El feminismo es un tema polémico y las discusiones afloran con frecuencia en foros y revistas. El feminismo mexicano está lejos de ser un movimiento homogéneo, existen grupos radicales y otros integrados a la corrección política oficial, así como matices variopintos en el medio.
Aquí presentamos las respuestas de treinta y cinco mujeres de distintas profesiones a las preguntas ¿Eres feminista? y ¿Por qué? En ellas puede verse una muestra de la diversidad de opiniones en torno al feminismo actual. La mayoría de las entrevistadas son escritoras, periodistas, académicas y artistas mexicanas, aunque también hay de Argentina (Buenos Aires), Ecuador (Quito), España (Barcelona y Galicia) y Uruguay (Montevideo).
Beatriz Guadalupe Aldaco (Hermosillo), escritora y editora.

Guadalupe Beatriz Aldaco
Mónica del Arenal (Guadalajara), arquitecta, autora de Guadalajara de alarifes, catrines y bicicleteros (2009)..
—No. Al menos no de manera consciente. Tuve un papá que siempre estuvo orgulloso de que yo fuera una niña independiente, con sueños propios y no precisamente tradicionales. Con mi madre ha sido un trabajo de años, pero en este momento de mi vida me satisface que ella esté contenta y tranquila con las decisiones que he tomado. Porque estoy contenta con el hecho de ser mujer y con la otredad respecto de los hombres. No creo en la igualdad entre hombres y mujeres, sino en la equidad, que es algo muy diferente. La gente me gusta o me cae bien por cómo es, por lo que hace, por su autenticidad o capacidad, sea hombre o mujer. Creo en la responsabilidad individual de defender las convicciones propias y, sobre todo, en el trabajo del día a día como el mejor antídoto contra la discriminación sexual. Me ha tocado lidiar con hombres (y mujeres) machistas, pero si la autoestima está bien, es más fácil plantarse, defenderse o hacer lo que la situación pida, desde ser capaz de discutir en un ambiente hostil hasta denunciar formalmente.
Ivabelle Arroyo (Ciudad de México), periodista.
—No. Por dos motivos: el íntimo es que me gusta la idea de los roles en mi hogar; el ideológico es que me inclino más por el respeto al individuo en términos de garantías constitucionales y derechos humanos. Ése es un paraguas más amplio y poderoso.
Nadia Baram (Ciudad de México), fotógrafa.

Nadia Baram
Lolita Bosch (Barcelona), escritora y activista, coordinadora del blog Nuestra Aparente Rendición.

Lolita Bosch
Sonia Budassi (Buenos Aires) es escritora, periodista cultural y editora del sello Tamarisco.

Sonia Budassi
Jessy Bulbo (Ciudad de México), cantante de pop.
—Pues sí… relativamente. Las personas que tenemos conciencia sentimos empatía por todas las causas humanitarias, igualitarias, ecológicas. Creo, a la vez, que salvar al mundo sólo es posible si todas las causas nobles llegan a un punto de satisfacción aceptable para todos y que avanzar en una, cualquiera que elijas, hace avanzar a las demás.
Verónica Bujeiro (Ciudad de México), escritora, autora de Nada es para siempre (2010).
“Creo en los individuos y no en las afiliaciones políticas. Es un tema muy complicado, porque parecería que al decirle “no” al feminismo inmediatamente te adscribes a la misoginia y viceversa. Aunque creo que, como en la política, hay ocasiones en las que sí hay que tomar partido, especialmente en nuestro país, en donde persisten muchas taras culturales en cuanto a los roles que tienen que mantener los sexos”.
—No. Creo en los individuos y no en las afiliaciones políticas. Es un tema muy complicado, porque parecería que al decirle “no” al feminismo inmediatamente te adscribes a la misoginia y viceversa. Aunque creo que, como en la política, hay ocasiones en las que sí hay que tomar partido, especialmente en nuestro país, en donde persisten muchas taras culturales en cuanto a los roles que tienen que mantener los sexos.
Ana Clavel (Ciudad de México), escritora, autora de El dibujante de sombras (2009).
—No me declaro como tal. Detesto las etiquetas sexistas. Pero sí trabajo en mi espacio individual por los derechos de los hombres y las mujeres a una vida más compartida y menos prejuiciada.
Jacaranda Correa (Ciudad de México), periodista y documentalista, directora de Morir de pie (2011).
—Sí, porque reconozco la importancia y el valor de muchas mujeres que antecedieron a mi generación y que lograron reconocimiento y participación importante en la vida pública. Soy feminista cuando recapitulo y valoro las teorías que replantearon las explicaciones naturalistas del sexo y la sexualidad femeninas. Me reconozco en aquellas teorías que insistieron en que ser mujer, y por extensión cualquier género, más que un hecho natural es una situación histórica y cultural. Porque ha sido muy importante el trabajo de muchas mujeres en el último siglo para replantear la especificidad de la mujer y reescribir una parte de la historia en la que se reconoce la presencia la influencia y también la opresión de las mujeres.

Jacaranda Correa © FICG 26 Michel Amado
Aunque, percibo, en ocasiones, un discurso feminista algunas veces radical y unilateral con el que se margina la posibilidad de replantear también la categoría de lo masculino. No me siento afín a ideas que ven en el sexo opuesto un enemigo a vencer. Creo que es momento de replantear en muchos sentidos las posturas feministas en un momento en el que para cerrarle el paso a la desigualdad y la creciente violencia es necesario pensar en derechos que también incluyan a los hombres. En temas como la violencia de género, mientras no miremos al otro, a ese victimario que se ha vuelto el enemigo a vencer, mientras no pensemos también en políticas públicas incluyentes que atiendan desde el punto de vista cultural esa violencia que es responsabilidad de todos y no sólo de nuestro sistema falocrático, machista y misógino, no podremos avanzar y lograr la tan anhelada libertad e igualdad femenina.
Gabriela Damián (Ciudad de México), escritora, autora de La tradición de Judas (2007).

Gabriela Damián
Malva Flores (Xalapa), poeta y ensayista, autora de Luz de la materia (2010) y El ocaso de los poetas intelectuales (2010).

Malva Flores
Úrsula Fuentesberáin (Ciudad de México), comunicóloga y buzzer (escritora en redes sociales).

Úrsula Fuentesberáin
Francesca Gargallo (de Siracusa, Italia, vive en Ciudad de México), profesora universitaria y escritora, autora de Ideas feministas latinoamericanas, dos tomos (2004-2007).
“Soy feminista y he cruzado por varias redifiniciones de mi feminismo, sin jamás perder de mira la necesidad de ubicarme como mujer en un mundo. Soy feminista porque no puedo vivir en la misoginia que actúa a cada instante desde todas las acepciones de lo social”.
—Soy feminista y he cruzado por varias redifiniciones de mi feminismo, sin jamás perder de mira la necesidad de ubicarme como mujer en un mundo. Soy feminista porque no puedo vivir en la misoginia que actúa a cada instante desde todas las acepciones de lo social: en la pareja donde se reproduce la invisibilidad del trabajo que implica la reposición diaria de la vida, en la escuela donde se privilegia sólo una mirada sobre el mundo, en la calle donde las mujeres aprendemos a sentirnos inseguras desde los primeros piropos, las primeras agresiones, las primeras negaciones… más o menos desde que comenzamos a caminar, opinar, comprar, jugar. Soy feminista porque odio las jerarquías sociales, porque detesto impedir a las niñas y a los niños expresar sus emociones, porque lo binario me obliga a escindirme. Y porque en la escuela me escondieron a excelentes poetas, que nunca figuraron en los cursos de literatura, única y exclusivamente porque eran mujeres (también me escondieron a filósofas, pintoras, matemáticas, físicas e historiadoras). Acabo de escribir una novela que se llama El hombre del gineceo, a propósito de que soy feminista porque odio cómo nos enseñan/obligan a amar desde el dolor, el deber, el encierro.
Matiana González Silva (Guadalajara), redactora científica en el Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona y profesora universitaria.
“Soy feminista porque estoy convencida de que hay espacios de decisión estrictamente personales —y femeninos, por lo tanto, cuando sus protagonistas son mujeres—, como el aborto, y porque me indigno ante las variadas formas de discriminación que todavía sufren muchísimas mujeres”.
—Si por feminismo se considera la convicción absoluta de que los derechos y las obligaciones de las personas no deben estar condicionados por ser hombre o mujer, por supuesto que soy feminista. También lo soy en el sentido de que creo que las relaciones sociales están determinadas por categorías de género, que estas categorías no son naturales sino que han sido construidas socialmente y que, para modificar un modelo esencialmente desigual que históricamente ha privilegiado lo masculino, se necesita una voluntad explícita y una serie de acciones deliberadas. Soy feminista porque estoy convencida de que hay espacios de decisión estrictamente personales —y femeninos, por lo tanto, cuando sus protagonistas son mujeres—, como el aborto, y porque me indigno ante las variadas formas de discriminación que todavía sufren muchísimas mujeres. Si en el adjetivo incluimos la reivindicación de los homosexuales a tener los mismos derechos que los que no lo son, incluyendo la posibilidad de adoptar y contraer matrimonio, también soy feminista. Soy feminista porque parto de esta perspectiva vital cuando me relaciono con los otros, cuando voto, cuando escojo a mis amigos y a mis parejas, y cuando analizo la realidad en mi trabajo como historiadora. Pero aunque admiro de manera profunda la lucidez de las primeras feministas para señalar un problema donde todos veían normalidad, así como su coraje para intentar cambiarlo, nunca he sido activista. Cuando mi madre nació mi abuela no tenía derecho al voto, pero para mí siempre fue normal que ella trabajara. En ese sentido, me considero una privilegiada porque he usufructuado las conquistas de otros, si bien estoy consciente del inmenso camino que nos queda como sociedades para alcanzar una igualdad de hecho en muchos campos donde ya se ha alcanzado por derecho.
Ahora bien, en un terreno más subjetivo, no me gusta la mimetización de géneros y creo que la igualdad de derechos no tiene por qué significar la abolición de la diferencia. Sé que la separación entre el terreno público y privado es una falacia y que culturalmente los roles masculinos y femeninos se conforman a partir de los detalles más pequeños, pero en el ámbito de las relaciones personales no me escandalizo por que haya algún resabio de roles tradicionales, y disfruto si un caballero me ayuda a cargar bultos pesados. En resumen, exijo la igualdad más básica, pero reivindico también la imaginación y la libertad para inventar maneras nuevas y variadas de relacionarnos entre todos.
Sol Henaro (Ciudad de México), investigadora y curadora de arte contemporáneo.

Sol Henaro
—No. Sin duda reconozco la importancia histórica que marcó el movimiento feminista pero me siento mucho más cercana, como generación, a los discursos elaborados desde los marcos postfeministas que al feminismo anclado entre los años sesenta y setenta. Creo que las batallas y las preguntas hoy van mucho más allá de los reclamos que se defendían desde el feminismo entendido con parámetros cerrados. Para mí fue sumamente importante entrar en contacto con los textos teóricos de Beatriz Preciado, quien extendió mi visión más allá del movimiento feminista para preguntarme sobre otras problemáticas y realidades relacionadas con discursos de género, igualdad/diferencia, el movimiento queer, así como otros modos de entender y vivir las sexualidades.
Blanca Juárez (Ciudad de México), periodista, coordina el Taller Arteluz.

Blanca Juárez
Norma Lazo (Ciudad de México) es escritora y guionista, autora de El mecanismo del miedo (2010).
“Aunque no me denomine con ninguna etiqueta, puedo decir que soy feminista porque gozo de los derechos conquistados por las feministas y, también, porque considero importante que existan flancos peleando por estos derechos que en muchos lugares de este país y del mundo no existen”.
—Sí, aunque siempre he tenido problema con las etiquetas, sobre todo cuando se trata de la defensa de derechos, porque no me gusta sentir que me ciño a uno en particular. No sólo me importan los derechos inalienables de la mujeres, sino también de los seres humanos (hombres, niños, ancianos, homosexuales), de los animales, de la Tierra como ente biológico, el derecho del migrante por buscar una mejor vida en otro país, el derecho al pensamiento y las decisiones libres alejadas de estructuras hegemónicas ya sean religiosas, políticas, ideológicas. Así, ¿soy feminista, humanista, ecologista, animalista, pro-migrante, liberal y un largo etcétera? Prefiero no reducirme a ninguna etiqueta. Aunque no me denomine con ninguna etiqueta, puedo decir que soy feminista porque gozo de los derechos conquistados por las feministas y, también, porque considero importante que existan flancos peleando por estos derechos que en muchos lugares de este país y del mundo no existen. Debe seguirse luchando por esos derechos, y por muchos otros, por aquellos que no pueden exigirlos por sí mismos, pero también por quien quiera ejercerlos, porque a veces los derechos que uno considera mínimos e inalienables, para otros están alejados de sus creencias religiosas, culturales, ideológicas, y tratar de imponer nuestras creencias, aunque sea con la mejor de las intenciones, reduce el derecho del otro a ser totalmente otro.
Sandra Lorenzano (de Buenos Aires, vive en Ciudad de México), doctora en Letras, autora de Vestigios (2010).

Sandra Lorenzano
Carina Maguregui (Buenos Aires), bióloga y comunicadora, “en esencia una anfibia en continuo proceso de remix”; autora de Escamas de este mundo gemelo. Destino y voluntad en Kieslowski y Van Dormael (2010).

Carina Maguregui
Mónica Maristáin (de Entre Ríos, Argentina, vive en Ciudad de México), periodista, autora de Futbolistas, el club de los cien latinos (2006).
—No, para nada. Creo que hay que defender los derechos de todos los seres humanos en posición de debilidad o de riesgo y no comulgo con los colectivos. El feminismo radical, por otra parte, poco ha hecho para propiciar un verdadero encuentro nutritivo entre los sexos. Por supuesto, allí donde haya una mujer sometida o abusada, levantaré mi voz, pero en forma individual, sin suscribirme a ninguna corriente de pensamiento más que mi propio sentido moral.
La causa siempre se sitúa en un complejo (psicosocial) relacionado con el ambiente machista (es decir, que proclama la primacía del hombre) en que vivimos las mujeres que nos declaramos feministas. ¿Para qué soy feminista? Para combatir la desigualdad por género en un país donde lo femenino todavía tiene la marca de lo subordinado”.
Vianett Medina (Tijuana) dirige la maestría en Cultura escrita, es investigadora académica y librera.
—Sí. Más que existir una causa, ser feminista tiene que ver con la tarea porque el feminismo, en principio, es un activismo. La causa siempre se sitúa en un complejo (psicosocial) relacionado con el ambiente machista (es decir, que proclama la primacía del hombre) en que vivimos las mujeres que nos declaramos feministas. ¿Para qué soy feminista? Para combatir la desigualdad por género en un país donde lo femenino todavía tiene la marca de lo subordinado.
Fernanda Melchor (Veracruz), periodista y escritora, ganadora del ganadora del primer Virtuality Literario Caza de Letras de la UNAM, 2007.

Fernanda Melchor
Susana Moo (Galicia), escritora de literatura erótica, autora de Eva, su manzana y el pecado (2010) y de Microrrelatos eróticos (2011).
—Depende. ¿Por qué? Si feminismo es prepotencia de la mujer frente al hombre, no lo soy. Si feminismo es reivindicación de igualdad de derechos para todos en la sociedad, cultura, trabajo, jodienda, entonces sí lo soy. Además, en la literatura erótica resulta cachondísimo que hombre y mujer sean compinches y cabalguen de la mano.
Mónica Nepote (de Guadalajara, vive en Ciudad de México), escritora, directora de la revista Tierra Adentro.
No soy militante ni voy a marchas, pero detesto las visiones machistas o la objetualización de la mujer por ser “hembra”, me parece una visión muy limitada, por decirlo en términos amables. Creo que la convivencia humana en sí exige inteligencia y respeto, tolerancia, y quizá más bien tengo una reacción cuando no se dan las condiciones por diversas causas: discriminación racial, sexual, social”.
—No soy militante ni voy a marchas, pero detesto las visiones machistas o la objetualización de la mujer por ser “hembra”, me parece una visión muy limitada, por decirlo en términos amables. Creo que la convivencia humana en sí exige inteligencia y respeto, tolerancia, y quizá más bien tengo una reacción cuando no se dan las condiciones por diversas causas: discriminación racial, sexual, social. Tengo una hija de once años a la que he educado de una manera distinta en un contexto distinto a lo que me tocó a mí. Si eso es ser feminista pues entonces sí lo soy, aunque no llevo banda oficial.
Gabriela Onetto (Montevideo), coordinadora de talleres de motivación literaria y licenciada en Filosofía.

Gabriela Onetto
Kenia Ortiz (Guadalajara), profesora universitaria y estudiante de un doctorado en Ciencias Sociales.

Kenia Ortiz
Elvira Reyes (Ciudad de México), psicóloga, activista, autora de Gritos en el silencio: mujeres y niñas frente a redes de prostitución. Un revés para los derechos humanos (2007).
“Me declaro feminista porque aprendí a defender mis derechos apenas salida de la infancia, y ahora como mujer adulta. Desde edad temprana me di cuenta de que estaba atravesada por discursos que esclavizaban a las mujeres; de que las ideas y las acciones de los hombres estaban destinadas a dividirnos y a violentarnos en todas las formas posibles, abierta o encubiertamente”.
—Me declaro feminista porque aprendí a defender mis derechos apenas salida de la infancia, y ahora como mujer adulta. Desde edad temprana me di cuenta de que estaba atravesada por discursos que esclavizaban a las mujeres; de que las ideas y las acciones de los hombres estaban destinadas a dividirnos y a violentarnos en todas las formas posibles, abierta o encubiertamente. He de admitir que en los primeros años de mi infancia caí en la trampa, pero alrededor de los doce, por un hecho brutal de parte de mi padre, me di cuenta del engaño; desde entonces aprendí a ser más observadora, a escuchar de otra manera: a solidarizarme con las demás mujeres, a declarar otras verdades haciendo a un lado las que provenían de discursos patriarcales; luego empecé a preocuparme por la violencia de que son objeto otras mujeres tanto en el espacio público como en el privado y adquirí el compromiso conmigo misma de hacer todo lo que estuviese a mi alcance por prevenir y, en su caso, defender los derechos de toda mujer víctima de maltrato por sustratos de una cultura sexista y opresora.
Vanesa Robles (Guadalajara), periodista.
“Soy feminista en la práctica, no en la teoría. Por fortuna, mi compañero de vida es machista a veces, nomás en la teoría. Compartimos el cuidado de los hijos, el quehacer de la casa, la vida nocturna por separado. Incluso así reniego algunas veces: no sé si por feminista o por la costumbre de cuestionar”.
—Nunca he leído tratados feministas, pero en la práctica coincido con algunas ideas que enarbolan las feministas. Como muchas mujeres, me crié en un hogar que privilegiaba al hombre, auque en casa había más mujeres que hombres: mis dos hermanas y mi madre. Mi madre torteaba porque a mi padre no le gustaban las tortillas de máquina. En la comida, guardábamos la pieza más grande a mi papá, a quien también teníamos que servirle la mesa y lavarle la ropa a mano. También tuve una educación sexual muy tradicional. Desde niña fui rezongona, y en la adolescencia comencé a cuestionar más estas prácticas. Mi “ventaja” fue que cuando yo tenía ocho años mi mamá quedó cuadrapléjica, y durante muchos años sus hijas la educamos. Ahora mi papá se hace de comer y es más solidario que en su juventud. A mí me quedó la maña de cuestionar las prácticas que favorecen al hombre, las cuales me parecen injustas. Por ejemplo, el quehacer doméstico, para el cual soy muy huevona; la libertad sexual; la maternidad, pues me han despedido por estar embarazada; el cuidado de los hijos, que no debe ser una ayuda sino una acción compartida; los asesinatos de mujeres, que suman por sus parejas, que suman más que los de hombres por sus parejas… No es fácil. Todavía me parece que a los hombres (igual que a algunas mujeres) les parece que los admiren, y decir lo que pienso, que no siempre es positivo, ha sido uno de los motivos para separarme de mi pareja. Intento ser congruente y no criticar a las mujeres por el hecho de ser guapas, inteligentes, liberales y no aprovecharme de nadie, hombres o mujeres. Pero no lo puedo negar: algunas veces admiro a las mujeres que, gracias a su educación machista, viven con más satisfactores materiales. Soy feminista en la práctica, no en la teoría. Por fortuna, mi compañero de vida es machista a veces, nomás en la teoría. Compartimos el cuidado de los hijos, el quehacer de la casa, la vida nocturna por separado. Incluso así reniego algunas veces: no sé si por feminista o por la costumbre de cuestionar.
Tania Tagle (Ciudad de México), licenciada en Lengua y Literatura.

Tania Tagle
—No. Considero peligroso cualquier radicalismo —digan lo que digan las feministas “buena onda”, para mí el feminismo actual sigue siendo igual o más o radical que el de mediados del siglo pasado—, así como considero peligrosa cualquier ideología que vea a la otredad como un enemigo. Los hombres no son mis enemigos y los problemas que enfrentamos como sociedad son mucho más complejos y no pueden explicarse atendiendo nada más al género. Admiro a las feministas de antaño porque se impusieron y lucharon contra paradigmas que era necesario romper, y las hubiera apoyado aun creyendo que se equivocaban, porque su esquema de pensamiento siguió siendo falocéntrico, no lograron pensarse desde afuera del falocentrismo sino en contra del falocentrismo… Sin embargo, mucho cuidado una vez que un movimiento social halla cobijo en las instituciones, como lo ha hecho el feminismo en la actualidad; a las feministas actuales no tengo gran cosa que admirarles.
Magali Tercero (Ciudad de México), periodista, autora de Cuando llegaron los bárbaros… Vida cotidiana y narcotráfico (2011).
Mi madre fue una de las tres primeras alumnas de la Facultad de Filosofía y Letras, de manera que para mí es natural la equidad. Tal vez por eso no sentí la necesidad de convertirme en una feminista activa. Debo decir que adoro las diferencias entre hombres y mujeres. Hombres y mujeres somos sumamente interesantes”.
—No exactamente. Aunque toda la vida he defendido la igualdad de derechos para ambos sexos, no soy activista. Sólo he participado en una marcha feminista, a favor del aborto cuando tenía veinte años. Entonces trabajaba en una revista femenina y gracias a Beatriz Martí, hija de una feminista reconocida —Esperanza Brito de Martí, fallecida en 2007—, escribí mis únicos textos declaradamente feministas. Fue una época interesante, formativa en relación con el tema, pero mi vocación siempre fue escribir libremente. Mi madre fue una de las tres primeras alumnas de la Facultad de Filosofía y Letras, de manera que para mí es natural la equidad. Tal vez por eso no sentí la necesidad de convertirme en una feminista activa. Debo decir que adoro las diferencias entre hombres y mujeres. Hombres y mujeres somos sumamente interesantes.
Paola Tinoco (Ciudad de México), escritora y representante de Editorial Anagrama en México.

Paola Tinoco
—Nunca me adherí al movimiento feminista ni he participado en sus iniciativas. Respeto la teoría feminista y alabo su preocupación por la igualdad, pero detesto el comportamiento extremista al que pueden llegar y que las convierte en algo semejante a los machistas. Creo que se puede luchar por los derechos de las mujeres desde diversas trincheras y no necesariamente tratar de demostrar que las mujeres son mejores y los hombres unos animales —eso es lo que he escuchado y hasta leído en algunas novelas feministas (Amora es una de ellas). No comparto esa opinión y prefiero no ser parte de ello.
Deyanira Torres (Tijuana), psicoanalista.

Deyanira Torres
Maya Viesca (Guadalajara), académica y gestora cultural en el Instituto Tecnológico y de Estudios Sociales de Ocidente (ITESO).

Maya Viesca
María Fernanda Wray (Quito, vive en Ciudad de México), comunicóloga, coordinadora editorial, diseñadora de contenidos y escritora.

Fernanda Wray
Nota: Quien quiera saber de la historia del feminismo y sus principales corrientes encontrará una bibliografía abundante y diversa que va desde A Vindication of the Rights of Woman, de Mary Wollstonecraft, la vida y obra de Flora Tristán —la franco-peruana pionera del feminismo socialista— y los textos de los fundadores del marxismo, hasta los ensayos contemporáneos de Simone de Beauvoir (El segundo sexo, 1949) y Judith Butler (El género en disputa. Feminismo y la subversión de la identidad, 1990).
En el contexto mexicano están los trabajos de autoras como Jean Franco (Las conspiradoras. La representación de la mujer en México, 1994), Marcela Lagarde (Los cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y locas, 1993), Anna Macías (Contra viento y marea. El movimiento feminista en México hasta 1940, 2002) y muchas más. El feminismo es un tema polémico y las discusiones afloran con frecuencia en foros y revistas. Desde luego, el feminismo mexicano está lejos de ser un movimiento homogéneo, existen grupos radicales y otros integrados a la corrección política oficial.