CULTURA, MÚSICA Y ESTÉTICA SKINHEAD

Cuarenta años de reggae, botas y tirantes

Aunque 1969 signifique el punto máximo de explosión skinhead y se considere el nacimiento de esta cultura, es bien cierto que la primera vez que se vieron skinheads en Inglaterra fue entre 1966 y 1967; pero no fue hasta 1968 cuando los movimientos estudiantiles y hippies, las comunas, los ideales liberales de paz y amor y, en general, todos los valores de la clase media, empezaron a ser atacados por jóvenes del Este de Londres, principalmente (un barrio obrero, duro y peligroso) y empezaron los disturbios (con pandillas de más de 300 skinheads) cuando la gente y la prensa se volcaron a ver quiénes eran esos jóvenes provocadores y violentos. A partir de esto se cree que los skinheads nacieron sólo como una reacción en contra de los hippies, lo cual, aunque tenga algo de razón, no es del todo cierto; la cosa va más allá y tiene sus antecedentes culturales, musicales y estéticos.

Para 1968 muchos jóvenes se estaban volcando hacia el rock progresivo, la psicodelia, el verano del amor, las drogas alucinógenas en abuso y, en general, a un mundo imaginario que pensaban crear tirados en el pasto con flores. La mayoría de los jóvenes obreros no compartían esas ideas; ellos vivían la realidad de la calle y del trabajo con una actitud mucho más tangible y honesta. Los jóvenes skinheads obreros le dieron la espalda a esos movimientos, incluso aplastando mítines, marchas y discursos. Una rivalidad que no tenía nada que ver con discursos políticos, simplemente les parecían estúpidas esas cosas y se divertían con la provocación.

La palabra “skinhead” (la cual se usó mas en general, aunque también eran llamados “spy kids”, “noheads”, “crombie boys”, “bovver boys”, “cropheads”, “peanuts”, “baldheads” e incluso en 1969 aún se les seguía llamando “mods” en algunos medios) se empezó a usar hasta 1969, pero la vestimenta (botas, tirantes, cabello corto) se venía usando desde 1967. Fue en el norte de Inglaterra cuando se vieron los primeros brotes de skinheads, ya que la escena mod del Este había resistido después de la mitad de la década (cuando había pasado la fiebre modernista), sin haber caído en el rollo del hippismo ni la política, gracias a sus clubes scooteristas y los de soul de la zona; como The Torch y el famosísimo Wigan Casino. Birmingham, Newcastle y sobre todo Glasgow estaban repletas de pandillas de mods violentos, muchos de ellos empezaron a crear pandillas desde 1965 y 1966 para meterse en el crimen organizado, aterrorizando la ciudad. Ahí se les empieza a llamar “hardmods”. Al final, muchos de ellos acabaron encarcelados con condenas muy largas.

Claramente no se puede decir que a partir de un día cambió a tal o cual; todo fue parte de un proceso de la juventud británica tanto en cambios musicales como estéticos, pero podemos concretar que los orígenes de los skinheads vienen directamente de dos cultos juveniles: por una parte, los anfetamínicos mods: jóvenes amantes del modern jazz, el salvaje R&B, el ska jamaiquino; seguidores de músicos como Georgie Fame o Geno Washington, asiduos a lugares como The Flamingo o Roaring Twenties. Estos chicos de la clase trabajadora tenían sus propios valores, pensamientos y, sobre todo, mucho estilo y clase en la estética. La cultura mod se inició con los primeros modernistas a finales de los cincuenta, siendo la primera generación y la más purista, altamente refinada, con gustos cosmopolitas y sumamente relacionados con la corriente scooterista, con la Vespa y Lambretta como máximas exponentes en cuestión de motos. Estos jóvenes tomaban muy en serio su música y su ropa, mezclándola con la inevitable violencia en los fines de semana contra otra cultura juvenil británica: los rockers, jóvenes también apasionados por las motos (Harley Davidson), con chamarras de cuero, cabello grasoso y actitud sucia.

Los mods fueron famosos por sus peleas en las playas de Brighton. Varios años atrás los teddy boys fueron los auténticos pioneros de la violencia y la subcultura juvenil británica (aunque éstos sí con actitud racista). Básicamente, la herencia de los mods hacia la cultura skinhead son la violencia, el gusto por la música jamaiquina (si los mods adoraban el ska, los skinheads adoraban el reggae a morir), ciertas marcas de ropa (Fred Perry, Ben Sherman), las motos y su actitud apolítica. Ante estos aspectos se podría considerar a los mods padres de la escena skinhead (en ciertos puntos, claramente los más puristas, sin entrar en derivados sicodélicos en que cayera la escena mod después de la segunda mitad de los sesenta). Era común ver casos de hermanos mayores que habían sido mods y el hermano pequeño era skinhead a los trece, y no es que los mods se hayan convertido en skins (aunque seguro sí existieron algunos casos), sino que fue la siguiente generación. Para 1968 y 1969 los mods ya habían desaparecido, o al menos su culto original; en esos tiempos muchos se habían acercado a las mieles clasemedieras del hippismo, la política liberal y las drogas alucinógenas, pero habían dejado buena escuela para los cabezas rapadas.

El otro factor o impulso que generó la cultura skinhead fue la inmensa inmigración de jóvenes jamaiquinos trabajadores hacia Inglaterra, la cual había empezado con mas énfasis desde los años cuarenta, y en los sesenta ya era toda una realidad; los jamaiquinos se establecieron en diversos barrios pobres de Londres, en especial del Este, en comunidades como Balham y Brixton, donde sus mercados, tiendas de cosméticos y restaurantes eran bastante típicos. Es en esos barrios donde comienza la convivencia de jóvenes obreros blancos con los jóvenes jamaiquinos que traían su cultura y su música (obviamente el reggae y rocksteady) a Inglaterra. Años atrás los llamados rudeboys (delincuentes jamaiquinos) ya se habían mezclado con los mods en los clubes nocturnos bajo el ambiente del bluebeat, pero no a tal grado como sería con los skinheads a finales de la década. Los jamaiquinos y los skinheads convivían día a día sin problemas en Londres (los skins llamaban amistosamente “calebs” a los jamaiquinos en esos días); ya fuera en las escuelas o en el trabajo y, sobre todo, en las fiestas (“blues parties”), dándose cuenta de que tenían más en común que en contra. Siendo así, fue común ver pandillas de negros y blancos causando disturbios, peleas, asaltos o acorralando hippies y pakistaníes.

Los skinheads no estaban de acuerdo con los valores izquierdistas de la clase media británica en su mayoría, pero tampoco con los de extrema derecha; era una especie de nihilismo apolítico natural, y en lugar de discutirlo en revistas o en tribunas sociológicas, lo debatían en la calle con puños, persiguiendo con tijeras a cuanto hippie encontraran o arremetiendo golpizas contra parejas de homosexuales, insultando y apaleando a los pakistaníes, a los que acusaban de no tolerar ni adaptarse a Inglaterra, pero sí de querer vivir a expensas de ella. Como comentaba un skinhead a la prensa local: “Odiamos a los pakistaníes porque son diferentes a nosotros, usan ropa ridícula, no hablan inglés y ¡no les gusta el futbol!, así de simple”.

Caso contrario al de los jamaiquinos, aunque inmigrantes también, pues se adaptaron rápidamente al estilo de vida y no rechazaban la cultura británica, por ello su amistad con los skinheads fue realmente buena, más allá del color de la piel o del origen.

“No había muchas personas que no eran skinheads o que no tenían el cabello largo. Eras una cosa u otra, eso era lo que se veía en ese tiempo. En Londres al parecer todos eran skinheads”, dijo Chris Prete, de The Official Trojan Appreciation Society.

La conducta es otro distintivo en la cultura skinhead: meramente provocadora, desde los primeros días los altercados en las calles, bares, estadios o playas era de lo más común; realmente era armar disturbio contra múltiples enemigos, especialmente contra los más perseguidos y odiados: los hippies (una de las palizas más memorables es la de Picadilly 144, donde los skins sembraron pánico en una casa ocupada y desalojaron a cerca de quinientos hippies a punta de golpes en una sola noche), aunque también los homosexuales eran comúnmente apaleados e insultados, así como los Hell Angels, los pakistaníes y otros asiáticos, estudiantes, policías o cualquiera que simplemente llamase la atención y vistiera de manera “ridícula”. Por lo mismo se les negaba la entrada a muchísimos lugares, lo cual resultaba peor, ya que arremetían contra los establecimientos arrojando botellas para destrozar los vidrios o golpear a la gente que llegaba y que no vistiera como skinhead.

También cientos de skins acudían a festivales de rock donde peleaban con los Hell Angels (los cuales eran contratados como seguridad) e incluso arremetían contra el público y a veces contra los músicos.

Los primeros skins eran muy jóvenes, con una media de entre quince y dieciséis años. Y aunque ir a bares era común, lo era más ir a centros comunitarios donde se juntaban después de la escuela a escuchar la música de sus hermanos mayores, así como acudir al fútbol a seguir a sus equipos favoritos.

Después del mundial de 1966 en Inglaterra (y su triunfo), cada vez más jóvenes de entre trece y quince años empezaron a ir a los estadios con sus amigos, a diferencia de décadas pasadas, cuando tenían que ir con sus padres y abuelos. También por primera vez estos adolescentes empezaron a viajar en trenes de ciudad en ciudad para seguir a sus equipos. Los más amados por los skinheads eran West Ham United, Arsenal y Chelsea. Cada fin de semana las gradas se convertían en auténticas fiestas, realizando porras de apoyo al equipo, muchas de ellas cánticos reggae como “Liquidator” (Harry J. Allstars), “Double barrel” (Dave and Ansel Collins) o “Return of Django” (The Upsetters).

Las peleas contra los seguidores del equipo contrario fueron el antecedente de la cultura hooligan que existe hoy en día; los skinheads, a raíz del mundial de 1966 y el éxito del equipo en éste, desarrollaron un orgullo extremo que daría una relación skinheads–futbol que dura hasta hoy.

Cada vez la violencia en el futbol fue creciendo más y más (llamada en ese tiempo “aggro”), con múltiples arrestos, hasta llegar a un punto de decomisar las botas de puntas de acero, hacer revisión obligatoria en cualquier tren o en las calles quitándoles a los skins los peines de metal, los cordones de las botas y hasta los tirantes.

Hoy en día es difícil ver una imagen así en las calles, pero en 1969 no era nada raro ver pandillas de skinheads de más de 200 integrantes ocasionando disturbios en cualquier parte de Londres. Cada barrio tenía su propia pandilla y existían varias maneras de diferenciarse (hasta por el color de las Ben Sherman) y actuar (una pandilla del sur de Londres llamada Blue Diamond Boys se caracterizaba por atacar estudiantes franceses ¡porque les quedaban más cerca que los pakistaníes!). Había algunas pandillas exclusivas de negros skinheads jamaiquinos —“affro boys”— bastante peligrosas (como The Queensbury Blacks de Brixton) que habían llegado incluso a matar (en un diario de la época se muestra la noticia de un skin de quince años que mató a un Hell Angel por quitarle a su novia de trece), y algunas más que sólo querían pasarla bien, patear algún trasero, robar alguna tienda o salir a buscar chicas. En la portada de Skinhead Moonstomp, por ejemplo, pueden verse miembros de una pandilla de Up North, los cuales llegaron a ser confundidos muchos años ¡como los músicos de Symarip!
Precisamente a raíz de las múltiples pandillas de skinheads se suscitaron las “reggae wars”, las cuales duraron casi nueve meses, y en donde las peleas por clubes, barrios y sobre todo chicas eran el pan de cada día. En una de esas confrontaciones se llegó a desconectar los cables del soundsystem local cuando sonaba el tema “Young, gifted and black”, de Bob & Marcia, y los skins locales empezaron a cantar a su estilo: “Young, gifted and white”.
Uno de los momentos más memorables para cualquier skinhead en esos días eran los “bank holidays” (días feriados o fines de semana en los que no se trabajaba), que era cuando se juntaban cientos de skins para pasarla bien y, claro está, ocasionar disturbios, como sus antecesores mods. También acudían a manifestaciones de izquierda a provocar. Varios mítines pacifistas fueron aplastados por la violencia skinhead, así como rallys de Hell Angels o concentraciones homosexuales. Ciertamente en 1969 los skinheads mandaban en Londres, y no sólo eran hombres, sino también chicas, llamadas skingirls, con su propio look, y aunque una buena cantidad de ellas andaban rapadas normalmente llevaban el cabello cortado a capas (feathercut; muchas veces acudían a barberías de hombres para que les saliera más barato el corte). Tenían un estilo femenino, pero bastante marcado en la clase obrera; sin maquillaje, utilizando las mismas marcas de los chicos, como Levi’s, Brutus, Crombies, Ben Sherman o Astronaut Hawkings (una belleza de botas estilo Monkey Boots, que se usaban a veces con las cintas de colores, combinando con los tirantes o la camisa).

“Ser skinhead fue una moda, fue algo musical, fue algo acerca de bailar y también sobre sexo. Ibas a una fiesta, ponías un sound system y comprabas cerveza; todas las chicas estaban mirando a los chicos y los chicos a todas las chicas, y en diez minutos tenías una big fat skinhead girl sentada en tus rodillas! Estabas escuchando Big Five cuando tu propio Big Five debería de estar ahí! 99% de toda la gente que fue skinheads entre el 68 y el 71 tienen muy buenos recuerdos…”, dice Gaz Mayall, vocalista de The Trojans.

La vestimenta era un claro distintivo de los skinheads. En un tiempo fueron muy comunes las Ben Sherman blancas (por la escuela). Esta camisa era (y sigue siendo) realmente popular entre los skinheads por sus estampados y sobre todo por su cuello americano (button down), que estaba abotonado, ya sea en manga larga o corta. Además, existían otras marcas de camisas como Jaytex y Brutus (esta última realmente buena y con estampados más originales), que debían estar siempre perfectamente planchadas y limpias, combinadas con unos tirantes o un chaleco a rayas o de color liso. Los pantalones más clásicos eran obviamente Levi’s 501 (favoritos por su precio económico y su calidad, la cual ya no existe hoy en día), con dobladillo o sin él, pero siempre arriba del tobillo. A los skinheads les encantaba usar muchísimo los jeans para que se desgastaran y dieran la impresión de que tenían ya un par de años con ellos, aunque sólo tuvieran un par de semanas.
Otra marca popular de pantalones fue Wrangler, en colores blanco o azul claro. En esos tiempos era fácil conseguir todas esas marcas, además era ropa muy barata y había tiendas especializadas. Se dice que de treinta alumnos en un salón 27 eran skinheads ¡y todos usaban Ben Shermans! El culto era masivo. Otro de sus distintivos eran las botas Dr. Marten’s; las más usuales eran las negras y guindas, de 8 y 10 hoyos, muy bajas y siempre bien lustradas. Todo mundo tenía unas (costaban alrededor de 5 libras y muchas veces se las compraban sus padres), con las puntas de acero, las cuales muchas veces eran decomisadas. Para los skins más pequeños la solución eran las clásicas Monkey Boots, con tallas más chicas. Las camisas Fred Perry estilo Polo eran ya comunes desde la era mod y fueron usadas por skins, aunque no tan masivamente como las Ben Sherman, ya que eran más de uso en el estadio.

Los skinheads originales causaron tanto revuelo que se hicieron muy populares en la prensa y los noticiarios; la BBC llegó a realizar un par de documentales (como Wath’s the Truth about Hell Angels and Skinheads?, con buenas entrevistas e imágenes, y Calling a True, donde también se incluía a los hippies), además de que en muchísimas revistas y diarios nacionales e internacionales aparecieron reportajes sobre ellos, aunque sólo haciendo énfasis a la violencia y la estética —pero con excelentes fotos— dejando fuera muchas de las veces una de sus mayores pasiones: el reggae. La única publicación que parecía darle la importancia a la cultura skinhead era el periódico contracultural International Times, donde curiosamente apareció una columna llamada “YELL” donde publicaban opiniones sobre skinheads hechas por skins, además de reseñas de discos de reggae, realizadas por el skinhead Steve Maxted, un experto en el tema. Desgraciadamente el espacio desapareció al poco tiempo, durando solamente del 21 de noviembre del 69 al 11 de febrero del 70.

Tanto se hablaba de los skinheads en la prensa (muchas veces exagerando o confundiendo) que una vez unas skingirls decidieron contestar a un artículo para dejar claras las cosas y mostrar su opinión. Aquí reproduzco la carta:

Skinheads en faldas
Somos dos chicas skinheads. No creemos que usted sepa mucho sobre nosotras. De acuerdo con lo que dices de que los chicos usan las botas grandes, los llamas Bovver Boots. También nos han llamado Bovvers, Mods, Peanuts y una cantidad de nombres. Los chicos tienen el cabello corto, como los chicos que salen en tu foto, no cortes de crews, y los tirantes van ligados con sus Levi’s. Nosotros trabajamos mucho, no como los hippies, lo digo porque nosotras somos chicas Mods, o Bovvers, o Peanuts, así como los chicos. Si quieres ver a unas verdaderas, limpias y decentes, ven a Bookham. A nosotras no nos agradan los hippies, el cabello largo, la ropa floreada o cualquier prenda que llame la atención. La mayoría de nosotras tiene el cabello corto y vestimos maxi cardies, blusas estrechas y jamás usamos maquillaje. Nosotras salimos solamente para pasarla bien…
Miss Jane Skinner y Chris Webb, de Great Bookham (Sunday Times, Londres, 28 de septiembre de 1969).

También se escribieron en esa época libros de ficción inspirados en los skinheads, sobre todo por Richard Allen, un prolífico escritor que realizó más de 300 libros con muchísimos seudónimos (de hecho Richard Allen es un seudónimo más). En cuanto a temática skinhead están Skinhead Escapes, Skinhead Farewell, Skinhead Girl, Smoothies, Shorts, Suedehead, Top Gear Skin, Trouble for Skinhead, Boot Boys, Dragon Skin, Terrace Terrors y el más famoso: Skinhead; donde empiezan las aventuras sexuales y violentas de Joe Hawkins, el personaje principal, y su pandilla. Este último libro fue muy popular e incluso se llegó a leer en las escuelas como ejemplo de la violencia e intolerancia skinhead, aunque después fueron censurados.

Otro libro de especial atención es The Paint House, de 1972, el cual es una investigación sociológica sobre una pandilla de skinheads del norte de Londres llamada Collinwood. En este recomendable libro se abordan temas como el futbol, la escuela, la estética y cuestiones raciales.

Los skins llegaron a aparecer a su vez en algunas portadas de LPs de la época para sellos ingleses como Pama y Trojan, además de otros (como el LP de Aggressors). Uno de los más famosos es el Skinhead Moonstomp de Symarip en su edición original de 1969 para Trojan, así como el LP de Pama This is Reggae Vol. 1, donde aparece el cantante Dobby Dobson acompañado de skinheads y rudies en una blues party. Y mas allá de ser parte de portadas, hubo skinheads que tuvieron su propio sound system pinchando reggae, e incluso el productor Joe Mansano tenía trabajando en su tienda de discos a un skinhead, quien trabajaba también con él en el estudio, buscando un sonido que les gustara más a los skinheads (de ahí viene la influencia en Skinhead Revolt).

También existen recopilatorios donde hacen gala de presencia skinheads y smoothies. Otro punto en el ambiente musical fue el grupo Slade, que a raíz de la popularidad masiva de los skinheads deciden crearse una imagen similar, aunque realmente no les funcionó y acabaron por colgar las botas debido a los ataques de la prensa acusándolos de Bovver Boys conflictivos ¡sólo por la estética! Algunas revistas sacaban en portadas e interiores reportajes de skinheads como representantes del reggae, ya sea poniendo a Slade junto a Jimmy Cliff y un par de chicas skinhead, o ilustraciones de cómo aprender a bailar reggae, con una pareja haciendo unos cuantos pasos.
En cuestión musical encontramos bastantes temas con referencias skinhead en ésa época, o cercanos a la temática. Bastantes cantantes jamaiquinos y bandas dedicaban los temas a los skins para que éstos hicieran que el tema se fuera hacia arriba en las listas. Sorpresivamente no fue así en muchos casos; si no contamos “Moonhop” de Derrick Morgan (Crab) o “Skinhead Train” de Laurel Aitken (editado hasta en España en la época), los demás temas brillan por su ausencia en las listas, pero hoy en día hacerse de un single de éstos es bastante difícil.

Después de la explosión skinhead, a finales de 1970, las cosas empezaron a cambiar, no sólo en el ambiente musical sino también en el culto skinhead; los exagerados niveles de violencia hicieron que muchos dejaran de ser skins, además muchos chicos empezaron a buscar mejores trabajos que no les permitían vestir de esa manera, algunos más se casaron (¡sí, a los 16 años!) y otros más evolucionaron hacia otras movidas.

Viéndolo desde este punto, la cultura skinhead sólo duró unos cuatro años, suficientes para dejar marcada para siempre la historia. Es increíble que después de ver en las calles más de 600 skinheads causando disturbios en 1969, a finales de 1970 sólo se veían unos pocos y las cabezas rapadas se empezaban a ver cada vez menos; muchos se dejaron crecer el cabello un poco, aunque conservando la estética skinhead (al menos las Ben Shermans, los abrigos Crombies, las Marten’s y sobre todo los Sta Press, los cuales se empezaron a usar más de diario, cuando antes sólo era en los fines de semana); un nuevo estilo había surgido, incluso más elegante e igual de violento y tenía un nuevo nombre: suedehead.

Este fenómeno no se dio en toda Inglaterra, sólo en las grandes ciudades y en especial en Londres, donde los zapatos loafer’s empezaron tener mayor importancia que antes; las chaquetas Harrington, trajes Tónic, sombreros Pork Pie y sombrillas (las que usaban como arma), todo un look más elegante, que a su vez volvió a cambiar a mediados de 1971. Un filme que muestra perfectamente esta época es Bronco Bullfrog, de 1970.

Los suedeheads se dejaron crecer aún más el cabello. Y aparece otro culto: el de los smoothies. Los smoothies usaban otro tipo de zapatos llamados Norwegians, chalecos jumper (de grandes cuellos en V) y camisas de colores muy llamativos, pero seguían en la vena de la estética original usando a veces botas, Ben Shermans y Levi’s. También por primera vez las chicas que acompañaban a esos chicos tenían su propio nombre; las llamaban sorts (hay un tema de reggae de Dave Barker dedicado a ellos: “Smooths & Sorts”) y su atuendo era especial (no como en 1969 cuando las chicas vestían de manera muy parecida e ellos). También en los estadios surgía una nueva movida llamada boot boys, quienes estaban más enfocados a la violencia y el futbol, dejando en un plano secundario aspectos como el reggae y la estética, y aunque muchos habían sido skinheads se saltaron el paso de suedehead y smoothie para ser directamente boot boys; lo importante era la violencia, el estadio y las pandillas. La música también había cambiado, ahora el glam era muy seguido en las gradas y tema como “Leader of the Gang” de Gary Glitter eran nuevos himnos, junto a muchos temas de los ex skinheads Slade.

Para 1974 y 1975 parecía que todo había desaparecido; muchos “viejos” skinheads (para entonces de entre veinte y veintidós años) habían dejado todo lo relacionado con la movida, y solamente en las gradas era donde se podía ver aún pantalones con dobladillo o Dr. Marten’s. Pero ya nada era igual, y aunque individualmente siempre resistieron muchos skins escuchando reggae y abandonando las pandillas y la violencia, la cultura no volvería a ser la misma que fue en la explosión vivida en Inglaterra en 1969, aunque en 1976 el cantante de reggae Judge Dread tratara de revitalizar el culto con “Bring Back the Skins” en su disco The Last of the Skinheads. ®

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Publicado en: Abril 2010, Música

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