La muerte del arte

Y otras ocurrencias estentóreas

El arte no ha muerto. Sólo una mente con tremenda paranoia hacia la tecnología o una nostalgia melosa por la revolución dadaísta sería capaz de sostener que la creatividad artística humana se ha extinguido.

© Joseph Kosuth

La realidad desmiente esa frase: “El arte ha muerto”; tal afirmación, en pleno siglo XXI, sólo queda en una estupidez. El arte literalmente morirá con el género humano. La frase “El arte ha muerto”, así como todas esas sentencias de los modernos médicos forenses de la cultura, no son más que lemas de una compulsión sensacionalista. Es probable que nuestra concepción de un mundo saturado de información encuentre en la frase sucinta —no necesariamente verdadera— un lugar de supervivencia. Es imposible que nuestro cerebro procese día a día, hora a hora, minuto a minuto toda la oferta simbólica que revolotea a nuestro alrededor. Para ello, recurrimos al remanso de la realidad digerida, la de los eslóganes y los aforismos. Esta estética de la miniatura o de la síntesis extrema —según se le prefiera llamar— también es, quizá, el reflejo de nuestra forma de esgrimir la cotidianeidad: una guarida para evitar ser absorbidos por el torbellino semiológico que nos circunda.

Apelando al mismo razonamiento, es posible caer en la cuenta de que las manifestaciones artísticas son, igualmente, un retrato fiel de la época en la que son creadas. Quizá es momento para comenzar a ahorrar energías y parar la bilis que se derrama al despotricar contra el “mal arte”. Después de todo, juzgar una obra artística es un ejercicio que no necesariamente está exento del impulso moral. Me pregunto si, con la debacle de las religiones monoteístas, en un futuro cercano seremos siquiera capaces de discernir entre lo bueno y lo malo. El mundo se apresura hacia la ambigüedad: sexual, ética, moral. Con medios de información como internet que permiten la difusión prácticamente en tiempo real de cualquier manifestación humana, ¿cuáles serán los parámetros específicos para catalogar algo como bueno o malo de entre millones de propuestas? Se antoja imposible, al menos en un nivel de inteligencia promedio. Cada propuesta es el reflejo único de su creador. Lo que está en juego aquí es su visión del mundo, inútil calificarlo con los parámetros extremos: bueno o malo.

Resulta inquietante que una buena parte de la crítica actual coincida en que el arte contemporáneo es esencialmente malo. No faltan quienes se flagelan lamentando que no haya más Rembrandts entre nosotros. La nostalgia, desde luego, aturde el juicio. No hay ni habrá más Rembrandts porque éste es el siglo XXI y hay robots haciendo arte.

Así como cada pueblo tiene el Estado que se merece y se procura, el arte es indisociable de la realidad antropológica, social y psicológica de la civilización que lo concibe. Lo que valdría la pena preguntarnos es: ¿cómo hemos llegado hasta aquí y qué están tratando de decir los artistas contemporáneos?

Me pregunto si, con la debacle de las religiones monoteístas, en un futuro cercano seremos siquiera capaces de discernir entre lo bueno y lo malo. El mundo se apresura hacia la ambigüedad: sexual, ética, moral.

Una de las críticas más recurrentes es en contra de la charlatanería detrás de una obra de arte. Y yo me pregunto ¿qué hay de malo en que cualquiera hable de su ocurrencia como una obra de arte? Más aún, ¿por qué criticar a quienes se impresionan con este tipo de manifestaciones? El tono apocalíptico no es infrecuente entre los que escriben sobre arte. Pareciera que su intención es dejar claro que los artistas están provocando el fin del mundo. ¿No será al revés? Es como asumir que la extinción del elefante africano estaría siendo provocada por sus colmillos de marfil. La relación de causa y efecto está trastornada. El maniqueísmo intelectual es populachero, y se agota fácilmente en su carencia de argumentos.

Si el arte es reproducido en serie, banal, improvisado y excesivamente comercializado es porque la cultura que lo produce está impregnada de esas mismas formas de acción. La crítica de arte es asimismo una crítica de la cultura. El sistema capitalista es el mejor sistema para los humanos, puesto que refleja fielmente nuestra naturaleza depredadora. El arte de un sistema capitalista cada vez más perfeccionado —es decir, cada vez más atroz— tiene las mismas ambiciones: vender y vender sin límites; acumular dinero y ejercer el poder sobre el mayor número posible de semejantes o, cuando menos, de uno mismo —cosa que el dinero también puede lograr. Nada nuevo, pues.

¿Crisis de la cultura? Sí, la civilización humana lleva unos 150 mil años en crisis, los mismos que lleva sobre la tierra. Los humanos somos la crisis del mundo, así que ésta no cesará hasta nuestra extinción. Hablar, pues, del final de la crisis es también vislumbrar la proximidad del final de la existencia. ®

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Publicado en: Arte contemporáneo, Destacados, Julio 2011

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  1. Saurus, tu comentario es, en principio, contradictorio. Por un lado dices que no se ha hecho arte «relevante» (ignoro qué o quién te autoriza a decir tal barbaridad) en el mundo debido a las crisis, conflictos políticos… Y por otro, pareces exigir que en México -país que, por supuesto, no escapa a todos esos problemas- haya artistas cuyo discurso toque esos temas.

    Por otro lado, me parece que tienes que leer más. En México hay muchos artistas (buenos, malos, relevantes, irrelevantes, no me interesa catalogarlos) influenciados por la situación actual del país. Michel Pineda, Antonio Zúñiga, Teresa Margolles, entre otros. Aquí un artículo de Avelina Lésper al respecto, por si te quieres informar un poquito más: https://revistareplicante.com/artes/arte/arte-y-narco/

    Con respecto a eso que tú llamas «el show de Millie Brown», no, no es para niños, pero tampoco para adultos, sino -como el arte mismo- para aquel interesado en verlo.

  2. Que articulo mas ocioso, no se ha hecho arte relevante, por que en todo el mundo hay crisis economicas, conflictos politicos y sociales, el arte ha elegido evadirse de todo esto, ha perdido sus raices con la naturaleza, la humanidad, la realidad.

    Aqui en Mexico el pais se esta desmoronando, y ningun «artista» se ha dedicado a captar eso de manera directa, clara y relevante.

    PS ¿El show de Millie Brown, no es eso para niños?

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