El enigma AMLO

Populismo y popularidad

El presidente ha tenido la execrable habilidad de mantenerse en el candelero y manejar la agenda mediática desde el día siguiente que ganó las elecciones.

«No fuera la mamá del Chapo»… El presidente de México ignora a madre de líder pesquero acusado de tráfico ilícito de totoaba en Baja California | Twitter @Petra46430098

Para la mayoría de sus adversarios y los analistas políticos el Peje es un enigma. Para algunos es un genio, para otros es un idiota. Para mí es un astuto politicastro muy marrullero. Disfraza su indigencia intelectual con una delgada pátina de lecturas históricas mal digeridas que le hacen cometer frecuentes e hilarantes deslices y gazapos. Lo que está fuera de duda es su astucia y socarronería que disimula al través de la exasperante lentitud de un discurso pleno de burdas simplificaciones y lugares comunes, frases hechas y malos chistes, con un éxito viral sorprendente.

Realiza actos de gobierno que para cualquier persona racional con tres dedos de frente son de una estupidez supina. Pero no para él, ni para sus fines y sus afines. Aventuro una teoría. Es que no compartimos su “universo”.

Lo suyo es la demagogia, la politiquería electorera a ras de pasto, el mitin placero y matraquero. Y para eso es muy bueno y eficiente. Conecta con el pópulo como no se le había visto a ningún político desde López Mateos.

Mientras arrase con el tiempo en los medios desde su atalaya de superioridad moral, domine las cámaras y tenga más del 60% de apoyo popular, el país bien se puede ir al carajo.

Repito, lo suyo es el populismo y no las razones de Estado y la eficiente gestión pública. Voy a dar un ejemplo: su reciente e ilegal decreto para tumbarles un porcentaje del aguinaldo a los mandos medios y superiores de la administración pública federal. ¿Por qué hace esa barbaridad? ¿Cuánto dinero puede obtener? Migajas… Pero es que no se trata de dinero… se trata del poder. En primer lugar, es una medida extremadamente popular. Joder a la alta burocracia siempre ganará el aplauso de la plebe. En segundo lugar, lo que obtuvo con esa medida en exposición, tiempo y publicidad en prensa, TV, radio y redes sociales, triplica o cuadruplica la cantidad efectivamente expoliada a los burócratas de angora y de semiangora. Otra, en realidad el 96% del total se lo van a esquilmar a los de medio pelo (directores generales y generales adjuntos, directores de área y subdirectores, que son mayoría, señala México Evalúa). Por último, gambusino al revés, le va a servir para separar a los dignos y rebeldes de los abyectos. Los que no jalen estarán fuera en pocos meses, con el correspondiente ahorro presupuestal. Son puestos de confianza. ¿Resumen? Para los fines del Peje va a ser un negocio redondo.

Y así, ese criterio de ganancia mediática y la emoción por encima de la razón se puede aplicar a varias de las múltiples barrabasadas de AMLO: el Aeropuerto de Texcoco; las farsas de la ridícula venta del avión, el museo de Los Pinos y el Centro Cultural Chapultepec; el cierre de los ductos de Pemex para “combatir” el huachicol; el despojo de los fideicomisos de la ciencia, la academia y la cultura; la desaparición del Fonden… ¿Cuánto valen tres horas diarias del tiempo de un presidente? Y el Peje las dilapida en el circo de las mañaneras.

Y destacando por sobre todas las torpezas, el desastre de la demolición del sistema de salud pública, que lo heredó desvencijado y lo está dejando desmantelado. Es una tragedia que lleva más de cien mil víctimas oficialmente aceptadas. Pero a fines de octubre el INEGI y el Conaprece hicieron un reporte (incompleto, faltan nueve estados) sobre un exceso de 193,170 fallecimientos. Y un reportaje reciente del El Universal señala que “La dimensión del Covid: 2020 tendrá un exceso de muertes de 280 mil personas”. La cárcel no parece suficiente para la magnitud de la criminal hecatombe producto de la ineptitud y el cinismo, y entretanto los responsables literalmente se carcajean diariamente ante las cámaras, mientras culpan al ente neoliberal más cercano al alcance de su escasa imaginación. Tenía todas las soluciones y ahora tiene todos los pretextos.

Ha perpetrado unos monumentales y absurdos disparates si se les evalúa con criterios de justicia, racionalidad y eficiencia —con una larga cauda de atraso, muerte y pobreza— pero que lo tienen con el 58% de aprobación pública haga lo que haga… ¿quién es el idiota?

La caída…

Ha tenido la execrable habilidad de mantenerse en el candelero y manejar la agenda mediática desde el día siguiente que ganó las elecciones. Y para manipular a la opinión pública no tiene rival. El covid–19 masacra 200 mil cristianos, se pierden más de 12 millones de empleos en dos meses, por lo menos 13 millones caerán en pobreza extrema, el PIB se puede ir al abismo, y él sólo pierde el 5% de aprobación, que recupera en un par de meses. Incluso, según Consulta Mitofsky, hoy cuenta con más apoyo (58%) que cuando inició la pandemia (51.9%, marzo 20). De veras que no miente cuando dice que le vino como anillo al dedo. El diario Milenio reporta que las conferencias mañaneras del Peje tuvieron en el último año (27 noviembre de 2019 a 27 noviembre de 2020) más de 203 millones de reproducciones en Facebook, contra 63 millones en el lapso anterior equivalente. ¡El 322%! Literalmente, desde su púlpito mediático puede hacer lo que quiera sin que nada le afecte, desde mentir sobre la supresión del fuero presidencial, atacar a la segunda feria del libro más importante del mundo o anunciar que mandó inundar las zonas más pobres de Tabasco.

Mientras arrase con el tiempo en los medios desde su atalaya de superioridad moral, domine las cámaras y tenga más del 60% de apoyo popular, el país bien se puede ir al carajo. Lo único que le importa es contar con billetes para repartir y ganar las próximas elecciones, cueste lo que cueste.

Eso de que era un peligro para México, cada día lo siento más como un tierno eufemismo. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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