Entremés científico

Con todo mi hipotálamo, de Eduardo Castañeda

Con todo mi hipotálamo es una puesta en escena que decodifica la realidad del adolescente debido a que su percepción se limita a experiencias que van de acuerdo con el nivel de desarrollo en las diversas etapas del crecimiento, por tanto, las imágenes que se muestran en la representación son conocimientos afines a sus intereses.

I

Con todo mi hipotálamo, comedia de Eduardo Castañeda, ofrece un listado de factores que interesarían al adolescente (digamos entre los once y diecinueve años), como que el enamoramiento es un proceso efectuado por una glándula que regula la producción de hormonas y que se hallan sustancias neuropéptidas que intervienen en la sexualidad, en la memoria y en los comportamientos de defensa.1 Sin embargo, el niño se percatará de que ésa es una historia con escaso divertimiento pese a que representa un conflicto entre los dioses del Olimpo y preguntará al papá qué es escroto. La palabra se utiliza para ocasionar la risa de los adultos. Viene al caso mencionarlo porque en la función asistieron familias con el abuelo, al que se debía ceder el asiento, o los niños, que preferían jugar en el iPhone 5.

Papá habrá dejado de reír y, como en Mafalda cuando se piensa en la disyuntiva de comprar un televisor, explicará la situación a su hijo, evitando saltar al detalle; comprende que enfrentar este conflicto rebasaría al que contempla en la representación, pero si evita los detalles, peor aún, la pregunta, su hijo habrá aprendido que papá no tiene la fuerza emocional para explicarlo.

¡Híjole! La explanada del Universum [en la UNAM] varió de público el domingo 30 de septiembre, en el Primer festival de Teatro del Conocimiento. No obstante, los adolescentes pudieron ver la posición representada por Hera y Zeus cuando entendemos que se cuestionan acerca del mecanismo entre humanos para que ocurra un despliegue de impulsos que en la pareja son arrancones como en los carritos de fricción. Los celos de Hera, por ejemplo, cuando se enteró de la infidelidad de Zeus al embarazar a una mortal, Alcmena, tomando el disfraz de su marido ausente. Esta intercambiabilidad se vería en los actores al jugar con el papel que minutos antes representaba otro actor; así, Tiresias tenía el aspecto de fémina y más tarde permutaría a uno viril.

Estos contrastes se disfrutan tanto entre adolescentes que la historia los envuelve. Ya no es ver las posiciones representadas, se contemplan en las volteretas que los personajes hacen para el cuadro que viene, si bien con dificultad por una cuestión de ritmo, con divertidos fondos: un hombre de 28 años, virgen, lo más probable, que acude a la oficina del Cupido, un burócrata que, a falta de lectores de cuentos de hadas, procura la información necesaria para que el desconsolado encuentre la otra mitad de la luna que, ni por estar escondida, ni por estar concebida como inagotable recurso de inspiración por los poetas es más bonita que la que se aparece desde la Tierra. Y hablando de poetas, Manuel Alejandro, el de “Lágrimas” o el de “Casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar” [“Amar y querer”], resonando en un tocadiscos manual con un disco de 12 pulgadas. ¿Improbable? Más que un niño que va y viene con su mamá, fascinada por lo que ocurre en escena, se atraviesa por entre los actores que resuelven la travesura con una improvisación humorística.

El espacio es utilizado de múltiples formas; centro arriba, por determinarlo a la italiana, el toldo apenas equilibrado, se laza al enrejado para evitar que el viento haga tumbar lo ambulante del teatro, aquello que está perdiendo poco a poco la prestancia de edificios a los cuales falta jalar la cadena del inodoro para que se vengan abajo.

Enseñar el pensamiento orientado a la realidad proporcionará respaldo al proceso informacional de sucesivas transformaciones del adolescente estructuradas en el pensamiento al codificar la estructura de conocimientos recibida, con la capacidad, naturalmente, de la comunicación.

En cuando a la cultura popular,2 Con todo mi hipotálamo es una puesta en escena que decodifica la realidad del adolescente debido a que su percepción se limita a experiencias que van de acuerdo con el nivel de desarrollo en las diversas etapas del crecimiento, por tanto, las imágenes que se muestran en la representación son conocimientos afines a sus intereses.

II

Después de asistir la función de Juárez 6.0, escrita por el autor de la obra dramática anterior, entrevisté a Eduardo Castañeda, al que por cierto le llamé Gerardo, tal vez porque la presencia de uno más estaba por venir…

GEOVANI: Gerardo.

EDUARDO: Eduardo.

—¡Eduardo! Perdón… Actor, productor, director, ¿cómo te sientes mejor?

—Obrando [risas.] Para mí es un menú que tengo que aprender, que tengo que tomarlo de todos los lados. Creo que gozar, realmente, disfrutar en plenitud es la actuación. Disfruto con el cuerpo, pero la dramaturgia es como otro menú, ¿sabes? Imagínate que te gusta la sopa, pero también te gustan los platos fuertes, pero también te gustan los postres, y no los vas a revolver, siempre vas a comer uno. Cada uno tiene un lugar y tiene una razón de ser, así pasa para mí. No hay un favorito pero sin uno yo no me siento cómodo, tengo que tener los tres ángulos para entender el fenómeno.

—Y hablando de menú, hay dos propuestas muy distintas, una es Con todo mi hipotálamo y ésta [Juárez 6.0]. Pero yéndonos hacia la primera, ¿la montaste con un fin pedagógico?

—No. Es con un fin completamente divulgativo. Hay una diferencia entre la divulgación de las ciencias y la pedagogía o el teatro didáctico. Nosotros no tenemos como sentido enseñar o adoctrinar o darles una clave. En realidad es una reflexión al aspecto del amor y la sexualidad y cómo lo vivimos y cómo lo manifestamos. Jugamos mucho con los hechos concretos y vemos el amor desde una perspectiva que no estamos acostumbrados a verla. El lado químico y el lado biológico de lo que sentimos cuando amamos. Creemos que todo es así como un “romance”, y sólo existe el lado místico, velado y demás, cuando en realidad es una serie de factores químicos y punto.

—¿Cómo es la propuesta estética?

—Es de Édgar Uscanga, el director de la puesta en escena [Y de repente aparece el director, lo cual califico como un iluminado desde las alturas.] Viene para acá, ven para acá, Édgar. Tenía una propuesta al respecto de hacer una troop de gitanos que va por la vida presentando esa obra, tenía muchas ideas estéticas. Yo cuando le entregué el texto hizo lo que quiso [risas], y qué bueno. Yo jamás hubiera pensado, por ejemplo, que los personajes se cambiaran: que no se respetara el género del actor con el género del personaje, donde los actores hacen personajes femeninos y las actrices masculinos. Es una propuesta que es de Edgar Uscanga, y me parece de lo más acertado en la puesta en escena.

—¿Y por qué nada más ocurre esto en estos cuadros [Tiresias, Hera y Zeus] donde los actores pueden cambiar?

—Como dramaturgo te puedo decir que es la idea del amor divino. La idea de que los dioses son lo más elevado, pero qué pasa, somos animales. Si hay algo alejado de lo animal es lo divino, es un dios, y cuando dejamos de ser animales y nos convertimos en dioses dejamos de sentir, dejamos de ser humanos porque los humanos somos animales. La metáfora es eso, lo divino contra lo animal. Ése es el triángulo que sucede. [Enseguida, Édgar Uscanga responde a la pregunta también].

ÉDGAR: Y además porque Zeus y Hera funcionan como una pareja arquetípica, que en la obra se muestra su conflicto y necesitan de un intermediario que es Tiresias, la imagen de sabiduría, el humano que además tiene la experiencia de haber sido hombre y mujer. Tiene otra visión de la sexualidad, del amor, de la complejidad de pareja porque su naturaleza permite esto.

—Ver a los dioses con problemas de pareja humanos… Mientras los actores comparten personajes, los cuadros presentan a una candidata que es Miss Falopio, al Capitán Escroto instruyendo a los espermatozoides no fracasar cayendo hacia el inodoro y a un Cupido burócrata. ¿Consideras que en la actualidad el amor es un asunto burocrático?

«¿Qué es el teatro? En este momento de mi vida puedo decir que el teatro es un instrumento que genera conciencia de cualquier tipo —social, política, científica, etc.—, sobretodo de nuestra naturaleza humana. Es a lo máximo que puede aspirar nuestra profesión».

EDUARDO: No, claro que no, pero verlo es muy simpático. Ver el amor como un trámite, ver aquello que nos resulta tan romántico, tan místico, verlo como una cosa fría y concreta nos da otra perspectiva. Y lo de Cupido, lo puso él [señalando a Edgar].

ÉDGAR: En el texto original el burócrata es sólo un burócrata. Ya desde la dirección propusimos que fuera un Cupido, la imagen que todos reconocemos de “el amor”, ¿qué pasaría si fuera un burócrata con treinta años en un escritorio?

—Sí, aparte da otra connotación.

ÉDGAR: Sí, claro. Por una parte desmitificamos la imagen y por otra revelamos una peculiaridad, tal vez no tanto del amor sino del enamoramiento, un proceso “frío” si nos vamos a lo biológico, pero con las demás escenas mostramos la complejidad de la experiencia humana, del amor, que no sólo es lo químico, que creo que en Zeus y Hera se ve más.

—¿Qué tanto resulta jugar con estos espacios? Esto es, yo como espectador te puedo decir que a veces funciona hacerlo al “aire libre”, pero hubo ciertas dificultades al momento de que se cruzaban, en escena, los niños.

EDUARDO: Pues la obra fue diseñada y escrita para ser representada en la calle. En nuestra experiencia como compañía [En lo que siendo con ciencias] nos hemos dado cuenta de que los espectáculos callejeros funcionan más a partir de módulos, en donde la gente sienta cierta libertad de pronto de sólo ver un cacho y después irse, o que llega tarde y ve un fragmento y no se pierde en la historia porque al final es muy pequeña. Encapsular la dramaturgia para la calle nos funciona mucho. Lo pensamos así, un espectáculo de calle. Lo hace más rico, más riesgoso, más vivo… Tener niños hablando o gente andando, pues es un entrenamiento, hay que adaptarlo, ¿no?

ÉDGAR: Además la influencia del teatro callejero con todos los recursos que esto conlleva, como el clown o la música, hace más atractivo el espectáculo y el conocimiento o la divulgación que se está haciendo es más amena. Hay recursos teatrales que se explotan en una caja negra y hay otros al aire libre. Es distinto. Ya tuvimos la experiencia de presentarla en un teatro cerrado y funcionó de otra manera porque de entrada se congrega más gente, el espectador está más tranquilo desde la oscuridad, no tiene que estar aguantando el sol, etc. Pero lo principal es hacer llegar esto a alguien que pasa, por ejemplo, que de repente se encuentra con un concurso de belleza de Miss Falopio, puede que se quede un rato y después se vaya.

EDUARDO: Que es la base de la divulgación de la ciencia. Divulgar es hacerlo al vulgo sin la connotación de corriente o barato. El vulgo somos todos los de a pie. Poder llevar la ciencia y arte, juntos, a todos, es divulgar.

—El final, esta lucha entre Romeo y Julieta. ¿Es un final de tragedia? ¿Eros y Tánatos?

EDUARDO: No es tan clavado, pero sí. Es tomar el “ícono” de la pareja romántica… Si hay una pareja romántica en la historia de la literatura es Romeo y Julieta; antes y después de esto el concepto de historia romántica es otro. Hacerlo a partir de eso era muy interesante. Que fuera una pelea de box, bueno, tengo que ver a un psiquiatra porque soy aficionado a ver el box. Édgar tuvo que empezar a entender cómo es el código del boxeo [risas]. Es una pelea donde hay dos contrincantes que tienen el acuerdo de ir a romperse el hocico, juntos. A veces pasa eso en una relación de pareja, en donde pareciera que hay un ganador y un perdedor. Y en la necesidad del hombre estamos determinados a cazar, nosotros competimos, la mujer elige, y en esa lucha, completamente animal, y que sucede, más allá de ideologías [¿machista o feminista?], es una idea biológica. Estamos condicionados así. Me gustó la metáfora de meterlo en una pelea de box y con los referentes del teatro isabelino que se manejan, es un divertimento.

ÉDGAR: En lo personal, me gusta, en la escena de Romeo y Julieta, este coqueteo adolescente que todos vivimos en algún momento. Se me hace un proceso de enamoramiento de lo más ingenuo y de lo más puro con todo lo que conlleva. Porque además es la primera vez que vivimos de esa manera compleja el amor y la sexualidad. Y comentar que ésa escena, en el texto original, no estaba al final. Estaba por en medio, pero nos dimos cuenta que funcionaba para cerrar Con todo mi hipotálamo.

—Por eso la pregunta anterior, porque uno se remonta a ese tiempo y considera su fracaso amoroso una tragedia que resulta un melodrama.

EDUARDO: En la historia de Shakespeare se matan los dos, pero en la realidad no sucede así normalmente [risas], a veces sucede, pero en otros casos uno siente que se muere, y en ese sentir uno renace. Conocer la experiencia, que está bueno vivirla, que está bueno sufrir, que está bueno asumir el rechazo… A veces no funciona, no funciona; es parte de lo que queremos transmitir.

—Educación y cultura popular. ¿Creen que el teatro es un medio para transmitir estas imágenes o una mediación para decodificar la realidad?

EDUARDO: Teatro es una necesidad del cuerpo social, y mientras más integral… que genere reflexión, conflicto, emociones y diálogo, ayudará a la salud de ese cuerpo social.

ÉDGAR: Es como la gran pregunta: ¿Qué es el teatro? En este momento de mi vida puedo decir que el teatro es un instrumento que genera conciencia de cualquier tipo —social, política, científica, etc.—, sobretodo de nuestra naturaleza humana. Es a lo máximo que puede aspirar nuestra profesión. Por supuesto que en el fondo de nuestro corazón queremos que nuestra obra cambie al mundo… pero de entrada cambia a un equipo creativo. Cambia a uno, puede cambiar a más. ®

Notas
1 Rafanell, Ramón, “Enamoramiento y hormonas”, 31 de diciembre de 2010. <http://www.aolivella.cat/Rafanell/SIGLO%20XXI/SEXUALIDAD/>

2 Morduchowicz, Roxana, El capital cultural de los jóvenes, México: FCE, 2010, Colección popular 647. “La cultura popular suele utilizar recursos expresivos que apelan al inconsciente”.

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Publicado en: Artes escénicas, Noviembre 2012

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