El nuevo villano de ficción

El narco mexicano

Los guionistas y escritores ya encontraron a su nuevo villano favorito: el narcotraficante mexicano. Las posibilidades dramáticas que ofrece su nuevo personaje por ahora han mandado a colgar en el ropero a los espías rusos, terroristas musulmanes y ladrones comunes.

Las historias de corrupción, y, principalmente, de maldad increíble de los narcos, conforman un venero que llena de nudos dramáticos cualquier historia de actualidad.

¿Y no son los narcos mexicanos los villanos más actuales, los que ofrecen los mejores ejemplos de una maldad despiadada y tristemente real? Diariamente en los periódicos se puede leer crónicas del ejercicio de la maldad que transforman en tibio a cualquier villano tradicional.

Se puede entender que existan algunos asesinos sicópatas que destacen a sus víctimas, pero cuando los asesinos se multiplican por decenas, como está ocurriendo ahora, entra la duda razonable de pensar que es posible que una persona de un día para otro se transforme en un verdugo sangriento. Esta tesis del asesino instantáneo la plantea el personaje Theodor Busbeck en la novela Jerusalén, del escritor portugués angoleño Gonzalo M. Tavares, quien crea una teoría y un sistema para predecir las tragedias humanas causadas por la maldad. Concluye que “el progreso depende tan sólo de la velocidad del mal y de las respuestas que éste provoca”, y que “la maldad se trata simplemente de una cuestión de posibilidad y no de voluntad o deseo”. Evidentemente es una teoría ficticia, pero explicaría el surgimiento de tantos asesinos y torturadores que descuartizan a sus víctimas con tanta saña como degollar a alguien vivo con un serrucho. Así que también hay variedad.

Los guionistas de la televisión estadounidense ya están explotando a este villano.

En Big Love Bill Henrickson, el héroe polígamo, se interna a la frontera mexicana para buscar a su hijo. En el camino pasa por una carretera tomada por narcotraficantes que secuestran y ejecutan al que pasa por ahí. Después, un despiadado narco mata a la vista de todos, con total impunidad, a un rival.

En Weeds, Nancy Botwin, ama de casa convertida en narcotraficante, tiene un romance con el candidato a gobernador de Tijuana, interpretado por Demián Bichir, y claro, el candidato forma parte de una banda de narcotraficantes despiadados que hacen túneles en la frontera para pasar la droga. También aparecen otros narcotraficantes, un poco domesticados y descafeinados, para entrar bien al tono de humor negro de la serie.

En Breaking bad las cosas se parecen más a la horripilante realidad. Es la historia de un maestro de química que se convierte en productor de droga sintética tras ser diagnosticado con cáncer; también aparecen narcos mexicanos. Uno de ellos, apodado “Tortuga”, cuya cabeza, luego de un ajusticiamiento, aparece encima del caparazón de una tortuga mientras ésta camina paso a pasito. Otro narco, cruza mexicana y colombiana, consumidor de su propia mercancía, mata a puño limpio a un prisionero.

Aunque, para ser más justos, los narcos mexicanos siguen quedándoles muy grandes a los villanos de las series de televisión estadounidenses. Seguramente no tardan los productores de cine en hacer una película de terror gore y splatter con un monstruo que coloque en la categoría de infantiles a los tradicionales vampiros y hombres lobo: un narco mexicano, capaz de secuestrar a jardineros y albañiles inocentes para luego deshacerlos con ácido, simplemente para hacer quedar mal a un rival; un monstruo de botas y camisas de mal gusto que ejecuta a decenas de inmigrantes porque se negaron a trabajar para él.

México ya dio el ejemplo con El infierno, de Luis Estrada, que por cierto, es una comedia, de humor negro gore, pero comedia al fin. Lo que indica que a este villano no se le debe encasillar, al contrario, es tan versátil que se le puede acomodar en géneros insospechados.

Por ejemplo, cabe en las películas de fantasía. Recordemos el video en el que un grupo de pistoleros en Creel, Chihuahua, se preparan para emboscar al que pase y matar a un empresario del poblado, la semejanza (por la tensión, el vistazo al malvado preparándose para su tarea terrible) con algunas de las escenas de El señor de los anillos en las que los orcos se alistan para la batalla es increíble.

Seguramente no tardan los productores de cine en hacer una película de terror gore y splatter con un monstruo que coloque en la categoría de infantiles a los tradicionales vampiros y hombres lobo: un narco mexicano, capaz de secuestrar a jardineros y albañiles inocentes para luego deshacerlos con ácido.

El género western también tiene dramáticas similitudes con la situación actual, hay que recordar una escena de 3:10 to Yuma, dirigida por James Mangold y protagonizada por Russell Crowe y Christian Bale, en la que el sheriff se declara no apto para pelear con los malos y sale de su refugio con la placa en la mano, señal de su rendición, para ser baleado de inmediato por los pistoleros; esto se parece exageradamente a la situación de muchos pueblos mexicanos en los que los hombres que representan a la justicia son una minoría ridícula en comparación con los delincuentes.

¿O por qué no actualizar los cuentos para niños con verdaderos demonios como villanos? Así como en la novela Oscuro bosque oscuro Jorge Volpi describe al lobo feroz más malo de la historia, un nazi mataniños, así podrían adaptarse los cuentos; bye a los ogros, a los reyes malos, nada de lobos, ni duendes, ¿qué peor villano que el narco mexicano capaz de enrolar en sus filas a niños para que realicen torturas? El malvado Juan, de Pinocho, sería un zorrito de peluche comparado con la estrategia de los narcos de destruir a la juventud al reclutar adolescentes como carne de cañón.

Las posibilidades de hacer una ficción a partir de las sangrientas historias del narco son infinitas, pero seguramente estos productos dramáticos siempre se quedarán cortos, porque ahora como nunca parece que el sobadísimo dicho de que “la realidad supera a la ficción” es más verdadero y despiadadamente triste que nunca. ®

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Publicado en: Febrero 2011, Televisión y videojuegos

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  1. Marina Velazquez

    Muy buen artículo, aunque terrible realidad pero es una realidad. Me gusta mucho como estea escrito. Felicidades.

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