Las alegorías de la nación regiomontana

Pase a las alegorías de la nación separatista regiomontana. Dése un baño de pureza en catedral. Si puede y quiere, aprenda de largo el poema sobre el sol de Monterrey de Alfonso Reyes.

La colonia Independencia, Monterrey. Foto de la página de Facebook «Cómo es Nuevo León».

Nos une el espanto cotidiano. En el natalicio de la tercera fundación de la ciudad metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. Ésa si fue la buena. La de Don Diego de Montemayor y sus doce familias entenadas.

Lo hicimos el día después. Con la contabilidad de horas perdida en el tráfico. En la numerología de los actos de sangre. Ejecutómetro moviendo indicadores de violencia.

En el pesimismo del actual gobernador, con su discurso optimista mentiroso. Agua no hay. Las tuberías están secas hasta en Colorines, con los pudientes de San Pedro Garza García. Toda la zona poniente se baña en sol, cerveza y refrescos. Los tanques están vacíos.

Las empresas continúan saqueando, sí, no han parado ni se han solidarizado con los empleados para llevar aguas a las comunidades urbanas.

Pesa más en el aniversario del 20 de septiembre de 1596 el clásico entre los Rayados y los Tigres. A eso se atiene. A imaginar el estadio nuevo. Sólo en la mente del rector de la UANL, Santos Guzmán, y sus socios constructores. Hagan obra y sobra para todos.

Los cuatro jinetes del Apocalipsis viven entre San Bernabé, la Garza Nieto, San Ángel Sur y la Granja Sanitaria. Bailan vallenato en los callejones de la Independencia, la Campana Colombia, la Sierra Ventana y la Risca.

Monterrey travesti ofrece sus carnes por toda la calzada Madero. Cuánta hermosura con palanca al piso. No se vaya con la finta. La güera Playboy es bien solidaria.

A bailar la Sampuesana en el Barzón, el Internacional o la Pantalla. Cerveza industrializada con aroma a oxidación en el Betos, el Venado, la Bolita y el Lontananza.

Coma bien sin gastar exorbitantes precios en el mercado Juárez. Cuídese de los pancheros. Los centroamericanos, los sudamericanos y los haitianos, sin olvidar los potosinos, los tamaulipecos, los veracruzanos, los oaxaqueños y todos los avecindados de primera generación.

Al páramo de la Alameda Central, ese desierto con aires de insuficiencia respiratoria.

Pase a las alegorías de la nación separatista regiomontana. Dése un baño de pureza en catedral. Si puede y quiere, aprenda de largo el poema sobre el sol de Monterrey de Alfonso Reyes.

Bienvenidos al infierno de todos, tan bien alimentado con inmundicias. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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