LA POÉTICA TÓXICA DEL DESECHO POSTINDUSTRIAL

Registros de labor, de Jaime Ruiz Otis

Registros de labor da cuenta de la mecanicidad implacable de los sistemas de producción del capitalismo, y cómo éstos acaban irremediablemente por mecanizar las vidas humanas de quienes laboran en el escalón más bajo de los sectores productivos…

La era postindustrial tiene su propia poética. Una poética que bebe de la estética de la extenuación de los recursos (naturales y humanos) y el envenenamiento. En la exposición Registros de labor el artista tijuanense Jaime Ruiz Otis (1976) aborda la poética tóxica de los automatismos en las cadenas de producción con una serie de impresiones realizadas a partir de planchas industriales de polietileno, recolectadas en los basureros de las muchas maquiladoras instaladas en la ciudad fronteriza de Tijuana, donde vive y trabaja el artista.

Maquiladoras donde todo tiene una función específica y una fecha de caducidad. Rituales impasibles de la cadena de montaje (maquila) donde el personal que rota por los tres turnos aprende a hacer una sola cosa y siempre la misma, ad infinitum, hasta que la maquila se mude dejando toneladas de basura e impagos, o en su defecto se muera de cáncer o cansancio y malnutrición el operario, aunque en este caso su vacante será cubierta de inmediato por otro de los miles de desesperados que habitan la parte más degradada de los sectores productivos del entramado industrial.

A esto alude la pieza “El tapete de patrón”, una serie de ejercicios muy sencillos para que el operario recién incorporado a la maquila aprenda y se familiarice con la técnica de cosido que luego aplicará en la cadena de producción. Estos rectángulos de tela con los ejercicios traen todos un nombre y la fecha en los que fueron realizados, y cosidos entre sí dan lugar a un tapete que funge a modo de instalación al estar expuesto en medio de la sala de la galería, jugando con el doble sentido del título y aludiendo al régimen de semiesclavitud en el que viven los trabajadores de las maquilas.

En las impresiones expuestas en la muestra, al usar planchas de polietileno como matrices, es el diferente registro que deja el suaje en los miles de cortes sobre la superficie de plástico (hasta que ésta se vence por las demasiadas y profundas irregularidades y es remplazado por otra), lo que Ruiz Otis reproduce con la técnica del grabado, entintando las marcas de los cortes de las navajas sobre el polietileno, dando lugar a estas impresiones técnicamente impecables de mecánicas y repetitivas geometrías, con una bella y precisa impresión sobre papel Liberón de 350 gramos, que el artista produjo en el taller de Enrique Flores, en Oaxaca.

En otra serie, como las marcas de los suajes eran poco profundas, Otis actúo a la inversa, entintando toda la superficie de la plancha de polietileno excepto las marcas de las navajas, que son las líneas y las geometrías que vemos a través de la tinta verde que mancha todo el pliego de papel blanco.

La era postindustrial tiene su propia poética. Una poética que bebe de la estética de la extenuación de los recursos (naturales y humanos) y el envenenamiento.

Ruiz Otis, siendo un enamorado de la basura industrial, un pepenador profesional en terrenos tóxicos, no podía dejar de exponer una de las matrices y explotar su poética extenuada y maltrecha, ya que las impresiones se producen tal cual, de manera directa, sin intervención del artista sobre el dibujo original de las placas. Las texturas de las planchas de polietileno se pueden apreciar perfectamente en la imagen de la caja de luz donde toda la textura del plástico duro y magullado por los suajes queda expuesta como las arrugas del rostro en un probador de una tienda departamental demasiado iluminada. Si eso le pasa al plástico qué no le pasará a las almas de los trabajadores. Las marcas dejadas una y otra vez sobre la plancha de plástico se deslizan milímetros hacia uno u otro lado formando oleadas de marcas producidas por los golpes mecánicos, que van dibujando una geometría de la repetición milimétrica, un capricho estético, en realidad un desecho de la industria ponzoñosa y voraz, que a mordidas araña la superficie del plástico.

En los basureros de una maquiladora también encontró Otis un hatajo de copias con información de obreros, que el artista reconvirtió en un scrap book, cosiendo las copias al revés y dejando el lado blanco hacia arriba, jugando de nuevo con el doble significado de la palabra scrap, que en la terminología de la maquila se aplica a aquellos productos defectuosos que se regresan a su lugar de origen, y por el otro alude a su significado como libro de recortes o al libro de bocetos que comúnmente utilizan los artistas.

Estos Registros de labor dan cuenta de la mecanicidad implacable de los sistemas de producción del capitalismo voraz y despiadado, y cómo éstos acaban irremediablemente por mecanizar las vidas humanas de quienes laboran en el escalón más bajo de los sectores productivos: en las maquilas que inundan la topografía de la frontera norte y a las que Ruiz Otis les arranca sus excedentes de poética tóxica de sus basureros. ®

Registros de labor, de Jaime Ruiz Otis, se exhibe en la Galería Arroniz, en la colonia Roma de la ciudad de México; se clausura el 28 de octubre.
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Publicado en: Gráfica, Octubre 2010

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