La consulta es un engaño

Un referéndum de popularidad

La consulta es tan sólo un referéndum de popularidad. El propio López Obrador ha dicho que está en contra de enjuiciar a los expresidentes, y es evidente su pacto con Peña Nieto y con Echeverría.

Fotografía: Diario.mx

Es falso que sea “de izquierda” apoyar la consulta presidencial para “enjuiciar a los expresidentes”. En relación con la consulta llamada “popular” convocada por el gobierno de México ¿por qué ser parte de un engaño?, de uno que además forja cultura contra la justicia y los derechos humanos (DDHH).

Respondo —con mi disculpa por la necesaria exención de esta publicación pues son indispensables algunos argumentos— a las preguntas que varios de mis contactos me hacen con respecto a mi opinión sobre la postura del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en relación con “la consulta” que, como se verá, no consulta nada.

1. Es falso que ésta sea una consulta ciudadana —o “popular”—. Para serlo tendría que haber nacido de una demanda directa de la ciudadanía —con el proceso y los requisitos que para ello señala la ley—, pondría al alcance de la ciudadanía información imparcial —conocer argumentos en pro y en contra— del tema, el ejercicio implicaría la toma de una decisión colectiva y mayoritaria y en consecuencia sería deliberativa. Y ninguna de esas premisas se cumplen en el fraude al que nos convoca el régimen.

La impunidad histórica en el país, la falta de justicia, tan iguales en el pasado como en el régimen de López Obrador, se sostiene no sólo en la incapacidad de los gobernantes, sino principalmente en su complicidad o en su indolencia.

Éste no es un ejercicio de democracia directa. Se va a esta simulación de “consulta” porque el presidente de la república así lo quiere. Es un simple montaje de propaganda populista de un personaje que hace tiempo se trata a sí mismo como “la voz del pueblo”.

2. La impunidad histórica en el país, la falta de justicia, tan iguales en el pasado como en el régimen de López Obrador, se sostiene no sólo en la incapacidad de los gobernantes, sino principalmente en su complicidad o en su indolencia.

Los políticos del poder —incluido López— hacen pactos de no agresión entre ellos.

Ya el propio López ha señalado que él está en contra de enjuiciar a los expresidentes, y es evidente su pacto con Peña Nieto y con Echeverría. Así que sólo decir que “la justicia no se consulta” —que es del todo correcto si una responde a Morena o al oficialismo en general— no alcanza para responder así a quienes somos víctimas de la Guerra Sucia o a otros millones de víctimas del Estado o al EZLN: porque todas sabemos que la impunidad está sostenida en una decisión política.

El problema es que cuando se acude a un método como el de esa “consulta” entonces se aceptan las reglas del Estado de Derecho y desde ahí la premisa del EZLN de que la consulta pueda servir para “cumplir con el derecho a la verdad y la justicia de quienes han sido víctimas” es insostenible —incluso políticamente.

Si “la consulta” no es para enjuiciar a los expresidentes —aunque la mayoría de los que participen en ella vayan engañados con esa idea— es justamente porque ni la justicia ni los Derechos Humanos pueden ser sometidos a consulta. Eso está prohibido por la ONU, los tratados que tenemos firmados y por la Constitución.

¿Cómo piensan llegar a la verdad y la justicia partiendo de la convocatoria del gobierno al pueblo a participar de una mentira?

La “consulta” NO sirve para tener justicia, pero además sería una locura absurda, un despropósito descomunal que así fuera porque ése no es el camino político, simplemente porque la justicia no depende —no debe depender— de la voluntad de la mayoría.

La justicia debe aplicarse —y los DDHH protegerse— sin importar qué opina el poderoso presidente y sus seguidores o la mayoría del país. Ese es un elemento básico del Estado de Derecho.

Y al jugar con las reglas del Estado y pretender politizarlas el EZLN pone los dedos en la puerta —y no sólo los suyos.

¿Por qué? Salir a votar en esa consulta bajo el argumento del EZLN de que “por ahí se hará camino a la justicia” significa que estarías a favor de que tener justicia sea un asunto de popularidad: tiene derecho a la justicia sólo quien tiene la simpatía de la mayoría. Lesbianas, personas negras, disidentes políticos sin partido ¡ya podemos dejar de aspirar a la justicia! Si la justicia y los DDHH se van a consultar (“porque ese es el camino”) ya podemos ir viendo cómo el derecho de las mujeres al aborto es la próxima consulta —sólo por mencionar un deseo manifiesto del presidente.

¡Sí! La justicia aplicada por encuesta no es justicia.

3. Esa “consulta” nada hace por la memoria y la dignidad de las víctimas, al contrario: se burla de ellas.

La manipuladora afirmación de que “si no vas a la consulta no te importa la justicia para las víctimas”, o que con ella “se derrotará moralmente a la ultraderecha”, no se sostiene porque lo único que saldrá derrotado en “la consulta” es el Estado de Derecho; contrario a lo que se supone esa consulta en específico no es un “juicio popular”, no tiene las condiciones políticas para serlo. Lo que sí hace, peligrosamente, es forjar cultura contra la justicia y los derechos humanos.

Se requiere de una ingenuidad descomunal para no ver el pacto entre López y varios políticos con los que comparte pasado o intereses. Ahí está Manuel Velasco —principal protegido de López al que ya le han regalado perdón sin siquiera abrir una investigación—, todo el PVEM y tantos más.

La absurda pregunta —a la que una masa responderá “sí”— es para estar de acuerdo en “emprender un proceso de esclarecimiento —proceso dispuesto por López para seguir en el carnaval electoral en que vive— de decisiones políticas del pasado”. ¿Cuáles decisiones? Las que el señor que vive en un palacio defina —con o sin consulta—; ¿de quiénes? Quienes López ya ha elegido de antemano.

¿Quiénes serán los enjuiciados, según el EZLN? ¿Cómo harán para que López enjuicie a otros que no sean elegidos por él?

Se requiere de una ingenuidad descomunal para no ver el pacto entre López y varios políticos con los que comparte pasado o intereses. Ahí está Manuel Velasco —principal protegido de López al que ya le han regalado perdón sin siquiera abrir una investigación—, todo el PVEM y tantos más. Con independencia de que han prescrito la mayoría de los delitos que sí cometieron todos los expresidentes ¿cómo pueden ir a una consulta en la que se ha borrado de la lista a Luis Echeverría, responsable directo de la verdadera Guerra Sucia?

¿Cuál es la parte que no queda clara de que el presidente es el dueño del micrófono y que el espectáculo es organizado por él?

¡¿Qué diantres tiene eso que ver eso con la voluntad ciudadana o con algún ejercicio de democracia directa?!

¿En qué, si no en las fantasías sostenidas en la fe a este gobierno se podría sustentar que “la consulta” en sí misma tiene posibilidad de ser un “juicio histórico”?

Esa “consulta” es un juguete del presidente. Se llegó a esa pregunta con la SCJN dividida —tan a la mitad como es posible— porque esa redacción era la única forma de darle gusto a López Obrador de tener su consulta sin que fuera ilegal.

La pregunta redactada en Presidencia hubiera llegado a las Cortes Internacionales, por eso se armó este penoso fraude. Se trata de una consulta sin legitimidad en el consorcio internacional de defensores de DDHH —por el absurdo de poner a consulta la justicia.

No, nada tiene que ver con la izquierda estar a favor del fraude de esa “consulta”.

Sí, llamar desde la izquierda a no participar en la consulta es luchar por la justicia y los DDHH.

4. Todo analista político —y López Obrador— calcula de antemano que la consulta no será vinculante —es decir, nadie estaría obligado a cumplir nada, ni siquiera la tontera que se pregunta—. El desperdicio de recursos y el esfuerzo servirían exactamente para lo mismo que sirvieron sus consultas patito en el pasado —hechas a modo y con una bajísima participación de su propio electorado— y las usó para su beneficio.

López ya sabe lo que convoca en esos ejercicios. Desde luego acá va todo el aparato del Estado involucrado, un gran despliegue de recursos, muchas mentiras y propaganda desde el oficialismo; ante una amplia negativa ciudadana por ser funcionarios de casilla su lugar está siendo ocupado por activos simpatizantes del régimen, así que habrá una participación importante —efectiva y virtual.

Pero para que “la consulta” valiera legalmente tendría que haber mucho más de 37 millones de personas dispuestas a encontrar razones para aceptar ser parte de un fraude, o para creer que la justicia debe someterse a consulta, o para ser parte de un acto colectivo de catarsis inútil —algo como “mentada de madre” masiva a los expresidentes— o para ir por los motivos del EZLN… y —si usted se ha dado cuenta de lo que dicen en las mesas públicas en las que se promueve “la consulta”— el principal motivo: la mayoría acudirá al llamado de “defender y respaldar al presidente y no dejarlo sólo contra la ultraderecha” —como si el señor que vive en un Palacio no fue derecha aliada de poderosas ultraderechas—. Y todas esas razones difícilmente alcanzarán para llegar al 40% de la lista nominal.

Un espectáculo hecho para servir al poder político del oficialismo que usa esto como parte de su estrategia para perpetuarse como partido único al modo del viejo PRI… pero con guardia militar y más iglesias.

Así, López gana porque siempre podrá decir que no es vinculante y dejar muy claro que lo que hace es porque “sabe escuchar al pueblo” y dar la interpretación que quiera al resultado. De antemano se sabe libre de presión. Él ya ganó.

Con “la consulta” se sacude el juramento de campaña con el que repetidamente prometió juicio a los expresidentes. La “consulta” lo libera de costos electorales, le lava las manos y le permite actuar —con todo antojo— contra los políticos de los que se quiera vengar y no meterse con los que ya pactó.

El EZLN corre el riesgo de sumarse a un show del que no tiene control de nada.

Un espectáculo hecho para servir al poder político del oficialismo que usa esto como parte de su estrategia para perpetuarse como partido único al modo del viejo PRI… pero con guardia militar y más iglesias.

5. Finalmente, el único valor real y político que esa burla pudiera tener para la democracia —y no para la justicia— y para mostrar rechazo al autoritarismo, los errores y la sordera del gobierno es justamente la no participación.

Es la primera vez que mediremos el poder de convocatoria, control y acarreo del que es capaz el régimen —incluso si se quedan solos en las casillas e inflan los resultados.

Dejarles con su electorado ciego, disciplinado y el que depende del asistencialismo daría un dato duro significativo. Aunque para López —respecto de las decisiones políticas que ya ha tomado y pactado con los políticos del pasado— el porcentaje de participación es irrelevante, sin duda que “la consulta” en sí misma es —ellos la convirtieron en eso— un referéndum de popularidad.

Por ello, lograr que desde la izquierda —la que lo apoyó y la que no— se rechace esa simulación y se le diga que no hay cheques en blanco, que ese fraude no lo exime de su responsabilidad respecto de la justicia para las víctimas —del pasado y las actuales—, y respecto de la Guardia Nacional, la creciente impunidad, el aumento de la pobreza, el abandono a la salud, etc. Eso —y no el insulto simplista y sin fundamento a quienes nos oponemos a “la consulta”— hubiera servido para caminar junta(o)s como izquierdas hacia acciones sociales posteriores y hubiera servido para hacer una presión real al gobierno para que entienda que no cumplir con su obligación sí tiene consecuencias.

El jueguito de “la izquierda pura que no se junta con la ultraderecha” y “la otra mala izquierda”, usando como medida algo tan endeble y burdo como “la consulta”, divide más a una izquierda ya atomizada. También con eso gana el régimen.

No puedo entender el fondo de la determinación —que desde luego creo equivocada— de llamar desde alguna de las izquierdas a participar en ese embuste. ®

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Publicado en: Política y sociedad

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