Tres panistas de Jalisco nacidos en la década de los setenta hablan de los gobiernos panistas en el estado, de ética y corrupción, de religión, del aborto y de las alianzas con el PRD. Los tres hablan de los principios fundamentales del partido y de la necesidad de una nueva manera de hacer política ligada a la cultura.
De los principios fundacionales al pragmatismo
El Partido Acción Nacional, fundado en 1939, no vive en el 2011 sus mejores momentos y es muy posible que pierda las elecciones presidenciales de 2012 a manos de su adversario histórico, el Partido Revolucionario Institucional —a menos que una alianza más, esta vez de mucho mayor envergadura, entre el partido de centro-derecha y el PRD, sea capaz de impedirlo.
A mediados de los años treinta el Partido Nacional Revolucionario (PNR, antecesor del actual PRI) había logrado organizar bajo su conducción a sectores obreros y campesinos, a lo que se oponían profesionistas e intelectuales como Manuel Gómez Morín —uno de los llamados “Siete sabios de México”—; así, el PAN trataría de rescatar los valores de la Revolución expropiados y manipulados por el PNR, depositario único de todo lo que llevara el adjetivo “revolucionario”. El chihuahuense Gómez Morín (Batopilas, 1897-Ciudad de México, 1972), intelectual de la Generación de 1915 y defensor, cuando estudiante de Derecho, de la autonomía y la libertad de cátedra en la UNAM —de la que sería rector en 1933—, emprendió con el jalisciense Efraín González Luna (Autlán, 1898-Guadalajara, 1964) y otros personajes de la vida pública la creación de un instituto político que luchara por sus convicciones y en contra del caudillismo, encarnado en ese momento en Lázaro Cárdenas.El PAN ha atravesado por episodios paradójicos y ha contado entre sus filas con los personajes más dispares, aunque pocos a la altura de sus idealistas fundadores. Bajo la presidencia de Calderón, pupilo del que se considera el último político intelectual panista, Carlos Castillo Peraza (1947-2000), el país atraviesa por una grave crisis y la guerra emprendida contra los cárteles de narcotraficantes divide tajantemente a la opinión pública, aunque una aparente mayoría reprueba la ausencia de estrategia e inteligencia y las sangrientas consecuencias. Castillo Peraza ya había manifestado su decepción del PAN que en el 2000, con Vicente Fox, por fin arribaba al poder, un partido infestado de empresarios poco cultivados, decía, provenientes de la ultraderecha; el espíritu del cristianismo y del humanismo, pensaba el político yucateco, eran traicionados por hombres entregados a los intereses más groseros del capitalismo global (véase Carlos Castillo Peraza, El porvenir posible, introducción de Alonso Lujambio y Germán Martínez Cázares, México: FCE, 2006). Además, por si fuera poco, el PAN enfrenta una sorda y agresiva lucha interna por el poder.
El PAN ha atravesado por episodios paradójicos y ha contado entre sus filas con los personajes más dispares, aunque pocos a la altura de sus idealistas fundadores.
En el estado de Jalisco el PAN también pasa por una situación complicada y padece el castigo o el desprecio de una parte importante de la ciudadanía, que le retiró su apoyo en las elecciones de 2009 en la zona metropolitana de Guadalajara para dárselo casi totalmente al PRI. Los medios locales y nacionales han registrado la secuela de traspiés del gobernador Emilio González Márquez, desde la inaugural mentada de madre a quienes no están de acuerdo con él, su cercanía con el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, las donaciones de dinero a la Iglesia católica y a Televisa y otros medios, hasta decisiones improvisadas o autoritarias que se han topado con la resistencia de diferentes sectores de la población en el estado y en Guadalajara, además de declaraciones como ésa de que los homosexuales le dan “asquito”. El gobernador anterior, Francisco Ramírez Acuña, reprimió duramente a manifestantes contra la Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea 2004 pero también a gente inocente que se encontraba en las inmediaciones. En 2002 ocurrió el llamado “tlajomulcazo”, en el que un centenar de policías irrumpieron en una fiesta electrónica, tiraron al suelo a 1,500 jóvenes y arrestaron a 25 de ellos. Ramírez Acuña declaró que no permitiría más “francachelas”.
Entre los principales funcionarios de los gobiernos panistas en Jalisco ha habido muchos y sonados casos de tontería, incompetencia, corrupción y negligencia, como el del secretario de Salud Alfonso Gutiérrez Carranza, que llegó a negar los primeros brotes de influenza en el estado, o el ex alcalde de Guadalajara César Coll Carabias, que dispuso en 1995 que las mujeres no vistieran minifalda en las oficinas públicas. Muy pocos parecen acordarse ahora de la ética y los principios humanistas de Gómez Morín.
¿Hay otra forma de hacer política en el PAN?
En El miedo a gobernar. La verdadera historia del PAN (México: Océano, 2009) el ex militante panista Carlos Arriola Woog reconoce las aportaciones del PAN a la formación del sistema político mexicano, como “su insistencia en el voto, la limpieza electoral, en la credencial de elector con fotografía”, pero señala los “aspectos negativos: su insistencia en la lucha contra los libros de texto, su oposición al laicismo” (en entrevista con Ariel Ruiz Mondragón, “Acción Nacional, un partido antipolítico”, Replicante, enero de 2011). Arriola ve en el PAN dos principales corrientes: una católica o socialcristiana que va de González Luna a Calderón, y otra la de los foxistas, empresarios “vulgares” en términos políticos e ignorantes “que no leen ni el periódico”. Pese a ello, Arriola Woog dice que “Nuestra democracia es joven, una primera experiencia de la alternancia, no desesperemos. Tenemos que confiar y creer en ella, y tratar de mejorarla por la educación, la cultura y la participación”.
Dos jóvenes militantes panistas y un simpatizante han colaborado en las últimas dos administraciones panistas de Guadalajara y de Jalisco. A Eugenio Arriaga Cordero (1972), Santiago Baeza Sánchez (1973) y Francisco Javier Lozano del Real (1974) los une su trabajo por la cultura aunque hay matices importantes en sus apreciaciones sobre el partido y otros tópicos relacionados, como la vialidad, el catolicismo, el aborto y el posible futuro del partido —temas sobre los que fueron interrogados para este trabajo.
Eugenio Arriaga estudia en Portland un doctorado en Estudios urbanos en la Portland State University. Su último cargo público fue el de director general de Cultura en el Ayuntamiento de Guadalajara. Fue responsable de la ciclovía y se opone a la “vía exprés”. Santiago Baeza es arquitecto y escultor. Fue director de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara y director general de Actividades Culturales de la Secretaría de Cultura del Estado. Lozano del Real, mejor conocido como Frank Lozano, hizo estudios de Filosofía en el Instituto Libre de Filosofía y Ciencias Sociales. Entre otros cargos, fue director general de Actividades Culturales en la Secretaría de Cultura Jalisco. Es columnista del diario Público Milenio.
“La geometría no sirve para definir la ideología política”
Eugenio Arriaga es militante del PAN desde 1995; éstas son sus respuestas:
La alternancia política en Jalisco ha sido positiva, pues se han dado cambios importantes que quizá resultan difíciles de apreciar al paso del tiempo, ya sea porque las personas tienden a olvidar o porque a los más jóvenes no vivieron la experiencia de ser gobernados por un partido distinto al PAN. En general los gobiernos del PAN han sido buenos, con sus retos y problemas. Estos gobiernos pasaron por un proceso de aprendizaje institucional en el transcurso de las diferentes administraciones, y en un proceso de sedimentación permanecieron funcionarios públicos competentes y programas gubernamentales exitosos, pero también se dio un proceso menos afortunado: hay diputados y regidores panistas que no han estado a la altura de la tradición parlamentaria de este partido.El PAN, que se distinguió por la formación de cuadros parlamentarios de muy alta calidad, ha llevado recientemente tanto al Congreso local como a los ayuntamientos metropolitanos elementos con escasa preparación, poco interés por ejercer su responsabilidad y, en el peor de los casos, regidores y diputados que utilizaron esos espacios de representación ciudadana para perseguir objetivos personales, apartándose de las responsabilidades para las que en teoría fueron electos. Ésta es la causa de la pérdida de confianza en el PAN por parte de la ciudadanía. Por ello debe elevarse la calidad de los candidatos que el PAN propone para las elecciones.
Lo que acabo de mencionar sucede en todos los partidos y, de hecho, con mayor magnitud que en el PAN —lo cual no es consuelo ni excusa, porque mientras en otros partidos la corrupción es una práctica considerada normal, la ideología del PAN se manifiesta en contra de ella. Así, la falta de buenos gobiernos se convierte en un problema para el desarrollo del país, porque en todas las experiencias exitosas de países que han alcanzado un grado de desarrollo elevado la calidad de sus gobiernos fue un denominador común. Mauricio Merino describe este fenómeno de irresponsabilidad política como una “democracia por tandas”, en la que los partidos se van turnando el ejercicio del poder sin necesidad de mostrar mayor diferencia en la calidad de sus gobiernos, excluyendo de la contienda electoral la necesidad de ofrecer mejores propuestas.
En otro aspecto, creo que el PAN se beneficiaría en mucho al eliminar la dicotomía entre la presencia de grupos empresariales y de grupos conservadores religiosos. Necesitamos más contenido social en nuestros programas políticos y más técnica en el ejercicio de nuestros gobiernos.
El del aborto es un tema sumamente complejo. Soy un mal católico y la verdad conozco poco al cardenal —simpatizo con los sacerdotes jesuitas—, pero estoy en contra del aborto. Decía Carlos Castillo Peraza que el aborto es por definición el ejercicio de la violencia del fuerte contra el débil. En esta discusión se intersectan valores y conceptos que tienden a enfrentar distintas posiciones y que obligan a una deliberación amplia y profunda en la que se debe escuchar muchas voces, particularmente la de las mujeres, y ponderar elementos de carácter cultural, social, de salud pública, económicos. En el caso del aborto —y en otros temas delicados— hay que abordar su discusión desde una perspectiva de política pública y no de creencias religiosas, reconociendo, de entrada, que nadie tiene la razón absoluta.
En otro aspecto, creo que el PAN se beneficiaría en mucho al eliminar la dicotomía entre la presencia de grupos empresariales y de grupos conservadores religiosos. Necesitamos más contenido social en nuestros programas políticos y más técnica en el ejercicio de nuestros gobiernos.
En el ámbito político, mi generación ha resultado ser hasta ahora poco innovadora, más bien conservadora; se acopló cómodamente a una forma de hacer política que ha demostrado ser incapaz de generar el desarrollo que el país necesita. Me gusta mucho más el papel que mi generación desempeña en otros ámbitos, como el cultural o el de las organizaciones civiles. Ahí observo una visión más inteligente y una búsqueda honesta por alcanzar un desarrollo sustentable.
La geometría ya no sirve para definir la ideología política, pero si tengo que usarla diría que me considero de centro: respeto irrestricto a las libertades ciudadanas pero con una participación fuerte del Estado que asegure para todos, sobre todo para los más pobres, el acceso a servicios de calidad en materia de salud y educación. Un Estado fuerte que sea capaz de regular el mercado, facilitador del crecimiento económico y el desarrollo sustentable. Un Estado fuerte capaz de asegurar un Estado de derecho y un sistema confiable, eficaz y eficiente de procuración de justicia.
La situación del país es delicada, pero desgraciadamente la atención está centrada en el tema del narcotráfico, oscureciendo otros temas relevantes para el desarrollo del país. No tengo la menor duda de que el presidente Felipe Calderón está haciendo lo correcto. No tenía otra opción. Habría sido fácil pactar y negociar con el crimen organizado y esperar hasta que el país fuera ingobernable. No perdamos de vista, como lo dijo Héctor Aguilar Camín, que los asesinos son los criminales. Contra los delincuentes debemos luchar, unidos, sociedad y gobierno, para defender nuestras ciudades y el derecho que tenemos a disfrutar de nuestras vidas en paz.
Al margen de los muchos y muy profundos problemas que tenemos, hay lugar para el optimismo. En muchos rubros México está mejor que nunca antes en su historia. Y eso no solamente no estorba, sino que puede ser un piso a partir del cual construir un mejor futuro. ¿Cómo? Una premisa central es la de hacer buen gobierno. Es urgente asegurar un diseño institucional encaminado a cumplir con ese objetivo. Transparencia, rendición de cuentas, fortalecimiento del servicio civil de carrera o, cuando menos (sobre todo en el nivel de los gobiernos locales), definir criterios para la selección de las personas que ocuparán cargos públicos relevantes. Debemos de sacar a los partidos políticos del reparto de cargos públicos a militantes sin experiencia, interés o formación en las áreas de responsabilidad. Debemos de luchar contra la corrupción en todas sus formas y en los tres niveles de gobierno. Se debe de poner un hasta aquí a los sindicatos, muy especialmente al SNTE. Urge poner en orden el sistema judicial. No es posible que no haya un Estado de derecho fuerte en México, uno de los pilares de cualquier régimen democrático. Hay que desmantelar los monopolios que limitan nuestro crecimiento económico. Y, sobre todo, debemos resolver el principal problema en México: la desigualdad social. Y hay que hacerlo de la mano de los ciudadanos. Más participación ciudadana y menos burocracia.
“Mis acciones como funcionario público han sido situadas en la izquierda”
Santiago Baeza es militante del PAN desde 1988, cuando apenas tenía catorce años. Los que siguen son sus puntos de vista:
En 1988 tuvo lugar un encuentro nacional de las juventudes panistas en Guadalajara, al que fui invitado por ser hijo de militantes. Allí escuché a Carlos Castillo Peraza, a Jesús González Schmal, y conocí a muchos jóvenes de diferentes partes del país luchando de manera organizada y pacífica por la democratización del régimen autoritario priista. Esa experiencia me entusiasmó tanto que decidí enrolarme.
En la Dirección de Cultura cambiamos el modelo de procuración cultural en el estado. El modelo que pusimos en marcha en Guadalajara superó ya dos cambios de administración municipal, incluido un cambio de partidos. Hoy el ayuntamiento priista opera bajo ese mismo modelo. A partir de un intenso ejercicio de planeación pudimos establecer una política que nos permitió abarcar más espacios y llegar a mucho más gente.
Ahora, en la Secretaría de Educación estamos haciendo lo que yo llamo “actualizar el vasconcelismo”, para lo cual creamos el Programa Institucional de Educación para la Cultura (PIEC), con el que estamos sentando las bases de una política institucional que garantice el acceso de alumnos y profesores a nuestro patrimonio cultural.
¿Que el PAN tiene mala imagen? Existe una increíble laguna mental de corto plazo en nuestra historia local. Cuando el PRI mantenía el control de todo el aparato gubernamental del estado y del país la delincuencia organizada operaba desde las mismas estructuras oficiales, desde la policía hasta la Federación de Estudiantes de Guadalajara, y operaban a la vista de todos. La prensa estaba completamente controlada y la corrupción era la moneda de cambio para cualquier trámite ante el gobierno.
Yo viví la violencia de Estado en carne propia. Mientras Guillermo Cosío Vidaurri rendía su último informe de gobierno en el teatro Degollado, en 1992, justo a una cuadra, en plena plaza de armas, una jauría de perros de ataque de la CROM nos metía una golpiza a mí y a un compañero por repartir propaganda política. Todavía tengo las cicatrices de los puntapiés.
Esas cosas ya no suceden. Hoy vivimos tiempos muy diferentes. Está claro que todavía tenemos mucho por avanzar, pero en este momento tenemos un régimen político más democrático, con un gobernador panista, un congreso del estado dominado por priistas y hasta un alcalde perredista en la zona metropolitana. Hay un mayor equilibrio político.
Hoy la prensa es crítica y asume un papel independiente frente al gobierno. Gracias a eso podemos saber cuando un funcionario actúa de manera corrupta y hay también más instrumentos para castigar. Hoy cualquiera puede manifestar abiertamente sus ideas sin el riesgo de ser agredido por la policía o el gobierno.
Por supuesto, en los gobiernos panistas se han cometido errores y sería inútil negarlos, pero el cambio que ha tenido el estado a lo largo de estos 16 o 17 años es enorme.
Ha habido un desgaste natural derivado de muchos años (casi tres sexenios) en el poder. Con el crecimiento exponencial de la militancia, sobre todo ya en el poder, no se previó que aparecerían algunos síntomas de corporativismo, lo cual ha influido en la selección poco adecuada de candidatos y ha afectado la imagen del partido. Yo no creo que ahora los ciudadanos vayan a quitarle todo el poder al PAN para entregárselo otra vez todo al PRI. Estamos viviendo un momento muy interesante de la democracia local, en el que los electores nos están mandando el mensaje de que todo dependerá de los candidatos que postulemos. Ese mensaje es para todos los partidos. Todo dependerá de que los militantes asumamos la responsabilidad de generar propuestas y perfiles lo suficientemente interesantes como para hacer que el elector quiera levantarse de su sillón para ir a votar. Que presentemos candidatos con suficiencia moral e intelectual, y también con la energía que se requiere para realizar campañas exitosas y gobiernos dignos.
De 1939 a la fecha han cambiado muchas cosas. Ni México es igual, ni los mexicanos ni nuestra realidad. Tampoco el PAN. Y tampoco los otros partidos. A lo largo de su propia historia Acción Nacional ha vivido sus propios procesos. El PAN de Gómez Morín no es necesariamente el PAN de Christlieb Ibarrola o el de Castillo Peraza. Todos ellos coincidieron en su filosofía, pero a cada uno de ellos le tocó vivir una distinta etapa, con sus conquistas, sus aportaciones y también con sus conflictos y sus purgas.
Por supuesto, en los gobiernos panistas se han cometido errores y sería inútil negarlos, pero el cambio que ha tenido el estado a lo largo de estos 16 o 17 años es enorme.
¿Has oído hablar de la “brega de eternidades”? A eso se refería don Manuel. El camino nunca se acaba. Y la brega que nos corresponde a los panistas recorrer en este momento viene cuesta arriba. Fuimos el factor de cambio de régimen en el país y en el estado. La lucha cívica que hicimos desde la oposición nos dio la responsabilidad histórica del poder. Se nos dio el don de transformar y lo usamos. Muchas veces para bien, unas cuantas para mal. Pero a cambio pagamos un precio.
El reto del PAN es grande y seductor. Ahora nos toca aplicar hacia adentro todo aquello que nuestros antecesores exigían hacia afuera. Antes queríamos formar ciudadanía en la calle, ahora nos corresponde formarla en nuestro propio padrón. Antes exigíamos cuentas claras a nuestros adversarios, ahora nos toca también exigir las mismas cuentas a nuestros compañeros de partido.
Creo firmemente en el laicismo y no veo justificable ningún argumento que defienda la entrega de recursos públicos a la Iglesia, me considero una persona espiritual, pero no tengo religión. En el caso del dinero entregado a Televisa mi opinión cambia un poco. Entiendo muy bien lo polémico del tema, pero también hay que entender que el recurso que se entregó a esa empresa tuvo un impacto directo en el estado. Ese dinero no se fue a otro lado, sino que se utilizó en proyectos que sirvieron para promover y para generar empleos en Jalisco.
El aborto… Cuando estudiaba en la universidad fui coautor de un embarazo no planeado. Por mis circunstancias podría haber sido un candidato ideal para cometer un aborto, ya que en ese momento no estaba preparado para ser padre, pero tomé la decisión de hacerme responsable de la situación y formar una familia. No fue fácil para mí, porque además de continuar con mi carrera tuve que hacerme cargo de mi nueva familia. Ahora soy padre de dos niñas maravillosas. Esa fue la decisión que tomé, según la circunstancia que me tocó vivir. Me siento contento y orgulloso de haber optado por la vida, aunque creo que cada circunstancia y cada decisión debe ser tomada en libertad y que cada quien debe decidir según sus circunstancias. Definitivamente creo en la libertad individual y en la obligación del Estado de defender las decisiones de los ciudadanos, según su propia realidad.
Sobre el 2012, la moneda está en el aire y no veo que haya algún partido que pueda echar las campanas al vuelo. En 2006 se decía que López Obrador ya tenía la presidencia en la bolsa y la realidad terminó siendo otra muy diferente. Acción Nacional tiene hoy precandidatos que están plenamente en la contienda. Todo va a depender de los candidatos de cada partido, y no hablo solamente de los candidatos presidenciables, sino también de los que se postulen en cada uno de los distritos tanto federales como locales en las contiendas del 2012. Creo que, efectivamente, hay muchos ciudadanos que estaremos en condiciones de influir en el resultado electoral del próximo año.
Creo que las ideologías bien aplicadas enriquecen, pero mal entendidas confrontan y dividen. Defiendo el humanismo panista como ideología política. Me parece fundamental situar al ser humano en el centro de la discusión ideológica, a diferencia de las derechas y las izquierdas, que comúnmente se basan en la economía, en vez de hacerlo en la dignidad de la persona humana.
Sin embargo, mis acciones como funcionario público han sido situadas en la izquierda. Incluso se afirma que, aunque panista, soy un izquierdista de clóset.
No creo que la democracia sea el mejor de los sistemas posibles, sino el menos malo de los que existen. Ni siquiera hemos podido sacarle todo el jugo a nuestra actual democracia. Todavía hay mucho por hacer para poder decir que vivimos en una democracia plena. Hoy tenemos una sociedad mucho más participativa, pero lamentablemente no existen mecanismos efectivos que den cauce a la efervescencia social. Votar cada tres años no es suficiente. Hay que profundizar aún más en nuestro modelo porque hoy no tenemos otra opción más viable.
Sobre las recientes alianzas del PAN con el PRD, creo que con ellas se está abriendo la puerta a nuevas posibilidades de nuestra democracia. Estoy muy atento a estos procesos y estoy muy emocionado de que se estén llevando a la práctica alianzas entre dos partidos que habían llegado a niveles de confrontación absurdos. Prefiero ver al PAN y al PRD de la mano en vez de verlos acusándose mutuamente. Esto demuestra que existen grandes espacios de confluencia entre estos partidos y que puede más el impulso democratizador, sobre todo en regiones del país donde los cacicazgos políticos todavía no habían permitido la alternancia.
“El PAN no ha perdido su esencia democrática, la ha tergiversado y pervertido”
Frank Lozano comenzó su labor de promotor cultural como director de Difusión cultural en el Ayuntamiento de Guadalajara. “En lo personal”, dice, “estoy satisfecho con mi labor como promotor cultural. Durante los siete años que estuve en el servicio público me regí por principios muy claros: inclusión, equidad, respeto absoluto a los creadores, apertura a todas las voces y expresiones culturales”. Esto fue lo que respondió:En general las tres administraciones del PAN en Jalisco están llenas de claroscuros y contradicciones. Las luces tienen que ver con una política, impulsada a medias, por descentralizar el desarrollo, fortaleciendo al municipio; una mayor democratización en las tomas de decisión; un ligero impulso al fortalecimiento de la participación social, el incremento a los presupuestos de educación.
Por otro lado, el PAN promovió y alentó la creación de institutos de la mujer pero niega el problema de los feminicidios y la violencia de género en la entidad. Creó el Instituto de Acceso a la Información y la Transparencia pero ha actuado con opacidad. El PAN llega al poder criticando al partido que le precedió y termina reproduciendo sus vicios, como partido y como gobierno.
El problema del PAN, en Jalisco y en México, es que olvidó que el relevo democrático que la ciudadanía depositó en él con el voto tenía que traducirse en una transición política, en un cambio de fondo, en una transformación del régimen. El PAN traicionó ese mandato y se volvió un espejo de lo que criticaba; un espejo perverso. Mantiene intocados los privilegios, el corporativismo; incluso crea su propia versión corporativa. Rápidamente dilapida su capital social, minimiza su filosofía política y se torna un partido pragmático que actúa en función de buscar el poder por el poder: reflejo de ello, sus pugnas internas que, más que ideológicas, giran en torno al reparto de posiciones.
El PAN no ha perdido su esencia democrática, la ha tergiversado y pervertido. El PAN de Gómez Morín fue pensado como una opción para que los ciudadanos participaran libremente en política; antes que buscar el poder, fue pensado para formar ciudadanos y masa crítica.
Su ideología, socialcristiana, heredera en cierto sentido de la filosofía aristotélico-tomista, permanece intocada y eso tiene dos implicaciones: la ausencia de reflexión, cuyo impacto es que no existe un modelo de gobierno panista, así cada gobierno, municipal o estatal, es muy distinto uno del otro; la segunda es el anquilosamiento: hoy la doctrina panista huele a ropero.
El dinero a la Iglesia y a Televisa: dos errores. El primero se corrigió a golpe de críticas, el segundo no. El principio del Estado laico es inalienable. Ahora bien, haberle dado dinero a Televisa para producir una telenovela cuando es una de las empresas que más dinero le deben al fisco, cuando es la televisora que hoy, en el plano nacional, construye la candidatura de Enrique Peña Nieto, no se explica.
No soy católico aunque me formé en una familia católica y en colegios católicos. Mi posición respecto al tema del aborto es a favor. Se trata de una decisión difícil, cada caso es único y por ello cada proceso de reflexión en torno a una decisión como ésta también lo es. Más que moral, el tema del aborto debe situarse en términos de salud pública y de equidad de género.
Respecto a los matrimonios entre personas del mismo sexo, es un derecho que debe universalizarse, así como la adopción.
En democracia no hay nada escrito. En su momento, cuando existan candidatos y campañas constitucionales, muchos buscaremos influir de distintos modos y en distintos espacios para provocar debate y crítica y, en ese tenor, contribuir a que se elija lo que mejor le convenga al país.
En general las tres administraciones del PAN en Jalisco están llenas de claroscuros y contradicciones. Las luces tienen que ver con una política, impulsada a medias, por descentralizar el desarrollo, fortaleciendo al municipio; una mayor democratización en las tomas de decisión; un ligero impulso al fortalecimiento de la participación social, el incremento a los presupuestos de educación.
Yo me defino como un liberal con rasgos de socialdemócrata. Creo profundamente en las libertades y ello implica un irrestricto respecto al otro en su diferencia, pero también creo en la construcción de una justicia social sostenida y duradera. Creo en el mercado, pero creo también en un Estado capaz de propiciar condiciones justas para todos. Creo en el desarrollo pero no a costa de la sustentabilidad, del desarrollo cultural y educativo; no un desarrollo lineal montado sobre el capitalismo, ese tipo de desarrollo que deshumaniza, sino un desarrollo que despliegue todo el potencial humano.
Sin embargo… soy un pesimista por naturaleza. El mundo, y en particular México, ha vivido un proceso paulatino de supresión del futuro. La injusticia es el móvil de tal cosa. En la medida en que se vive para subsistir se desdibuja el horizonte de futuro. En ese sentido, hablar de futuro es construir el futuro y para construirlo se requiere un proyecto de nación. Hoy, este país ni siquiera puede imaginar qué va a suceder en julio de 2012, mucho menos es capaz de trazar una perspectiva de mediano y largo plazo. Si bien nos va, asistiremos a una continuidad desangelada del presente.
Creo en las alianzas siempre y cuando sucedan en torno a visiones, en torno a proyectos y programas de gobierno; cuando reflejan la aspiración social por un cambio verdadero; creo en ellas como un vehículo eficaz para desmantelar estructuras corporativas, cacicazgos nocivos y esquemas antidemocráticos que hasta el día de hoy funcionan como una suerte de diques de contención del desarrollo de las comunidades. ®