TATEI

Esculturas en madera de Manuel Ramírez

Es un privilegio de los niños, los locos y la gente muy serena gozar con los eventos ínfimos de la naturaleza, la mayor paleta y estuche de tesoros hasta la fecha conocida. Manuel Ramírez ha sentido una poderosa fascinación por el entorno natural y las posibilidades casi ilimitadas de trabajo que provee esa paleta.

De origen tapatío, Ramírez se empezó a cautivar en Brasil por la gran variedad de semillas y la riqueza floral que encontró en sus visitas. El artista llegó a Brasil a impartir unos cursos para fabricar papel a partir de fibras naturales y de paso promover a pintores tapatíos. Allí hizo papel a partir del copete de la piña y de la caña de azúcar. Mucho antes, en su Jalisco natal, impresionado por la importancia del maíz en el diseño, aprendió a usar las fibras de la penca y la piña o el copete del magüey, agave, para lograr unos papeles muy ricos en texturas y en matices tonales, creando piezas que van más allá de su tradicional función de soporte, pues el papel se convierte, más que en un medio, en un fin estéticamente logrado, en un objeto de arte.

Durante muchos años Manuel Ramírez ha perfeccionado sus técnicas con el papel extraído de fibras vegetales en San Sebastián del Oeste, pueblito minero enclavado en la sierra jalisciense, donde la naturaleza, además de paleta, se convierte en un inmenso e improvisado taller, ya que los vientos de la sierra y las brisas del océano que orean las copas de los árboles también tallan y carcomen los troncos caídos de parota, el árbol del huanacaxtle, que luego Manuel Ramírez reconvierte en esculturas siguiendo las vetas y los variados accidentes de la madera, y que ahora presenta en este conjunto escultórico de treinta piezas que llevan por título Tatei, que en el idioma huichol wixarika (pronúnciese vuirrárica) significa Madre Tierra.

Estas esculturas de madera a veces toman forma de toscos y pequeños androides, en unos casos, y de tótems-deidades de la fertilidad en otros, ya que algunas de esas piezas funcionan como esculturas-soporte de otras, también de madera de huanacaxtle y talladas o pulidas en forma de semilla, origen de la vida.

Tatei es un homenaje de Manuel Ramírez a la Madre Tierra, que por los rumbos de San Sebastián nos regala una variedad de agave que da un licor blanco, puro y espeso conocido como raicilla, mareador y ciertamente de cualidades visionarias. ®

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Publicado en: Escultura, Junio 2010

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