Una perspectiva más adulta

Serpentine Prison, de Matt Berninger

Aunque nada aquí es tan enternecedor o memorable como cualquier cosa que The National haya lanzado en los últimos quince años, Serpentine Prison es una escapatoria agradable de un compositor confiable vocalmente, pero sin esfuerzos creativos.


The National pasó la década de 2010 estimulando los límites de su música, permitiendo sonidos más nerviosos, más impresionistas, además de diversas experimentaciones en la estructura de sus canciones. Muchas de estas evoluciones quedaron en deuda, bajo la influencia —de largo alcance— de los miembros Aaron y Bryce Dessner en la composición de la “incondicional banda indie”. Algo sobre la sutil marca de rock de The National, el barítono abotonado Matt Berninger —y el ennui lírico sardónico de la banda—, ha llevado a ciertos críticos a etiquetar su música como “aburrida”.

Matt Berninger. Foto © Pitchfork/Tom Spray.


Serpentine Prison (2020), el debut en solitario de Berninger, es muy probable que despierte un debate similar. El álbum destila el trabajo del cantautor con The National hasta su forma de tasca más raspa, ya que gira principalmente en torno a una guitarra acústica o piano, y ese estilo vocal característico de Berninger. El resultado es un álbum agradable, aunque poco exigente consigo mismo, que difiere de los lanzamientos recientes más experimentales de The National, Sleep Well Beast de 2017 y I Am Easy to Find del año pasado. Pero aunque nada aquí es tan enternecedor o memorable como cualquier cosa que The National haya lanzado en los últimos quince años, Serpentine Prison es una escapatoria agradable de un compositor confiable vocalmente, pero sin esfuerzos creativos.


Berninger parece prosperar bajo las apuestas más bajas, ya que muchas de las canciones del álbum evocan una nostalgia de la que carece en su trabajo con The National. El sentimental “Distant Axis” encuentra su deadpan (humor seco) lírico, generalmente apolillado y reemplazado por un cierto tipo de anhelo: “I feel like I’m as far as I can get from you”, canta como si hubiera pernoctado en la pista. Y en “Oh Dearie” Berninger muestra su inclinación por los narradores benevolentes y atroces a la vez. Sus líneas finales silenciosas —“I don’t see no brightness/ I’m kind of starting to like his”— contrastan con la calidad de la canción de cuna acústica, una variación discreta pero bienvenida en una escritura más o menos estándar.


La producción de Booker T. Jones aporta dimensiones ornamentadas a las canciones. Éste no es un álbum particularmente orquestal, pero la forma en que la batería es colocada contenciosamente y las teclas son suavemente golpeadas, suenan contra las voces profundas de Berninger y hace que suene como si las canciones estuvieran reverberando a través de un teatro lleno de oyentes —llevados ahí por medio de un rapto—. Cuando las canciones toman florituras añadidas, como el exuberante arreglo de aparente metal que aparece a mitad de “Take Me Out of Town” o los solos de cuerda —con puntuales momentos clave— en “Collar of Your Shirt”, se dramatizan orgánicamente con el resto de los arreglos.

Estos momentos de indulgencia son útiles para diversificar la lista de tracks de Serpentine Prison, que a menudo caen en una neblina monocromática de sonidos lentos y fácilmente digeribles.


Estos momentos de indulgencia son útiles para diversificar la lista de tracks de Serpentine Prison, que a menudo caen en una neblina monocromática de sonidos lentos y fácilmente digeribles. Otra indulgencia de este tipo viene en forma de un dueto en la mejor pieza del álbum, el blues “Silver Springs”, con Gail Ann Dorsey en un hermoso ida y vuelta con Berninger. Dorsey —que anteriormente apareció en el triunfante “You Had Your Soul With You” de The National—, interviene para interrumpir lo que de otra manera habría sido la canción más solitaria del álbum, el gancho de balada de la canción ilumina un tipo de aislamiento humilde, casi juvenil: “They’ll never understand you anyway in Silver Springs”, Berninger y Dorsey cantan al unísono.


Gran parte del resto de Serpentine Prison no involucra al oyente tan eficazmente como “Silver Springs” lo hace. Estas canciones se desvanecen fácilmente en el fondo, no muy diferentes a las que se encuentran en tantos álbumes de cantautores de influencia contemporánea “para adultos”. Pero mientras que Serpentine Prison puede invocar familiares acusaciones de aburrimiento, es refrescante escuchar el estilo de composición insatisfecho de Berninger tomando una perspectiva más adulta. ®

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Publicado en: Música

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