Intersexualidad y deporte

La diferenciación sexual

Hasta hace no mucho tiempo, cuando nacía un sujeto con un trastorno del desarrollo sexual se le asignaba un género, se le hacía una cirugía estética y se esperaba que corriera con suerte y no tuviera problemas con el género que se le asignó. Pero hay muchos casos en que las cosas no salieron bien.

Santhi Soundarajan

En diciembre de 2006 Santhi Soundarajan ganó la medalla de plata en los 800 metros planos femeninos en los juegos asiáticos de Doha, Qatar, lo cual la catapultaba como una de las serias contendientes para ganar más medallas en los juegos olímpicos de Pekín en 2008. Pero antes de que le dieran la medalla se la negaron y se le prohibió volver a participar en cualquier competición como parte del equipo de la India.

¿Cuál fue el problema? Que no pasó una prueba genética de sexo: tenía un cromosoma Y. Su vida desde entonces no ha sido fácil porque ha sido objeto de escarnio, burlas y presiones, que la llevaron en 2007 a un intento de suicidio ingiriendo un producto veterinario.

El caso de Soundarajan no es el primero, ha habido otros antes, pero son muy infrecuentes. En 1936 Hermann Ratjen compitió como Dora en el salto de altura (conste que tres mujeres saltaron más alto que él), y en 1985 la corredora española María José Martínez Patiño también se vio en problemas cuando se descubrió un cromosoma Y en su ADN.

Supongo que las inspecciones visuales sobre la sexualidad de las atletas de alto rendimiento deben ser algo rutinario (es decir, ver si a simple vista una atleta tiene o no un pene); lo que parece ser que no es de rutina son las revisiones a fondo del sexo de las deportistas para ver si han logrado una completa diferenciación sexual.

Ventajas evolutivas del sexo

En la evolución nada es gratis. Si se jala la cobija de un lado se destapa uno del otro. Por ejemplo, hemos obtenido muchas cosas buenas de la bipedestación (estar parados sobre nuestras dos patas traseras): somos más altos, liberamos nuestras manos para fabricar herramientas, nos alejamos del calor que hay en el nivel del suelo, etc. Pero esto nos ha costado ser más lentos que prácticamente cualquier animal.

De la misma manera, tenemos un cerebro enorme que nos ha hecho muy inteligentes, pero existe el problema de que nacemos casi un año antes de lo que deberíamos nacer; eso nos hace la especie más desamparada de todas, razón por la cual las madres deben ser muy selectivas con su pareja para elegir una que la acompañe toda la vida (por esta razón nos enamoramos).

Con el sexo pasa lo mismo: tiene sus inconvenientes y sus beneficios. Entre sus beneficios está que hace a las especies más flexibles mediante la mezcla de la genética de los padres en cada generación. Un segundo beneficio es que no transmitimos parásitos a la progenie, como sí lo hacen los organismos que se duplican a sí mismos.

Estas dos características son las que hacen a la reproducción sexual tan popular desde el punto de vista evolutivo. Pero, ¿cuáles son sus costos? La posibilidad de que algo falle.

Diferenciación sexual normal

A las siete semanas no se puede saber aún si el embrión es mujer u hombre. En ese momento en un embrión con carga genética masculina, se activa el gen SRY que produce una proteína que transforma las gónadas en testículos, los cuales comienzan a producir andrógenos (el más conocido es la testosterona), los que ponen en marcha los mecanismos para que se desarrollen el pene, el escroto y para que desciendan los testículos.

En el caso de María José Martínez Patiño pasó lo mismo; pero en su caso, como toda su vida había vivido como mujer, se le reivindicó y volvió a recuperar su lugar en el equipo olímpico español como corredora con obstáculos. Aunque al parecer todos los tropiezos con los que se enfrentó le hicieron perder su forma y no logró llegar a los juegos olímpicos de Seúl en 1988.

Para realizar esto los andrógenos deben conectarse con receptores especializados en células específicas; si falla algo y no se pueden conectar con esas células entonces tienen poco o nulo efecto; esto se conoce como Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos. El resultado es un bebé que en su aspecto externo parece niña, pero que internamente el canal vaginal es más corto de lo normal; no hay cérvix ni útero ni trompas de Falopio y, en lugar de ovarios, hay dos testículos no descendidos.

En la pubertad los testículos segregan la testosterona, pero tiene un efecto muy limitado, puesto que las células no responden a esto; llegan a desarrollar pechos femeninos, caderas anchas y carecen de vello facial y poco del púbico; jamás llegan a tener menstruación. Esto es lo que padeció Soundarajan y, como era atleta, quienes suelen perder la menstruación por su escasa grasa corporal, no le causó extrañeza que no le llegara nunca la menarquia.

En el caso de María José Martínez Patiño pasó lo mismo; pero en su caso, como toda su vida había vivido como mujer, se le reivindicó y volvió a recuperar su lugar en el equipo olímpico español como corredora con obstáculos. Aunque al parecer todos los tropiezos con los que se enfrentó le hicieron perder su forma y no logró llegar a los juegos olímpicos de Seúl en 1988.

Trastornos de la diferenciación sexual

De acuerdo con la Sociedad Intersexual de Norte América (ISNA), uno de cada dos mil nacimientos tienen algún grado de ambigüedad genital; otros estudios son más polémicos, como el publicado en 2000 por Anne Fausto-Sterling de la Universidad de Brown, en donde se estimó que la frecuencia de trastornos de variación sexual es de ¡dos de cada cien! [Blackless y cols., 2000].

Normalmente los humanos tenemos 23 pares de cromosomas; cuando hay un par se le dice disomía; si hay tres tenemos una trisomía (el más conocido de los defectos de trisomía es el Síndrome de Down); y si hay uno solo de los cromosomas tenemos una monosomía.

Hasta hace no mucho tiempo, cuando nacía un sujeto con un trastorno del desarrollo sexual se le asignaba un género, se le hacía una cirugía estética y se esperaba que corriera con suerte y no tuviera problemas con el género que se le asignó. Pero hay muchos casos en que las cosas no salieron bien.

El Síndrome de Turner es una monosomía del par 23 cuando una mujer nace con un solo cromosoma X. Mientras que una trisomía del par 23 se llama Síndrome del Tripe X, en el cual las mujeres pueden a ser más altas que las demás. El Síndrome de Klinefelter afecta sólo a los hombres, quienes tienen un cromosoma X de más (son XXY); suelen ser altos, gordos y con pechos parecidos a los de las mujeres. También los hombres pueden tener el síndrome XYY, quienes no presentan muchos síntomas, como ser más altos y tener más probabilidades de padecer problemas de aprendizaje. Se han documentado casos de tretrasomía (XXXXY) y pentasomía (XXXXXY).

Hay también un trastorno que se llama hiperplasia suprarrenal congénita, que es un trastorno genético que tiene como resultado una regulación deficiente de la producción de hormonas sexuales; en este caso pueden nacer con genitales de aspecto normal tanto niños como niñas, pero en casos graves se produce una deshidratación que lleva a la muerte a los bebés.

Una última enfermedad es la deficiencia de 5-alfa-reductasa, en cuyo caso los sujetos crecen como niñas y en la pubertad empiezan a desarrollar características sexuales masculinas, como crecimiento del pene y aparición de testículos; es tan común en República Dominicana que hasta apodo tienen: güevedoche, es decir, huevos a los doce.

Las cosas no terminan aquí. Hay algo que se llama trastorno de la identidad del género; en 2007 la revista New Scientist publicó un artículo de una persona que sufre de este trastorno [George, 2007]. Aquí no hay ningún tipo de incoherencia física o genética; la desconexión es del cuerpo y la mente; está afectado el sentido individual de la propia identidad.

Uno pensaría que dado que no hay trastornos genéticos y hormonales, entonces el problema es más psicológico; pero hay algunos indicios de problemas en el plano fisiológico; en 2008 se publicó un estudio en el que se descubrió que algunas versiones específicas del gen CYP17 son más comunes entre los transexuales de mujer a hombre que en mujeres que no se identifican como transexuales, probablemente porque tienen más testosterona [Bentz y cols., 2008].

Conclusión

Cómo determinar exactamente la identidad de género es un asunto que genera mucho debate y controversia.

Hasta hace no mucho tiempo, cuando nacía un sujeto con un trastorno del desarrollo sexual se le asignaba un género, se le hacía una cirugía estética y se esperaba que corriera con suerte y no tuviera problemas con el género que se le asignó. Pero hay muchos casos en que las cosas no salieron bien.

A estas alturas se está optando por aplazar la cirugía del aspecto externo hasta que el niño o niña sea lo suficientemente mayor para tomar sus propias decisiones, con el asesoramiento y el apoyo de familiares y profesionales.

Eso le hubiera caído muy bien a Martínez Patiño y a Soundarajan, quien ahora es entrenadora de atletismo en su país y trabaja en una fábrica de ladrillos. ®

Bibliografía
Blackless M, Charuvastra A, Derryck A, Fausto-Sterling A, Lauzanne K, Lee E, “How sexually dimorphic are we?, Review and synthesis”, Am J Hum Biol., 2000 mar; 12(2): 151-166.

George, A., “Teenagers traped in the wrong body”, New Scientist, 2007.

Bentz EK, Hefler LA, Kaufmann U, Huber JC, Kolbus A, Tempfer CB, “A polymorphism of the CYP17 gene related to sex steroid metabolism is associated with female-to-male but not male-to-female transsexualism”, Fertil Steril, 2008 jul; 90 (1):56-9.

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Publicado en: Agosto 2012, Ciencia y tecnología

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