Afroamericano, mensajero en Nueva York, poeta y fotógrafo, Kurt Boone ha sabido enfrentar con su arte las duras condiciones de discriminación y violencia contra su comunidad.
Nueva York es la ciudad de los rascacielos, también de mensajeros como Kurt Boone “Messenger 841”. El veterano trabajador a pie lleva más de dos décadas en la messlife (los mensajeros así llaman a su estilo de vida). Nació en 1959, en Bedford–Stuyvesant, barrio de Brooklyn donde en la década de los ochenta se desató el crimen, desencadenando tiroteos y robos con violencia extrema. Pasó su niñez en Queens, en el vecindario afroamericano de clase media Cambria Heights. A los seis años tuvo su primera bicicleta con la que repartía periódicos. Pedaleó hasta la universidad, para posteriormente convertirse en el mensajero más veloz de la Gran Manzana.
Su acercamiento a la subcultura de bicimensajeros de Nueva York se dio al terminar la escuela secundaria, en 1978. Se topó con algunos en la zona de Manhattan. En esa época era un empleado de correo en United Artists/MGM, y no se sorprendió al verlos andar entre el tráfico vehicular. Sabía de su labor que desempeñan desde 1900, cuando era común que entregaran telégrafos de Western Union.
Comenzó a conocer Nueva York cuando era estudiante, en sus traslados que duraban dos horas de Queens al vecindario Washington Heights. En la secundaria memorizaba las calles de Manhattan. Sabía que después de graduarse podría convertirse en mensajero si necesitaba un trabajo. Las compañías de aquel entonces que se anunciaban en los periódicos contrataban adolescentes que trabajaran a pie.
En Andrew Jackson High School formó parte de los equipos de atletismo y baloncesto. Soñaba con utilizar sus habilidades atléticas para obtener una maestría en Administración de Empresas, en la prestigiosa escuela de negocios de Harvard. “Eso no pudo ser posible, porque yo sólo era un afroamericano de Estados Unidos”, dice Kurt. Por eso mismo lo relacionaban con drogas o sufría discriminación y racismo, cosas que se interponían en su meta académica. Así comenzó a trabajar como mensajero, al mismo tiempo que escribía poemas que abordaban la desigualdad que se vivía en su país.
Al finalizar sus estudios dejó California y volvió a Nueva York. En aquel entonces los afroamericanos aún eran devastados por las drogas y la violencia en las calles.
Kurt explica que se quedó atascado al ser solamente un mensajero. Desde entonces trataba de ser el mejor y aprovechaba sus andanzas por las calles para convertir sus vivencias en poesía. Y, a pesar de las dificultades para la comunidad afroamericana en Estados Unidos, en 1990 se tituló en Administración de Empresas de Los Angeles City College.
Al finalizar sus estudios dejó California y volvió a Nueva York. En aquel entonces los afroamericanos aún eran devastados por las drogas y la violencia en las calles. “Lo mejor que pude hacer fue conseguirme un trabajo en MetLife como agente de seguros”, recuerda Kurt. Ahí trabajó casi dos años, hasta que decidió convertirse en mensajero de medio tiempo, en la compañía Rapid Messenger Service. Con ese trabajo alcanzaba a pagar sus facturas y tenía tiempo para darle uso a sus conocimientos comerciales, por lo que a mitad de los noventa emprendió Boone Marketing Company, su propia empresa, que ofrecía servicios de mercadotecnia y publicidad a compañías afroamericanas. De hecho, en esa época también publicó Looking for myself (1996), su primer libro de poesía.
Sobre lo que envuelve a la subcultura de los bicimensajeros, en el 2000, ya con una larga trayectoria comenzó a trabajar en equipo con ellos: él hacía los trayectos largos a pie y sus compañeros los cortos. Desde entonces, aparte de ofrecer sus servicios a Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos; la producción de The Sopranos, popular serie de televisión de HBO, y Ralph Lauren, diseñador de moda, entre otros clientes, se ha dedicado a escribir, fotografiar y documentar la messlife. Eso lo ha llevado a ganarse el respeto del gremio mensajero de la Gran Manzana y otras partes del mundo, como en Japón, donde ha tenido la oportunidad de presentar sus libros e imágenes.
Lo que llamó su atención de los mensajeros en bicicleta fue que había chicas y chicos que se vestían como ellos. “No sé cómo pasó, pero la subcultura se popularizó, se relacionó con la streetwear”, dice Kurt. Ese mismo año, 2000, inauguró su marca de ropa, a la que llamó Messenger 841 (clave de radio que usa mientras trabaja para recolectar y entregar paquetes). Pero la parte más interesante de la subcultura, dice Kurt, es el amor que los jóvenes tienen por las mochilas de mensajero; todos quieren una. Sobre ese tema ha realizado los libros de fotografía The culture of messenger bags I y II, en los que da a conocer la estética que los distingue.
Otra cosa que llamó su atención fue el hecho de que marcas como Puma, Adidas o Red Bull comenzaron a patrocinar eventos relacionados con la messlife. Así ha podido llevar su trabajo a medios de comunicación como New York Times, New York Deadly o la internacional Courier Magazine, en los que se han publicado artículos sobre su vida de mensajero y poeta. Y no sólo eso, el popular Messenger 841 fue contratado como extra por Spike Lee para su película Malcolm X (1992). Recuerda Kurt que en ese momento era mensajero de medio tiempo y empleado de Domino’s Pizza. Igualmente ha participado en documentales relacionados con la messlife como Career courier: The labor of love (2011); reality shows que abordan el tema de la poesía neoyorquina, como Verse: A murder mistery (2011), e incluso transmitió su propia serie por internet, The Messenger poet show (2011).
Acerca de la ciudad de los rascacielos y su vida como mensajero, trabajando para compañías como Excel Messenger Service y Kangaroo Courier, entre otras, en su libro autobiográfico Asphalt warrior: The story of the one of New York city’s fastest messenger (2011), plasmó la determinación que tienen millones de sus colegas alrededor del mundo que desempeñan esta labor tan necesaria para la sociedad. Y sobre la Gran Manzana, meca de la messlife, Kurt dice que es única en todo el mundo, pues sus distritos comerciales fueron construidos pensando en los mensajeros para que recolectaran y entregaran paquetes, por lo que en cientos de rascacielos que hay en Manhattan existen desde hace mucho tiempo centros de mensajería y oficinas de correos.
“Cuando estoy en las calles sólo pienso y actúo”, dice, “pero mi vida como poeta, diseñador y afroamericano es diferente a la messlife, aunque llega a ser divertido cuando los clientes no saben que tengo mi propia marca de ropa o que he publicado ocho libros”.
Kurt trata de separar su vida como mensajero y poeta. “Cuando estoy en las calles sólo pienso y actúo”, dice, “pero mi vida como poeta, diseñador y afroamericano es diferente a la messlife, aunque llega a ser divertido cuando los clientes no saben que tengo mi propia marca de ropa o que he publicado ocho libros”. Por eso admira el arduo trabajo de la mensajería que se hace por salarios bajos, en el que se pueden sufrir lesiones y no hay beneficios médicos por parte de las compañías en el caso de alguna emergencia.
De lo que más ha disfrutado Kurt como mensajero, dice, es conocer a otros compañeros. Un ejemplo es Greg Ugalde, quien ilustró Messenger poet (2010), uno de sus libros. Este veterano bicimensajero, tras salir de la cárcel, se alejó de los problemas para trabajar en su bicicleta por Nueva York, al mismo tiempo que se enfocaba en sus ilustraciones, que son populares en esa subcultura; ha hecho flyers para carreras o colaboraciones con marcas de ropa como Puma o Chrome Industries. Kurt recuerda a otros como J.C. “Diablo” Ramírez, nativo de México y gerente de Cinelli USA; Kevin “Squid” Bolger, una leyenda de la mensajería con casi tres décadas en el oficio, pero la mayor sorpresa que se ha llevado en la messlife es la historia de Futura 2000 y Tak 183, exbicimensajeros que se convirtieron en artistas de grafitti y ahora tienen fama mundial.
En años recientes Kurt no sólo se ha encargado de documentar su vida de mensajero, sino que ha ampliado su panorama, llevando a cabo proyectos como Subway beats: Celebrating New York city buskers (2016), un libro sobre más de doscientos músicos callejeros que trabajan en las estaciones del Metro. También, durante esta época de confinamiento y pánico ocasionado por el covid–19, ha estado haciendo fotografías. Kurt es un mensajero astuto, interesado en su entorno y apasionado por lo que se gesta en la urbe. ®
Entrevista con Javier Ibarra.