La muerte del Pancracio mexicano

Entrevista a los hermanos Villalobos

En esta extensa conversación con dos de los hijos del legendario luchador Panchito Villalobos, sus hijos Johny y Bestia Magnífica lo recuerdan y hablan sin cortapisas de los dramáticos cambios en la lucha libre mexicana de los últimos años y cómo ha sido pervertida por el espectáculo y la televisión.

Al centro, Bestia Magnífica

—¿Cómo perciben a su padre, ya fallecido, la gran leyenda que fue Panchito Villalobos [1936-2011]?

Johny Villalobos (JV): A mi padre lo vi siempre luchando, siempre tratando de abrir una fuente de ingresos para tener a su gente como él quería. A Panchito Villalobos siempre lo vi en el gimnasio, componiendo una canción… siempre lo vi trabajando.

—¿A todo mundo le gustó la lucha libre en su familia?

Bestia Magnífica (BM): Sí, a la mayoría. Lo que sucede es que yo creo que lo que somos… es como el torero, ¿no? Yo soy torero y mis hijos toreritos. Mi padre nos enseña lo que él aprendió con dificultades, lo hizo con cariño. A nosotros nos lo enseñó como se lo enseñaron a él.

—¿Era un padre cariñoso?

BM: Era un padre estricto. Por sus múltiples actividades, era muy duro. En el gimnasio, para la escuela de lucha libre era otra manera de enseñar, mucho más difícil.

—¿Era mucho peso ser hijo de Panchito Villalobos?

BM: Sí, mucho. A nosotros no nos obligaba a más, sólo a hacer lo que los demás hacían, pero lo tenías que hacer muy bien, teníamos que ser, eso sí, el ejemplo para los demás. Te daba las bases y todo eso. Todo lo que trabajó él fue lo que me transmitió a mí. Cuando había que meserear, pues a meserear, que había una película, vamos a la película, que tenía una lucha, vamos a la lucha. Nos jaló desde niños.

JV: Es verdad. Todos tuvimos oportunidad de incursionar no sólo en las luchas, sino en películas, haciendo de dobles. Yo tuve la oportunidad de trabajar con el señor, ya fallecido, Pedro Armendáriz Jr., en la película de Matando Cabos. Yo hice una pequeña aparición, hice el trabajo sucio de un personaje al que llamaron Mascarita, el señor Joaquín Cosío, también tuve la oportunidad de trabajar con Agustín Bernal, con Mario Almada, en películas de la India María.

—¿Querían seguir los mismos pasos de tu padre?

JV: Yo creo, más que nada, que nuestro padre es nuestro héroe, ¿no?

BM: Te digo que hacíamos lo que nuestro padre nos enseñó. Cuando uno es el hijo de Batman, quisiera ser murciélago.

JV: Cuando eres niño siempre piensas que tu papá es tu ídolo. En mi caso, ver a mi papá en el ring, en una película… pues, yo quise ser como mi papá. Somos muchos los Villalobos, pero somos pocos los privilegiados. Somos quince hermanos, y sólo cuatro somos luchadores. Y lo somos a buen nivel, enfrentando a lo mejor de la baraja luchística.

­—¿Quiénes fueron Los Caifanes?

BM: Los Caifanes, como luchadores, fuimos mi hermano y yo, la otra Bestia Magnífica.

«Yo creo que todos los que hemos luchado y que seguimos luchando, dicen que nacimos en un ring y yo te puedo decir que sí, porque eso era lo que veíamos. Desde chiquillo yo veía a luchadores en mi casa, por mi papá».

—¿No tuvieron problemas por el nombre?

BM: Tuvimos problemas por el nombre, por la película que se hizo en ese tiempo. Ellos habían registrado el nombre, y nosotros que ya estábamos luchando en la Arena México, con buen nivel, no pensamos en eso, pues sólo nos enfocamos a luchar. Sólo dijimos “¿Cómo nos vamos a llamar?”Y empezamos a barajar nombres en el sentido de que éramos rebeldes, relajientos, las podíamos todas, y así fue como llegamos al nombre. ¿Qué es un caifán? Que no es un pachuco, es más que eso… es como un padrote, uno que le habla a las nenas y demás. Como un canalla.

—Es decir, sí hubo influencia de la película.

BM: Claro… nos gustó el nombre por la película. Los caifanes son unos individuos relajientos, desmadrosos, son valemadres… eso nos gustó, porque somos así, somos rudos.

JV: ¡Exacto! Somos rudos, y un rudo es traidor, abusivo… ¡Somos rudos!

—¿Cuánto se tardaron en ser luchadores profesionales?

BM: Yo creo que todos los que hemos luchado y que seguimos luchando, dicen que nacimos en un ring y yo te puedo decir que sí, porque eso era lo que veíamos. Desde chiquillo yo veía a luchadores en mi casa, por mi papá.

—¿Eso representó una ventaja, dado que tuvieron a esa figura luchística como padre?

JV: Te digo, eso es una navaja de dos filos. Hay gente que te acepta por ser “el hijo de”, y hay gente que te rechaza por ser “el hijo de”. Entonces, cuando eres hijo de una leyenda o de un personaje tienes que ser más exigente.

BM: Es como Pedro Armendáriz, Jr., no puedes compararlo con su papá, aunque ese señor actor haya sido muy bueno. Los hijos hacen su propia trayectoria y tienen que valer por lo que demuestran ellos, no en función de ser “hijos de”. Nosotros, no sé… los mismos compañeros, no sé, Jaque Mate y demás, decían “No, el bueno era el papá, éstos no”, así nomás. Lo decían así nomás. Entonces, tenías que demostrar todo el tiempo que eras bueno. Sobre la marcha, ya decían que éramos igual de buenos y cabrones.

—¿De ahí viene esa fama de que eran medio salvajes, extremadamente rudos?

BM: Mira, la verdad es que eso, en realidad, tiene que ver con el hecho de que nosotros aprendimos lo que es la lucha libre de a deveras, la de verdad.

—¿A qué te refieres?

BM: A que en la de ahora hay mucho espectáculo. Nosotros no hacíamos eso, éramos lo que se dice luchadores-luchadores, como nos enseñó mi papá, y luchábamos de esa manera. Si los otros estaban acostumbrados a otra cosa, pues lo sentíamos e íbamos sobre de ellos, sobre de ellos y sobre de ellos. Y punto. Por eso nos crearon una fama de que éramos muy rudos, muy salvajes, muy agresivos… de que no nos dejábamos. Y digo, pues, ¿qué?, ¿no es lucha libre? ¡No estamos en un salón de belleza! Así se fue haciendo la fama de que luchar con Los Caifanes era de… ¡cuidado!, de ¡ay, mamá!

—Sin embargo, para fines de la lucha, al final eso era bueno, ¿no?

BM: Ah, sí, claro que era bueno. Así nos ganamos un respeto, y quiero que sepas que también…, por ejemplo, mi hermana, Martha Villalobos, ella ha retirado hasta a luchadoras, sin querer, como a La Yaqui, por ejemplo.

Martha Villalobos

JV: Y es que, como dice mi hermano, ahora han desfigurado a la lucha libre, más que seguir la lucha libre como debe ser. Sí, ha evolucionado, pero la han vuelto menos seria. Es decir, se rompió con aquello que ser un verdadero gladiador a la hora de enfrentarte. Ahora hay más espectáculo, hay más vuelos y lances, pero el tipo de luchador que se usa para eso es aquel que, contradictoriamente, está mucho menos preparado en las técnicas luchísticas.

—¿Eso tendrá que ver con la influencia de la lucha libre actual estadunidense?

JV: Así es, definitivamente. Se está tratando de hacer la lucha libre mexicana más mercantil, más comercial, más vendible, más mercadotécnica, más mediática.

—Y sin embargo, con el uso de la máscara, por ejemplo, la lucha libre ya conlleva cierto grado de espectacularidad, ¿no es así?

JV: Sí, pero… Por ejemplo, cuando iba el Santo contra Blue Demon veías, más allá de los lances, cómo también El Santo, a pesar de ser técnico, le respondía fuerte y con un llaveo interesante. Ahora, con tantos vuelos y lances, como dice mi hermano, se ha perdido la esencia de la lucha libre. Ya no ves eso. Se está tratando de copiar a la lucha libre gringa, que es como una telenovela, en donde te hablan treinta, cuarenta minutos antes y sólo luchan como tres. Acá el luchador mexicano, y más el independiente, en las arenas no tan famosas, ves cuarenta y cinco minutos de pura lucha-lucha, con llaves, golpes, candados, contrallaves…

—Donde puedes ver esa escuela clásica, pues.

JV: ¡Exacto! Donde puedes ver la verdadera preparación. Ahora cualquiera que no esté preparado en la lucha, pero que pueda hacer lances y vuele, ya con eso. Ahora lo que quieren es a un cuate que esté esbelto, bien marcadito, guapetón… algo así como ahora con los presidentes, ¿no? Que esté guapo, y ya con eso. Es decir, están cambiando los conceptos.

BM: Antes tú veías cómo la vestimenta del luchador era sólo la máscara, si es que usabas, las botas y un calzón. Eso era todo.

—Me gustó esa idea, o concepto, del luchador independiente. ¿Cómo es un luchador independiente en estos tiempos?

JV: Mira, aquí, si tú estás con una empresa, la empresa te busca los contratos, los eventos, la proyección y te hace la publicidad. Eso te hace más vendible. Como luchador independiente tú eres el que tiene que buscarse, por sus propios medios, todo eso, ir a todas las arenas, conocer a los promotores, estar siempre innovando porque te vas a enfrentar con las figuras hechas que ya tienen las empresas, con toda su publicidad.

—Su hermana, Martha Villalobos, se volvió promotora, ¿cierto?

JV: Así es, pero de manera independiente. Porque ella compite contra dos monstruos que son el Consejo Mundial (CM) y la Triple A (AAA), que son las empresas más fuertes de la lucha libre en estos momentos. Y así como ella tiene su empresa, hay mil más. Son pequeñitas, en realidad. Hay muchos luchadores, pero si no tienes revistas, televisión, radio, pues es muy difícil acomodarte. Tienes que hacer más labor como luchador independiente.

Se está tratando de copiar a la lucha libre gringa, que es como una telenovela, en donde te hablan treinta, cuarenta minutos antes y sólo luchan como tres. Acá el luchador mexicano, y más el independiente, en las arenas no tan famosas, ves cuarenta y cinco minutos de pura lucha-lucha, con llaves, golpes, candados, contrallaves…

—Los gimnasios son una realidad a la que varios luchadores se acogen, como una manera de poner un negocio. ¿Me podrían hablar sobre esta realidad?

BM: Muchos luchadores ponen su gimnasio, como éste, El Villalobos (ubicado en Vizcaínas 13, una parte populosa del Centro Histórico de la Ciudad de México, lugar de donde se desprende casi todo el tiempo un olor a pollo, giro de los negocios que pululan en la zona, y a comida, por una tortería que está abajo del edificio), pero no son sólo los gimnasios, tienen taquerías, ferreterías, etcétera.

—Interesante. Háblame pues de esa parte de la lucha, de la lucha por la vida, de esos luchadores que se parten el alma y el cuerpo día a día por amor a su deporte, ese otro lado de la moneda del que muy poco se habla.

BM: Ahorita en los rubros que se manejan, las empresas ya tienen su elenco. Y en resumidas cuentas, siempre habrá desigualdad entre aquellos luchadores independientes, que se tienen que chingar trabajando en lo que sea para sobrevivir, y encima, hacer lo que les gusta, luchar.

JV: El luchador comercial siempre tendrá de su lado a la televisión, todos los medios y demás. Pero, por ejemplo, nosotros, que somos independientes, nos hemos enfrentado a los mejores de ese medio, demostrando aun así que somos mejores, y sin tener todo eso de nuestro lado.

—Tomando en cuenta esas realidades que han mencionado, ¿qué es más importante o satisfactorio: ganarle a una gran estrella mediática o forjar luchadores desde la lona, en un gimnasio pequeño?

JV: Yo creo que es igual de satisfactorio ambas cosas. Formar luchadores desde abajo y con todas las técnicas, y al mismo tiempo ganarle a un luchador, no sé, como El Zorro, La Parca, por poner ejemplos. Es como decir y demostrar “Mira, soy mejor que tú y eso que no tengo televisión ni nada”. Y también es muy satisfactorio que un alumno tuyo aparezca en televisión y demás, porque eso da cuenta de que tu trabajo sirve.

BM: Ahora, también hay que decir que muchos de los que vienen a querer aprender lucha ya vienen con esta onda de lo que ven en la tele. Vienen con la idea de verse como los que aparecen ahí, quieren el cuerpo de ahí, y estarse viendo al espejo. No vienen con una identidad o un estilo, además de que no quieren, muchas de las veces, una preparación adecuada. Mira, sin ir más lejos: llegan y tenemos que empezar con el acondicionamiento físico, ¿no? Fíjate lo que digo, el puro acondicionamiento físico… No, pues, desde ahí ya se van muchos, porque ya ven que entrenar no es lo mismo que lo que ven en la televisión. Ahí se va dividiendo todo. Son muchos los llamados, pero pocos los elegidos. Aquí, si quieres ser campeón, hay que entrenar como campeón.

JV: Él tiene como cuarenta años luchando [dice, señalando a su hermano]. Yo tengo doce de luchador profesional y todavía entreno. Sin embargo, tú ves a El Cibernético, La Parca.. y esos cuates, desde que entraron a la televisión, ya no entrenan. Si tú nos enfrentas a nosotros con ellos, por la práctica y por la preparación, pues los hacemos polvo, porque nosotros entrenamos día a día. Somos luchadores de tiempo completo. Siempre estamos en la preparación. Entonces, de lo que se trata es de ser un luchador, no sólo de verse como uno.

BM: Hay gente que puede llegar acá con nosotros, se les dice todo. Les damos todo, práctica, teoría y técnica. Un entrenamiento completo. Aquí sí hay gente, pero no como en la Arena México, en donde los engañan y les dicen que van a ser los súper luchadores, y no es cierto, no tienen la capacidad. Los gringos venden espectáculo, venden presencia, eso es lo que venden: enormes físicos, torpes, pero bien musculosos, eso es. Y eso es lo que quieren vendernos acá. Ahora hay como una fábrica de clones; cuando estaba El Místico, todos eran y querían ser como él, vestirse igual… pero hay una cosa, ¿quién hace a los ídolos? ¿Quién hace a los generales? Pues, la tropa. Sí, llega a pegar un Místico, como producto de la mercadotecnia. Los agarran y les dicen “A ver, venta pa’cá, tú que estás bien dado, bonito y lleno de esteroides, te vas a echar veinte maromas en el aire, y ya con eso verás que serás el mejor”, pero la gente ya cuando los vio luchar, ya vio a todos los demás.

—Y sin embargo, tal vez, un muchachito que tuvo su colección de muñecos luchadores, que ve la tele, que ha visto algunas películas, a pesar de todo, quiera ser eso, quiera ver eso y le guste todo eso.

BM: Tal vez lo quieran, pero yo insisto que, en la lucha libre, los verdaderos ídolos se hacen en los gimnasios y en las arenas chicas. Ya cuando llegan, porque llegaron, lo digo porque el Santo, Mil Máscaras, Huracán Ramírez, Rayo de Jalisco, todos ellos, por ejemplo, se hicieron fuera de lo comercial, todo el tiempo fuera… y cuando llegaron arriba ya eran verdaderas estrellas. Ya lo habían probado, ya se habían formado en la verdadera lona, la verdadera lucha, y no al revés.

—¿Qué me pueden decir, entonces, hablando de esa parte de espectáculo, sobre el uso de la máscara?

BM: Mira, hay ejemplos en donde Wolf Ruvinskis, el más famoso, por la tele y las películas, el Cavernario Galindo y Alfonso Dantés, nunca necesitaron de la máscara. Ellos, con su sola personalidad, llenaban arenas enteras y les bastaba para proyectar lo que querían proyectar. Ahora todos quieren ser enmascarados y con un montón de cuernitos, colores, colguijes… y al final, todos hacen lo mismo.

En el fondo, ¿no estás añorando las circunstancia de hace cuarenta años?, por decirlo así.

BM: No. Lo que pasa es que yo lo que veo es que se está perdiendo decencia en la lucha, y que ésta, en este sentido, se tiene que morir para volver a renacer.

—Tú piensas en una necesaria muerte de la lucha libre actual.

BM: Sí, porque va a llegar el momento en donde tú, como aficionado, ya no vas a poder decir “Vamos a ver una función de lucha libre”. A lo más que aspirarás va a ser a decir “Vamos a ver una película en vivo, una representación”.

—Es decir, lo que uno ve ahora es sólo un reflejo en sí, pero no la verdadera lucha libre. ¿Eso es lo que estás afirmando?

BM: Así es. Ya es como un circo. ¡Vamos! Yo recuerdo cómo cuando ibas a las arenas tenías que tener, por lo menos, más de quince años de edad, y veías a gente medianamente adulta. Ahora te dicen “Eres el ídolo de los niños” y puros niños y niñitos ves en las arenas grandes, niñitos que no te ven como luchador, te ven como payaso y en donde, por lo mismo, tal parece que tú tienes que actuar igual. Entonces, para volver a renacer, lo vuelvo a decir, la lucha tiene que morir. Y te voy a decir por qué. La gente te pregunta “¿Eres luchador?” Uno dice “Sí”. “¿Sales en la tele?” Uno dice “No”. “Ah, entonces no eres luchador, no eres de los buenos luchadores”. Y de ahí no los mueves. Y eso no es gratuito, porque son las grandes empresas las que pasan por la tele todo esto, la pasan en la tele abierta, en la privada, por Internet… y claro, la gente deja de ir a las arenas pequeñas. Ahora a los luchadores los encarecen sólo en función del marketing. Los precios van decidiendo quién se presenta y quién no, cuándo sí y cuándo no. La tele ha alejado a la gente de las arenas.

JV: La gente, por eso, ahora prefiere pagar más caro el refresco y las palomitas, en las arenas grandes, con la gente de la tele, que ir a una arena pequeña tal vez por menos precio.

—Me puse a revisar algunos periódicos especializados, páginas y blogs, y mucha gente opina que la lucha libre gringa es mejor que la mexicana por el espectáculo y por el aspecto físico de los luchadores.

BM: Yo te voy a desenmascarar esa gran mentira. Sí, todo lo que he dicho acerca de que quieren que nuestra lucha se convierta en ese gran circo que hacen en Estados Unidos es cierto. Y sin embargo, dentro de ese mismo show, hay tres ejemplos mexicanos que son muy superiores en la lucha de allá. Dentro del puro show, pero fijándonos ya en la lucha en sí, el Rey Misterio es un buen luchador, el Sin Caras (el Místico mexicano) también y el mejor, el mejor, es Alberto del Río, que mide 1.96 de estatura. Ese les ha ganado a John Cena, al que le pongas, y es mexicano. ¿Ves? Ellos, luchadores mexicanos, son los que están resultando las estrellas ahora allá, pero han tenido una verdadera preparación previa acá, en la escuela clásica de la lucha libre nacional. A Eddie Guerrero, ¡cómo le tenían miedo!, porque ya murió. En fin, a eso me refiero.

JV: Yo podría decir, de hecho, que ahora son los mexicanos quienes están influyendo en la escena de allá. Porque ahora ya ponen más llaves, dan más golpes, han venido luchadores gringos acá a aprender cosas. Han venido acá y se llevan lo que aprenden. Eso se irá viendo, me imagino, poco a poco, allá.

Tal vez lo quieran, pero yo insisto que, en la lucha libre, los verdaderos ídolos se hacen en los gimnasios y en las arenas chicas. Ya cuando llegan, porque llegaron, lo digo porque el Santo, Mil Máscaras, Huracán Ramírez, Rayo de Jalisco, todos ellos, por ejemplo, se hicieron fuera de lo comercial, todo el tiempo fuera… y cuando llegaron arriba ya eran verdaderas estrellas. Ya lo habían probado, ya se habían formado en la verdadera lona, la verdadera lucha, y no al revés.

—Con respecto a la televisión, ¿no hubo empresarios que se interesaran verdaderamente por toda esta tradición luchística, más allá del negocio inmediato de la imagen en sí? ¿Cuándo comenzó a influir con su enorme peso la televisión en la lucha libre mexicana?

BM: Sí había empresarios de ésos. Los Lutteroth, de la México y de la Coliseo, ellos tenían promotores de lucha libre, como el señor Flores y el señor Mora, es decir, sí había gente para eso. Que llenaban plazas de toros, arenas, coliseos, de todo, en todo el país. Organizaban verdaderas giras. ¡Ahora ya no hay plazas!

JV: La tele, para contestar a tu otra pregunta, entró en los noventa, cuando AAA entra en Galavisión.

BM: No, espera. Ya habían tenido experimentos antes, en Televicentro y en Pabellón Azteca, y tampoco. El Estado no ha dado oportunidad para esa promoción, digo, aparte de los descabezados y todo lo que vemos todos los días por la tele.

”En resumen, y esto es importante, el señor Antonio Peña Herrada, el asesino de la lucha libre, como yo le digo, que fue luchador, él fundó la AAA hace diecisiete años. Él trabajaba en la Arena México, la empresa mexicana de lucha libre, fue el Espectro, y fue un buen luchador, era bueno y duro. Él vio una oportunidad cuando surgió un contrato para pasar lucha en la televisión, eso es lo que yo sé. A partir de ahí él empezó a innovar, sacaron a Mágico y luego peleó el nombre en Monterrey, y luego sacaron a Máscara Sagrada. Así le dieron oportunidad…

—¿Quién o quiénes le dieron esa oportunidad?

BM: Paco Alonso Lutteroth, dueño de la Arena México, y los suyos, unos judíos que trajeron la lucha libre a México. Fue así como se comenzaron a crear personajes.

JV: Lo que pasó en sí, pues, es que personas de la televisión llegaron con estos señores a decirles que ellos querían patrocinar la lucha libre en la tele. Peña Herrada se puso listo y él les dijo que sí, pero que él pondría a la gente, a su gente. Es decir, les decía a su gente “¿Qué crees? Ya no vas a ser el Perro, ahora vas a ser el Gato”, ¿me explico? Él tuvo el colmillo y se puso a descubrir personas. Él les proponía la televisión y les decía que si le entraban. Obvio, muchos le entraron.

BM: Pero eso funcionó en realidad porque él se llevó a luchadores ya hechos, no sólo porque él los descubría. No los descubría. Los luchadores ya estaban hechos, bien formados, él sólo los envolvió en un personaje, claro, para la tele. Este hombre fue la audacia misma. Estando trabajando para la Arena México, te decía que firmaras con él, por cinco años…

—Digamos que aprovechó toda la estructura de esa arena para ser un vínculo con esa nueva realidad que sería la televisión actual y sus exigencias. Fue, al final de cuentas, el que se arriesgó para hacer eso.

BM: ¡Exactamente! Se arriesgó. Él tenía la visión, él sabía que al construir su elenco, gente mal pagada, sin ninguna prestación social, sabedor de que el luchador es humilde y trabajador, agarra la idea o el concepto gringo, yo creo eso, y pone a sus personajes a bailar, a saltar, a volar, les pone edecanes, luz y sonido y todo el show.

—Comienza la construcción de la caricatura.

BM: Eso mero, así es, así fue.

JV: Como caricaturas de los cómics.

BM: Es decir, comienza a contar una historia, una telenovela en donde ya te bajaron a tu vieja, y fue ese güey, entonces, no mames, hay que hacerle algo, y comienzo a corretearlo y la hija de tal por cual ya se metió con el otro cabrón… en fin.

—Es decir, este señor replanteó la historia básica de los luchadores sobre el ring, esa historia básica en donde el bien y el mal se enfrentan, para plantear otras más “atractivas” para la televisión.

BM: Sí, una parte sí, pero mira, yo creo que esto se juntó con otra cosa importante. Les pagaba a esos luchadores hechos cinco mil pesos, los puso en hoteles de cinco estrellas y los viajes en avión, y lana por los derechos en televisión. Pero les cambió el nombre, el concepto y la vestimenta, y claro, la forma de luchar. Les decía, “Te vas a llamar el Regional y te van a poner el jarabe tapatío, y sí, lo vas a tener que bailar”. Y ahí está el pinche luchador, un buen luchador, con un prestigio ya hecho a base de años, bailando y con su sarape encima. O le dicen que pase caminando por detrás y que le pique la cola al otro, el otro va a responder, en fin. Yo vi todo eso. La gente comienza a comprar esa idea y asociar al luchador con esas historias de circo, en donde todos llegan ya con edecanes.

—¿Esto fue lo que abonó a la muerte de la lucha libre?

BM: Sí, claro. Nadie me puede decir que miento. Nadie. Por ejemplo, a él [señala a Johnny] y a mi otro hermano, Bobby Villalobos, a ellos les cambiaron el nombre, y les dieron el de los Espantapájaros. Y, a ver, pregúntale a éste por qué no los quisieron al final.

—¿Por qué no los quisieron?

JV: Porque éramos buenos luchadores, y actuábamos como tales, pues nos sacaron.

BM: Tenían que ser clowns.

JV: Y pasó lo que él ya dijo. Teníamos que hacer circo. Cuando les pegábamos de verdad pues los otros se quejaban de que nos salíamos del guión.

—Aquí ya estamos hablando de que también jugaban con la dignidad de las personas.

BM: ¡Exacto! Juegan con el trabajo de uno. Un luchador puede meterse con el público y jugar con él diciendo cosas como “Chinguen a su madre”, “Yo soy su padre”, etcétera. Es decir, un luchador luchador lo que en realidad hace es provocar piques, para la catarsis del pueblo que asiste a las arenas, armando unas buenas madrizas, unas buenas luchas que, por sí solas, se proyectan ante el público. Como cuando uno decía “Te mato, hijo de la chingada”, y que la gente respondía por sí sola “¡Mátalo!”, ¿me explico? Había esa comunicación real, no ficticia. Hoy es demasiado teatro. Si ya de por sí traíamos encima todo ese pedo de que las luchas son sólo mentiras, pues a eso auméntale todo este gran circo, pues no… La gente dice “¿A qué chingados vamos ir a ver a esas vedettes si sólo están jugando, haciéndole a la mamada?” El verdadero fan, pues, ya está dejando de ir a ver las luchas por eso. Son un remedo de luchas las de ahora. La lucha cuerpo a cuerpo, la que nos daba la verdadera credibilidad, ya se ha muerto. Ahora son gritos, gargajos, encuerarse, bailar, gritar a lo pendejo y ya con sólo una llave al final, después de unos minutitos, se termina esa pinche lucha y se acabó.

”Por eso digo que hay que recobrar la dignidad de la lucha. Ahora explotan hasta decir basta el morbo. Que si apuestan las cabelleras cuando están enmascarados, que si combinan hombres con mujeres y con enanos, exóticos, cirqueros y demás. Juegan con el morbo y la ignorancia. Ahora los de arriba, los del Consejo y demás, sólo lo toman como bisnes. Yo tengo entendido que ahora hasta les terminan pagando sólo con los derechos de la tele. Ese es ahora su salario. No puede ser. ¿Dónde termina el verdadero pago? Con los empresarios. Eso, porque las plazas ya no se están llenando. La tele y los derechos de transmisión son los que pagan, pero sólo son esos derechos, no pagan un salario real. Ese pago es sólo por patrocinios. Ahí es donde te das cuenta de que la Arena México trabaja con tabulador. Si entra un peso, al luchador le toca un centavo, si entra un millón, pues el equivalente. El luchador va a ganar, sí, pero sólo si lo logran vender antes. El luchador nunca va a saber en cuánto lo están vendiendo en realidad, él sólo agarra sus tres mil pesos después de que luchó, y listo. Si lo vendieron en diez mil, pues ya esos siete que sobraron son para el empresario, se los chinga. Por eso ha habido mucha desbandada.

”Por otro lado, hay luchadores que siguen llegando a las arenas en pesera, se bajan y se comen su torta o su sopa Maruchan, y están saliendo adelante dando masajes o haciendo equipos para hacer ejercicio, en fin, de todo. Uno quisiera vivir sólo de la lucha libre, pero no es así. Atlantis vive de la lucha, el Místico, pero pasaron por todo lo que ya hemos hablado, por gente que su negocio es venderlos hasta cuatro veces… ¡al día! Un desgaste entero, todo por seguir esas reglas. Se joden mucho para sacar su buena lana, pero en detrimento de la lucha.

El fundador de la dinastía, Panchito Villalobos Foto © Mr Reyes

—Me han sorprendido muchas cosas aquí reveladas. No me queda más que preguntarles, ¿cuál es, entonces, el diagnóstico crudo para la lucha libre mexicana?

JV: Yo creo que tendríamos que sincerarnos y decir que, en realidad, a la lucha libre mexicana no la innovaron, la deformaron. Desafortunadamente, a veces uno le tiene que entrar. Pero, no sé, uno que viene de una familia luchística como la nuestra, la dinastía Villalobos, en donde nos enseñaron a no perder nuestra esencia, la esencia de, ante todo, ser buenos luchadores, pues tratamos de enfocarnos a eso, sólo a eso, y nada más.

BM: Yo pediría abiertamente que quiten la televisión de la lucha libre. La lucha no necesita de los medios.

—En estos tiempos de internet, por poner un moderno ejemplo, ¿estás seguro de lo que estás diciendo?

JV: No se necesitaría si realmente dejaran trabajar bien al luchador. Yo les quiero decir, a través de este medio, a los otros luchadores, que dejemos de ser el enemigo del luchador. El enemigo más grande de un luchador, ahora, es el propio luchador. Ojalá que a todos nos caiga el veinte y nos dediquemos sólo a eso, a luchar, a luchar, pero por un bien común, sin beneficiar a terceros. Yo digo que sólo así podría resurgir la lucha libre, sin necesidad de dejarla morir.

—Les agradezco esta entrevista para Replicante.

JV y BM: De nada, al contrario. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Octubre 2012

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  1. martha irma

    hola que tal, quiero comentar que me parece muy interesante esta entrevista y estoy de acuerdo en que hay luchadores con lances espectaculares unos con mas preparación que otros,, o tal vez debería decir con mas facultades pero creo que al final siempre será reconocido un luchador por sus conocimientos o técnicas también aprovecho la oportunidad para aclarar que la yaqui se retiro por otros motivos , aunque es cierto que 2 días después de haber luchado en parejas contra marta Villalobos y otra luchadora, fue operada de quistes en el ovario y por lógica descanso como 2 meses, ,regreso a la lucha un tiempo mas , pero se retira por motivos personales. para cualquier aclaración quedo a las ordenes . y un saludo a todos los aficionados a la lucha libre. gracias atte. martha irma zenteno… la yaqui

  2. Para mi que me considero un amante de la lucha libre, como dicen los hermanos Villalobos de la de a deveras, esta entrevista me da la razon, la lucha clasica ya no existe, esperas una lucha de llaves y contrallaves, a ras de lona y nada.
    Mis respetos para ellos que mantienen vigente ese tipo de lucha y con la esperanza de que algun dia regrese a lo grande como dicen ellos, por el mismo bien de los luchadores.
    y si confieso que veo la wwe, pero solo por ver si ya le dan su lugar que merece a alberto del rio (dos caras jr) porque es mi idolo, lastima que pues lo limitan mucho.
    felicitaciones Roberto Rueda Monreal y muchas gracias por darle un espacio a la lucha libre en el replicante.

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