Piedra, papiro y videopoema

Poesía pop

Aunque a veces cliché, la poesía, como sostenía Gil de Biedma, “es muchas cosas”. Más allá de debates que nos llevarán a laberintos sobre las reglas de la poética, el acercamiento a las nuevas tecnologías en el uso de la producción de la poesía es el tema que atañe a los poetas. O debería.

Wilton Azevedo —Po e-Machine—, Open Theater Chicago, 2007.

La videopoesía es un género, para muchos, en crecimiento, aunque, dependiendo de la rama a la que nos abocamos, es un subgénero, tanto de la poesía como del video, pues aún no ha logrado cohesionar sus estructuras. Sea su soporte el video o el cine, el videopoema constituye “la puesta en movimiento de los signos lingüísticos”. No importa mucho dónde o cómo se proyecta, ésa es, quizá, su mayor ventaja, que podemos observar y aprehender la videopoesía en nuestra casa, en sitios de videos por Internet o dentro de un recinto público.

Cuando nos referimos a que la videopoesía es “la puesta en movimiento de los signos lingüísticos” denotamos que queremos intervenir no sólo la palabra, sino en el mundo. Es la regla, si podemos llamarla así, de la poética del espacio, cuyos derivados se encuentran en la danza lírica, los llamados spoken texts, la polipoesía y demás ejemplos.

En este sentido, la videopoesía se inserta dentro de la tradición no sólo de las vanguardias poéticas (el surrealismo y el concretismo) sino también de las otras escrituras, las llamadas alternativas o “multimediales”; aquellas milenarias (sobre todo originarias) basadas en sistemas de gestos, palabras, música, el uso de imágenes y coreografías, y que actualmente hacen uso del cine, el audio y el video como medios para reivindicar la marginación de su arte ante los ojos de un público, hasta cierto punto, masivo y centralizado.

Bajo la consigna también concreta de “no más palabras vacías”, la videopoesía se ocupa de que los poemas sean productos no sólo “verbicovisuales”, sino también sonoros, y con ello generan una macroestructura compuesta por secuencias de texto auditivo, visual y tipográfico. Lo que requiere del lector el desarrollo de una competencia audiovideolectora.

Entender la videopoesía no implica un desgaste, tan sólo la adaptación de los receptores a una lectura mental y visual al mismo tiempo. Estamos acostumbrados a leer líneas de izquierda a derecha, no simultáneamente: ése es el reto. En la lectura visual las secuencias de oraciones suelen corresponderse con las escenas del video, donde las imágenes fijas fungen como conectores y los sonidos como nexos lingüísticos. Así, una fotografía puede leerse, según sea el caso, como una “y” o un “con”, y los sonidos formar parte de figuras retóricas de adición.

Quizá el término portugués usado en Brasil es el más adecuado para referirse a la videopoesía (término acuñado luego de aparecer el que es considerado el primer videopoema, del portugués Melo e Castro, en los años sesenta). La interpoesía, así, llama a leer/cruzar los textos; es performática, una literatura “para accionar”, transgredir el texto y economizar el lenguaje, por lo que una exigencia de la videopoesía es su brevedad temporal.

El vocablo, más el sonido y la imagen conforman los elementos básicos en la poética de la videopoesía; en ella se necesita de: 1) un texto-escrito, creado por el autor; 2) un texto-para-ver, que el lector captura y aprehende, y 3) elementos pansemióticos que incluyen una dimensión visual y otra fónica, además de la verbal.

Queda claro que el formato no es más que el canal de transmisión del mensaje y que el contenido sigue siendo un texto: palabras, imágenes, sonidos o la combinación de todos estos elementos. El video es el vehículo del poema. Un vehículo, además, colectivo que se une a la premisa de la “muerte del autor”. Dentro del poema, el video y el sonido reafirman y resignifican su literalidad.

Hay que aceptar que las metáforas de nuestra sociedad son ya otras. La nueva dinámica ha convertido la pantalla en un soporte intelectual, así como lo fue la piedra, el papiro o el papel. Uno más.

Cuando nos referimos a que la videopoesía es “la puesta en movimiento de los signos lingüísticos” denotamos que queremos intervenir no sólo la palabra, sino en el mundo. Es la regla, si podemos llamarla así, de la poética del espacio, cuyos derivados se encuentran en la danza lírica, los llamados spoken texts, la polipoesía y demás ejemplos.

La poesía móvil —en expansión— en México se encuentra en un proceso de aprendizaje que, al contrario de impulsar al subgénero, lo involuciona. Si bien La fórmula secreta (Rubén Gámez, 1964), basado en un texto de Juan Rulfo y narrado por Jaime Sabines, comprendió en 42 minutos la esencia del filme poético, la economía temporal y sígnica no es el fuerte de nuestros “videopoetas”, sobre todo porque son poetas que no han comprendido la médula del lenguaje fílmico y el videoarte; mucho menos la necesidad del trabajo colectivo (camarógrafo, guionista, tipógrafo, editor, programador e incluso performanceros): porque no basta con sumar dentro de un programa digital un conjunto de palabras, fotografías o tomas fijas (eso suelen ser ciné-romans) y “dotarlas” de movimiento.

Indudablemente, la narrativa debe presentarse, ése es, tal vez, el mayor conflicto dentro de un videopoema: conjuntar lírica y narración. Un videopoema con duración mayor a los cinco minutos inflexiona, desgasta y pierde cohesión; sobre todo la atención del lectoespectador. Más cuando los poetas suelen leer, porque, por alguna razón, los poetas no se reviven al leer en voz alta. Nos estamos quedando atrás, sobre todo cuando la loopoesía y la e-poetry son ya hechos de la literatura interactiva.

El brasileño Wilton Luiz de Azevedo, radicado en São Paulo, influido por el filósofo Phillipe Bootz, sugiere la lectura del videopoema como la de un hipertexto (porque extiende y muta los signos) que formula una nueva cultura (lectora), depositaria en hipermediatecas de la producción poética. Ojalá el Periódico de poesía fuera el receptáculo. O el impulso para movilizar los signos, más allá de “minutitos de poesía”.

Me permito citar, de la tesis doctoral de Azevedo, un poema-parodia del movimiento “War is over”, promovido por John Lennon y Yoko Ono durante la guerra de Vietnam; dedicado a los “interpoemas”, escrito en 2004.

Interpoemes
Paraphrase or Reread
Doesn’t matter!
What is relevant?
Nothing is natural
Nothing is matricial
Nothing exist as a pure art
And Poetic manifest
The copy of the copy and so on…
What can be done?
Quote the past
Quote Action or Action of the Quotation
Pop from Pop
POPOPOPOPOPOPOPOPOPOPOPOP
Or As John & Yoko:
Love is real
Real is love
Nothing is real
Real is Nothing
Raw
Is
Over

… Y porque en la comparación hay respuestas, atendamos: ¿dónde nos estimulamos? ¿Dónde la poesía, convoca? ®

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Publicado en: Ensayo, Julio 2011

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  1. Como videoartista, es interesante ese debate sobre la autonomía del videopoema, Pilar. Deja pensando en modos de abordar, desde distintas disciplinas el videopoema per se.

  2. No el «mass media» no es ni será poesía, sino uno de sus soportes. Desde hace siglos, lo «multimedial» es vehículo.

  3. Pilar Rodriguez Aranda

    Interesante, aunque creo que la videopoesía también es una expresión que puede independizarse del texto, es decir que el video puede dejar de ser vehículo, y ser en si mismo, el poema…
    Coincido en que muchos poetas ni dominan ni entienden el lenguaje fílmico, y se limitan a recitar su poema, a escribirlo en la pantalla y a añadir imágenes, lo cual yo no llamaría videopoesía. Sin embargo, también he visto usos muy efectivos, por ejemplo, de tomas fijas y una sola frase (los micropoemas de Ajo).
    Es difícil decir cuánto debe durar un videopoema, y la línea definitoria entre un videopoema, un video de poesía visual, o simplemente una pieza poética de videoarte, es sumamente delgada.
    Sin embargo, sí sería bueno que este artículo fuera leído por aquellos poetas que están interesados en explorar estos nuevos soportes.
    Para otros ejemplos:
    http://poetryvideopoesia.blogspot.com/

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