MONSIMANÍA: UNA DEVOCIÓN ANACRÓNICA

La devoción a un personaje idealizado

Desde mi remota juventud di por visto a Carlos Monsiváis. Es decir, que haber leído unos cuantos textos de su autoría me bastaba para no dedicarle más tiempo. Lo decidí así por su pobre temática y anticuadas referencias, así como por su estilo de pastiche que maldisfrazan la miseria de sus argumentos o la falta de ellos: mucha forma y poco fondo.

Me di cuenta de que Monsiváis no aportaba nada a mis ambiciones de conocimiento ni el menor gusto a mi lectura, que incluso las tragicomedias de José Agustín eran mejorcitas. Lo dejé para dedicarme a José Ortega y Gasset, a quien di por visto hasta después de haber leído con mucho agrado y provecho más de la mitad de sus obras completas. Desde las primeras páginas que leí del madrileño comprobé, entonces por comparación, la pequeñez periodística y ensayística del que brinda por su madre. Comprobé también la sobrevaluada o sobrevalorada que está su obra y, sobretodo, el personaje mítico que han hecho sus devotos, algunos o muchos intelectuales, artistas y políticos o con pretensiones al respecto.

Años después compruebo que mi decisión fue acertada, cuando muy de vez en cuando entreleo uno que otro párrafo de sus textos en El Universal y antes en La Jornada (¿qué pasó?, ¿por qué se cambió?). Y dice lo mismo que antaño y del mismo modo: chistecitos a partir de declaraciones de obispos católicos y políticos tarados —antes del PRI y ahora del PAN— publicadas en la prensa, género en el que hay muchos mejores; Héctor Lechuga y Marco Antonio Flota, por ejemplo. Esto que sus aplaudidores y cortesanos —que no quiero citar— llaman “ironía”, “desenfado”, “irreverencia”, etcétera, no es otra cosa que un continuo not joke sin la gracia de Borat: “El cardenal fulanito es un santo… noooot?” o “El político sutano es un ejemplo de honradez… noooot?”

No me sorprende el auge de la monsimanía, auspiciado por los gobiernos federal y del Distrito Federal (de “la derecha” y “la izquierda”, dirían sus fieles) hasta instituirla en devoción de Estado (con lo fiero defensor de la laicidad que es Monsiváis, ¡qué ironía!), sólo me parece que es la devoción a un personaje imaginario o idealizado. Puede ser que sea algo característico de lo devocionario, que haya un componente de fe como en las creencias en manifestaciones hierofánicas más pedestres, por ejemplo, que una mancha en un comal es la imagen sagrada, milagrosa, de la Virgen de Guadalupe, porque ella ha querido manifestarse así.

La devoción monsimaniaca asegura que su ídolo tiene el don de la ubicuidad —nótese que le atribuyen una cualidad característica de algunos santos, como san Martín de Porres—, por el cual es el más actualizado, más amplio, más pertinente, más visionario, etcétera, cronista y ensayista, especialmente de lo que ellos llaman cultura o culturas populares.

Lo anterior es completamente falso, porque el señor se quedó en los años setenta, con La Familia Burrón, las películas de Tin Tan, los bailes de salón, el 68 y Juan Gabriel. Luego dio un saltito al tema de las costureras del Centro Histórico y el allanamiento a la UNAM del CEU. La última vez que quiso medio actualizarse en iconos populares se dio una quemadota ensalzando a Gloria Trevi, y eso fue hace mucho. ¿Cuáles son sus crónicas o ensayos de acontecimientos —que ni siquiera son nuevos— como el concierto de Rod Stewart en Querétaro (ah, es que no le gusta el rock), el primer Vive Latino (lo mismo), el Love Parade en el monumento a la Revolución (ah, es que no le gusta el tecno), Polymarsch en el Palacio de los Deportes (lo mismo), Manu Chao en el Zócalo (¡es de los suyos!) o los conciertos de duranguense de la Ke Buena en el Estadio Azteca (¿tampoco le gusta?)?

¿Cuáles son sus crónicas o ensayos sobre la comunicación por teléfono celular, Messenger o correo electrónico —que comparten texto, imagen y voz— como fenómeno masivo? ¿Cuáles son sus chistoretes sobre el esténcil, el culto a la Santa Muerte, el frontón en Tulyehualco y Tláhuac, el hip hop en Coacalco y Atizapán, las ferias en Milpa Alta y Xochimilco, la piratería en Tepito, el tianguis de la San Felipe de Jesús, el futbol —de las barras, al femenil y al llanero—, las revistas o fanzines en Internet, los cholos de Neza, los emos…? Quizá lo correcto sea decir que es una devoción de lo anacrónico.

Además, Monsiváis no es un cronista, sino un recortero, es decir, alguien que se dedica a recortar periódicos y antologar lo que subraya. Carece de testimonio y la crónica no puede ser un género vicario. Recuerdo, por ejemplo, que Entrada libre es un fichero de los subrayados de sus recortes sobre “la sociedad civil”, de tres o cuatro acontecimientos de los años ochenta. Es más o menos lo que hacían, y todavía hacen, los de servicio social en las oficinas gubernamentales de comunicación social, que le llaman “seguimiento periodístico” o algo así.

Otra de las creencias de los monsivaístas es que su ídolo critica o cuestiona al poder o a todos los poderes. En realidad sólo critica a pocos, a unos cuantos. Por ejemplo, hay siete partidos políticos —poderes— y concentra sus chistes en dos, principalmente: el PRI y el PAN, y en segundo lugar en el PVEM. Intelectual orgánico del PRD, sobre su cochinero se atrevió a referirse timoratamente como carencia “de cultura jurídica” (El Universal, 23 de marzo de 2008). Con este partido su juicio es sumamente complaciente. Su crítica es militante, incapaz de reconocer en el PAN, desde su origen, su cultura democrática, de formación ciudadana, y en el PRD su corporativismo, autoritario como tal. Llega al extremo de calificar a Fox como el peor presidente en la historia de México, de modo que le parecen mejores Echeverría y Díaz Ordaz.

Todo mesías tiene su profeta y Monsiváis lo ha sido y es de uno del tipo escatológico o milenarista: López Obrador, al que no critica ni con el pétalo de una ironía. Lo cual me da gusto: son tal para cual, el uno para el otro, nacionalistas revolucionarios. Monsiváis es a López Obrador lo que Pound a Mussolini (pero el poeta estaba chavo cuando la regó). ¿Dónde está escrita o en qué programa de televisión declarada su objeción a las acciones porriles, vandálicas, del lopezobradorismo que canceló al Congreso, de su movilización clientelar de paniaguados al modo del peor priismo, a las expresiones machistas en agravio a legisladoras perredistas, al autoritarismo personalista escupido a sus esbirros en “el movimiento soy yo”?

¿Cuáles son sus críticas al ingeniero Slim o a la maestra Elba Esther? ¿Cuál crítica a todos los poderes? ¿Cuáles son sus chistes de los circos de Marcelo Ebrard, que no ha reducido la criminalidad de su jurisdicción? ¿Y a los programas de cultura de los gobiernos perredistas en el DF, que han hecho del Zócalo un escaparate del tipo Siempre en Domingo? Ni critica a todos los poderes políticos ni a todos los poderes económicos. Tampoco a todos los poderes religiosos. Su crítica se concentra en la Iglesia católica. Nunca se dirige a las Iglesias protestantes históricas ni a las de nuevo cuño, ni a los ministros de culto de otras religiones.

Los devotos de la monsimanía también le atribuyen a su tótem algo así como mucha lucidez (podrían llamarle clarividencia), como que hay que leerlo para entender qué pasa en el mundo y por qué. Lo que en principio llamé la miseria de sus argumentos o falta de ellos quiere decir que tiene una sola explicación para todo: “la derecha”, causante o culpable de todos los males, de los económicos y políticos a los culturales y morales. Si su mesías no es presidente legal es culpa de “la derecha” (no de los millones que no votaron por él); si hay pobres es culpa de “la derecha” (también de los que hay en China y Corea del Norte); si llueve demasiado es culpa de “la derecha”, y si no llueve cuando se necesita también es culpa de “la derecha”. Igualito que su mesías. Hay que ser conceptualmente miserable para explicar todo a partir de una sola dimensión analítica, la ideológica izquierda-derecha, especialmente cuando son categorías ambiguas y relativas que se suponen mutuamente excluyentes.

En fin, hay que dar también por visto el tema de la monsimanía y pasar a tratar de conocer o estudiar otras devociones más interesantes, la de la Santa Muerte, la del Niñopa de Xochimilco o cualquiera otra. ®

Publicado en Replicante no. 16, verano de 2008.
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Publicado en: Junio 2010, Letras libertinas

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  1. quacmayer

    Muy buen articulo, aunque recomiendo el que elaboro Luis Gonzales de Alba «Monsivais el gran Murmurador». Este señor sin duda era alguien muy culto pero su escritura valia muy poco,¿como es posible que sus cronicas sobre el 2 de octubre del 68 fueran tomadas en serio cuando el no estuvo ahi? y mientras Octavio Paz escribia sobre Sor Juana Inez de la Cruz, este, lo hacia sobre Gloria trevi. Me parece que ese ejemplo marca las diferencias y los niveles que alcanzo cada uno.

    ¿Que obra dejo que haya marcado la literatura mundial? cuando mencionas a Mario Vargas llosa salta de inmediato «conversacion en la catedral» Al hablar de Garcia Marquez se menciona de inmediato «cronica de una muerte anunciada» con Carlos fuentes tenemos que comentar a «Gringo viejo» Octavio Paz y «el laberinto de la soledad» son referencias obligatorias desde la preparatoria; pero con Monsivais no encuentro una obra de trascendencia o de lectura obligada para alimentar la cultura nacional (¿amor perdido? no lo creo) el era famoso todos le preguntaban de todo y siempre tenia un chiste preparado era muy ocurrente, pero no era la eminencia literaria que sus fans quieren construir a su alrededor.

    Es mi opinion tomenlo de esa manera antes de ir por ahi clamando por mi sangre ¿vale?

  2. José R. Hernández

    Con el debido respeto para un hombre recien muerto, tengo que decir que Monsi tampoco me aportó nada, nunca entendí sus objetivos al escribir, ni tampoco el por que se le daba tanta importancia a su opinión, recuerdo haber visto y leído editoriales suyas en temas tan diversos (¿su opinion sobre Cindy Crawford?, estoy seguro que lo escribi mal) que me daba la sensación de que quien le daba ese espacio no se habia tomado la molestia en verificar los antecedentes de Monsi, tiene razón Villareal en que este señor no pudó o no quizó ver más alla de su reducido mundo de la izquierda que se justificaba o sobrevivia criticando al PRI, para luego con los años dar todo la razon y apoyo al PRD; En general lo que más me decepciona de Monsivais fue su testarudez en comportarse como si viviera en el Mexico del 68, recuerdo que en esos tiemposera un acto de valentia criticar al gobierno, en cualquiera de sus niveles, y Monsivais integrante de esa generación, se quedo varado en ese tiempo; ¿y la incipiente democracia mexicana? ¿la posible desaparicion del arte con la llegada del internet? ¿la actuacion patetica y realmente ridicula del PRD en los subsecuentes hechos de la democracia? la verdad nunca vi al bueno e insustancial de Monsi quejarse del actuar de la patetica izquierda, resulta aun más sospecheso, por decir lo menos, su cercania con el gobierno de DF, al igual que Poniatowska, su cercania se percibia más como una si ellos fueran una especie de justificante ideologico y moral para un gobierno perredista que en su actuar es igual al priismo de donde salió. Una cosa que yo exijo (si exijo) a los intelectuales, profesionales o no, con becas o apoyos o sin ellos, es la independencia de criterio y opinion, sin independencia lo que sea que diga el intelectual son solo alabanzas al poder, podemos y debemos darle espacio al intelectual para equivocarse o cambiar de parecer pero lo que debemos exigir y señalar en nuestros pensantes es que hablen y CRITIQUEN con objetividad, etica y responsabilidad y la verdad la generacion a la que pertenecia Monsivais ha sido superada en su tarea, mayoritariamente por su propia culpa, por moverse solo por lugares conocidos, por jugar a lo seguro, en suma por tener miedo.

  3. No soy un lector ávido de Monsiváis, de hecho, el poco conocimiento que tengo sobre su trabajo no me alcanza para juzgarle, pero, creo que decir «Porque vivía en la Portales» es un argumento plano, prejuicioso, y gastado (El mismo del discurso populista lopezobradorista de «Sólo el pueblo puede salavr al pueblo»)

    Igualmente, cada quien piensa distinto, y cada quien idolatra a quien considere. Creo que el señor Héctor contribuye con su opinión basandose en argumentos objetivos, mientras que los reclamos, quejas y pseudo insultos responden a un temple muy pobre y romántico

  4. Si que se hizo la buena discusión, jeje, en lo personal concuerdo con que Monsiváis es un anacronista.
    Como sea existe en cada quien sus ideales, en lo personal no idolatro a alguien, es una forma de mostrarme menos individual. El arte se justifica por el mismo, de igual forma el trabajo…

  5. Roberto Marmolejo

    Héctor,

    Sigue escribiendo por favor, yo sí soy feliz con tus textos y Replicante me dice más que toda la obra de la Monsi y su insufrible amiga la princesa Poni. Y llámame «damita», como soy un maricón sin remedio, me encanta la idea.

  6. Héctor Villarreal

    ¿Para qué lo comentas? Tu Tutsi pop y tus masticadas no contibuyen a nada.

  7. Damián Méndez

    Héctor, de plano no te ayudas. Para qué escribes, si lo vas a llevar a cabo con argumentos todavía más anacrónicos que los del pobre Monsiváis. Te hubieras dedicado a chupar una Tutsi Pop, o a masticar chicles, la contribución hubiera sido la misma, nada.

  8. Estimada Rebeca: agradezco la lectura del texto de su servidor en MSemanal, así como sus comentarios al respecto y especialmente sus felicitaciones. Aquí entre nos, lo recorté bastante, daba como para el doble y tuve que dejar varias citas fuera y recortar las publicadas en razón del límite requerido.

    Aprovecho para presentar una síntesis que propuse para que fuera publicada como recuadros, pero finalmente no fue así:

    «Los méritos y cualidades no literarias que favorecieron la carrera de Monsiváis para llegar a ser el intelectual número uno, pueden puntualizarse en los siguientes:

    Factores de ingreso a la élite intelectual
    -Afición a la lectura muy temprana (en la infancia).
    -Socialización política temprana (en la adolescencia).
    -Clase media (sustento familiar para realizar estudios superiores).
    -Residencia en la Ciudad de México.
    -Estudiante de la universidad más importante (en dos carreras).
    -Red de amistades amplia y sólida (capital social).
    -Inteligencia y conocimientos superiores a los de sus pares (reconocidos por ellos).
    -Carisma (sentido del humor).
    -Publicaciones y empleos en las revistas y suplementos culturales más importantes.
    -Buena fortuna.

    Factores de ascenso en la élite intelectual
    -Originalidad (estilo propio).
    -Ascenso de su red de amistades a posiciones importantes.
    -Presencia constante en medios de comunicación (visibilidad y fama).
    -Capacidad de introducir nuevos valores y temas en la agenda pública (persuasión).
    -Oposición legal y legítima al gobierno.
    -Acumulación de premios (prestigio).
    -Escasa competencia.
    -Acuerdo entre los más influyentes sobre su liderazgo (representatividad).»

    Continúo: No. No espero la muerte de Fuentes para celebrarla. Lo respeto mucho y su obra la tengo en buena estima. Él no es recortero.

    En cuanto MSemanal y este espacio de expresión, pues son de naturaleza distinta, y por eso mismo en un medio trato de hacer un análisis sobre el autor y en el otro de narrar mi experiencia en leerlo.

    Le reitero mi agradecimiento y le saludo cordialmente.

  9. Es impresionante lo extendida que está la intolerancia al sarcasmo en este país. Te luciste Héctor. Por supuesto: el sarcasmo afirma más de lo que es, esa es su razón de ser. Monsiváis no fue una basura intelectual, pero sí un intlectual de medio pelo. De ahí el truco de tu provocación: a quienes consideramos que en este país hemos arado en el desierto en materia de crítica durante ya casi dos generaciones, nos parece justa tu crítica; a quienes se acercan con buena fe de aprendizaje a los intelectuales orgánicos, chistocillos y con momentos lúcidos, como Monsiváis, tu crítica les parece insultante. Lo único que hay que lamentar es que, como mal endémico de nuestra sociedad, a falta de argumentos, las personas sólo tengan a mano el exabrupto y la molestia (por ejemplo, la persona que descalificó a Replicante). Felicidades y, por cierto, a releer a Ortega y Gasset.

  10. Creo que hay formas más inteligentes de leer a una persona desde el completo desacuerdo -con argumentos, estilo, humildad y respeto-,y hacerlo patente sin caer en descalificaciones hechas a la rápida. De esa forma de estar en desacuerdo con la producción de un autor o con las políticas de un estado hay muchos ejemplos, así que creo sería hora que haga su tarea y busque dichos ejemplos si es que le interesa escribir desde un punto de vista «inteligente».

    Ahora bien, lo interesante de todo esto es ver qué ocurre cuando un «crítico» se sabe mediocre: se siente atacado. Entonces responde atacando, no defendiendo su postura desde la argumentación. Sin ir hasta el artículo que haya escrito en Milenio Semanal, el homónimo en este espacio es evidente. A vuelo de pájaro, no pareciera que el mismo H.V. haya escrito las dos respuestas a R.A. La primera es de una pedantería insufrible. La segunda, de una sumisión que pretende vendernos gato por liebre. Porque, perdone usted H.V., pero el público lector no ha de creerle aquello sobre el «damita» que se le escapó en su respuesta escrita en caliente: «no tenía idea ni conciencia de que fuera un insulto». Perdone nuevamente, pero no hay una manera más fútil de evadir responsabilidades frente a una expresión que claramente no es inofensiva.

    Creo que debería afinar sus ojos, señor H.V., porque tanto con el articulo como con su forma de responder a sus lectores está demostrando no tener un oficio de escritura. Al menos no en estas lindes.

  11. Emilio Gordillo

    Qué pobre tu texto. Se basa en tu fascinación por tí mismo y tu ego insufrible. Claro, también en tu gusto por Ortega y Gasset. A estas alturas imagino que pensarás que son dos personas.
    Pobre gil.

  12. El hecho de que no le aporte nada tu persona, no significa que no aporte nadie a los demás. A mi me ha servido mucho para mis investigaciones y salir más allá de lo clásico, positivista y tradicional.
    No sé que éscandalo provoca que tuviera apoyo, etc.
    Los literatos y las humanidades así son, sin apoyo del Estado, nunca se entra al circulo y se a conocer las obras.
    Antes de criticar literariamente a un autor, debes conocer sus aportaciones y de otras áreas del conocimiento, sino no te aportará nada.

  13. Rebeca Arellano

    Mi estimado:
    A no ser que se trate de un homónimo, hace días me topé con otro artículo suyo sobre Monsiváis, ahora en Milenio Semanal. Ahí sí que se puso usted a documentar y redactar más seriamente, tomándose la molestia de dotar de algo parecido al sustento a sus afirmaciones.
    Eso me deja pensando que por desgracia, parece que Replicante es su sito para colgar artículos socarrados, afectados del ansia siempre pretenciosa de ser el más incendiario, el pasado, el más progre, el más atrevido que dice lo que nadie diría.
    Tenía usted opiniones más fundamentadas, tenía usted mucho más con que contextualizar; pero tal vez a los lectores de Replicante nos ve como sujetos que ya de por sí vamos a compartir sus visos, por lo que no necesitamos que se tome la molestia de desarrollarlos; nos da sus personalizadas y más o menos pretenciosas conclusiones y nos ahorra gran parte de los hechos y datos por los que llegó a ellas.
    Insisto en pensar que los escritos de Monsiváis iban mucho más allá de la capital; parece usted decir que los capitalinos son mexicanos tan radicalmente particulares que a partir de la interacción con ellos, a partir de la observación y narración de sus experiencias de vida no puede comprenderse en cierta medida lo que muchos otros viven en otras zonas urbanas y suburbanas del país.
    Dicen que el fenómeno extremo es pedagógico, dicen que la exageración también es didáctica, igualmente el humor se evalúa sumamente benéfico para el aprendizaje. Monsiváis sabía de ello y tomó su decisión; reduccionista, tal vez, según se vea.
    Yo no creo que tenía más pretensiones que hacer visible lo obvio, lo obvio que en este país se ha instituido y normalizado a tal punto que parece que millones han dejado de verlo.
    Qué distinto sería México si las ‘obviedades y maniqueísmos’ de Monsiváis fueran un lugar tan común e innecesario como parece usted afirmar. Le cederé la razón cuando deje de escuchar, entre mis amigos cercanos, entre los radioescuchas de la estación en la que colaboro, entre los académicos con los que trabajo, entre las personas de comunidades rurales o de barrios suburbanos en los que filmo mis documentales; cuando deje de escuchar entre ellos afirmaciones de respaldo acrítico hacia los poderes que Monsiváis tan ‘maniquea e innecesariamente criticaba’, cuando deje de escuchar comentarios que hacen que los ‘limitados y pobres afanes vicarios de recortero’ de Monsiváis parezcan sesudas y reveladoras reflexiones; entonces le voy a ceder la razón.
    Por otra parte, no todos tienen que ser el políticamente inmoral e incoherente que Paz terminó siendo, ni un políticamente oportunista que Fuentes es. Complejos sí, deslumbrados, abrazados y más o menos comprometidos con el poder, también. Lo cual a usted parece no causarle el mismo escozor… quién sabe por qué.
    Paz se le adelantó por mucho… respecto de Fuentes, tal vez esperará usted a que muera; entonces se pondrá en estado de alerta y en cuanto logre establecer el sentimiento dominante que su fallecimiento genere, emprenda el consabido ensayo para irles en contra y ser el agudo, cáustico y visionario crítico que usted es.
    Concuerdo con Joel; usted también se está volviendo anacrónico. La formulita suya, compartida por algunos de sus colegas de Replicante, está pasada de moda.
    La base general de su artículo, de ir de rompedor, la ironía hueca con toque sexista de su primer respuesta a mi réplica, el recurso a frases de manual de Carreño para tratar de ironizar mi queja por su comentario sexista. Es muy fácil, es muy fácil y aburrido.
    Para mí la ironía realmente inteligente es la que logra combinar la escritura seria y documentada con el desenmascaramiento y exhibición de las hipocresías, incoherencias, ignorancia, limitaciones, falsedades, excesos, etc., del punto de vista que se está cuestionando. Yo no soy capaz de tal cosa, por eso no me propongo esos oficios.
    Por cierto… sería y documentada no quiere decir aburrida y formal. Ahí tenemos a Tom Sharpe haciendo añicos los vicios ancestrales de la cultura inglesa en Sudáfrica, revelando en sus textos insuperablemente irreverentes e irónicos el profundo y sólido conocimiento que de esos vicios tenía.
    Eso es sólo mi punto de vista, pero al fin de cuentas no escribo más que a nombre mío y sin pretenciones más que las de replicar el suyo.
    Muy interesante su artículo en Milenio Semanal; sigo en desacuerdo con algunas de sus afirmaciones, pero me parece un mejor artículo que el que nos ofreció aquí.
    ¿Que Monsiváis logró lo que logró porque tuvo recursos y se hizo amigo de quienes convenía o tocaba ser? ¿No es usted amigo de Rogelio Villarreal y tantos otros? ¿De no ser por sus contactos y redes estaría usted escribiendo donde escribe?.
    Si quería revelar lo obvio, al estilo que adjudica a Monsiváis, también lo logró. Todos estamos donde estamos gracias a las redes que logramos o fracasamos en tejer, a los recursos que somos capaces de movilizar; Paz igual, Fuentes igual, usted igual. Muchas veces nuestro mucho o poco talento nada tiene que ver en ello. Que podemos hacer lo que hacemos muchas veces es gracias a que un lugar de la estructura quedó vacío o no hubo un mejor postor; me parece que podemos decir lo mismo de Fuentes o quizá de usted, quizá también de Rogelio Villarreal; de mi no, fíjese, porque yo soy masa espesa y municipal, intelectualmente inocua.
    Le escribo de nuevo para felicitarlo: demostró usted que los círculos e industrias culturales funcionan como creemos que funcionan. Aportó evidencia relativa a lo que Bourdieu dijo hace décadas sobre la teoría de los campos.
    Gracias.

  14. Y mencionar hechos como el concierto de … ¡Rod Stewart o Polymarch! como ejemplo de lo que debio haber tratado aquel tio muerto, ¿No es otro monumento gigantesco al anacronismo?. ¿Pues que edad tiene Hector, caray?

    Y si, concuerdo con Rebeca, cualquiera en estos dias puede ser un intelectual de vanguardia criticando severamente al peje, que ya ni esta tan activo y ha quedado bastante relegado. ¿Anacronico Monsivais? si, la verdad apoyo esa aseveracion. ¿Que alguien diga en poco tiempo de Hector Villareal que es anacronico?, tambien apoyaria esta idea.

  15. Rebeca:
    Le ruego que me disculpe haberle dicho esa palabra. De verdad que no tenía idea ni conciencia de que fuera un insulto.
    Le agradezco de todo corazón cada uno de los minutos que dedicó a la lectura de mi pedante y errada opinión sobre la obra de don Carlos y su culto, así como los dedicados a los comentarios que me ha hecho favor.
    Merece todo mi respeto su capacidad argumentativa y su libertad e independencia de pensamiento. No puedo sino reconocer que la razón está de su parte. Pero. ¿no hay ni tantito en lo que me conceda un punto a favor? ¿Qué tal lo de que la crónica no puede ser un género vicario? ¿Ese es bueno, no? ¿O lo de la única dimensión analítica?
    Con un cordial saludo, hago propia la ocasión para manifestarle la seguridad de mi más alta consideración.

  16. Rebeca Arellano

    Me tomé media hora en darle argumentos por aquello de que había que replicar, de haber sabido que se valía la ironía líquida me habría ahorrado muchos minutos.
    No soy damita, por cierto, pero el detallito de ironía misógina es de agradecer y sigue siendo más pedante que otra cosa, varoncito.
    Yo no tengo gurús. Yo me leo todo lo que puedo, Replicante incluído, como ya he dicho.
    Pero con ese comentario el varoncito me da la razón; si estoy en contra de la crítica que plantea, es que en el fondo Monsiváis es mi gurú; no puede existir la ecuación de una persona inteligente, de referentes literarios amplios y heterogéneos, que reconozca algún valor a la obra de Monsiváis. Apreciar en cierta forma su obra y manifiestarse en contra de la crítica que usted planteó, son síntomas inequívocos de monsilatría patológica.
    Tengo otro desacuerdo. López Dóriga no incluiría sus opiniones en su programa, porque él tiene un público desafortunadamente tan amplio que sabe que le saldrá el tiro por la culata. Sin embargo, creo que en silencio le envidiaría, por decir algunas de las cosas que el u otros de su equipo querrían, pero no pueden.
    Enojarme no es lo mío, varoncito, me llame usted damita o descerebrada, así monte una foto de Mandela sobre el cuerpo de Sharon, no me hará enojar.
    Una porque la verdad creo en mi punto de vista, que sólo trata de decir por ahora que su punto de vista juzga y descalifica el de muchos, con argumentos que para mí, se muerden la cola.
    Otra, porque enojo es demasiado sentimiento para un artículo suyo o de quien sea.
    Me tomé la molestia de escribirle porque en verdad he visto reiterarse este tipo de argumentos en Replicante. Habría podido replicar a cualquier otro que se basara en el mismo esquema; si no compartes mi crítica formas parte de ese colectivo sin criterio que estoy caricaturizando y si me replicas, me das más aún la razón ¿a que si?
    Simplemente quería decir que a mí, como su lectora, me salta esa recurrencia, que a mi parecer, es deficiencia, limitación.
    En su paseo por la Portales, le vendría bien hacer una encuesta de todos esos fenómenos culturales que usted sabe que son más importantes y urgentes, y los tratados por Monsiváis. Presiento los resultados. Claro; la gente qué sabe, aunque usted se queja de que Monsiváis no reconoció el cariz democrático del PAN inicial. Para unas cosas la democracia va bien -cuando secundan el punto de vista propio-, en otras, es un síntoma de la falta de inteligencia de quienes consumen crónicas y ensayos sin valor.
    Muchas gracias, varoncito de la espada del augurio, capaz de mirar a través de la conciencia de las personas y de mis estados de ánimo.

  17. Damita: Me da mucho gusto haberle causado tantas carcajadas, que espero le ayuden a superar el duelo por la pérdida del intelectual de incoherencia intrascendente. La imagino nítidamente tan risueña -linda- como usted a mí fuera del interés de don Carlos. Porque no está enojada, ¿verdad?
    Le deseo que pronto encuentre a un nuevo gurú clarividente que aporte a su pensamiento mucho más que Replicante. Pero déle una oportunidad a Replicante, con un montón de textos en cada número. No juzgue el todo por las modestas opiniones de su humilde servidor, que es todo lo que dijo menos pedante.
    Por mi parte voy a dar un paseo por la Portales para conocer un poquito la realidad de 80 millones, que como soy mainstream no tarda López Dóriga en llamarme a opinar en su noticiero y quiero hacerlo no tan mal.
    Termino como empecé, con eso de que es más fácil hacer llorar que hacer reír, agradeciendo sus carcajadas.

  18. Rebeca Arellano

    Disculpa, pero me sacaste unas cuantas carcajadas.
    Primero, yo no me considero falta de inteligencia y Monsiváis me ha aportado más al pensamiento que todo lo que te he leido en Replicante y mira que te leo mucho. No todos vivimos en el pequeño mundo de los que van de progresistas cagándose en todo. Te garantizo que Monsiváis tan sólo por vivir en la Portales sabía mucho más que tú del mundo de los 80 millones de mexicanos a los que pretendía contactar, entre los que tú no te encontrabas mi buen y entre quienes todos esos fenómenos que enumeras son menos comunes que todos los que relataba él; no se cómo prácticas que siguen moldeando conciencias pueden ser anacrónicas.
    Monsiváis escribía para un público definido, lo tenía claro. Medir a un escritor por lo que te ha aportado a tí que no eras de su interés, por lo que sus textos pudieran aportar a tus «ambiciones de conocimiento» es de una pedantería insufrible. Si vamos a medir lo que tu escribes por tu aportación nula a personas inteligentes, que con todo y su inteligencia no van a tener todos los referentes para entenderlo, te vas a quedar muy por debajo.

    De entrada puede inferirse de tu texto que consideras poco inteligentes a quienes reconocíamos algún tipo de mérito al trabajo de Monsiváis.
    Una dicotomía más burda que la que le adjudicas a él; el tiene una escritura pobrísima, básica y anacrónica, sus miles y millones de lectores gustamos de textos pobres, básicos y anacrónicos. Si lo defendemos, es una evidencia de esto mismo y de nuestra secreta o pública devoción y fe.

    No sé cómo los holandeses no se dieron cuenta de la pequeñez de su obra al otorgarle el Príncipe Claus, Anagrama tuvo un ataque de mediocridad al premiarlo como ensayista, lo mismo tendremos que decir de las universidades en Chile, Perú, Venezuela y Estados Unidos, me salto las mexicanas porque estarán afectadas de monsilatría.

    Eo! ¿Cual es un criterio válido? Tu texto lo define muy bien, Primero, que te aporte a tí.
    Segundo, que hable de lo que tu consideras pertinente definido en términos de actualidad. Entiendo que todos esos fenómenos que enumeras son prácticas populares que en muchos sectores reemplazaron a las que Monsiváis dedicaba sus textos; pero resulta que la mayor parte de la población no los reemplazó, al igual que él. Por edad, por escaso acceso a conciertos, periódicos, tecnologías, por vivir en el campo, por lo que haya sido que no saben qué carajo significa Polymarsch o Love Parade, por lo que sea, no los reemplazaron como pareces afirmar. Ahí está Heriberto Yepez diciendo que seguimos viviendo con el Pedro Infante dentro y le cedo la razón. No creo que haya tantos que vivan con Rod Stewart o Manu Chao dentro, orientando su perfil cultural, sus aspiraciones, su sensibilidad. Lamentable puede ser, pero no es anacrónnico como fenómeno. ¡Ojalá!
    Tercero, si critica a uno que critique a todos por regla no importa su peso diferencial en el destino de lo público ni de la vida de las personas. La jerarquía católica tiene un poder aplastadoramente mayor en este país que ninguna otra, el PAN y el PRI han decidido sobre este país lo que el PRD no llegará a decidir nunca. Creo que Monsiváis tomó una decisión, respecto de un público, respecto de un objetivo. Que no te parezca o no me parezca vale, pero fue consecuente con él y con quienes le importaban como lectores, que no eran pocos ni descerebrados.

    Por lo de la crítica a los poderes. Me sumo a los que critican mordazmente al Peje, y a los que critican a Monsiváis por no criticarlo, pero me quedo del lado de la raya de los que entendemos que es más urgente y necesario criticar a los poderes sí deciden el rumbo del país y nos devuelven 23 mil muertos, entre otras cosas. Total, para leer críticas al Peje ya tenemos toda la batería gubernamental y toda la batería progresista. ¿Qué curioso que acaben coincidiendo no?. No doy ninguna concesión en ese punto, totalmente cuestionable que Monsiváis no criticara el caudillismo y autoritarismo de López Obrador; pero afortunadamente eso no tiene ninguna consecuencia, quien quería podía encontrarlas a puños. El que haya hecho ciertas críticas hacia Fox, Calderón, el PAN, el PRI, la Iglesia católica, si que tuvo y tenía consecuencias en la conciencia de muchas personas, según la propia opinión de esas personas. Espero explicarme bien, no voy de los que dijeron que había que solaparle sus defectos al comunismo porque el capitalismo era el mal menor. Eso fue en un tiempo en que realmente ese comunismo podía decicir el destino de millones y tenía medios para restringir la información sobre sus crímenes, por tanto la crítica era urgente y no hacerla o censurarla igualmente criminal. ¿Qué de urgente tuvo o tiene criticar a López Obrador? Ya fue. Muy pocos lo defienden ya y la incoherencia de Monsiváis en ese punto me parece intrascendente frente a las otras críticas que planteaba.
    Hay que ver el tiempo que dedican ciertos escritores de Replicante a sus musas legitimadoras; ¿qué sería de los críticos progresistas sin caudillos como López Obrador y el Sub, sin ídolatrados como Monsiváis, sin feministas siempre excesivas, sin punks trasnochados que les dan tanta ternura? ¿Qué sería de Replicante sin el guiño básico y gastado de encimarle la foto de Monsiváis a un afiche religioso, sin encimarle Fidel Castro a un muñequito de plástico?
    Tu hablas del continuo not joke, yo te hablo del continuo recurso al fácil choque de conceptos para ser irreverente. Es muy fácil, es monótonamente fácil.
    ¿Qué separa tus argumentos de los de un crítico de derecha? ¿Que escribes en Replicante y no en el Ocho Columnas? ¿Que damos por entendido que eres contracultural y no mainstream?
    No hay nada más mainstream en este país que criticar a López Obrador y Marcelo Ebrard.
    He seguido con interés y entusiasmo los textos de Replicante, pero al paso de cada número comienzo a bostezar; tanto hablar de López Obrador, tanto hablar de tipos con perfiles a lo Castro y el Sub, de movimientos como las feministas. ¿Esas son las ideas para el país en ruinas? Ya me lo explico entonces.
    ¿Eso es lo conceptualmente no-miserable? ¿No te salta a la vista una dicotomía explicativa aún más pobre, por abarcar tan ridículamente poco?
    Termino como empecé; riéndome.

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