La fascinante odisea de Pixar, V

Monsters Inc: la comedia pixariana a su máximo

Quizá una de las razones por las que la casa Pixar se ha mantenido con una calidad impecable a diecisiete años de su primer gran filme es la de cómo son capaces de ceder el protagonismo a cada uno de los artistas de este auténtico colectivo de creadores.

Y si John Lasseter ya había no sólo dirigido sino impregnado con su propia agenda y obsesiones las primeras tres películas, Monsters Inc (2001) es el patio de juegos de Pete Docter, otro miembro fundador de la compañía.

Y como tal, Docter utiliza a sus comparsas para volver la película su propia obra. Docter es el más hilarante del grupo complementado por John Lasseter, Andrew Stanton y Joe Ranft, y en su película abreva del estilo de Nueva York, su Monstruópolis está sacada de Manhattan, el restaurant que visitan los monstruos homenajea directamente a Ray Harryhausen, el legendario artista de la animación de stop motion —o cuadro por cuadro—, que idolatran Tim Burton, Henry Selick y un largo etcétera de realizadores.

Está el jazz de la Gran Manzana, invocado por Randy Newman en su cuarta colaboración consecutiva con Pixar, y su famosa comedia de centro nocturno: la escuela de Saturday Night Live. Hacia el final del filme la oda y crítica a Broadway con la brutalmente divertida puesta en escena de “Put that Thing Back Where it Came From”.

Lo que es un parteaguas en Monsters Inc es la gran comedia que destila en cada uno de sus cuadros. En verdad, acá no hay intención de imitar lo que dejó Lasseter y fundó los cimientos de la compañía, aquí ése es el basamento, pero se expande a la diversidad, y es ahí donde Monsters Inc es una joya.

Hay algo bastante ingenioso en la forma como Mike Wazowski (no es coincidencia que sea la voz del gran comediante Billy Crystal) pretende ser uno de esos comediantes de stand up comedy del estilo del maravilloso Bill Hicks, hoy difunto, con un humor sesudo, punzante y directo, pero al final el niño que lo ve no ríe de sus comentarios, lo ve con extrañeza y comienza a aburrirse, hasta que Mike comprende que lo suyo, lo suyo, es tragarse el micrófono y eructar, hace un poco de comedia física y el niño ríe plenamente.

Vaya punto que señalamos, amigo lector, es muy amplio. La comedia estadounidense tiene a grandes exponentes del slapstick, de la comedia física, del humor de pastelazo, y típicamente no es muy común encontrar a humoristas de la escuela americana que invoquen una comedia más cerebral, o al menos no abundan.

Un ejemplo es ese campeón de la comedia física (y boba a morir) que es Adam Sandler, o también Will Ferrell y su escatología y humor rudo de referencia sexual. Es el eterno debate del cómico, sacar las risas de la forma más sencilla o apelar a la razón del espectador para hacerlo reír. Pero cuando salen de sus esferas de dominio, Sandler y Ferrell se quedan muy cortos. Como Sandler haciendo Zohan, pretendiendo una audacia que no le corresponde, queriendo ponerse en el traje de Sacha Baron Cohen, y entonces la misma audiencia les pide que vuelvan a lo que saben, a estrellarse pasteles en la cara o a poner cara de idiotas. Por ello el fantástico Jim Carrey huyó de la clasificación de invocador de la comedia física unidimensional para trabajar como actor dramático, para no encasillarse y huir de ese problema clásico del comediante.

Las diferencias del humor, como una disciplina en sí, y la forma como Pixar y Docter llegan a la universalidad del humor, es como para tomar nota en Monsters Inc: es el propio estilo de humor de la casa Pixar, pero con el añadido personal del más hilarante de este colectivo de visionarios. Hasta como clase de cómo se elabora una broma sirve esta película, con el remate o punchline, siempre como una sorpresa, algo que se logra gracias al ritmo vertiginoso que ésta mantiene.

Lo que es un parteaguas en Monsters Inc es la gran comedia que destila en cada uno de sus cuadros. En verdad, acá no hay intención de imitar lo que dejó Lasseter y fundó los cimientos de la compañía, aquí ése es el basamento, pero se expande a la diversidad, y es ahí donde Monsters Inc es una joya.

Todo lo que envuelve Monsters Inc es digno de mencionarse, las hilarantes viñetas destilan ingenio, en ocasiones mala leche, y un sentido de la parodia, la sátira y el sketch que se expande con cada uno de los pasajes de la película; crece y se vuelve memorable. Los extremos de la comedia, y sus gradaciones, son aquí revisados en un todo que se cohesiona con una gran historia para todo público.

Así, sería interesante ver cuántos niños que se cautivaron viendo los extremos de parodia y giros de tuerca desternillantes de Monsters Inc encontrarán en la comedia una futura profesión. Es fantástico, Monsters Inc parece ser la oda al género de la comedia, la película animada de los comediantes, como años después Ratatouille sería la película de los chefs y demás artistas de la cocina.

Sólo recuerde este diálogo entre los dos monstruos inseguros de la fábrica, que idolatran a Sulley:

Y que le dije: “Si me hablas así de nuevo esto se acabó”, y el otro le contesta atento: “¿Y qué dijo?”, el aludido olvida su voz imperativa del principio y relaja el tono a una voz de súplica: “Ya conoces a mi mamá, me dijo que limpiara mi cuarto”.

Y este cómico diálogo sólo sirve de transición a otra viñeta aún más desternillante de la historia principal.

El enredo de comedia situacional, los tintes de cine de aventuras, el concepto mismo de los monstruos que salen del armario para asustar son aún hoy una cota inalcanzable para la competencia encabezada por Dreamworks. Acá Boo nos cautiva y nos importa desde el primer momento que aparece en escena, a pesar de jugar la carta de un personaje inocente y entrañable, los enredos que se tejen alrededor llevan el filme a otros terrenos. Y los monstruos no inspiran temor, y en ese giro ya hay una audacia que no se debe desatender (¿cómo es que un buen comediante vuelve lo que tradicionalmente da miedo una razón para reír a pulmón tendido?, el humor de Docter es impactante).

Si usted recuerda que al final la solución queda en que es mejor arrancar una risa que un grito, podría preguntarse si Docter no es un cómico que eligió este medio para hacer su aportación a la noble profesión del comediante.

La capacidad de ingenio de Monsters Inc no conoce un límite, el detalle del mundo y las referencias culturales que asaltan a cada minuto al espectador no complican ni entorpecen la historia, la amplían y le dan un relieve especial para que cuando las pequeñas Boo que la vean crezcan, puedan reír de toda la obra en pleno y no sólo conformarse con las hilarantes formas de flagelarse que posee Mike Wazowski. ®

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Publicado en: Cine, Mayo 2012

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