El costo de no hacer nada

Invasión del pueblo del espíritu, de Juan Pablo Villalobos

Aunque este libro claramente fue escrito antes de la cuarentena, creo que el comentario sobre dejar a la tragedia ser y no hacer nada resultó ser más relevante de lo esperado.

Juan Pablo Villalobos. Foto © WMagazín.

El más reciente libro de Juan Pablo Villalobos, Invasión del pueblo del espíritu (Anagrama, 2020), es la clase de historia que se transmite especialmente bien en las novelas. Es un libro donde casi no pasa nada, dicho esto de la forma más positiva posible.

Advierto que si bien no daré spoilers directamente, quizá tenga que mencionar algunos puntos que revelan parte de la trama de la historia, porque ésta es una novela muy difícil de describir sin dejar claros los puntos principales.

Gastón deambula por su pueblo, hablando con una persona y otra como si fuera un videojuego, tratando desesperadamente de detener el tiempo y evitar que la vida que tiene cambie.

Invasión del pueblo del espíritu es la historia de Gastón, un granjero de una solitaria parcela de papas en una región nombrada “la península”. Gastón tiene un perro que está muriendo. También tiene un mejor amigo, Max, que ha caído en depresión porque va a perder su restaurante. El hijo de Max trabaja como investigador en el Ártico y en sus mensajes se intuye que las cosas no andan del todo bien. El pueblo es asediado por los conflictos entre “aborígenes” y nuevos inmigrantes, problema que deja en medio de todo a Gastón, un migrante que tiene años en el lugar y que no se identifica con ningún grupo.

En el aspecto técnico, Villalobos escribe capítulos muy cortos con un lenguaje sencillo que facilitan la lectura. Es un libro que fluye y agradezco mucho eso. Fue refrescante leer una novela reciente de lectura ágil, que no sacrifica por ello un trasfondo. Es también una obra muy basada en los personajes, sobre todo en Gastón.

Gastón deambula por su pueblo, hablando con una persona y otra como si fuera un videojuego, tratando desesperadamente de detener el tiempo y evitar que la vida que tiene cambie. El ambiente de esta novela es desolador y melancólico, se respira un cierto tipo de decepción clasemediera que sólo he visto en unas pocas obras (Napoleon Dynamite es la primera que se me ocurre).

Al comenzar la novela pensaba que sería una historia de corte muy político. Como casi siempre que vengo con una idea preconcebida a una buena historia, éste no fue el caso. No es precisamente un thriller de urdimbres políticas, aunque hay algo de ello. Esta historia me pareció una danza alrededor de no hacer nada frente a la tragedia: los animales mueren y los locales cierran. Los personajes saben que algo malo va a pasar y que es poco probable que puedan evitarlo. Así que simplemente cierran los ojos y fingen que nada malo sucederá.

Un aspecto que me fascinó de esta novela es su callada ansiedad. Los personajes quieren decir cosas, pero no tienen la capacidad de enunciarlas. Mejor se ponen a hablar de tonterías. Hay un pánico muy sutil en estos personajes que dan vueltas y vueltas como gallinas descabezadas.

Otro punto muy interesante de la historia es cómo se retrata la amistad entre dos hombres. Lo menciono porque en varias reseñas que leí sobre Invasión del pueblo del espíritu la definen como una historia “sobre” la amistad. Si ése es el caso, me parece que lo que tiene que decir sobre este asunto es muy deprimente. Esta novela retrata muy bien cierta clase de amistad muy mexicana entre varones. Gastón llega muy lejos con tal de ayudar a su mejor amigo y de prevenir que éste lo abandone, pero no por eso tiene la capacidad de hablar sin tapujos con él ni de mostrar ningún cariño directo porque así es la amistad entre hombres en nuestra cultura. Aprecio mucho que esta novela busque retratarlo en vez de quedarse en chistes y lugares comunes. Finalmente es sólo parte de esta imposibilidad de los personajes para comunicarse, que está en toda la historia.

Me gusta que esta novela sea una historia rara con recursos convencionales. Creo que es bueno que se publiquen historias que apuesten a ser sui generis y que México necesita más novelas así, hechas por alguien que sepa hacerlas. Además, y aunque este libro claramente fue escrito antes de la cuarentena, creo que el comentario sobre dejar a la tragedia ser y no hacer nada resultó ser más relevante de lo esperado. ®

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Publicado en: Éstos son nuestros papeles

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