¿Nos quedará París?

Occidente y la banda islamofascista

Los terroristas islamistas no son seres oprimidos reaccionando ante un contexto, buscan imponer su dominio, consideran una declaración de guerra la perseverancia de las democracias en mantener la libertad de expresión, de circulación, la igualdad entre el hombre y la mujer y el respeto a la individualidad.

Chris Marker, fotograma de La Jetee, la destrucción de París.

Chris Marker, fotograma de La Jetee, la destrucción de París.

Los autores de la masacre de París, que antes de morir reclamaron su participación en Al Qaeda, forman parte de un vasto movimiento, flexible y disperso —porque es un movimiento y no un partido ni una organización—, pero con una sólida cohesión ideológica y un fluido consenso ejecutivo, cuyos principales exponentes nominales son los grupos terroristas Hamás, Hezbolá, la ya mencionada Al Qaeda, el Estado Islámico, Boko Haram. También la feroz teocracia iraní. Es cierto que la tiranía persa acaba de condenar la masacre de París; pero también niega su autoría en la masacre de la AMIA, de la que es acusada por la Justicia argentina, huyendo de los estrados judiciales correspondientes. ¿Y qué diferencia hay entre la fetua de Jomeini contra Salman Rusdhie, que simplemente no dio en el blanco, y el asesinato de los caricaturistas de Charlie Hebdo a manos de los hermanos Kouachi cumpliendo una fetua semejante? Es el mismo movimiento, los mismos ideales, el mismo terror.

Hay una relación directa entre la masacre de la AMIA en Argentina, la masacre de la redacción de Charlie Hebdo en París, el derribo de las Torres Gemelas en Nueva York, la masacre de Atocha en España, la masacre del metro de Londres, los atentados suicidas y los misiles contra civiles israelíes.Es un mismo movimiento y con un mismo objetivo: imponer la sharía, una interpretación de la ley islámica, en todo el mundo; lapidar a las mujeres y mutilar a los sospechosos; exterminar a los judíos; perseguir, convertir y asesinar a los cristianos; eliminar a los disidentes, abolir la libertad de expresión. Suena inverosímil, y la inverosimilitud del plan es uno de sus mayores activos: le permite avanzar indeteniblemente ante la incredulidad e ingenuidad del Occidente democrático. El 8 de agosto de 2014 una nota de Clarín definía al Estado Islámico como una “banda islamofascista”. Su voluntad exterminadora y totalitaria lo asocia con el nazismo. Como el fascismo y el nazismo, tiene millones de adherentes. No quiere decir que sean millones de militantes, o millones de asesinos. Hitler tuvo millones de adherentes en Alemania entre fines de los treinta y el fin de la Segunda Guerra, y el fascismo y el nazismo sumaron millones de adherentes en todo el mundo desde mediados de 1920. Quizás cuenten con un millón de efectivos dispuestos a matar, y varios millones de adherentes pasivos que no se escandalizarán ni repudiarán esta clase de asesinatos. No reduciremos la amenaza por negarla ni estamos discriminando a la mayoría de los musulmanes no adherentes por llamarla por su nombre. No son budistas, ni evangelistas ni mormones. No son “cualquier tipo de fundamentalismo religioso”. Son un movimiento de islamistas radicales, en todos los casos invocan a Mahoma. Los musulmanes moderados, que son la inmensa mayoría, ayudarían definitoriamente en esta guerra si lo consideran un problema principal. Al Qaeda, Hezbolá, Hamás y la teocracia iraní pueden por momentos presentar contradicciones internas y asesinarse entre ellos. Lo han hecho a lo largo de toda su historia política, pero esto no confunde sus objetivos: la imposición de un sistema opresivo mundial. Hitler también exterminó a las SA de Rohm; esto no volvía menos nazi a ninguno de los dos. Stalin asesinó a más del cincuenta por ciento de sus cuadros, que no eran menos stalinistas.

Al Qaeda, Hezbolá, Hamás y la teocracia iraní pueden por momentos presentar contradicciones internas y asesinarse entre ellos. Lo han hecho a lo largo de toda su historia política, pero esto no confunde sus objetivos: la imposición de un sistema opresivo mundial. Hitler también exterminó a las SA de Rohm; esto no volvía menos nazi a ninguno de los dos. Stalin asesinó a más del cincuenta por ciento de sus cuadros, que no eran menos stalinistas.

El asesinato de los dibujantes de Charlie Hebdo se explica en sí mismo: los islamistas los mataron porque hicieron un chiste que no les gustó. Es así de pueril y directo. Y lo mismo piensan hacer con cada uno de nosotros en cuanto hagamos un chiste que no les guste. Ésa es la más clara diferencia entre la dos formas de vida; que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial las democracias se comprometen a respetar la vida y la libertad de los humoristas iconoclastas; mientras que el Irán de Jomeini decretó una fetua mundial para asesinar a Salman Rushdie por hacer un chiste que no le gustó. Los terroristas islamistas no son seres oprimidos reaccionando ante un contexto, buscan imponer su dominio, consideran una declaración de guerra la perseverancia de las democracias en mantener la libertad de expresión, de circulación, la igualdad entre el hombre y la mujer y el respeto a la individualidad.

En 2005 publiqué en el diario argentino La Nación la nota “Arde París” anticipando este desenlace. Volví a señalarlo en 2006 en mi nota “En defensa de la libertad”. Lo reitero. ®

—Publicado originalmente en El Medio. Se reproduce con permiso del autor.

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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