La marcha de la reacción priista

Onanismo obradorista y autoritarismo acarreador

La movilización del 27 fue una reacción priista: reacción a la marcha en defensa del INE, reacción contra el INE, a favor del presidente como líder máximo, con la intención de beneficiar a su partido como candidato hegemónico.

El secretario de Gobernación, Adán Augusto López, afina detalles para la marcha del 27 de noviembre. Foto tomada de la cuenta de Twitter @adan_augusto.

El 26 de noviembre, el segundo diario oficial, mejor conocido como La Jornada, publicó esta nota:

El secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, dedicó parte de su agenda de este sábado a preparar la logística de la marcha de mañana.
“Revisando los últimos detalles operativos de la histórica marcha de mañana, esperemos que la selección remonte. #MarchaDelPueblo”, escribió el funcionario en su cuenta de Twitter, mensaje al que adjuntó una fotografía tomada en su despacho, donde analiza planos de la zona de la mega–marcha convocada por el Presidente López Obrador.
En la imagen se muestra la simbología de la movilización; el sitio en el que colocarán pantallas, así como los polígonos —del 1 al 5— en los que se vislumbra la concentración de miles de personas, desde su inicio en el Ángel de la Independencia hacia el Zócalo.

Eso es todo. Es toda la nota y es todo el significado de la marcha del 27. En tres parrafitos La Jornada confirma/confiesa/presume que la marcha del 27 se trata de un acto presidencialista, gubernamental y partidista. No una marcha espontánea ni civilmente organizada sino hecha por el poder, desde su asiento formal, para el poder, para el presidente AMLO. Una marcha dependiente, en primer lugar, de aparatos del Estado. Lo que los obradoristas llaman simplemente movilización fue una movilización evidentemente basada en el acarreo, un acarreo a niveles pornográficos: para que Él viera, no tuviera dudas, y obtuviera desahogo y placer. El “humanismo mexicano” es de hecho, como dijo Rogelio Villarreal, “onanismo mexicano”. Onanismo del obradorismo. ¿Cuáles serían los argumentos contrarios? Abstracciones, simplismos y platitudes como los dichos por Enrique Dussel a Proceso (edición del mismo 27 de noviembre; todos los datos disponibles y confiables sobre salud, pobreza, desigualdad contradicen a Dussel). La marcha del 13 en defensa del INE tuvo muchos más ciudadanos libres; la del 27 los tuvo, pero en menor cantidad.

¿Cuáles serían los argumentos contrarios? Abstracciones, simplismos y platitudes como los dichos por Enrique Dussel a Proceso (todos los datos disponibles y confiables sobre salud, pobreza, desigualdad contradicen a Dussel). La marcha del 13 en defensa del INE tuvo muchos más ciudadanos libres; la del 27 los tuvo, pero en menor cantidad.

Una marcha dependiente del acarreo es una marcha priista. Aquella nota de propaganda que remarca el papel de “Adán” lo dice indirecta pero transparentemente. El priismo está presente. El secretario de Gobernación organizando una manifestación callejera a favor de su jefe, el presidente, a favor de su partido y también de sí mismo —el precandidato Adán—, organizándola desde su posición en el gobierno, como en el priato los secretarios de Gobernación organizaban mítines además de elecciones y represiones. Una marcha controlada desde esas posiciones, dadas la perspectiva y la cultura implícitas, presupone acarreo, significa priismo, es decir, autoritarismo de partido, no democracia. Griten lo que quieran.

Claro, no sólo hubo acarreados: también fanáticos, grillos profesionales y algunos ingenuos (tan bienintencionados como malinformados). Los fanáticos no necesitan ser acarreados: no necesitas obligarlos, amenazarlos o intercambiar algo: son fanáticos. Los grillos profesionales acarrean, u ordenan el acarreo. Los ingenuos pueden ser acarreados o no. El resto son algún tipo de acarreados. Otro problema es que no se entienda qué es el acarreo, qué implica, cuáles son sus tipos, o que se le quiera cambiar —artificial y morenistamente— el significado. Todo indica que una mayoría de los asistentes a esa marcha fueron acarreados. Por coerción burocrática–laboral, unos, y por intercambio relacionado con el clientelismo en este caso, otros. A todos ellos, acarreados, no acarreados y acarreadores de Morena se sumaron fifís corruptos como Manuel Velasco y sus “verdes” y, de acuerdo con el padrecito Solalinde, hasta Jesús marchó —y si hacemos caso al innovador teórico Gómez Bruera, hubo comestibles y bebestibles de sabor patria y de humanista cortesía.

Como su iniciativa de reforma electoral, la base de acarreo en su marcha nos dice mucho sobre la base político–cultural de López Obrador: estructuralmente es un priista de la vieja escuela. Es y será cada vez más personalista pero de todos modos es presidencialista, enemigo de la división del poder; no le gustan la pluralidad, la oposición fuerte y constante, la democracia real. Como no le gusta la democracia (por eso exagera sobre ella retóricamente, para taparse a sí mismo), no le gusta el Instituto Nacional Electoral (INE). Se cierra el círculo: la marcha del 27 fue implícitamente contra el Instituto. Por lo ocurrido el día 13 y por los intereses del presidente. Acto a favor de AMLO, incluye acto contra la democracia electoral sobreviviente. Así, también fue una marcha priista contra el INE para de paso intentar presionar al PRI formal (el cascarón que hoy lleva las siglas PRI) para que en algún momento se sume al PRI informal (el partido de AMLO) en el proyecto de destrucción por etapas del sistema electoral democrático. Parece que la manifestación obradorista no moverá este año al PRI formal de la posición a la que fue empujado por la marcha pro–INE. En ese sentido, la marcha del 13 habría derrotado nuevamente al presidente, pero, como buen autoritario, seguirá golpeando.

Lo que vi resumido el 27 es una reacción priista: reacción a la marcha en defensa del INE, reacción contra el INE, a favor del presidente como líder máximo, con la intención de beneficiar a su partido como candidato hegemónico. Un priismo marchando por su regreso como tal. ®

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Publicado en: Política y sociedad

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