejo selenita y el Aleph de Borges.

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Publicado en: Libros y autores

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