En sólo tres días las autoridades de la Universidad de Guadalajara van a gastarse veinte millones de pesos de fondos públicos en un proyecto seudocultural que tiene lugar, por segunda ocasión, en Los Ángeles, California.
Entre el viernes 11 y el domingo 13 de esta semana de mayo autoridades de la Universidad de Guadalajara se van a gastar alrededor de 20 millones de pesos de fondos públicos en la llamada Feria del Libro en Español de Los Ángeles.Lo peor del caso es que ese dinero, que sale de las aportaciones de los contribuyentes de Guadalajara, de Jalisco y del resto del país, va a ser despilfarrado fuera de México y, lo que es aún más grave, en varias actividades frívolas, onerosas y ajenas por completo a la razón de ser de una universidad pública.
Ejemplo de esas actividades superfluas serían las anunciadas presentaciones de Gloria Trevi y de Los Tigres del Norte, quienes forman parte del elenco de la mencionada feria libresca, que ahora mismo tiene lugar en la urbe más poblada de la costa oeste de los Estados Unidos.
Si ya de por sí es un despropósito que parte del presupuesto de la UdeG, del Ayuntamiento de Guadalajara y de otras instituciones y organismos oficiales se destine a un costosísimo proyecto que tiene lugar en el extranjero, es todavía más indignante que un proyecto presuntamente cultural como sería el caso de la mencionada feria del libro, incluya —y de manera destacada— a figuras y figurines de la farándula mexicana.
La explicación de este absurdo tal vez haya que buscarla en el deseo de las autoridades de la UdeG por atraer a un público multitudinario, que ni siquiera en los Estados Unidos tiene un interés desbordado por los libros.
Con ese propósito, la cúpula directiva de la UdeG no ha tenido empacho en contratar, para su feria libresca angelina, a la ya mencionada Gloria Trevi, a Pedro Fernández, a La Banda El Limón, a Los Tigres del Norte y similares. Y esto porque las autoridades universitarias, con el exrector Raúl Padilla a la cabeza, saben perfectamente que escritores e intelectuales, como los que participan en la segunda edición de la feria udegeísta en Los Ángeles, no arrastran multitudes.
Entre los escritores y académicos, de distintos niveles, que en esta ocasión asisten a la feria angelina, figuran Jorge Volpi, Paco Ignacio Taibo II, Javier Sicilia, Enrique Krauze, Enrique Florescano, Juan Villoro, Alberto Ruy Sánchez, Hugo Gutiérrez Vega, José María Muriá, Élmer Mendoza, entre otros, ninguno de los cuales convoca multitudes y menos fuera de México.
Lo peor del caso es que ese dinero, que sale de las aportaciones de los contribuyentes de Guadalajara, de Jalisco y del resto del país, va a ser despilfarrado fuera de México y, lo que es aún más grave, en varias actividades frívolas, onerosas y ajenas por completo a la razón de ser de una universidad pública.
Ante ello, los organizadores de la Feria del Libro en Español de Los Ángeles han decidido recurrir a los llamados “ídolos populares”, como sería el caso de los grupos y cantantes comerciales antes mencionados, aun cuando éstos nada tengan que ver con la lectura, con el libro y con una feria editorial.
Dicho de otra manera, si el exrector Raúl Padilla y demás organizadores de la Feria del Libro en Español de Los Ángeles presumen de que este proyecto, presuntamente cultural, convoca a miles y miles de asistentes, esa asistencia no se debe ni a las casa editoriales que participan ni a la legión de escritores y académicos que son llevados a pasear por aquellas latitudes, sino a renombrados representantes de la frivolidad, cuyos servicios son contratados con el presupuesto de la UdeG (la universidad pública de Jalisco), del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, así como del Ayuntamiento de Guadalajara.
Vale decir que las autoridades tapatías reconocen haber gastado en ello varios millones de pesos, con el pretexto de que la ciudad de Guadalajara fue elegida como “el invitado de honor” de la segunda edición de la Feria del Libro en Español de Los Ángeles. Y que de ese modo se puede posicionar mejor el nombre y “la marca” (oh yea!) de la capital de Jalisco en aquella importante ciudad de la Unión Americana.
En conclusión, en sólo tres días las autoridades de la Universidad de Guadalajara van a gastarse veinte millones de pesos de fondos públicos en un proyecto seudocultural que tiene lugar, por segunda ocasión, en Los Ángeles, California; veinte millones de pesos que mucha falta hacen aquí para remediar alguno de los rezagos que arrastra la propia Universidad de Guadalajara, o para una de las tantas necesidades que tiene la sociedad tapatía.
Muy lejos de enmendarse, este estilo alrevesado y absurdo de manejar los asuntos de interés colectivo ha ido cundiendo por distintas áreas de la administración pública, con lo cual viene a demostrarse que, en la esfera pública, no sólo está latente la capacidad de empeoramiento, sino que cada vez es habitual dar gato por liebre y hacerlo además de manera cínica. ®