El fetichismo de la virilidad

Un mundo dominado por hombres

La igualdad social es aún muy lejana. Muchas mujeres, a su vez causa y efecto de la inercia machista dominante, eligen con una frecuencia que va en aumento, un atajo hacia una supuesta igualdad: la exhibición remunerada de su sensualidad (¿sexualidad?).

A vivas y muertas.

Sobre la sensualidad

© Caryn Drexl

La sensualidad humana parte de la identificación, del reconocimiento de lo propio a través de lo que no lo es. Lo sensual agita las partículas de un espacio en apariencia vacío, revive en el descubridor una emoción latente. La experiencia sensual surge de la imagen deseada de uno mismo o de aquello que podría completarlo, es decir, de una insuficiencia.

Lo sensual está en lo suave, lo sinuoso, lo húmedo, pero quizá también en lo ambiguo, lo velado, lo informe, aquello que descubre intimidad en la sutileza. El placer por la sensualidad se origina en la búsqueda, en el deseo de apropiación de formas y consistencias. Este deseo, se lee en Baudrillard, no se sostiene más que por la carencia [1987: 13].

El santuario de la sensualidad es la imaginación, los estímulos de la percepción son los frutos de la imagen creada por el deseo, su objetivización. La valoración sensual, sin embargo, es indivisible de los factores endémicos. Si bien lo sensual excede los confines sensoriales, no siempre sucede así con los socioculturales.

Lo sensual está en lo suave, lo sinuoso, lo húmedo, pero quizá también en lo ambiguo, lo velado, lo informe, aquello que descubre intimidad en la sutileza. El placer por la sensualidad se origina en la búsqueda, en el deseo de apropiación de formas y consistencias.

En el placer sensual surgen dos movimientos simultáneos: la exhibición y el ocultamiento. Tal y como sucede con el erotismo, la reacción emana de lo sugerido y en menos proporción de lo explícito. Lo que no se vislumbra suele ser lo que más se anhela. Este descubrimiento imaginario de lo oculto, aunado a los supuestos, es lo que Bataille nombra “delectación morosa”. Ésta se completa con las hipótesis de sus consecuencias, es decir, con la transformación de la imagen que tiene lugar en la mente, la traslación que nos permite poseer lo intangible y proyectar su evolución. La imagen de la mujer deseable, asevera Bataille, sería sosa si no anunciase, o no revelase al mismo tiempo un aspecto animal secreto, más pesadamente sugestivo (1957 [1992: 198]). Lo sensual comienza, pues, no en la mera imagen de una persona desnuda, sino en la idea de cómo esa persona se comporta cuando está desnuda.

Sobre la liberación femenina

© Eleanor Hardwick

Uno de los objetivos claves de los diversos feminismos sigue siendo el de deslindar a la mujer de su vocación biológica maternal en favor de su naturaleza ontológica. La prioridad ha sido establecer la diferencia entre el individuo sexuado capaz de procrear y el ser humano con necesidades y facultades sociales afines a las de su símil masculino. ¿Se ha logrado?

No. El mundo está dominado por hombres, quienes además nos obstinamos en mantener ese estatus. La igualdad social es aún muy lejana. Muchas mujeres, a su vez causa y efecto de la inercia machista dominante, eligen con una frecuencia que va en aumento, un atajo hacia una supuesta igualdad: la exhibición remunerada de su sensualidad (¿sexualidad?). Una postura en muchos casos forzada, fomentada e inculcada por la supremacía del macho.

De entre los síntomas más característicos del machismo está el de la cosificación de la mujer. Aquí radica uno de los grandes fracasos de los feminismos, quizá su mayor contradicción: la liberación femenina en el mundo occidental y crecientemente en varios países fuera de éste ha reforzado la idea de la mujer como un objeto sexual. Esta reificación del ser femenino se propaga rápidamente en un mundo interconectado a través de los diversos medios de comunicación y tiranizado por el dinero.

Tras la consolidación del capitalismo y el auge feminista —factores indisociables—, el históricamente arraigado complejo de inferioridad femenino produjo una reacción desmedida que a las mujeres se les ha ido de las manos. En su afán por equipararse al hombre y demostrar que ahora ellas mismas tomarían las decisiones, han entrado en el mismo juego masculino, haciéndole a este último todo más sencillo: le ahorran al hombre el engorro de desvestirlas o de forzarlas a desvestirse. Con la liberación femenina, ellas se desvisten solas. ¡Bien! Lo que a todas luces escapó a los presupuestos femeninos es que las industrias culturales, las grandes infraestructuras del arte y el espectáculo siguen, generalmente, estando en manos de hombres. Los machos oligarcas además de lucrar, disfrutan cómodamente de la trastocada herencia feminista que anima a muchas mujeres a encuerarse al mejor postor. El feminismo —producto del capitalismo— ha perdido la batalla frente a las normas económicas y sociales que éste impone.

En este sentido, es evidente que la liberación femenina ha fracasado en su intento por resaltar las virtudes inherentes físicas e intelectuales de la mujer. En su lugar lo que ha logrado es igualar y fomentar los defectos milenarios del machismo, consolidarlos.

Las mujeres controlan su propio cuerpo

© Anastasia Cazabon

¿Son las mujeres realmente dueñas de su cuerpo? ¿Es legítimo afirmar, por ejemplo, que por el hecho de que en determinado lugar la prostitución sea legal y, en el mejor de los casos voluntaria, las mujeres han ganado todos los derechos sobre su cuerpo? Sí y no. En el caso de las que lo hacen voluntariamente, éstas ejercen su oficio en un mundo en el que los hombres ponen las reglas. ¿Por qué la prostitución masculina heterosexual no es tan recurrida como la femenina? Está demostrado que aunque las necesidades biológicas de ambos sexos son relativamente equiparables, las mujeres no han aprendido socialmente la urgencia sexual que caracteriza a los hombres. Abusando de la pertinencia del cliché: a los hombres se les educa para ser sementales y a las mujeres para no ser unas putas. Los hombres han impuesto su sexualidad tal como lo hacen instintiva e irracionalmente un buen número de especies del reino animal. En la inmensa mayoría de los casos, las mujeres no se exhiben o prostituyen por gusto o por placer, sino porque la prostitución y la exhibición femenina en un entorno androcéntrico es un buen negocio. ¿Hará falta una encuesta para saber si la mayoría de las putas del mundo pudieran escoger no serlo lo harían? Y lo mismo sucede con los billones de imágenes que circulan por doquier. Las mujeres eligen ser fotografiadas en poses eróticas para sobrevivir —de manera acomodaticia, si se quiere— en un mundo en el que la idiosincrasia impuesta es la masculina.

En los casos de la prostitución y de la exposición del cuerpo por dinero como expresión de lucha en el campo de la igualdad social o como contraataque efectivo en el campo de las relaciones de poder, las mujeres tienen la guerra perdida. La tendencia es, pues, que las mujeres que cumplen con los estándares de belleza impuestos por las industrias culturales han renunciado al papel hegemónico o a la posibilidad de cumplir ese papel. Su lucha, por el contrario, consiste en hacerse objetos más valiosos. De esta manera, el capital simbólico que confiere el objeto al poseedor, le permite a éste posicionarse ventajosamente en el espacio de negociación simbólico. Esto, a su vez, le reditúa buenas ganancias. Siguiendo a Bourdieu: a mayor cantidad de capitales simbólicos (sociales, culturales, físicos, económicos) más posibilidades de dominación y de preservación habrá en el campo (espacio de las relaciones sociales) (1994 [1997: 107-108]).

La competencia femenina dentro de las estructuras simbólicas, así, no es por un capital que les permita ascender en el campo social, sino por cierta ilusión de igualdad en el terreno económico. Esto, con respecto a las pretensiones u objetivos feministas de fondo, constituye un magno fracaso.

El fetichismo de la virilidad

El estereotipo machista se ha enriquecido por medio de la reiteración y recreación histórica de lo que el sociólogo francés Pierre Bourdieu llama “cosmología falonarcisita” [1998: 3]. La predominancia masculina abarca mayoritariamente los terrenos sociales, antropológicos y filosóficos de la historia humana. En los controversidos términos psiconanalíticos lacanianos se hablaría del falo como origen del comportamiento narcisista que tanto ha obsesionado a los inconscientes colectivos desde el principio. Nuestra generación no escapa a esas aseveraciones. Incluso se podría afirmar que existe un acto-reflejo reaccionario masculino ante el riesgo que supuso y que ha supuesto la liberación femenina en las últimas décadas. Esta amenaza femenina contra la seguridad psicohistórica que brinda una mitología colectiva libre de incertidumbres (machista) ha provocado un sismo en los fundamentos de las sociedades contemporáneas postindustriales. Las estructuras milenarias se tambalean y los afectados, hasta ahora felices detentadores del poder, buscan contrarrestar el riesgo a toda costa. El macho se aferra a sus estrategias hegemónicas. Desafortunadamente, la lucha sigue siendo desigual puesto que, en muchos casos, las mujeres se equivocan en la detección del problema. La idea de que el feminismo es demasiado radical ha sido oportunamente difundida mayoritariamente por hombres. Tan efectiva ha sido esa difusión que en muchos casos son las propias mujeres —por desinformación o por apatía— las que rechazan cualquier tipo de feminismo. Olvidan —o ignoran—, para el beneplácito de su par masculino, que existen variadas aristas desprendidas del movimiento feminista, muchas de ellas, en la misma proporción inteligentemente críticas y moderadas. Aquí alguna bibliografía.

Aun las mujeres más liberadas están forzadas a vivir en un entorno falocéntrico. El gran éxito masculino consiste en haber inculcado eficaz y profundamente en las mujeres la idea de la sumisión, a tal grado que ésta ha terminado por ser aceptada voluntariamente. Tal y como ha sucedido en los variados regímenes totalitarios, en donde por medio de la propaganda y el populismo político los gobernados han terminado convencidos de la legitimidad de su destino, o en el caso de las monarquías dinásticas aludiendo a una ascendencia divina como argumento de predestinación, de esa misma manera ha funcionado el machismo a lo largo de la historia. Las mujeres, en este caso, prácticamente heredan su disposición subordinada. Eso es lo que se espera de ellas. Este fenómeno tiene referencia en lo que Bourdieu llama la forma incorporada de la relación de dominio [1998: 8].

Pero sigo siendo el rey

© Andy Reynolds

¿Por qué se sorprenden algunos mexicanos cuando escuchan los porcentajes de mujeres maltratadas, violadas y asesinadas en el país? Es normal pensar que en un país con un sistema educativo podrido, con modelos familiares tradicionalmente patriarcales y autoritarios, con una mayoría que sigue venerando vírgenes al tiempo que concibe y exhibe a las mujeres de carne y hueso como animales en celo, éstas terminen siendo reducidas en el consciente y el subconsciente colectivo masculino a nalgas, tetas, boca, ano y vagina.

La cartelera diaria de la televisión mexicana no escatima en programas de realidad, de variedad, de concursos, infantiles, melodramáticos, etc., en donde la actitud de las mujeres tiene evidentes referentes sexuales. Implícitamente, muchas de ellas están ahí interpretando el papel de mujeres dispuestas para la felación o la penetración. El que se escandalice por lo que estoy diciendo podrá encontrar fácilmente un símil de esta sobreexposición mediática en cualquier show de table dance. Me explico: el éxito de una manifestación erótica —en vivo o a través de una pantalla, una bocina o una revista— radica en que el espectador es capaz de imaginarse a sí mismo con la otra o el otro. No hay más, si uno no es capaz de fantasearse tocando o siendo tocado por la mujer o el hombre que tiene enfrente, no hay motivación sexual. Es el principio básico de la masturbación. Este mismo patrón aplica de modo censurado y convencional en los medios de comunicación masiva que los mexicanos consumen diariamente. Éxito asegurado en el contexto de una sociedad androcéntrica.

Las clases medias y altas de la sociedad mexicana suelen intentar ser una copia de la estadounidense. En México tenemos nuestras Nineles Conde, Maribeles Guardia, Glorias Trevi, así como en Estados Unidos tienen a Lady Gaga, Britney Spears, Christina Aguilera, Madonna, Beyonce, sólo por nombrar pocas y muy conocidas. Todas han reproducido en algún momento una imagen animalizada de la mujer contemporánea. Un animal de dos patas que parece pensar primordialmente en una cosa: el apareamiento. ¿Cómo repercute esto en la mente de niños y preadolescentes? La niña, quizá, crece pensando que sólo exhibiéndose logrará captar la atención de los niños. Los niños, por otra parte, exigirán que las niñas se comporten lascivamente e incluso discriminarán a las que no lo hagan. Así lo han aprendido. Y cómo negarlo, es el mensaje que se fuman a diario en anuncios, programas, medios de comunicación electrónicos e impresos.

Y volviendo a la pregunta inicial sobre la violencia de género, ¿cómo no entender las estadísticas si todas las mujeres son unas putas, excepto mi madre, mi hermana, mi hija y la virgen?

A continuación ejemplos de patologías psicóticas llevadas al extremo: como no puedo poseer a mi madre, entonces la sustituyo con otra mujer, pero como ella no es mi madre y el hecho implica una infidelidad, entonces termino odiándola e incluso en un descuido la mato. Subsano así la infidelidad hacia mi madre, mi pecado. Mi acto queda en el secreto, se lo lleva esa perra a la tumba.

Las estadísticas en México son devastadoras: al menos 14 mil feminicidios violentos en los últimos diez años. Mujeres adultas, ancianas y niñas. El Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Distrito Federal, Guerrero y Chihuahua son los estados con más incidencia de este fenómeno.

El padre golpeador y autoritario enseñó a su hijo a que las mujeres son un trapo, que tienen que obedecer y que no valen para nada. Son esclavas domésticas y, en caso de no haber divorcio o separación, el mensaje hacia el infante es que hasta les gusta (principio del masoquismo). El varoncito aprende eso. Así se conforma su hombría. Todo buen vástago quiere superar a su padre. Si su padre era un golpeador, el hijo va más allá y se convierte en torturador o asesino. Pero, el otrora niño también ha descubierto su sexualidad, a través de ésta, explora y satisface su sadismo que es asimismo un acto de rebelión contra el masoquismo desarrollado durante la infancia: primero viola, en la mayoría de los casos analmente para que duela más y para poseer enteramente a la víctima y luego la liquida. El hijo ha superado a su padre.

En ambos casos las patologías implican un desorden psicótico grave [2004: 13, 79-82]. Por supuesto, no es un patrón de conducta común, se habla todavía de una minoría, una minoría significativa, sin embargo. Según el informe “Una mirada al feminicidio en México: enero 2009 a junio 2010”, publicada por el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicido, aproximadamente 19% de los asesinatos de mujeres documentados corresponde a feminicidios sexuales sistémicos. La mayoría de las víctimas fueron violadas y torturadas. En la mayoría de los casos se desconoce al agresor. En el mismo documento se afirma que los cuerpos de las víctimas de feminicidios sexuales sistémicos han sido sometidos a actos de violencia extrema. ¿Habrá tenido contacto Roberto Bolaño con uno de estos reportes mientras concebía 2666? El cuarto capítulo, “La parte de los crímenes”,cobra macabramente una forma real en este documento. Con pelos y señales.

Las estadísticas en México son devastadoras: al menos 14 mil feminicidios violentos en los últimos diez años. Mujeres adultas, ancianas y niñas. El Estado de México, Chiapas, Oaxaca, Distrito Federal, Guerrero y Chihuahua son los estados con más incidencia de este fenómeno. Según una nota aparecida en El Universal, en el primer semestre de 2010, sólo en el Distrito Federal, se registraron al menos cinco mil denuncias de mujeres que, golpeadas por hombres, pararon en el hospital con heridas que tardan al menos quince días en sanar.

Sobre lo políticamente correcto

[…] una vez que clasificamos algo como sexual, entendemos su significado principalmente en términos eróticos y perdemos la perspectiva de las formas en que el sexo se despliega fácilmente como un instrumento de múltiples relaciones de poder.
—Katherine M. Franke, Los usos del sexo

© Lee Materazzi

Quedan, por supuesto, los casos del machismo políticamente correcto, el de aquellos que logran reprimir o superar las pulsiones psicóticas antes mencionadas y se conforman —afortunadamente— con difundir imágenes o cantar canciones (el caso del hip hop es muy representativo) en las que no sólo subliman su trastornada sexualidad, también encuentran campo abierto para su misoginia. Todas son unas perras. Ojalá fuera mi perra, para hacerla gozar. Y no es que importe que ella goce, pero si hay un indicio de que sí lo hace, eso posiciona al individuo como el más machito, el más cabrón. De ahí la importancia de fingir orgasmos, tan explotada por las mujeres que generalmente tienen la más devaluada impresión de sí mismas.

Las manifestaciones antes mencionadas constituyen una demostración abierta de violencia simbólica, cuya relevancia radica, de acuerdo con Bourdieu, en la transfiguración de las relaciones tanto de dominación como de sumisión en relaciones afectivas, en la transformación sugestiva del poder en carisma [1994: 172], es decir, factores que pueden llevar a la idealización y la fascinación de la víctima por el victimario. Es en este marco del mutuo acuerdo en el que el machismo se ha ido perpetuando a través de los siglos. La estrategia está enraizada en el subconsciente para hacer patente el dominio a nivel simbólico, el cual tiene un impacto directo en la preservación de la doxa (lo natural, lo subjetivo, lo intuitivo, lo que se da por sentado) [2006: 114]. Lo que se obtiene del consumo y la difusión personalizada de, por ejemplo, una imagen de una mujer “ardiente”, “cachonda”, “sabrosa”, no es sólo una experiencia erótica individual, también es una ratificación necesaria de la propia masculinidad dominante: la honrosa contribución social del individuo en cuestión para preservar y difundir el fetichismo de la virilidad.

Lo que se obtiene del consumo y la difusión personalizada de, por ejemplo, una imagen de una mujer “ardiente”, “cachonda”, “sabrosa”, no es sólo una experiencia erótica individual, también es una ratificación necesaria de la propia masculinidad dominante: la honrosa contribución social del individuo en cuestión para preservar y difundir el fetichismo de la virilidad.

Los hombres más afectados por el machismo, es decir, los que sienten su hombría amenazada con más regularidad (todos la sentimos amenazada en algún momento, a pesar de no aceptarlo conscientemente. Véase Complejo de castración masculino), constantemente echan mano de recursos que les permiten reforzar y asegurar su estatus masculino impositivo. El ser humano en general, no sólo debe solucionar sus problemas internos, individuales, sino también, como es lógico, los que lo ubican como sujeto particular en un entorno social determinado. En otras palabras, existen diversas prácticas que además de cumplir una función del inconsciente para paliar o intentar resolver los problemas del consciente, también son manifestaciones que le ayudan a posicionarse identitariamente dentro de un colectivo, donde los actos y las decisiones repercuten no únicamente en el sujeto en cuestión, sino también en la idea que los demás tienen de éste. Al respecto, el concepto de habitus1 de Bourdieu es muy elocuente. En este sistema de fuerzas sociales que supone el habitus surgen términos de identificación que sirven de base a las convenciones. Lo que es “natural”, lo que es “normal” son algunas de las etiquetas que se adhieren a estas convenciones [1998: 5]. El sexismo es una forma de reproducción de la doxa dominante contemporánea (una suerte de imposición de las convenciones) mediante una explicación biológica, bioética y hasta biopolítica. La discriminación sexual a través de la reificación de una persona es, siguiendo nuevamente a Bourdieu, “el esencialismo más difícil de desarraigar” [1998: 12]. Lo “normal”, lo “natural”, lo que le corresponde por derecho biológico al hombre es relacionarse con el sexo opuesto a partir de una relación de poder en la cual éste es el que debe detentarlo. Un ejemplo simple y cotidiano de esto es el intercambio de imágenes o videos femeninos con referentes sexuales (eróticos, pornográficos, sensuales, recreativos, et al.) a través de medios electrónicos. Materiales que, en la mayoría de los casos, fueron creados para su difusión. Esta práctica y su consecuente ejercicio de comentarios es algo considerado natural en cualquier comunidad masculina e incluso en comunidades mixtas. El trasfondo, sin embargo, y tomando en cuenta la argumentación anterior, dista de toda naturalidad y es, por el contrario, el resultado de las imposiciones históricas claramente dominadoras y machistas.

Lo anterior demuestra que estas prácticas no son simplemente una ocurrencia espontánea del sujeto, son resultado de una herencia histórica que éste se siente no sólo bajo el derecho, sino también obligado a reproducir. El hombre se siente predestinado a expresar su condición varonil dominante. El machismo es para el hombre una necesidad social de identificación (institucionalizada) que consecuentemente se transfigura en el flujo de una actitud natural (biológica), el habitus sexista, una versión ineludible de su destino.

En las redes sociales no es raro encontrar imágenes y comentarios en los que emisores y receptores se esmeran, no con poco éxito, en hacer relucir el cobre. Comentarios que aluden a la “sabrosura”, a la calidad de “quinceañeras”, a la “inocencia” de las mujeres en cuestión.

Probablemente, la práctica de compartir fotografías o expresarse de cierta forma en conversaciones e incluso mediante la creación artística, constituya una práctica heterosocial.2Es decir, el consabido derecho y la necesidad atávica de manifestarse socialmente como heterosexual, caliente y con buen gusto. Con este término entendemos que la práctica no se encasilla únicamente en lo erótico, también expone —deja al descubierto— una gama de formas en las cuales la sexualidad funciona como significante y como instrumento de aplicación en las relaciones de poder” [2007: 23].

Es curioso que al cuestionar esas prácticas me topo con dos cuestionamientos directos: si soy homosexual o si soy políticamente correcto. Ambas clasificaciones, está de más decirlo, y aunque uno se resista a creerlo, tienen una connotación peyorativa. Algunos pensarán, quizá, que en este texto me dedico, entre otras cosas peores, a satanizar la exposición del cuerpo femenino. Nada más lejano a mis intenciones. Yo mismo todavía no he hallado mayor placer físico que el del cuerpo femenino. Este texto no tiene una intención moralizante. Es una crítica de los modos en los que la concepción de la mujer ha degenerado. Un análisis de las nuevas formas de transmisión de este fenómeno y de su posible relación con diversos fenómenos sociales de violencia de género.

Pero, ¿qué rayos es lo políticamente correcto?

Aquí, bien podría haber una transposición de lo políticamente correcto. Si bien las correcciones políticas propiamente dichas se establecen en las normatividades políticas y legales, es primordialmente en la dinámica de las estructuras socioculturales, desde donde, en todo caso, surgen todos los contratos éticos. Es decir que aunque la norma oficial diga que lo políticamente correcto es —para el caso que nos atañe— no ser machista o sexista, los hechos del día a día muestran una tendencia a la inversa. El machismo está de moda. Los hombres postfeministas que ven en la defensa de los valores y derechos femeninos una afrenta a su condición, esos héroes reivindicadores del dominio masculino están de vuelta (si es que alguna vez se fueron o sólo permanecían atrincherados). Pues qué bien que estos intelectuales, albañiles, ingenieros, estudiantes, profesores, dibujantes, narcotraficantes, políticos y lo que sean, estén defendiendo orgullosamente a base de huevos y testosterona uno de los defectos más despreciables, injustos y, por qué no decirlo, sanguinarios de todos los tiempos. Algo de lo que, cierto sentido común indicaría, el género humano, en general, debe sentirse avergonzado. Y hoy en día mientras los sistemas democráticos luchan por afianzarse en un mundo que tiende a lo convulso, cuando la ciencia se impone cada vez más sobre las religiones y el pensamiento mágico, resulta por lo menos sorprendente que sigamos volteando hacia atrás, tratando de retrotraer nuestra aparentemente lejana condición cavernaria. Ésa donde, como es comprensible, era aún difícil discernir entre los ademanes de un mono alfa y los de un líder tribal, hombre al fin y al cabo.

Fabulación conclusiva

Un mozuelo deja una corcholata en la playa quizá suponiendo vagamente la inocuidad de ese acto. El que encuentra la corcholata se siente confiado para dejar dos o tres corcholatas. Más tarde, el que pudiera reprimirse al no ver corcholatas no lo hace y deja una bolsa de basura que luego las gaviotas se encargan de destrozar. Los coloridos desperdicios se esparcen alegremente por la playa ayudados de la brisa tropical. Ese mismo día, ante un esplendoroso atardecer escenográfico llegan varios jóvenes quienes se instalan entre lo que han dejado las gaviotas. El grupo hace una fiesta que se prolonga hasta el amanecer. Tras de sí, dejan cascos, cajas, colillas, botellas de plástico, más corcholatas, vidrios rotos, vómitos e incluso excremento canino y humano.

El omnisciente narrador de este microrrelato da cuenta, entonces, de cómo el imberbe mozalbete que dejó la primera corcholata nunca reparó en lo que fomentaba: una cadena de acciones que terminaría autorizando y envalentonando a los individuos de la peor calaña a hacer lo que se les antoje en detrimento de los demás, de quienes no quieren que la playa apeste y, eventualmente, se convierta en un basurero. ®

Referencias

Georges Bataille (1957), L’erotisme, Les Editions de Minuit, traducción castellana: Antoni Vicens, El erotismo, 6° edición: noviembre de 1992. 1° ed.: abril de 1979, Barcelona: Tusquets.

Jean Baudrillard (1987), De la séduction, traducción de Elena Benarroch, De la seducción, Buenos Aires: Editorial REI.

Pierre Bourdieu (1994), Raisons pratiques. Sur la théorie de l’action, Éditions du Seuil. Traducción castellana: Thomas Kauf, Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, 1997, Barcelona: Anagrama.

_________ (1998), La dominación masculina. http://www.cholonautas.edu.pe/modulo/upload/LADOMINACIONMASCULINA-BOURDIEU.pdf

Katherine M. Franke (2007), “Los usos del sexo”, en Revista de Estudios Sociales, diciembre, número 28, pp. 16-42. Universidad de los Andes, Bogotá.

Otto F. Kernberg (2004), Aggressivity, Narcissism, and Self-Destructiveness in the Psychotherapeutic Relationship. New Developments in the Psychopathology and Psychotherapy of Severe Personality Disorders, New Haven y Londres: Yale University Press.

Jaime Villanueva (2006), “Las diferentes maneras de ser racional: doxa y epísteme en la fenomenología de Husserl”, en La lámpara de Diógenes, revista de filosofía, Núm. 12 y 13, pp. 114-125, BUAP, Puebla.

Notas

1 Los habitus son principios generadores de prácticas distintas y distintivas —lo que come el obrero y sobre todo su forma de comerlo, el deporte que practica y su manera de practicarlo, sus opiniones políticas y su manera de expresarlas difieren sistemáticamente de lo que consume o de las actividades

correspondientes del empresario industrial—; pero también son esquemas clasificatorios, principios de clasificación, principios de visión y de división, aficiones, diferentes. Establecen diferencias entre lo que es bueno y lo que es malo, entre lo que está bien y lo que está mal, entre lo que es distinguido y lo que es vulgar, etc., pero no son las mismas diferencias para unos y otros. De este modo, por ejemplo, el mismo comportamiento o el mismo bien puede parecerle distinguido a uno, pretencioso u ostentoso a otro, vulgar a un tercero.

2 Se trata de una variación que yo mismo hago del término homosocial, utilizado por Katherine M. Franke, quien a su vez lo toma del trabajo de Eve Kosofsky Sedgwik, Between Men: English Literature and Male Homosocial Desire (Nueva York: Columbia University Press, 1985). La utilidad del término heterosocial reside en que éste abarca además de lo erótico, “lazos y normas de identidad social que regulan el privilegio heredado, las estructuras de poder patriarcales y la desigualdad ancestral de poder entre las mujeres y entre los hombres” [2007: 25].

Compartir:

Publicado en: Destacados, Erotismo y pornografía, Febrero 2011

Apóyanos:

Aquí puedes Replicar

¿Quieres contribuir a la discusión o a la reflexión? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensivo o irrelevante. Replicante cree en la libertad y está contra la censura, pero no tiene la obligación de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias a la inteligencia y la sensibilidad. Si estás de acuerdo con esto, adelante.

  1. Karina Flores

    Efraín me parece un artículo muy interesante y el tema da mucho de que hablar. Con tu texto recorres diferentes caminos pero el fin lo que importa, seguir luchando contra violencia a las mujeres y la ideología que la genera.
    Desde muy niña he estado en contra del machismo, porque desgraciadamente a corta edad me fui dando cuenta que lo que se aprende en casa y a través de los medios de comunicación, permea en tu vida adulta más de lo que quisieras.

    En tu escrito haces una profunda evaluación a los roles de género, que al final es algo que vamos aprendiendo desde muy pequeños y me imagino que como
    Hombre te has autoevaluado y has descubierto tus puntos débiles y fuertes, porque sólo así se puede notar la diferencia a lo aprendido culturalmente en un País machista por tradición.
    En mi caso he hecho lo mismo y veo con tristeza que desde pequeños nos enseñan a través de los juguetes con los que inocentemente jugamos a aceptar un rol. Desde niña aprendes a ser madre y ama de casa cuidando a un bebe, sirviendo el te, haciendo pastelitos, comprando el super, luciendo bonita para encontrar a tu «ken» o príncipe azul y actualmente a lucir como las susodichas que citaste en tu artículo. A tener la apariencia «sexy virginal» o de mujer fácil pero fuerte jeje.
    Pero sabes, muchas veces analizando el tema me preocupa llegar a la pregunta del millón jeje, quien fue primero, el huevo o la gallina? Es decir, innumerables veces me e encontrado en la vida a mujeres más machistas que el mismo hombre. Mujeres incluso con profesión y que se dicen «feministas» sin saber el significado porque cuando se trata de sus hombres parece que estos no tuvieran manos. Es decir el típico: sírvele de comer a tu papá y a tu hermano que están cansados, cuando la niña está igual o más cansada; o el típico: yo se que mi marido anda de loco pero mientras no lo vea, al fin así son los hombres. Lo mismo pasa con las agresiones justificadas porque está estresado o él normalmente no es así. Y cuando una mujer es más directa y sabe lo que quiere es una «perra» o si es coqueta una «puta». A veces las mismas mujeres somos más crueles entre nosotras.
    No digo que el hombre no tenga culpa por decirlo de alguna forma, en el machismo, pero me pregunto: cuántos de ellos no fueron educados por
    una machista? A la fecha diario me topo con alguna y digo que tristeza, yo no quiero educar a mi hijo así. Tampoco quiero que mi hijo aprenda que en nuestra sociedad la moneda de cambio para la mujer es su belleza y su cuerpo y para el hombre su trabajo y dinero. Pero eso será un trabajo diario, sobre todo con el ejemplo. Al final, nosotros hacemos la construcción social de que es lo femenino y masculino.

    Mi conclusión sería educación sin machismo para ambos, a borrar esos modelos impuestos por padres, madres, abuelos, abuelas, maestros, maestras, etc.

  2. Roko, agradezco tus comentarios. Entiendo bien a lo que te refieres, pero el objetivo de este ensayo no era hablar sobre cómo el feminismo radical está afectando o ha afectado nuestras sociedades. Tampoco lo es hablar sobre el masculinismo. Ésos son motivos de otros ensayo. En mi texto la crítica está encaminada a diversas manifestaciones y hábitos machistas (no reconocidos como tales) y su probable relación con la perpetuación de hechos violentos.

    Y tienes razón, el feminismo radical está afectando leyes y normas sociales creando desproporciones injustas. Supongo que es parte de un reacomodo después de tantos siglos de desbalance.

    Lo mismo ha pasado, por ejemplo, con los derechos de los homosexuales. Al principio surgieron muchas controversias en reacción a reajustes sociales y legales. Sin embargo, hoy en día, los ríos van retomando su cauce. Ya son pocos los que se sorprenden por los cambios tanto jurídicos como legales que atañen a este grupo social. Y lo mismo sucedió con los africanos y afroamericanos en su momento, cuando se abolió la esclavitud.

    Creo que es sólo cuestión de tiempo, para que las cosas se ajusten y encuentren su lugar. Una vez que esto suceda, tal como nos lo ha demostrado la historia con otros casos, los radicalismos tenderán a extinguirse como una consecuencia lógica.

    Yo no abogo por el feminismo extremo. Yo creo en la equiparabilidad de derechos y obligaciones entre ambos sexos.

    Saludos, Roko.

  3. Efraín, me excedí de tono en el primero de mis comentarios. Lo único que quiero puntualizar es que el feminismo ha llegado a excesos (por ejemplo la tipificación del feminicidio: matar a una mujer legalmente significa un homicidio agravado!! y la pena es más grande. Se puede fundamentar como sea pero es sexismo puro.).

    Existe toda una corriente masculinista (no machista) que aborda serios problemas particulares del hombre y señala preocupaciones sociales por la mujer que excluyen al hombre injustificadamente.

    Simplemente señalando los excesos de ambas partes, hubiera sido un enfoque muy sano, así para no hablar del género masculino como del judío en el discurso del nazismo (que ojo, no digo que tú lo hubieras hecho!)

    Saludos.

  4. lolita angulo: existe un día internacional del hombre apoyado por la ONU y celebrado en una lista creciente de países, es el 19 de noviembre. Chécale en wiki, saludos!

  5. Efraín, acepto tu crítica a mi último párrafo, no está fundamentado y pudo no haber sido un acuerdo mutuo y haber existido opresión.

    De todo lo anterior a ese párrafo no comentaste nada y es lo que más relevancia tiene para mi.

    Y tu acusación de que yo soy machista, ¿de dónde te la sacaste? Que por cierto ya es un ad hominem que no tiene nada que ver con lo que yo dije. Buscar negar una supuesta opresión no es hablar mal del oprimido ni sentirse superior a él. Perdóname pero no tienes nada para llamarme machista, así como yo no te estoy llamando hembrista.

    Y no sé qué significa avant garde, así que no sé por qué lo pones en mi boca.

  6. lolita angulo

    me parece muy acertado tu articulo creo que estamos muy lejos de la igualdad de generos, y en gran parte porque así nos lo «autopermitimos» sin darnos cuenta, el simple hecho que exista un dia internacional de la mujer ! (y no del hombre). creo que aun no podemos dejar de ser parte de la historia, que apesar de que unas luchas o muestran incormodidadn ante ciertas ideas, otras muchas prefieren cierto rol y/o estereotipo de una mujer simplemente por naturaleza o porque asi le es mas comodo.

    (hace poco estaba pensando en la sensualidad que lleva la mujer, algo asi como un poder superior, que el hombre apesar de poder tenerlo nunca podria lucirlo igual, la sensualidad enla muejer es algo unico en el aspecto qeu puede lograr muchas cosas como disturbios).

  7. Roko: si te parece que la discriminación histórica de la mujer es «un contrato que ambos géneros aceptaron» y que «como firma y prueba está que seguimos aquí», bueno, qué le vamos a hacer. O sea, que según tú, el machismo no ha existido, y si algo ha habido, ha sido de mutuo acuerdo e inocuo.

    Y siguiendo tus afirmaciones: para demostrarlo basta con saber que no nos hemos extinguido como civilización o que al menos las mujeres no han desaparecido. Caray!

    Y claro, supongo que no pensarás que tus argumentos pertenecen al machismo de «la vieja escuela» (al que, según tú, pertenece mi feminismo). Y quizá tengas razón, tu machismo, de hecho, es muy avant-garde.

  8. De todos los abusos mencionados puedo pensar en su análogo sufrido por los varones y es una lástima que no se mencione.
    Creo que se abordan problemas como discriminación, trato como inferiores, violencia, ideología hostil. Sin embargo ninguna de esas cosas es exclusiva de las mujeres como víctimas o de los hombres como malditos.
    De hecho son muchísimos los hombres que NO las prefieren en esa descripción de cachonda… Son muchísimas las mujeres que han visto materiales como «Por qué los hombres aman a las cabronas» o «Los caballeros las prefieren brutas – someta, manipule y tenga feliz a su marido».
    Abordar estas problemáticas sociales en términos de opresor y sumiso, me parece miope y obsoleto. Recuerden que es un contrato que ambos géneros aceptaron, como firma y prueba está que seguimos aquí y la humanidad no terminó, cosa que hubiera sucedido si alguno de los dos géneros en su totalidad, hubiera tomado una decisión de inconformidad.

    Feminista de la vieja escuela. Giuk.

  9. Excelente nota. Muchas mujeres creen – erróneamente, a mi humilde entender – que pareciéndose a los hombres son más libres. E imitan aquellas conductas que nos han sido impuestas durante siglos, en un intento desesperado de alcanzar una igualdad que se les escapa cada vez más. Encuentro la mar de ridículo ver a mujeres gritando frente a strippers, recreando las actitudes machistas que tanto daño nos han hecho. Creo que la igualdad significa igualdad de oportunidades, no de actos. Y creo también que por este camino del exhibicionismo y la prostitución de los ideales no se consigue nada.
    Agradezco tus expresiones, como mujer y como humana. Saludos.

  10. Querido Héctor: es verdad que como hombres heredamos convenciones y normas psicosociales machistas. Sin embargo, también es verdad que ante todo eso aún nos queda la experiencia acumulada y la inteligencia individual para discernir lo ojete de lo que no lo es. Yo cada vez estoy más convencido de que esa «educación que cargamos» es la que hay que cuestionar y, en muchos casos, contra la que hay que rebelarse. Si mamamos o aprendimos algo con lo que no estamos de acuerdo, hay que revertirlo, y no aceptarlo como una condición irreversible de nuestro destino.

    Con respecto a tu última pregunta: estoy seguro de que sí hay psicólogos y psicoterapeutas que pueden ayudar a los que deciden acudir a ellos. No debemos olvidar que tanto la psicología como el psicoanálisis son disciplinas científicas. Lo de las «sagradas escrituras» y «arrepentirse de los pecados», bueno… esas sí son idioteces que podemos discutir en otro espacio.

    Gracias por tu comentario, carnal. Un fuerte abrazo.

  11. Héctor Herrera

    Carnal, un artículo vasto. Como diría nuestro querido amigo jaasiel agarrandose sus partecitas «este es mi basto», contagiado en ese momento de nuestro otro querido amigo Amilcar (tambien agarrandose sus partes).
    El describir de esta forma sumergido en lo que muy amablemente le agradeces a tu senor padre, me parece primero que nada, un ejercicio de autoevaluación profunda, ya que al llegar a estas conclusiones y seguir siendo ese ‘varón dominante’, podría parecer una convicción propia, o eso sería lo mejor, pero no, la información que cargamos dentro de nuestra educación es nuestro vía crucis, gracias no sólo a nuestros queridos padres, si no al hijoputa que tiró la primer corcholata..

    Habrá psicologo alguno que pueda ayudarnos?… o como dice las sagradas escrituras.. arrepientete de tus pecados.

    Muchas más querido amigo.. siempre es un placer leerte.

  12. Nanu, querida, agradezco tu comentario. Veo que coincidimos en muchos puntos, no me sorprende, sé de qué estás hecha. Es importante que las mujeres unifiquen criterios para combatir este cáncer milenario. Yo, por mi parte, y a contracorriente, intento hacer algo desde este lejano rincón. Un fuerte abrazo.

    Efraín Trava Ongay, gracias por tus comentarios, padre querido. En tu anecdotario, quizá puedas contar que quién sabe cómo, pero no criaste a uno de esos tontos machitos inseguros. Bien jugado, pues!

    Roderico, entiendo lo que me dices sobre los términos «que no llevan gente detrás». Sin embargo, sí que llevan, ahí están las referencias para su consulta. Ahora bien, con respecto a la utilización de tal o cual escritor o teoría para realizar un ensayo, creo que de eso se trata. Mira, lo que yo expongo aquí es mi verdad -o mi intuición- sobre las cosas. No busco -sería ingenuo- una verdad universal, no existe tal verdad.

    A lo que voy es que el ensayista echa mano de ciertas referencias arbitrariamente para apoyar sus tesis sobre el tema. Así de simple. No voy a usar teorías que contradigan lo que me interesa que quede claro, sería un suicidio!

    Coincido contigo en que no todo es blanco y negro, los términos medios son importantes, sustanciales, pero eso ya se lo dejo al lector, al activo intérprete de las ideas. Quizá, es el lector el que termina teniendo la razón, pero esa razón ya fue, de alguna manera, tocada por el escritor; ahí está el tesoro de ambos.

    Un saludo, Roderico. Gracias por tu intervención.

  13. Personalmente me encantó. No siento ni el deseo ni la necesidad de refutar ninguno de tus argumentos: son impecables (a mi ver). Sin embargo, y a pesar mío, no puedo dejar de pensar en los peligros que se esconden en los rincones oscuros entre los términos… Vale, que me ponen nervioso las palabras cuando no llevan gente detrás.

    Creo (y este es para mi algo así como un auto de fe, cosa que no le hace inmutable, sin embargo) que los matices son un requerimiento indispensable para todo. Creo que la paranoia consecuencia de la posmodernidad debería ser patente en todo lo que decimos, porque de otra manera nos iríamos al carajo. Y que conste que tengo sabido que es bastante cómodo el mentado.

    A lo que voy: si le hacemos caso a Bordieu (o a cualquier otro, pero le tengo especial encono a tan alto personaje, he de admitir) hay que tomar en cuenta el peligro que encarna el uso de sus conceptos. Son tan amplios y deliciosamente funcionales que a veces nos damos el lujo de abandonar nuestro objeto de estudio a nuestro capricho. Decía mi madre: «no te hagas bolas, el mundo es mundo desde antes que nacieras». Y cuan sabio fue mi abuelo cuando le dictó la máxima con que ella me obsequiaría luego.

    Mirar abajo y en torno nuestro es útil al tratar de poner el pie en firme (o no muy fangoso) a la hora de pensar; y eso, don Trava, me lleva a cuestionarme si realmente es tan así la cosa. En mi personal experiencia, que tampoco es que lleve en el mundo cinco vidas, hay más que unos que dominan y otros que son dominados… Hay los que creen que dominan, los que se creen dominados, los que están dejando de dominar, lo que recién entraron a las filas de los mandados, los que están formados en la fila para mandar y tantas variantes más que me acabo el espacio nomás en referirles; y todos nosotros andamos mezclados en tan consistente potaje que ya ni se diga poder darnos el tiempo de ver, no ya el género de ingrediente que semos, sino la preparación a la que cada uno fue sometido antes de acabar en el plato de la muerte (o hasta que se descubra la fuente de la eterna juventud, en cuyo caso solicito me avisen).

    No se si me di a entender, pero mejor no lo puedo escribir por ahorita. Ya me enteraré luego.

  14. Efraín creo que este es el más redondo de tus textos, ésto hablando tanto de argumentacion (uno de los recursos literarios que mejor dominás acá, pero no el único), como de contenido. Te felicito mucho. Quizás sea mi identificación con el tema, por ser mujer y por sentir y pensar muchas cosas al respecto.
    Primero quiero decirte que estoy más que de acuerdo con todo lo que opinás y escribís en este texto.
    Es algo extraño lo que me pasa a mi por ejemplo, cuando veo una foto de una mujer desnuda o semidesnuda en clara posición erótica/sugerente que fue tomada con el fin de comercializarse (sea por dinero o por cantidad de entrdas en un sitio web). Por un lado me da una especie de enojo, desatado por la exposición burda, por la cosificación a la que se expone esa persona con la cual en ese momento siento que sólo comparto el sexo, por la nula autovaloracion intelectual que demuestra la chica, por la fomentación del consumo del cuerpo femenino como si fuera un auto, o una super casa que todos deben/quieren tener. Por el otro lado, sexualmente a veces me exita un poco, otras nada. Creo que esto tiene que ver en mí (hablo en primera persona, sin generalizar sólo porque no se si represento mas que la opinion mia y de algunas amigas con las que hablo del tema) con el arraigamiento cultural de todo eso que a la vez me provoca enojo. Tiene que ver quizás con todo lo que exponés al pricicipio del texto.
    Las mujeres (que no elegimos exponer el cuerpo asi a cualquiera, pero que si elegimos exponerlo al o los hombres o mujeres con los que nos acostamos), somos a veces espectadoras enojadas y otras interesadas, tanto sexualmente como en el deseo de tener ese cuerpo que es tan deseado al parecer por todos los hombres. Creo que esto es cultural. Porque lo que nos gusta ver y los que nos gusta hacer siempre tiene que ver con el entorno, porque somos seres sociales, creo que todo tiene una reíz cultural o social.
    Creo que también tiene que ver con el culto a la belleza, y que el machismo es una consecuencia de esto. La definicion de lo que es bello o atractivo es cultural. Yo puedo pensar que alguien es lindo cuando una amiga piensa que no, pero a niveles generales, la miss mundo o el hombre que encabeza el ranking de la revista people (por poner los ejemplos más burdos y explicitos que se me vienen a la mente), no tienen como protagonistas a alguien gordo/a, pelado/a, sin dientes, o con dientes muy grandes, amarillos, con cero tetas, cero nalgas, cuerpos flacidos, de más de 50 años, etc etc. Están claros los estandares de belleza que manejamos a nivel ya no solo local sino mundial.
    Una desde niña/o recibe todo tipo de informacion que termina por forjar en nosotros la concepcion de belleza que no es puramente nuestra, sino un reflejo de lo que la sociedad considera «lindo».
    Pero lo que es bello en la mujer está mucho más estandarizado que en el hombre. Y tiene que ver con la belleza a nivel físico. Las mujeres atractivas en genearl son las que tienen curvas pronunciadas, labios carnosos, cabello largo y abundante, dientes parejos, etc.
    Los hombres «mas deseados» en cambio son los más exitosos o con más dinero. Y esto no hace más que acrecentar el machismo. Porque el mas deseado es el que mas dinero tiene? Para mantenernos y darnos todos los gustos. Y es todo un circulo vicioso en el que hombres y mujeres seguimos empeñados en acrecentar el machismo.
    Por que hay un concurso mundial de belleza femenina y no uno masculino? Porque las tapas de las revistas de mujeres son mujeres y de las revistas de hombres, tambien son mujeres? Porque el horario mas caro de la television en Argentina, y el programa más visto es uno donde las mujeres (ninguna pesa mas de 55 kilos, tienen tremendas tetas y colas) tienen poca ropa y bailan o intentan hacerlo moviendo la poca ropa que tienen puesta? Porque las mujeres elegidas para puestos en las empresas donde hay contacto visual con los clientes deben cumplir el requisito de «buena presencia»?
    Por todo lo que decis Efrain. Y por el culto de la belleza por sobre el de la inteligencia, la sapiencia, los recursos mentales, etc. Mientras que sea mas importante ser linda que ser inteligente, no va haber igualdad de sexo. Y ni mujeres ni hombres (hablando en general obviamente) parecen estar dispuestos a cambiarlo.
    Una frase de una cancion dice: «tengo malas y buenas noticias para vos: la belleza es lo que te da felicidad».
    Saludos Efrain!
    Te felicito mucho nuevamente

  15. Vianey, mamosa, Manuel, Iván y Dani, gracias por sus comentarios. Valoro mucho su participación en el tema.
    Joaquín, el intercambio de ideas -fructífero, por cierto- se dio en lo oscurito de nuestros respectivos inbox, así lo decidió Manuel. Un saludo para ti. También me hubiese gustado leer tu opinión sobre el texto.

  16. Daniela Trava

    Efraín me encanto tu ensayo, me parece que esta muy bien fundamentado desde lo Psicòtico hasta la realidad.

  17. Joaquín Peón Iñiguez

    Me gustaría leer unas cartas cruzadas entre Efraín y Manuel sobre el tema.

  18. Me gustó en lo general. Tengo algunas observaciones que te haré por correo, porque no me gusta que gente que no conozco intervenga en el diálogo.
    Saludotes.

  19. Es cierto que parece que vamos más para atrás que para adelante en los últimos tiempos.
    LO de México no tiene nombre ¿o si lo tiene?
    Solo cuando se logre ver alas mujeres como personas (seres humanos)igual que a los hombres ,solo cuando se logre entender que no somos diferentes si no complementari@s, solo cuando todos seamos capaces de integrarnos en una sociedad humana,donde la educación de nuestros hij@s sea igualitaria sin cliches sexistas….solo cuando nos demos cuenta de verdad que no vamos a ninguna parte ,menospreciando y masacrando , solo entonces veremos que al/ala que tenemos al lado como mi,tu igual.El hombre es el peor con los de su propia especie(esclaviza,somete, maltrata,tortura con una rabia infinita masacrando,regocijandose en el sufrimiento extremo y mata).SOLO EDUCANDO SE PUEDE CAMBIAR.EDUQUEMONOS.
    MAMOSA.

  20. Tu artículo es muy interesante y profundo.
    Supongo que algunas feministas no les agradará, sin embargo, me parece genial la manera que abordas el uso del cuerpo.
    Es tan complicado hablar de este tipo de temas con gente que está tan acostumbrada a lo que les muestra la TV (por ejemplo).
    Hace tiempo discutía con mi hermano sobre la chica que se hizo famosa durante el mundial. Yo mencionaba que ella era explotada y el decía que no, que ella es una mujer con poder y lo ejercía… Claro, a través de su cuerpo, pero en este sentido, ¿quién usa a quién?
    Felicidades por tu artículo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *