¿Cómo una artista ve a distancia lo que se nos vino encima? ¿Cómo describe lo que tiene en mente? La síntesis de sus últimos días está trazada con apenas unas líneas, el abstraccionismo de su próxima ausencia prescinde de trazos figurativos.
La guerra es un juego infantil. Se entrena a los niños con una violencia de ficción para que el día en que la realidad los alcance no los devaste el dolor de conocer una de las más irracionales demostraciones de fuerza del poder. La obra de Estrella Carmona (Veracruz, 1962-Ciudad de México, 2011) se desarrolló dentro de este juego de morir, matar y volver a morir. Coleccionaba juguetes, soldados, robots, aviones que eran sus modelos. Como el estratega, el general que coloca sus soldados a escala sobre el mapa, ella los ubicaba en sus pinturas y con su pincelada feroz se convertían en figuras épicas de un conflicto fantástico.
El pintor prolonga su realidad en el lienzo, es un campo de batalla, cada trazo se plantea como un plan maestro contra el enemigo, hay que conquistar ese espacio en blanco. Los colores de la obra de Estrella Carmona tienen una inusitada relación, desde verdes y azules fosforescentes, rojos violentos en contraste con negros y grises. La pincelada violenta, ancha, de trazo con espátula y la decisiva presencia de cada gesto evolucionan en sus pinturas con movimiento; no es una pintura estática, no deja de moverse, de evolucionar dentro de su espacio. La guerra de Estrella fue un juego de niños violentos, indomables, paisajes en ruinas, edificios de arquitectura art decó de posguerra se elevan humeantes entre sus escombros. Nostalgia de la sangrienta Segunda Guerra y de todas las guerras que están por venir. Lienzos rudimentarios, apenas claveteados, soportan imágenes poderosas.
¿Qué empujó a Estrella Carmona a pintar como hombre? ¿Por qué eligió como su guía estético a José Clemente Orozco y su nihilismo? La pintura femenina, como toda actividad intelectual y artística que se ampara bajo el adjetivo “femenino”, lo tiene fácil en el sentido de que sus temas acotados y políticamente correctos les dan un pase automático a museos y galerías sin pretender crear obras de calidad. Es muy fácil hoy mismo colgar la ropa interior, hacer un homenaje a la menstruación y llamarlo arte. Esto es aceptado porque la curaduría tiene estudios de género y lo impone como arte porque tiene mensaje de ONG.
Estrella, con su talento, podría haber pintado lo que quisiera, tenía esa libertad que otorga el trabajo sobre las virtudes innatas y decidió crear obras que pudiéramos disfrutar, cuestionar y recordar por sus valores estéticos, no por sus imposiciones dogmáticas. Dejó a un lado la etiqueta de mujer-artista-pintora y creó un cuerpo de obra impresionante y libre, desligado de la avalancha de obras de mujeres artistas con “compromiso de género”. La cúpula del Hospicio Cabañas, El Hombre en Llamas, las máquinas mortíferas de Orozco el Grande, las últimas pinturas que fueron su testamento pictórico, las piroxilinas, están en cada pintura de Carmona revolucionadas con intenciones de renacer dentro de su universo de juego, con la violencia que se gestó en su ser. Los procesos industriales, las estructurar metálicas, fundiciones que vierten metales, un cohete que se eleva entre sus llamas, la potencia, el imponente poderío de la realidad, Carmona lo extrapola a la ciencia ficción. Tiene una visión de un futuro fatalista, es un juguete cruel que va a aniquilar al planeta.
Hay pinturas que son cómics en gran escala, proyectos de murales que se desbordan del lienzo, robots que salen disparados para atacar a un enemigo invisible, que descienden de sus naves en actitud depredadora. Si la realidad no es suficiente para el arte, a Estrella la ficción tampoco le dio lo que necesitaba. Sus pinturas con su visión de gran formato hacen que sus referencias, sus modelos a escala se conviertan en una apocalíptica premonición del futuro. La paz no tiene espacio en estas pinturas, la ficción es la creencia de que hay armonía en este planeta. Cada pintura con sus pinceladas insistentes, brochazos que se enciman y dejan que los soldados, aviones y armas invadan el lienzo, nos proyecta la emoción, la imperiosa necesidad de Carmona por pintar, por decirnos en qué sitio estamos parados. La guerra es una industria y un negocio siempre fructífero, genera riqueza en la medida que destruye. Estrella presintió la guerra que hoy estamos viviendo y que ha colmado de riqueza a unos cuantos privilegiados por el caos y el abuso del poder. Ella la proyectó como un juego y acertó, esta guerra es un juego irresponsable, bárbaro y sin escrúpulos. ¿Cómo una artista ve a distancia lo que se nos vino encima? ¿Cómo describe lo que tiene en mente? La síntesis de sus últimos días está trazada con apenas unas líneas, el abstraccionismo de su próxima ausencia prescinde de trazos figurativos. Las obras finales de Estrella reflejan el dolor de su propia guerra, con su cuerpo, con su enfermedad y el horror que ya se había apoderado de México. El juego irresponsable del poder, el juego involuntario de la vida. ®
La obra de Estrella Carmona, curada por Tarsicio Padilla,
se puede ver en la Galería EJE, en Eje Central Lázaro Cárdenas 425,
Ciudad de México. T. 5440 0880. E-mail: [email protected]
www.e-j-e-.com.mx