BOSTEZOS EN LA NIEBLA

Literatura virtual: poesía en tiempo real

Hace tres meses me sumergí en el mundo de las redes sociales por internet. Abrí mi cuenta en Facebook y empecé a respirar la existencia de la no existencia. Una vida dentro de otra vida, representación angustiante de una película de ciencia ficción, la capacidad del hombre para trasgredir fronteras de la realidad tangible; todo ello y mucho más es esta nueva manera de ubicarnos en el universo artificial. Vértigo es lo que me hace sentir la situación. Todo sucede tan de prisa que estamos estériles ante el cúmulo de hechos que se llevan a cabo a cada segundo. La tecnología abatiendo lo que alguna vez aseguramos como “normal”. Más que juzgar como bueno o malo, positivo o negativo, perjudicial o benéfico, tan sólo me limito a experimentar y a percibir el evento cibernético.

Iván Illich ya suponía los cambios en esta “era de los sistemas”, como él la definió. Planteaba —tomando apenas un ápice de sus disertaciones al respecto— que las nuevas tecnologías abrían la posibilidad de entrar en contacto con personas que vivan del otro lado del mundo, pero al mismo tiempo minan la posibilidad de relacionarnos con el vecino. Cada cultura tiene una manera particular de comunicarse, no importando que ésta se encuentre estigmatizada con el mutismo, el impedimento de mirarnos a los ojos y palparnos.

La tecnología también cambia al arte. Por el ciberespacio abundan las páginas dedicadas específicamente a la literatura o de periódicos o revistas, así como también son múltiples los blog de escritores, haciendo parecer que la era del papel poco a poco queda atrás, en un horizonte superado. Hallar obras de este tipo por internet conlleva un replanteamiento del ejercicio de la creación. Ya no existen mediaciones editoriales que impidan o impulsen que un autor presente su trabajo a los lectores, se agudiza el intercambio de ideas respecto de la obra con el escritor mismo y hasta existe la posibilidad de cuestionar sobre los motores que lo llevaron a escribir sobre tal o cual idea.

Siguiendo la misma línea he iniciado la escritura de mi primer libro virtual de poesía, cuyo título es Bostezos en la niebla. Este ejercicio literario está siendo publicado virtualmente en mi cuenta de Facebook desde el pasado 27 de agosto y terminará dentro de cien días o un año —aún no lo decido— a partir de esta fecha. Ver al poeta trabajar, ser testigo de lo que he denominado “poesía en tiempo real”, hacer que el lector influya en el propio poema y que, en ocasiones, sus palabras se fundan con el texto artístico, son tan sólo algunos de los objetivos que busco con el poemario. Para ser parte de este experimento tan sólo se necesita agregarme como “amigo” en Facebook buscando mi cuenta por mi nombre: “Salvador García”, o bajo la siguiente dirección electrónica: http://www.facebook.com/profile.php?id=1366615350.

Bostezos en la niebla se trata de un libro sui generis. Cada noche escribo un pequeño texto (tal vez “minipoemas”, pero yo los llamo “guiños de poesía”, textos que nunca alcanzarán la calificación de “poema” propiamente dicho) y diversos amigos y “ciberamigos” los aprueban, los comentan, los critican hasta el desfallecimiento. Las escuetas palabras han ido calando surcos propios por la red. Comprendo que estos guiños de poesía son tan nimios como un bostezo, pero tan imprescindibles como para no desfallecer en esos momentos en los que me niego a mirar la soledad compartida con tantos noctámbulos del internet; soledad que, luego del punto final, siempre encuentro acariciando mi almohada. Aquí tan sólo una muestra:

I

Es en esta noche que vuelves

y se desmorona la madrugada.

II

Último cigarro de la noche:

palabras quemadas

cenizas de poemas jamás escritos.

III

Esta noche me dejo llevar,
no me niego.
Imágenes que se han perdido.

IV

Mira que a veces he ganado.

La brújula enmohecida,

las paredes desnudas,

un moribundo que besa mi reflejo.

XV

Tiño mi presente de ti.

Es la hora de acariciar la vida.

V

Tú ganas. Durmamos.

El amor también

se cultiva en los sueños.

VI

No te dejo ir

porque me gustas.

Así de simple se pierde la vida.

VII

Camino por las calles

de una ciudad que no es mi ciudad.

La noche no para de parir silencio

Me acompaña tan sólo

el sonido de mis pasos.

VIII

Tiro palabras al viento:

busco un futuro que te nombre.

IX

El día que haya que decir adiós

me negaré a pensar en las noches no paridas,

en los juegos rotos, en los labios vagabundos…

Me negaré a decir eso que se dice para maquillar de carmesí el dolor.

X

En tu boca Los cuatro cuartetos

se hacían semilla de tiempo,

el sonido agonizante de la madrugada

XI

Rehúyo a negar la resaca.

de las noches yermas.

Hoy vivo la putas horas

aunque sean sangrantes

XII

No es el silencio.

Se trata de la manera

en que enmudecen las palabras.

XIII

Hoy es simple:

nos refugiaremos tras las sábanas

e inventaremos el tiempo.

XIV

Aún sabe a ti

la alcoba adormecida,

la oscura llaga olvidada en el colchón. ®

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Publicado en: Poesía, Septiembre 2010

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