Nautilus & The Translucent

Obra de Leyre Federika Montes

La génesis del proyecto Nautilus & The Translucent tiene algo de mito fundacional y de las leyendas que corren a través de las dos orillas del estrecho de Gibraltar, que separan las costas de España de las del norte de África. Las que separan actualmente el mundo cristiano del musulmán.

La artista y la instalación Nautilus.

La artista y la instalación Nautilus.

El arte contemporáneo arroja tantos tipos de obra como productos hay en un supermercado. Las manifestaciones artísticas son versátiles y abarcan un amplio rango de disciplinas, materiales y variedad de recursos técnicos. De igual modo, el arte contemporáneo se convierte en un portador de tantas ideologías y mensajes personales como artistas hay en el planeta. Las consignas son casi infinitas, aunque luego muchas propuestas sean en exceso similares, planas, átonas.

Sin embargo, hay un tipo de trabajo que se hace distintivo en medio de ese alud de objetos ingeniosos con más o menos significado, y es aquel que se produce como una manera de autoconocimiento y exploración interior. O más bien, es en el proceso de búsqueda cuando se produce arte de manera paralela, como residuo de la actividad mental, quizás como un acto de sanación, de psicomagia.

Hypo, grabado. Leyre Montes.

Hypo, grabado. Leyre Montes.

Así es el trabajo de Leyre Montes, artista española multidisciplinar (pintura, cerámica, gráfica, performance, video) que usa la práctica artística para encontrar respuestas, o paralelismos, en los pliegos de su vida anímica y emocional, para comprenderse mejor a sí misma, y de paso, desentrañar esos complejos mecanismos que rigen la vida íntima de todo ser humano.

Finalmente, el arte es una de las pocas herramientas existentes para domesticar la locura.

La génesis del proyecto Nautilus & The Translucent tiene algo de mito fundacional y de las leyendas que corren a través de las dos orillas del estrecho de Gibraltar, que separan las costas de España de las del norte de África. Las que separan actualmente el mundo cristiano del musulmán.

No siempre fue así. En las costas de Cádiz se encuentra Vejer de la Frontera, localidad que estuvo bajo dominio musulmán durante cinco siglos. Un territorio que sufrió constantes pugnas, conquistas y reconquistas entre las dos civilizaciones. Pero también, entre la guerra, pongámonos cursis, florece el amor.

Cuenta una leyenda que Sidi Ali Ben Rachid, emir marroquí, se enamoró y se casó con una lugareña de Vejer llamada Zhora. Después, los musulmanes tuvieron que cruzar de nuevo el estrecho al ser expulsados de la península ibérica y el emir mandó construir una ciudad, que ahora es Chauen, en Marruecos, a semejanza de Vejer para que Zhora no sintiera nostalgia.

Los musulmanes dejaron atrás las cuevas en el monte alrededor de las cuales construyeron sus viviendas. Cuevas que horadó el mar cuando cubría el parte del cerro sobre el que se asienta Vejer de la Frontera muchos millones de años atrás.

Nautilus, instalación.

Nautilus, instalación.

En esas playas míticas empieza otra historia. Leyre Montes escribió un cuento sobre un pulpo que se metía en una cueva arrastrado por el mar y con sus tentáculos lograba abrir la cerradura de un portón. Cerraduras que en Vejer tienen forma de mujer. Ahí empieza a jugar con la figura femenina y un animal marino proveniente de ese gran útero de vida que es el mar.

Luego, paseando con su sobrino de cuatro años por las playas de Cádiz, Leyre se encontró un caballito de mar en perfecto estado de conservación, perfectamente disecado.

Ese caballito de mar, un hipocampo (por la similitud en la forma de la espiral del caparazón una parte de nuestro cerebro también se llama así), se convirtió en una obsesión para la artista.

Hay obras que para materializarse deben encontrar el material idóneo para ser. En un principio Leyre pensó, que por lo delicado, el material adecuado sería la porcelana blanca, entre las cerámicas, una de las técnicas más difíciles.

La idea de darle vida a esos seres se madura en el performance La que pinta y la pintada, pieza encargada por el escultor Javier Ayarza, en el que Leyre pinta un cuadro sobre una mujer acuática, sus hipocampos y todo rodeado de algas como si Leyre estuviera dentro del mar. De hecho, ahí empieza la andadura como personaje del caballito de mar.

«Para mí, ver ese ser inanimado pero perfecto, y hay que recordar que la espiral de su caparazón reproduce la proporción áurea, o divina, pero sin alma al fin y al cabo, fue como una búsqueda personal porque en ese momento yo sentía que mi alma se había secado.»

Obsesionada con esa figura, también realizó dibujos, pinturas y grabados, hasta que se encontró una caja de envoltorios viejos de magdalenas en los jardines de un palacio en Granada, de papel de cera, papel cristal, y ahí vio la piel traslúcida para el caballito de mar disecado. Luego, topó con el material definitivo que daría forma a esos curiosos animales marinos: el alambre con el que confeccionar los esqueletos que recubriría con el papel de cera.

Así nacen estas criaturas traslúcidas que hallan su soporte físico después de materializarse en diversos formatos. Dice la artista: “Para mí, ver ese ser inanimado pero perfecto, y hay que recordar que la espiral de su caparazón reproduce la proporción áurea, o divina, pero sin alma al fin y al cabo, fue como una búsqueda personal porque en ese momento yo sentía que mi alma se había secado. Así que dotarlos de vida, por así decirlo, era dotarlos de alma, de identidad. Durante un tiempo construí obsesivamente caballitos con alambre hasta dejarme la piel de las yemas de los dedos. Cuerpos y cuerpos que al iluminarlos fue como dotarlos de alma. Y así, al hacer objetos de luz, o cuerpos de luz, fue como un proceso para encender un poco mi alma. Ese trabajo ‘de dar a luz’ me ató a la tierra”.

Luego, también sucede que hay cierto tipo de obra que espera para realizarse plenamente que el artista encuentre el lugar adecuado donde habitará. Esos seres marinos de formas abismales, desiguales, necesitaban regresar a un lugar donde estuvo el mar. Una cueva donde morar.

En Los Quatro Gatos, centro cultural neurálgico y de encuentro de gente de toda Europa en la Corredera Alta de Vejer, Leyre Montes encuentra el lugar idóneo para que habiten esos seres, y que vean la luz, porque el lugar está precisamente construido alrededor de una cueva.

Y así, como en un cuento, los animales mitológicos marinos que crea Leyre encuentran su manera de dar el paso a una existencia lumínica y animada.

El video de Nautilus & The Translucent está dirigido por Eusebio Poncela y Facundo Fuentes (Ponfak Films), quienes con esa historia quisieron recrear parte del mito de las costas gaditanas y todo el proceso de creación de Leyre Montes como una pieza en sí, a caballo entre el registro y la pieza de videoarte. La musicalización corre por parte de Clara Montes, hermana de la artista, y Magín Diamante.

Los seres de Nautilus & The Translucent han recorrido varios lugares desde su primera materialización en la cueva de Los Quatro Gatos. La pieza se ha montado en Conil, en Ibiza y recientemente en la UNDERWATER EXHIBITION en la ROLL-Up Gallery, en San Francisco.

Actualmente Leyre Montes se encuentra en Guadalajara preparando la exposición de Nautilus & The Translucent en la Galería Ajolote y trabajando nuevas series de gráfica en los talleres de Ediciones Axolotl. ®

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Publicado en: Arte, Julio 2013

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