En las últimas décadas el panorama humorístico mexicano se refrescó y enriqueció con la obra de dos moneros oriundos de Guadalajara, Jalisco: José Ignacio Solórzano y José Trinidad Camacho, mejor conocidos en el bajo mundo del arte guarro como Jis y Trino, respectivamente.
Al igual que numerosos literatos y artistas de gran renombre, ambos humoristas han sostenido una correspondencia en la que han expuesto sus coincidencias y divergencias sobre temas que van de la vida cotidiana, casi íntima (su apariencia física, por ejemplo), hasta grandes temas universales, como el arte (su polémica sobre el arte conceptual debe ser, ya, clásica).
Esa correspondencia entre los dos orfebres de la guarrez fue publicada por Sexto Piso a fines del año pasado, con el título de Asuntos moneros. Cartas 1997-2009, volumen sobre el que tuvimos una conversación con los autores, en la que se tocaron temas como las descripciones físicas y artísticas de ambos, las rolas llamadas “calmaditas”, sus preferencias de ser moneros a otro tipo de artistas, la censura y la política. La charla se dio por concluida en medio de añejas demandas salariales.
—¿Por qué publicar hoy su correspondencia en un libro como éste?
Trino: Decir que es privada es broma, porque esto lo publicamos en el periódico Público en 1997, cuando hacíamos una sección que se llamaba “Tu hermana la gordota”. Compartíamos oficina, y las cartas que nos enviábamos pues era realmente de llevárselas yo de mano, y le decía: “Te escribí esta carta, ¿cómo ves?”, y luego él me la respondía y las publicábamos.
Las dejamos de hacer en 1998, y pasaron once años para que Margarita, mi mujer, las descubriera, y nos dijo: “Oigan, ¿por qué no hacen un libro de esto? Nomás que les hace falta completarlo, porque no tienen tanto material”.
Entonces decidimos mandarnos unas cartas después de once años, y como en ese lapso se nos cayó el pelo —bueno, no a mí—, tuvimos más hijos, más piocha, otras mujeres y más kilos, pues ahora estamos redescubriendo que seguimos escribiendo cartas muy chistosas, simpatiquísimas.
Jis: El motivo es seguir creciendo el grueso de nuestra obra; queremos ser de los artistas más publicados en México y, de ser posible, en América. Entonces es importante seguirnos posicionando en el mercado editorial.
Trino: Jis es conocido como el Balzac de los moneros.
—¿Y por qué publicarlo en Sexto Piso, después de haber publicado en La Jornada Ediciones, Planeta y Ediciones B?
Trino: Realmente el que te puede responder eso es Jis, porque él tuvo la primera relación con ellos y con sus libros, ya que hizo Paso sin ver y el Diario en la editorial. Creo que él puede tener respuesta, porque él me jaló con ellos; yo no los conozco tan bien, e incluso creo que es una editorial importante, ¿no?
Jis: Para mí fue un momento importante para enseñarle a Trino los mundos en los que me muevo, más literarios, y entonces se trata de darle oportunidad a este chavo de entrar un poquito a mi mundo.
Trino: Muchas gracias, te agradezco, porque es una editorial importantísima.
—Eso de los mundos me llamó mucho la atención en el libro, como su disputa sobre el arte conceptual, e incluso por allí se menciona que a alguno de ustedes le gusta el arte católico. ¿Por qué preferir ser monero que artista conceptual?
Jis: Yo digo que hay una parte como de elección, quizá, en cuanto a lo que uno se dedica, pero está tan ya metida en las raíces de nuestra historia personal, que es muy difícil detectar los verdaderos motivos por los que uno se dedica a lo que uno se dedica.
Entonces, más bien, de pronto es simplemente darse cuenta que uno ya está en un lugar en el que no nos queda más que adaptarnos y sacarle el mayor jugo posible.
Ya es demasiado tarde como para ahorita decidir ser ingenieros, por ejemplo.
Trino: Y como lo más sencillo es hacer arte conceptual y ya hay demasiados papanatas en eso, Jis quiere dedicarse a esa estupidez, al que yo considero como un arte menor, porque para mí el arte mayor es realmente el arte de la plastilina, sobre todo el dibujo, y también las personas que son los artistas más ninguneados de este país, que son las que ponen alacranes en cristal. Por allí me voy a ir, voy a vender eso en el Zócalo y a hacerme ahora sí millonario.
Jis: Yo quiero insistir en que gran parte de lo que me alimenta, además del trabajo de otros moneros, de la música y del cine, honestamente es el arte contemporáneo. A mí se me hace que ofrece muchísimos caminos verdaderamente estimulantes, extraños y retadores a la inteligencia.
A mí me gustaría participar allí, si me dan chance y me invitan a sus cócteles.
—¿Cuáles son sus principales obsesiones? En esta correspondencia observo el futbol, el alcohol o el fichapul.
Trino: Las acabas de nombrar correctamente, incluso en el orden que van. También está la música, que es importante, pero lo más que queremos lograr es tomar clases de baile. Creo que nuestro futuro, ya lo hemos pensado bien, es irnos a vivir con nuestras familias y esposas a Veracruz para que los domingos bailemos danzón en el atardecer, y de esa forma poder esperar la muerte tranquilamente.
Jis: Yo quisiera, por favor, que me repitieras la pregunta, pero con un giro, para poder trabajarla.
—Sí, ¿cuáles son sus principales obsesiones que expresan en el libro?
Jis: Yo las resumiría en el amor, el arte y el hongo, para ser sintéticos.
—Con respecto al baile: en las cartas de 1998 ustedes reclamaban el regreso de las “calmaditas”. ¿Sostienen esa demanda más de una década después?
Trino: Te tengo que recordar que oigas nuestro programa de radio todos los jueves en Radio UNAM. La semana pasada el tema principal del programa fue melancolía: hablar de Camilo Sesto, de Los Ángeles Negros, de Germayn, toda esta parte que es lo más profundo para regresar al baile de las calmaditas, de las apretaditas, de la luz negra, de Roberto Carlos.
Jis: De chucuchú…
Trino: Entonces escucha el programa para que veas la esencia de lo que somos.
—Hay muchas referencias en el libro a la pelona y a la piocha. En ese sentido, ¿cómo se describirían el uno al otro?
Trino: Pienso que Jis es un ser de luz joven atrapado en un cuerpo de viejito pescuezón, pelón, con alma de joven. Yo lo veo como un chiquillo de dieciocho años que se cayó en un pozo, como Óbelix, donde había mota, y se quedó pacheco pa’toda la vida.
Jis: Yo diría de Trino que es como un bisonte milenario, un poco entrado en kilos, con ganas de vivir y dando tumbos por la vida.
—¿Cuál es la descripción y crítica del trabajo monero que hacen uno del otro? En el libro pude ver la crítica al arte conceptual que quiso abrazar uno, y los señalamientos al otro porque no dibuja bien las máquinas.
Trino: Yo pienso que soy el mejor crítico que puede tener Jis, y debiera agradecer mis comentarios porque sé de lo que estoy hablando. Tengo muchos años estudiando su obra, y es el mejor monero de México, adelantado a su tiempo, con una línea envidiable. Sabe chicuelear muy bien, de una manera magistral.
Lo único que creo que debería mejorar es su firma, esa pelotita que brinca es muy infantil. Pero en todo lo demás es un genio absoluto.
Jis: Yo lo único que diría es que ya está tan redondo el estilo pop del maestro Trino que siento que ya nada más falta el logotipo de la corcholata del refresco donde van a aparecer en el futuro.
Trino: Yo quiero que de hoy en adelante te refieras a mí como “el maestro Trino”.
—En el libro hay algunas menciones, no muy directas, a la censura. En este sentido, ¿cómo ha cambiado el país con la democratización que ha vivido?, ¿cómo ha cambiado el panorama de la censura?
Trino: Lo veo muy bien, porque realmente cuando hacíamos “El Santos” pues todo el mundo se sacaba de onda por las majaderías que decíamos en La Jornada. Ahora esas mismas cosas pasan en la tele, en esos canales de Unicable. Horacio Villalobos y todos esos dicen y hacen cada cosa que digo: “Chale, lo hacen, pero sin gracia; nosotros lo hacíamos con inteligencia”.
Sigue habiendo esa censura, me imagino, si hablamos mal de la religión o de los símbolos patrios, por lo que obviamente nos van a censurar. Pero ya hay una apertura ante las malas palabras y la sexualidad, por ejemplo. Hemos dado grandes pasos, y eso nos lo tienen que agradecer todos los guarros a nosotros dos.
Y no nos han hecho siquiera un monumento a la guarrez, qué bajos se han visto, qué culeros (pon eso, subráyalo).
Jis: Es de esas preguntas que tienen diversas ramificaciones, entonces uno no sabe realmente a cuál rama o arista de la pregunta podríamos decir algo medianamente sensato, por lo cual yo prefiero simplemente callar y mirar hacia adelante.
—Muchos de los moneros más destacados del país se encuentran en una vertiente claramente política. ¿Por qué siempre han mantenido una distancia frente a la política?
Trino: Básicamente a que no somos moneros políticos; no nos interesa la política realmente como una especie de crítica porque, si ves las cartas a la distancia, desde 1997 se sigue hablando de las mismas cosas que ahorita, son los mismos corruptos.
Los tapatíos vivimos en un halo panista desde hace mucho, y nos damos cuenta de que es exactamente lo mismo que el PRI, que regresa lo peor de éste y que no hay alternativas. Entonces prefiero hacer mi vida política haciendo corajes leyendo los periódicos, pero no transmitiéndoselos a la gente. Más bien yo hago un humor que es más cotidiano, que tenga que ver con otras cosas no tan estúpidas como la política. Para eso están los cartonistas políticos, que hay unos muy buenos en México, a los que admiro y respeto, pero a mí no me interesa hacerle el juego a los políticos.
Jis: Es una de las tantas áreas que me avergüenzan de mi ser: lo profundamente apolítico que soy. He estado tratando de encontrar mi punto de dignidad dentro de esta posición, ya francamente escapista-onanista frente a las realidades públicas y sociales. Así, más bien lo que trato es de hacer lo mío, que es un trabajo más íntimo, cotidiano-sicodélico de la manera que mejor pueda, y si alguien le quiere dar algún sentido quizá político-libertario, que le dé un poco de dignidad a este profundo alfeñiquerismo ciudadano, yo le daría las gracias.
—Para terminar, por favor un saludo a los lectores de Replicante.
Trino: La gente que lee Replicante es gente enferma. Quiero decirles a todos que: ¡basta de leer esta revista! Nada más les está metiendo ideas muy alternativas. Recuerden que Vanidades y Buenhogar son las revistas que ustedes deben tener en sus casas, no esta cochinada que nada más va a crear en sus hijos, en los hijos de sus hijos y en los hijos de los hijos de sus hijos grandes lagunas mentales.
Jis: Más que nada mi recado va para Rogelio Villarreal: por favor, si estamos tratando de ser colaboradores, que nos avise cuando sean las fechas de cierre.
Trino: Y que pague
Jis: Que pague un poco más.
Trino: Nomás es ya como de gracias.
Jis: Yo entiendo que se percibe que todos los colaboradores de Replicante son seres profundamente espirituales, pero debe haber algo de pachocha también.
Trino: Son muchos años, desde La Regla Rota, que nos debes dinero.
—¿Qué opina usted de eso, señor editor?
Rogelio Villarreal: Son calumnias. Son ellos los que me deben a mí. Escribí el prólogo para el Kamasutra y quedaron de pagarme 100 mil dólares, cosa que no hicieron, y además me dijeron que con ese texto saldaría la deuda que tenía con ellos desde 1984, cuando los publiqué en La Regla Rota y nadie los conocía. Están enfermos de poder y de riquezas. Carlos Monsiváis los echó a perder. ®
nick
yo me quedo con el rescate cultural que le hacen al hongo; al declararse abiertamente consumidores de hongos, nos hacen sentir un poco más sanos a los que somos más drogos; quizá porque al ver sus dos vidas patéticas y enfermas nos llena de esperanzas a los demás viciosos maniáticos como yo.
ARRIBA EL HONGO
José Julio Arízaga Rodarte
Creo que sería bueno rescatar lo que hicieron en «El festín de los marranos» La pitaya fué mas light pero también es válida…Y si vamos mas atras… en lo escrito el «Galimatías» Excelente artículo.
Salvador
¡Esta genial la entrevista!
Me encanta que Trino y Jis sean los que dignifiquen el oficio de la moneada, sin ellos todo sería crítica y específicamente en este sexenio solamente «pegale a calderón».
Me quedo con su programa de radio y sus tiras, ya que no me alcanza pa’los libros, por cierto les hubieran pedido un librito para los lectores de Replicante ¡ai pa’lotra!