Sobre Judith Butler

En torno a la identidad y el género

El pensamiento de Butler se centra en la construcción social de la identidad, la performatividad y la relación entre poder y lenguaje, no como mera forma de comunicación sino también como ejercicio del poder, dice el autor, en respuesta al artículo de Ricardo Stern.

Judith Butler, catedrática del Departamento de Literatura comparada en la Universidad de California, Berkeley. Foto de cronicalibre.com

En días recientes, el 28 de marzo, Replicante publicó un interesante texto de Ricardo Stern titulado “Judith Butler y la metafísica del despropósito. Me identifico, luego soy”. Lo leí con cuidado y me llamaron la atención muchas de sus aseveraciones.

El presente texto no pretende ser una réplica puntual del artículo referido, sino, ante todo, una exposición breve que ayude al lector interesado a formarse una opinión informada de la filósofa estadounidense y su lugar en el pensamiento contemporáneso en razón de sus contribuciones a la teoría queer, la filosofía feminista y la teoría crítica, y cuyo pensamiento se centra en la construcción social de la identidad, la performatividad y la relación entre poder y lenguaje.

Judith Butler se inserta en la corriente de pensamiento de la teoría crítica, y debate frontalmente el esencialismo, sobre todo en lo que toca a la teoría de género y su derivada, la teoría queer. Así, Butler sostiene una crítica a la metafísica tradicional al rechazar, como desde la Ilustración se viene dando, a la esencia, es decir, a la idea de que existen esencias fijas y universales que definen la identidad de los individuos o los grupos. En este orden de ideas, Butler cuestiona la forma en que se categorizan los individuos y los grupos, argumentando que estas categorizaciones son construcciones sociales y no reflejan necesariamente la realidad. Este planteamiento no sólo busca desafiar la metafísica desde Aristóteles hasta los neotomistas, como si de una mera disquisición teórica se tratara, sino que, ante todo, se propone cuestionar y desafiar las estructuras de poder y las normas sociales que perpetúan la opresión. Es en ese sentido como al pensamiento de Butler también se le puede considerar una forma de filosofía posestructuralista, que busca cuestionar las nociones tradicionales de estructura y significado, sobre todo de poder, en tanto mantienen las formas de opresión.

Butler cuestiona la forma en que se categorizan los individuos y los grupos, argumentando que estas categorizaciones son construcciones sociales y no reflejan necesariamente la realidad.

Por ello, mi primera sorpresa fue encontrar en el título del texto de Stern las palabras “metafísica” y “Judith Butler” asociadas en la misma oración. No hay una metafísica en Butler, ni siquiera del “sin sentido”, sino un cuestionamiento a la metafísica tradicional y sus categorías en función de la comprensión de las estructuras sociales.

Una de las aplicaciones más conocidas de esta teoría crítica es la que Butler desarrolla en torno a la identidad y al género. En primer lugar, Butler sostiene que la identidad no es algo fijo o esencial, sino que se construye a través de acciones y prácticas repetidas, y muchas veces no cuestionadas. La performatividad no sólo construye la identidad, sino que también ejerce poder sobre los individuos y las sociedades.[1]

Aplicado al género, entendido éste como las estructuras de relaciones entre los seres humanos en tanto seres sexuados y categorizados en una sociedad dada, Butler argumenta que el género no es algo biológico, sino que se construye a través de normas y expectativas sociales. De algún modo, Butler propone una idea que, de hecho, las ciencias, como la biología, la genética y la medicina, han venido constatando. Ni siquiera en biología el sexo de los individuos de la especie humana es binario, pues admite variantes al XX y XY en el par cromosómico 23.

Derivado de lo anterior, Butler sostiene que la heterosexualidad es una norma que se impone sobre los individuos y las sociedades, y que esta norma es una forma de poder, y la consecuencia es que deja en la exclusión y la opresión a quienes no cumplen esa norma arbitraria: las disidencias sexuales y de género, como los gays, las lesbianas y las personas bisexuales, en el primer caso, y las personas trans y no binarias, en el segundo.

Butler sostiene que la heterosexualidad es una norma que se impone sobre los individuos y las sociedades, y que esta norma es una forma de poder, y la consecuencia es que deja en la exclusión y la opresión a quienes no cumplen esa norma arbitraria.

Por ello, el pensamiento de Butler se centra en la construcción social de la identidad, la performatividad y la relación entre poder y lenguaje, no como mera forma de comunicación sino también como ejercicio del poder. El énfasis del pensamiento de Butler es la importancia de la performatividad en la construcción de la identidad, lo que implica que la identidad no es algo fijo, sino que se construye a través de acciones y prácticas repetidas. De ello no se deriva que en ningún lugar de su obra afirme algo como “que no hay tal ser, sino sólo una interminable coreografía de ‘performatividad’ cuya única función parece ser atormentar a quienes aún osan pensar con la cabeza y no con un diccionario posestructuralista”, como afirma Stern sin citar ningún texto de la autora aludida. Hay una diferencia galáctica entre señalar el carácter performativo de la identidad y derivar de ello que no hay ser, no hay verdad ni hay ciencia posible.

Por supuesto que, como a cualquier autor, y más en filosofía, Butler ha sido rebatida en sus planteaminetos, se le ha señalado por ser muy simplista su planteamiento sobre la performatividad y por posicionamientos políticos cuestionables de asuntos en curso, como su postura respecto al terrorismo de Hamas, mencionado como “un acto de resistencia armada”, como si no hubiera sido un ataque a población civil desarmada.

Los pensadores y quienes se ocupan de la filosofía saben que su pensamiento está sujeto a escrutinio y que no caben dogmas. Y este diálogo puede ser fructífero en la medida en que se lleva a cabo con respeto, sobre todo, a la integridad del pensamiento de los autores que se comentan. ®


[1] Cfr. Judith Butler, El género en disputa: feminismo y la subversión de la identidad (1990).

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Publicado en: Política y sociedad

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