Mejía Madrid y la idiotez histórica

Plagiario reincidente, propagandista pejista y neopriista inconsciente

Fabrizio el plagiario no entiende a quien defiende, no entiende a AMLO, como no entiende al PRI clásico ni al régimen posrevolucionario (ni a la Revolución). Defiende a lo bruto. Echa porras. Ataca sin saber.

Domingo, 18 de octubre de 2015. Mano a mano: Fabrizio Mejía Madrid, Paco Ignacio Taibo II y Juan Villoro en el Foro Eduardo Galeano de la XV FILZ. Foto: Jesús Martínez / Secretaría de Cultura de la Ciudad de México.

¿Fabrizio Mejía Madrid es muy ignorante, un auténtico y completo idiota o simplemente mentiroso? Como es propagandista “de cuarta” puede ser casi las tres cosas: un hombre que no sabe tanto como quiere aparentar y unos cuantos creen, un mal ciudadano por falta de crítica congruente sobre el máximo poder de Estado, un comentócrata oficial este sexenio dedicado a la propaganda obradorista. No conoce bien la historia política del país, eso es un hecho, lo que se puede ver en su libro sobre Gutiérrez Barrios; es torpe en su defensa del presidente actual, como se puede ver en sus tuits, y aumenta su torpeza bajo la necesidad, la obligación y la calentura de hacer propaganda proAMLO y antiCrítica. En un tuit reciente converge todo:

Siempre hay un tuit…

No se hará una defensa de Xóchitl y Krauze, se hará una crítica más a Mejía Madrid, y por extensión a todos los que fingen antipriismo —del priismo de antaño— mientras defienden como los priistas viejos al nuevo–viejo priista AMLO. El que cita al presidente López Mateos para afirmar su nacionalismo…

Mejía no es realmente experto sobre la historia del PRI, por tanto, no conoce bien la carrera de Gómez Villanueva. Habla como su jefe priista López Obrador: por creencias y conveniencias, por ignorancia e irresponsabilidad, por recuerdos que no lo son. El Gómez Villanueva admirable no existe pero tampoco existe exactamente el que “recordó” el plagiario Mejía. Según éste, Gómez Villanueva trabajó con Echeverría en la Secretaría de Gobernación; no dice que colaboró políticamente con él cuando era secretario sino implica que fue funcionario de esa secretaría cuando LEA era su titular. Eso no es un dato histórico.

Gómez Villanueva fue secretario general de la CNC, la Confederación Nacional Campesina del PRI, de septiembre de 1967 a diciembre de 1970, y de esta fecha a diciembre de 1974 fue titular del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, hasta que el mismo departamento se convirtió en la Secretaría de la Reforma Agraria y Gómez Villanueva en su primer secretario, de enero de 1975 a septiembre de ese año. Había sido “electo” senador en 1970 pero se dedicó a la grilla campesina–priista y durante el movimiento de 68 no tuvo la posición que implica el tuit propagandístico: no estuvo empleado en la Secretaría de Gobernación con Luis Echeverría sino, como dijimos nosotros, en la CNC como secretario general. Fue echeverrista, eso sí, pero en un sentido también diazordacista, por ser presidencialista, al ser priista. Como tal defendió al presidente Díaz Ordaz durante el 68, al lado de muchos otros como Porfirio Muñoz Ledo.1

Más importante aún es que Mejía Madrid actúa a favor de AMLO como lo hizo Gómez Villanueva a favor de Díaz Ordaz y Echeverría: con abyección. Como los dirigentes de la CNC que hablaban contra las manifestaciones estudiantiles sesentayocheras, el plagiario pejista, Fabrizio Mejía, habla contra las manifestaciones prodemocráticas de 2023 y 2024. Como él y sus condiscípulos que llaman “privilegiados” a todos los antiAMLO, los priistas y cenecistas llamaron “privilegiados” a los estudiantes movilizados: de acuerdo con un no–Fabrizio, el investigador y conocedor histórico Moisés González Navarro, “conforme el conflicto [del 68] se fue agravando la exhortación de la CNC fue adquiriendo caracteres más patéticos, en efecto, su secretario juvenil Sergio Buitrón se preguntó si era lícito que cien o doscientos mil privilegiados jóvenes perjudicaran al país”.2

Qué raro que el impecable e implacable analista crítico… (me río)… Mejía Madrid… (me río de nuevo) no critique a un Bartlett que como prácticamente todos los priistas apoyó de un modo u otro al presidente Díaz Ordaz. Cuando Echeverría lo sucedió en el hiperpoder Ejecutivo federal Bartlett llegó a la Dirección General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación y ahí estuvo todo el sexenio (1970–1976), haciendo pareja política con la DFS, la Dirección Federal de Seguridad.

El tour histórico nos da la oportunidad de recordar varios datos más que seguramente Mejía desconoce y que se relacionan con el problema. Uno, la similitud entre las defensas priistas de Díaz Ordaz y las defensas generales de López Obrador, no sólo las defensas individuales o específicas de Mejía. Ejemplo: “Así como Gómez Villanueva había condenado la rebelión estudiantil de 1968, Bonfil [Alfredo Bonfil, su sucesor en la CNC] por igual responsabilizó de la matanza del 20 de junio de 1971 a la reacción y a ‘los grupos radicales’ que servían a las fuerzas regresivas que intentaban frenar la transformación iniciada por el presidente”.3 Casi idénticos los discursos, repetidos para cualquier ocasión: transformación gracias al presidente, complot contra él por ello, conservadores los opositores. No por nada algunos llamamos neopriistas a los pejistas: son lo nuevo de lo viejo del PRI.

¿Más ejemplos? Más ejemplos de que en defensa de Díaz Ordaz y Echeverría los priistas se comportaban como los neopriistas obradoristas, o éstos como aquéllos: “La CNC elogiaba a Díaz Ordaz porque [decían] era el presidente que había repartido más tierras. Gómez Villanueva destacó (…) había concedido a los campesinos que más de un millón recibiera agua potable, 6,000 poblados habían sido dotados de luz eléctrica, la banca oficial les había prestado más de 2000 millones de pesos”. “Por supuesto, esos beneficios tenían el precio de la sumisión política, sumisión que perfeccionaron los universitarios [que dirigieron la CNC] a partir de 1967”.4 Lo mismo: algunos beneficios, para nada extraordinarios, que los colaboradores del presidente vendían como maravillas revolucionarias pero sólo eran el poco más que cada sexenio se sumaba al poco de los anteriores y nunca de manera incondicional: siempre como parte de un intercambio no democrático de apoyo político. Asimismo,

como en la campaña presidencial de Luis Echeverría se repitieron las acostumbradas concentraciones campesinas en honor del candidato oficial, actos a los que eran ‘acarreados’ según la expresión acuñada en la jerga política, Amador Hernández abandonó su obligado retiro político para repetir (…): ‘Los asistentes a esas reuniones no eran acarreados, ellos ocupan sus vehículos para transportarse y para ver y presentar sus respetos al hombre (…) Uno les pone los [otros] vehículos’.

Es como leer a Mejía Madrid en 2022, o a Hernán Gómez en 2023, etc. Gómez Bruera, “sociólogo” según Raymundo Riva Palacio y palero hipócrita según yo, dijo que no hay acarreados obradoristas o que el acarreo ya significa otra cosa, ¡“derechos”! Más priista no se puede ser, y todo por defender al presidente AMLO. El significado de acarreados no ha cambiado, cambiaron Gómez Bruera y Mejía Madrid.

Otro dato que escapa a la idiotez histórica: el joven Bartlett se inició en la política priista como parte del sector… ¡campesino!, y fue diazordacista y echeverrista. No era campesino, era hijo del gobernador de Tabasco, ni le importaban los campesinos de verdad, pero ahí —en la CNC— estaba Javier Rojo Gómez cuando sumó a Bartlett a su equipo. ¿Y dónde estaba Manuelito en el año 68? Era uno de los jóvenes grillos que auxiliaban a los jerarcas priistas en el Comité Ejecutivo Nacional del partidazo. Qué raro que el impecable e implacable analista crítico… (me río)… Mejía Madrid… (me río de nuevo) no critique a un Bartlett que como prácticamente todos los priistas apoyó de un modo u otro al presidente Díaz Ordaz. Cuando Echeverría lo sucedió en el hiperpoder Ejecutivo federal Bartlett llegó a la Dirección General de Gobierno de la Secretaría de Gobernación y ahí estuvo todo el sexenio (1970–1976), haciendo pareja política con la DFS, la Dirección Federal de Seguridad. Había sido el subdirector el último año de Díaz Ordaz (69), con Echeverría como secretario de Gobernación, y cuando LEA pasa de la secretaría a la presidencia Bartlett pasa de subdirector a director.

En ese sexenio, el echeverrista, López Obrador se afilió al PRI, es decir, después de la masacre de estudiantes, lo que significa que antes del hecho era priista de algún modo y en alguna medida. En octubre del 68 no era AMLO un priista de credencial y madurez pero tampoco era, como dijeron Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, un joven que “despertó a la política en medio del movimiento estudiantil de 1968”. Delgado y Páez mienten y por ese tipo de mentiras yo he publicado textos como este, que enfureció a uno que otro idiota–fanático–hablador que cree que era imposible que su dios tuviera en el 68 cualquier tipo de relación con el PRI, por su edad, pero al mismo tiempo cree a los Zepeda–Delgado–Páez si le dicen que a su edad en el 68 AMLO ya era un tipo de militante de izquierda. La incongruencia, a la Mejía Madrid.

Mejía Madrid no lo sabe o no dice nada. El plagiario se calla sobre Ovalle, porque el echeverrista Ovalle es funcionario igualmente echeverrista y corrupto del monstruoso sexenio echeverrista y neoliberal del priista lopezmateísta López Obrador. Está bien criticar a Gómez Villanueva, pero Mejía Madrid lo critica con imprecisión histórica y trampa de interés.

Ya que “le importa tanto” a Mejía criticar a Echeverría, preguntémonos quiénes más eran echeverristas. ¿Quiénes además de Gómez Villanueva? ¿Quiénes además de un Bartlett y un AMLO que el plagiario no menciona? Muchos obradoristas. Eso: muchos obradoristas fueron echeverristas, o muchos echeverristas se transformaron fácilmente en obradoristas: Ignacio Ovalle, Napoleón Gómez Urrutia y José Antonio Álvarez Lima, por poner tres casos.

Ovalle, responsable del mayor fraude del sexenio obradorista como director de Segalmex e impune recontratado como director del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal de la SEGOB, fue secretario particular del secretario de Gobernación Echeverría de 1969 a 1970, secretario particular del presidente Echeverría de 1970 a 1972, subsecretario de la Presidencia de la República (cargo distinto) de 1972 a 1975 y secretario de la Presidencia de 1975 a 1976. Pocos políticos más echeverristas que Ovalle. Y Mejía Madrid no lo sabe o no dice nada. El plagiario se calla sobre Ovalle, porque el echeverrista Ovalle es funcionario igualmente echeverrista y corrupto del monstruoso sexenio echeverrista y neoliberal del priista lopezmateísta López Obrador. Está bien criticar a Gómez Villanueva, pero Mejía Madrid lo critica con imprecisión histórica y trampa de interés, por lo que se contradice al no criticar a otros priistas–diazordacistas–echeverristas–pejistas como Ovalle y Bartlett, su transformado semidiós de la CFE.

Ovalle también fue director del Instituto Nacional Indigenista en el gobierno de José López Portillo, donde contrató a López Obrador, ocupó embajadas durante el sexenio delamadridista y en el salinista fue el primer director de Conasupo, donde hacía negocios el hermano presidencial, Raúl Salinas de Gortari. Qué bonitas y priistas familias… Las verdaderas. Ovalle con Echeverría, Jolopo, Salinas y Obrador. ¡Qué honor estar con Obrador!

¿O no, Mejía?

Para no dejar, agreguemos que Gómez Urrutia, senador morenista, fue funcionario de la Secretaría de Hacienda echeverrista; también lo fue en el sexenio neoliberal de Miguel de la Madrid, esto es, como Bartlett fue funcionario de dos gobiernos económicamente distintos pero políticamente parte del mismo régimen, el régimen autoritario del PRI. Por su parte, Álvarez Lima, senador del partido obradorista y en algún momento director del Canal 11 de AMLO, en los años echeverristas fue sectario particular del secretario general del CEN priista y —entre otras cosas— subdirector de Canal 13, parte de Imevisión, que Álvarez Lima dirigía cuando se privatizó en el sexenio de Carlos Salinas; un dato que el hoy morenista intenta ocultar a toda costa. Y dirigió La República en el sexenio delamadridista, el periódico priista que también había dirigido Bartlett, quien también colaboró con Salinas —Bartlett trabajó para Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo, De la Madrid y Salinas, y con estos dos últimos tuvo sus más altos cargos, ¿por qué no lo critica Mejía Madrid?5

Nuestra conclusión general es doble. Primero, si Mejía y compañía elevan la vara sobre las credenciales políticas que son criticables o no, la mayoría de sus correligionarios no la libra… Se ha demostrado aquí con varios casos representativos. Segundo, Fabrizio el plagiario no entiende a quien defiende, no entiende a AMLO, como no entiende al PRI clásico ni al régimen posrevolucionario (ni a la Revolución). Defiende a lo bruto. Echa porras. Ataca sin saber. Pocos petardos más grandes que este palero obradorista. ®

Notas

1. Inmediatamente antes del 68 Gómez Villanueva fue diputado federal, de 1964 a 1967, y durante ese periodo también fungió como secretario de Organización del CEN del PRI. Inmediatamente después de dejar el gabinete de Echeverría fue secretario general del PRI, de 1975 a 1976, y diputado federal, de 1976 a 1979.
2. Moisés González Navarro, La CNC en la reforma agraria, El Día, México, 1985, p. 225.
3 Ibid, p. 229.
4. Es otra cita del referido libro de González Navarro, p. 227, de la que también extraje la que leerá enseguida…
5. Sobre Bartlett puede encontrar en Replicante varios artículos míos.

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Publicado en: Política y sociedad

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