Poema en la pandemia

Nunca me dijiste…

Y ahora con desesperación me dices: “cuídate”, “me preocupo por ti”… cuando en realidad mi vida no te importa, es tu miedo al saber que la muerte toca apacible a la puerta de tu casa.

En esas noches
vomitaba mi dolor en callejones peligrosos
de una ciudad venida a menos,
ojos vidriosos y olor a cucarachas
de bodega rancia era mi perfume.
Nunca me dijiste “cuídate” o “me preocupo por ti”.

Vi la mueca de la muerte
en quijadas endurecidas y miradas desorbitadas
entre voces que apenas eran comprendidas,
y nunca me dijiste
“cuídate” o “me preocupo por ti”.

Vi a la muerte andrajosa y festiva
bailando en el lomo del último sobreviviente de la noche
mientras nos invitaba a jugar la ronda
de la ruleta rusa para ver quién quedaba vivo
viendo el sol nacer…
y nunca me dijiste
“cuídate” o “me preocupo por ti”.

Me enviaron al psiquiatra y con otros charlatanes
para justificar ineptitudes y abrazar la culpa
entre pastillas de muerte lenta,
pero en esos días
yo y la muerte ya habíamos platicado
—cosa que los especialistas no saben hacer—,
y nunca me dijiste
“cuídate” o “me preocupo por ti”.

Me arrastré suplicante en las puertas del infierno
mirando en los espejos a todos los moralmente superiores
que me decían: “estás mal, no tienes remedio”,
me sostuve con la poca fuerza que los brazos me daban,
y nunca me dijiste
“cuídate” o “me preocupo por ti”.

Y ahora con desesperación me dices:
“cuídate”, “me preocupo por ti”…
cuando en realidad mi vida no te importa.
Es tu miedo al saber que la muerte
toca apacible a la puerta de tu casa.
Desde la ventana la has visto llegar
tan sonriente y relajada. ®

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Publicado en: Poesía

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