Más sobre la legalización de las drogas

Entrevista a uno de sus defensores (primera parte)

Todo sería peor, todo, para menores y mayores de edad, en todos los aspectos, si la producción, venta y todo consumo de alcohol y tabaco quedaran prohibidos. Todo sería mejor, no perfecto, si legalizáramos y, por tanto, reguláramos las drogas hoy ilegales. Leobardo Espinoza Rodríguez y Samantha Quiroz* entrevistan a José Ramón López Rubí Calderón sobre la legalización de las drogas.

—¿Crees que regular el mercado ilegal de las drogas libere a México de adicciones entre niños y jóvenes, ya que es sabido que una actitud represiva no erradica el problema?

—No, no “liberaría” a México, como a ningún otro país, de adicciones. Ni entre niños y jóvenes ni entre adultos. El alcohol y el tabaco son legales y hay y habrá adictos a ellos. Nuestra propuesta no contiene algo como “cero adicción”; de hecho, no tiene nada que ver con eso, no es un objetivo (para empezar, porque es una imposibilidad). ¿Menos adicciones? Sí, para mí, pues podría lograrse. Pero ninguno de los proponentes de la legalización de drogas predice ni promete como su resultado la erradicación de la adicción. Nadie puede ni debe esperar tal cosa. Si legalizamos, en general, seguirán existiendo adicciones. Eso es lo que se tiene que notar: ahí están, van a seguir; seguirán porque ya existen; lo que ha existido y existe no dejará de existir. Podría existir de otra manera, con otros alrededores y otros efectos, seguir pero no en la misma medida. No desaparición. Y enfatizo que todas las personas que hoy son adictas lo son bajo la realidad de prohibición. Ésta no impidió que se volvieran adictas, y, por poner ejemplos, en muchos casos probablemente facilitó la adicción, en otros la habrá acelerado. La prohibición tampoco “libera” de las adicciones. Ustedes lo afirman en su pregunta: “Una actitud represiva no erradica el problema”. Ni lo ha hecho ni lo va a hacer. A lo que hay que sumar otra cosa muy importante, tal vez mucho más importante para el caso: la prohibición, como proyecto y política general, sí incluyó, y se puede decir que sigue incluyendo, una promesa y una predicción de disminución y hasta de desplome del consumo. Una predicción fallida, una promesa incumplida y que no se cumplirá (esto me atrevo a predecir). La prohibición es un fracaso en ese sentido, y en muchos otros, claro. Lo repito, con ella, las adicciones permanecen y el consumo no disminuye y aun aumenta en varios lugares —cuando menos, es un factor de la situación. Tenemos nuestro propio caso, el caso de México.

La diferencia, yo diría, entre prohibición y despenalización o legalización —pienso en los casos de Holanda, Portugal, Suiza— está en los grados de lo realmente existente y de lo posible relacionados con la presencia de adicciones (y consumo), y en el por qué y el cómo se combaten en cada caso esas adicciones, en ellas como contextos. Al respecto, la regulación legal es mejor.

—Salió el tema del consumo, sobre el que queremos que ahondes.

—No puedo dejar pasar la oportunidad de decir algo sobre ciertos ejercicios que, para mí, y por lo que sus presentadores pretenden que son o por cómo los presentan (como si fueran trabajos y leyes de ciencia social), en verdad son seudológicos. Amén de conclusiones falsas por más de una razón. Se trata de esos dichos aparecidos en medios, nacionales y no, en contra de legalizar drogas que afirman que si se legalizan, baja el precio, y como baja el precio sube el consumo y al haber más consumo hay más adicción. “Por eso no a legalizar drogas”, sentencian. Cuando hablo de lógica lo hago de una lógica (analíticamente) aplicada a los asuntos de la realidad sociopolítica, a los hechos, y sus potencias. Esos ejercicios que critico, que están desprendidos de todo contexto empírico-histórico, a final de cuentas son seudológicos en términos de un análisis que precisamente pone a “interactuar” lógica y hechos, y que, desde ahí, trabaja también posibilidades reales múltiples. Dicen tocar los hechos pero no respetan ni tocan las bases que hacen los hechos. Lo que hay en esos dichos que llevan dentro esos ejercicios es una, además de abstracta, generalización total inválida sobre lo fáctico y lo posible del tema drogas ilegales, que inválidamente se usa para ir en contra de la regulación de drogas que hoy no están reguladas pública y estatalmente.

Lo digan explícita o implícitamente, algunos “antilegalización” dicen, y en México no son pocos (como el senador poblano Ángel Alonso Díaz Caneja), que, siempre y donde sea, como sea, si una droga se legaliza su precio baja (y no poco) y entonces se consume más, dándose un problema social de aumento de consumo. Así tal cual lo han dicho. Pero se necesitan precisiones, distinciones.

Ninguno de los proponentes de la legalización de drogas predice ni promete como su resultado la erradicación de la adicción. Nadie puede ni debe esperar tal cosa. Si legalizamos, en general, seguirán existiendo adicciones. Eso es lo que se tiene que notar: ahí están, van a seguir; seguirán porque ya existen; lo que ha existido y existe no dejará de existir.

Concentrémonos en la parte del consumo. Sin realmente conceder que el precio de todas las drogas legalizadas no pueda sino bajar, mucho menos en todo lugar y momento; no lo concedo porque no podemos afirmar que para todos los casos tenga que ser así y vaya a ser así y sólo así; supongámoslo ahora, en este espacio. ¿De qué hablan o qué hay que entender cuando dicen “más consumo”? ¿Más consumidores, en sentido estricto? ¿Más adictos o hasta personas más adictas? ¿Más consumo por parte de quienes ya son consumidores? Porque no puedo aceptar que “más consumo” sea en sí —como tal, y siempre— lo mismo que “más consumidores” o “nuevos consumidores” o “consumo aumentado de los consumidores, sean adictos o no” o lo que quieran, y que sea igual a cualquiera de esas cosas ni que sea lo que sea esté mal o todo sea igual de malo. Supongamos ahora que hablan de que va a haber más consumidores, nuevos consumidores. Y dejemos de lado, también por ahora, cómo, de ser legalizadas y tras ello, medirían y establecerían el aumento (cosa de, por ejemplo, tiempo y demografía y ajustes relativos, de datos previos y actuales). ¿Por qué? ¿Porque bajó de precio la droga y nada más? Eso implica que entre quienes no consumimos drogas ilegales, lo cual responde a una diversidad de factores y no necesariamente a que sean de carácter ilegal, varios —¿o casi todos?— van a consumirlas en cuanto sean legales y más baratas por su legalidad. Dudo que pueda ser significativo el número de personas que vayan a consumir y sobre todo a volverse consumidores habituales de una droga simplemente porque pasó a ser legal para ellas y no tan cara. ¿Lo que muchos de nosotros vamos a pensar es “esta droga ya es más barata, hay que empezar a consumir”, o “como no es cara tenemos que consumirla”? Yo no las consumo y no lo voy a hacer aunque sean legales y menos caras o más baratas. ¿Nadie más piensa y actuará como yo? Legalización o regulación no es obligación frente al ciudadano, se vea por donde se vea; no significa ni crea obligación de consumo, obviamente tampoco de producción y venta. No se olvide: estamos discutiendo el caso de, según nos advierten algunos, personas que no consumían drogas ilegales pero que por culpa de la legalización abandonarían el no consumo de las drogas de que se trate al ser legales y baratas. No es imposible que unos cuantos prueben y consuman una droga por eso. Lo que niego es que sea plausible y atendible el escenario de un aumento significativo del número de consumidores reales a causa de eso mismo. Además, se olvida que al legalizarse, más allá del precio, la droga X no será atractiva para cierta cantidad de personas, especialmente jóvenes; para ellas, si se va la prohibición se va el atractivo: no las adquirirán. Asimismo, se olvida que con la regulación se puede —y se debe— impedir que quienes produzcan y vendan una nueva droga legal le hagan anuncios publicitarios, medida útil contra tipos de consumo.

Por cierto, el hecho de que menores de edad tomen alcohol o fumen tabaco, dos drogas legales, nada hace contra los argumentos anteriores, no los refuta. El alcohol y el tabaco son productos legales, su consumo por parte de mayores de edad es legal, no su compra y consumo (fundamentalmente en “establecimientos comerciales” y en vías y espacios públicos) por parte de menores de edad, como tampoco es legal que los adultos los consuman en cualquier lado ni lo es (legal) cualquier cosa que hagan cuando consumen alcohol o por haberlo consumido. Son elementos de regulación legal. O dicho de manera un poco diferente, el alcohol y el tabaco no están prohibidos, son legales, están regulados, y dentro de sus regulaciones hay algunas prohibiciones (dicho sea de paso, por todo esto, nuestra propuesta no es, para nada, una contradicción con el liberalismo auténtico, el que toma en serio la libertad, su ejercicio, los efectos de ambas cosas). Si no es por problemas personales o familiares o alguno de los dos asociado de una u otra manera a su circunstancia socioeconómica y cultural, los jóvenes de quienes hablamos llegan directamente al consumo de alcohol o tabaco no porque sean productos legales y regulados sino porque para ellos, en cuanto menores de edad, están prohibidos su compra y consumo: no deben hacerlo; pero, en un sentido, no pueden hacerlo, en otro sí, y sus familiares y profesores les dicen que no deben hacerlo pero ellos mismos lo hacen o han hecho en su cara. Es lo que pasa en general con las drogas ilegales: están prohibidas pero en realidad cualquiera puede tener acceso a ellas; los menores de edad no deberían, o legalmente tampoco pueden, comprarlas y consumirlas, pero a pesar de ello en los hechos pueden y, si quieren, lo hacen. ¿La regulación público-estatal de alcohol y tabaco no sirve, hay que tirarla a la basura? No, hay que mantenerla, sí sirve globalmente, acaso hay que perfeccionarla, pero es imperfecta, no puede ser perfecta; es imposible que no surja ningún problema. Su prohibición total (de alcohol y tabaco) sería más imperfecta en todo sentido, mucho peor. ¿Hay que eliminar su prohibición legal en relación con menores de edad? Esto es interesante. Tal vez se deba repensar contextualmente lo de la edad mínima para compra y consumo, y hay que conservar, mejorar e intensificar las campañas, del Estado y de la sociedad civil, tanto de información como de directa hostilización de su mal uso juvenil. Lo que no puede ni debe ignorarse es que de cualquier forma no se conseguirá que quienes sean que estén catalogados jurídicamente como menores de edad nunca consuman ninguna droga, prohibida o no para ellos. La prohibición que hay que terminar no es esa relativa a un tipo de consumo, localizada y secundaria a la regulación de alcohol y tabaco, sino la de producción, venta y consumo, todo consumo, de drogas que no son alcohol y tabaco.Todo sería peor, todo, para menores y mayores de edad, en todos los aspectos, si la producción, venta y todo consumo de alcohol y tabaco quedaran prohibidos. Todo sería mejor, no perfecto, si legalizáramos y, por tanto, reguláramos las drogas hoy ilegales. Si legalizamos éstas y, regulando, prohibimos que los menores de edad las compren y consuman, ¿querrán y efectivamente harán tales cosas? Algunos lo querrán, desde luego. Pero no necesariamente lo harían. O, en todo caso, sería minimizadamente. Porque esas drogas no tienen por qué estar ni estarían comercialmente disponibles y visibles del mismo modo en que el alcohol y el tabaco. Como sea, de los males, el menor… Nada es perfecto.

Por otro lado, no hay que obviar las diferencias entre el alcohol y el tabaco y otras sustancias sicoactivas, en tanto sustancias todas, así como en tanto mercancías, legales e ilegales, lo que no ampliaré aquí.

Lo más curioso es que por muchas cosas que claman, incluyendo la supuesta relación total y dura y nociva entre legalizar, menor precio y mayor consumo que estoy cuestionando, ciertos opositores de la legalización de drogas tendrían que pedir la prohibición global del alcohol y el tabaco. ¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué les parece bien o hasta les gusta que esas drogas sean legales? A algunos los vemos en contra de las nuevas reglas restrictivas sobre fumar tabaco públicamente, no están en contra de la legalidad del tabaco; no les gusta algo que está dentro de esa legalidad y derivado de la regulación. (Insisto, el tabaco es legal, no está prohibido; en unas ciudades se prohíbe fumar en determinados lugares públicos, eso es todo.) Defienden la legalidad de unas drogas y la ilegalidad de otras, como la marihuana, que es menos dañina que el alcohol. ¿A partir de qué defienden? Básicamente, en la mayoría de los casos es un capricho ignorante o hipócritamente prejuicioso. Y con qué y cómo defienden esa ilegalidad va en muchos puntos contra su defensa de la otra legalidad. Si tienen razones fuertes —buenas, liberaldemocráticas— para estar de acuerdo con la no prohibición de alcohol y tabaco, tienen que tenerlas para otros casos de drogas, esto es, no tendrían razones fuertes para estar de acuerdo con la prohibición de otras drogas. La inconsistencia, la incongruencia, la contradicción, es de ellos. Nosotros no pedimos que se prohíban el alcohol y el tabaco, pedimos que se regulen las drogas que no están reguladas. Que se regulen todas, que ninguna sea ilegal… Reglas restrictivas como las que a una cantidad de fumadores de tabaco les hacen enojar pueden ser diseñadas y aplicadas para otras drogas, como la mariguana. Reglas como ésas y otras, más duras y detalladas si es necesario… Sin olvidar que nada puede ser perfecto…

La prohibición que hay que terminar no es esa relativa a un tipo de consumo, localizada y secundaria a la regulación de alcohol y tabaco, sino la de producción, venta y consumo, todo consumo, de drogas que no son alcohol y tabaco.

Ahora bien, los invito a pensar esto: si llegara a subir, en la forma que sea, el número de consumidores de drogas antes ilegales, nuevos consumidores debido a la legalización respectiva, ¿cuál es el problema si se trata de hombres o mujeres de cualquier edad por encima de los dieciocho años que estarían consumiendo sólo después de que una droga dejó de ponerlos contra el Estado? ¿Dónde estaría el problema con consumidores que esperaron hasta la concreción de la legalización para serlo, es decir, que no compraron ni consumieron droga sino hasta el momento en que no violaran la ley y que no estuvieron dispuestos a dañar a nadie, de ningún modo, para conseguir recursos para comprarla (en caso de que no hayan contado o no cuenten con ellos)? ¿Por qué o para qué poner el grito en el cielo frente a casos resultantes como los mencionados? ¿Qué tan probable es que se conviertan en casos de adicción? ¿Qué tantas ganas de ser un problema social o público podrían tener esas personas?

La posibilidad real, o la probabilidad incluso, de un mayor consumo por estatus legal y menor precio sólo cabe plenamente desde ya en casos de consumidores actuales, de quienes ya consumen. Ni siquiera en todos los casos y sus tipos de consumo correlativos. Y si se concreta la posibilidad, ello no quiere decir que esos consumidores entonces sean adictos o sea inevitable que lleguen a serlo.

Para acabar, decir que más consumo es exactamente lo mismo que más adicción, o que por el hecho de haber más consumo hay más adicción, es una auténtica tontería. De entrada, supone o deja la confusión de que todos los consumidores son adictos o van a serlo, lo que es falso, falso al cien por ciento. Si hay adicción, necesariamente hay consumo, pero si hay consumo no necesariamente hay adicción.

En fin, también vale la pena examinar o informarse sobre las experiencias de Portugal y Holanda. Hay que ver y entender lo que ha pasado ahí con el consumo despenalizado de drogas. Y que nadie salga con esa tontería de “No, porque es que ésos son de Europa y aquí todo es diferente”. Hay cosas diferentes, algunas más o menos parecidas, otras que no pueden ser iguales, otras que pueden y deben ser más parecidas, unas que pueden mejorar o diferenciarse, etcétera. Por lo demás, no se trata de imitar sin más sino de aprender y, en su caso, de adaptar lo aprendido. ®

* Leobardo Espinoza Rodríguez es empresario y director de los proyectos “Puebla la prioridad”. Samantha Quiroz es antropóloga social y coordinadora general de la página www.pueblaprioridad.com

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Publicado en: Mayo 2011, Política y sociedad

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  1. Chavos Vestir con camisa negra cada lunes,es,es,es. Hasta el fin de los tiempos, bla,bla,bla. Por el amor, la paz y por el placer o la desgracia de estar vivos, chamacos vivir…………..(divulgar este mensaje)

  2. Hola chamacos para aquellos que toda vía no me conocen, yo ase como un año y sus 3 o 4 meses que comencé a mandar mensajitos digamos que un tanto bizarros y por falta de experiencia también diría que un poco confusos en ellos trataba de explicar el sentido de la libertad sexual a partir de los 12 años de edad. Para aquellos que no comprendan, esa es mi forma muy personal de ver la vida y creeré hasta el final que la diferencia de edades jamás serán un impedimento para el amor y la sexualidad.
    En ese orden también trataba de plasmar una vida más ligera y barata para el ciudadano común mi intención es — 1{negociar la deuda externa y pagarla — 2{abaratar los costos de energía eléctrica, 3{disminuir el- IVA al 10%, 4{aplastar los altos costos de la gasolina con combustibles renovables, y con ello la modernización del trasporte y en ese orden también combinar la naturaleza con la vida urbana. a vía prometido mas, pero las cuentas no checan a sí que en toces primero lo primero y lo primero será el abaratamiento de los costos de energía eléctrica. Y créanme que sobre la marcha haré todo lo quesea necesario para que la gente viva un poco mejor, (ustedes eligen cuando)
    En cuanto a la problemática de la drogadicción. Bueno primero os contaré una breve historia de mi vida. Una vez mi padre me sorprendió fumando mota, se molesto tanto que medio una cintareada y llorando me decía que era preferible verme muerto que verme como un vulgar drogadicto, mi padre jamás probo la mariguana pero su mente era víctima de la publicidad de los tiempos establecidos. Antes el consumo de alcohol estaba prohibido y todos esos policías, malhechores y uno que otro civil que derramaron su sangre por nada, simplemente fueron víctimas de la publicidad de su tiempo. Hoy el consumo de alcohol se vende y se disfruta en sana convivencia ya sea con amigos o con la familia, porque simplemente somos víctimas de las propagandas que establecen los tiempos del hombre. No importa como sea lo que importa es lo que nos conviene y lo que nos conviene es en pensar en las consecuencias que genera la clandestinidad, a si que por lo pronto iremos digiriendo por orden natural este problema legalizando la mariguana, mientras que las otras drogas de mas adicción quedaran prohibidas y su contrabando sometido a delito menor.
    Chamacos a veces no están importante de qué forma queramos vivir la vida lo que importa es la moderación, el orden urbano y hogareño y por supuesto el respeto por la vida y el trabajo. Lo demás es libre de morir para que otros puedan vivir, chamacos ¿soy un agente del nuevo orden¿ no lose, pero es mejor que el mundo ruede para poder disfrutar de sus placeres, chamacos que viva el sexo, la fidelidad y el placer de estar vivos. Vestir con playera negra cada día lunes hasta el fin de los tiempos y si tenéis frio pues usar una chamarra negra pero jamás pierdan el ritmo hasta obtener una vida digna y las libertades individuales que cada quien desea tener os juró que vale la pena morir por este sentimiento. Si tenéis tiempo salir a la calle con destino a la plaza más concurrida y disfruten del paisaje como cualquier ciudadano y no hablar por el momento de nuestra causa hasta juntar una cantidad suficiente de participantes y si acaso os preguntaran ¿del porque¿ ustedes negarlo todo, es preferible dejar que los rumores divulguen nuestra causa, pues ya llegara el momento de hablar mientras divulgar este mensaje, que llegue a cada rincón y ganaremos. (Aquel que asuma esta responsabilidad de libertador antes que yo en el momento justo, será mi soberano indiscutiblemente. mientras seguiré luchando en las sombras hasta ver el momento justo y entonces arreglaremos cuentas. Democráticamente claro.)

  3. Creo que ilegalizar fu´´e un error historico sino que se lo pregunten a aquellos envenenados a la 1% dosis por la adulteracion,a aquellos que se arruinaron,arruinaron a sus familias por el precio inflado de las sustancias prohibidas.a aquellos que se prostituyeron o fueron a la carcel por lo mismo,a aquellos que fueron robados o se vieron envueltos en secuestros o tiroteos sin comerlo ni beberlo,a todos los que estamos en peligro por haber sustancias incontroladas y que pueden ser objeto del terrorismo se lo ponen muy facil estas sustancias sin ningun control,ya se han dado casos de enfermedades raras cuyo origen se cree es la adulteracion de sustancias.ademas si observan un chico que consume sustancias prohibidas y que consigue en la calle a un precio altisimo y lo comparan con alguien que por su profesion puede conseguirlas baratas y buenas el estado de salud y economico no es el mismo.lo cual conlleva a ver desde otra perspectiva que la ilegalizacion no ha traido absolutamente nada bueno

  4. un punto para el analisis seria: por que estamos consumiendo drogas?. Y de ahi se derivan mas preguntas: falta de educacion y cultura tal vez?, el stress en que vivimos nos obliga a buscar refugio en sustancias?, a nuestra sociedad la dirige la publicidad (fumar es cool, la heroina y coca es de rockstar, el acido y el hongo son para abrir percepción, etc)?.

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