Lídochka, una niña en Ucrania

Cosas que pasaron en Vradievka

Las siguientes cuarenta cuartillas son un torrente ininterrumpido de palabras que narran cómo la Ucrania, parte de la URSS, transitaba dificultades y esperanzas, golpeada por las hambrunas y la colectivización forzada, la persecución religiosa y el exterminio de las comunidades judías.

Los bisabuelos de Daniel Kuryj, Pantiliev y Nioñila Ivanovna en Vradievka, Ucrania, en 1948.

Jugar en la finca de la abuela Nioñila en Vradievka, donde Lídochka asistiría al quinto grado del ciclo primario, clases impartidas en lengua ucraniana y rusa, al ser la región bilingüe, trasladada la familia de los Zharkowsky procedente de Kamenaia Balka a la ciudad de Vradievka, que se constituía en el centro concentrador de cereales de la región, desde donde se enviaba el trigo y el maíz a las distintas repúblicas, aunque en los primeros años de posguerra fuese el ejército el que acopiaba para sí la mayoría de los cereales, y los silos de hormigón de la terminal granelera con su elevador habrían de construirse por los ingenieros soviéticos utilizando células prefabricadas, las cuales aceleraban el proceso de montaje; de milagro los silos antiguos se habían mantenido en pie, y la tía Dina como responsable de la toma de muestras de la terminal rechazaba los transportes de trigo o maíz, enviados por los koljoses cuando los cereales superaban el contenido de humedad establecido por las normas sanitarias internacionales, enfureciendo a los jefes de los koljoses cuyo único atributo era ser miembro del partido, ignorando sus obligaciones cuando se deshicieron de sus servicios fue conocido el caso en que China rechazó el envío terrestre vía ferrocarril, contaminada la formación por el exceso de humedad con hongos e insectos que la inexperta agrónoma no supo detectar y menos rechazar, reincorporada Dina Zharkowsky abandonaría la vergonzante tarea de limpieza y embolsado de piedras a la que los capos comunistas la habían confinado, volviendo a ser la responsable de la toma de muestras en la terminal, peor suerte debió sortear su hermana Sara, fallecida hace no muchos años en Rochester, cercana a Nueva York. Ejercía la joven el magisterio en los años de posguerra, hasta que los soplones del partido descubrieron que Sara se mantenía reacia a enseñar las teorías de Darwin, apóstol venerado del partido junto a Engels, Marx y Lenin, apreciada por los alumnos de la escuela y respetada por los colegas sería expulsada por decisión del funcionario del Ministerio de Educación, prohibiéndole dedicarse a la enseñanza, carrera que tantas ilusiones le había despertado, empleada tras aquella humillación como kasir en la terminal de granos de Vradievka durante muchos años se encargaría de los pagos demostrando entera honestidad en el manejo de los fondos del pueblo, y cuando en cierta ocasión el empleado del banco se excedió en una suma considerable, de inmediato comunicó el error al banco que apreció el gesto de honestidad de la joven, extraño a tantos funcionarios que instalados por el partido difícilmente hubieran procedido a regresar a las arcas del Estado lo que no les pertenecía, y la guerra desdibujada se prolongaba como un anatema en los cuerpos de los veteranos enfermos, obligados a peregrinar a Kriboie Ozero, intentando sanaran sus lastimaduras, malogradas sus vidas por los desastres de la guerra, renunciaría Zajarchik con Ira, finalizado el conflicto continuar como instructor del ejército soviético, desde Rostov del Don volvió la pareja de enamorados a Vradievka, edificando su hogar en la amplia parcela de Nioñila y Pantiliev, impidiendo a los patanes del partido que la ocuparan con sus acólitos, en su mayoría soplones de la KGB, dedicados a delatar a sus propios vecinos, procesos y testimonios armados con mentiras que condujeron a centenares a Siberia, en este caso para peor evangélicos, más conocidos como shtundas, notándose por años la guerra que llamaba a su recuerdo en el derruido edificio de la estación de Vradievka, bella construcción de tres plantas en espera de ser reconstruida, siempre de acuerdo con un orden de prioridades entre tantas necesidades de posguerra, montaría Ira su modesto estudio fotográfico, heredera de dos conocidos fotógrafos de Rostov, eligiendo a Lídochka como su primer modelo, expuestos los retratos tras los cristales de su oficina de arte en Vradievka, despertaron la ternura del poblado, y a lo largo de los años todos notarían las reyertas entre Ira y su madre cuando desde Rostov llegaba en tren la escandalosa fotógrafa del Don, acabadas las más de las veces sus visitas en discusiones lastimosas entre madre e hija, mujer que demostró un ánimo descorazonador al abandonar a su esposo moribundo en los años treinta, confiando el cuidado de una de sus hijas a la hermana del muerto, en la ciudad de Sebastopol, en la Crimea de los tártaros, antigua colonia de Quersoneso, apropiada en estos días por el Zarevich cuya genealogía no remite a los Romanov sino a las siglas de la siniestra KGB, no obstante su hija Mussa, graduada en ingeniería naval, se dedicaría al diseño de buques cuyos astilleros se encontraban en Sebastopol, distinta sería la historia de Ira, la otra de las hijas que hubo de quedar a su cuidado, llevando una vida de conflictuada con su madre en Rostov del Don, intentan las líneas que subsiguen conformar un relato con la bella historia de amor de Ira y el tío Zajarchik, cuyo cuerpo aparecía como si fuese creado con las cicatrices de la guerra, manos desprovistas de articulaciones, ligamentos soldados a los hombros y el vientre cosido y recosido tal cual se tratase de una bolsa de cartoyka, y el dolor embargaba el alma de Lídochka al contemplar a Zajar que se había jugado por entero en la Sovietzkaia Armia en la ciudad del Volga, jóvenes que provocaron el llanto angustiado del genio de Sergei Rajmáninov cuando supo la desgracia de los Rojos, enemigo de los bolcheviques no dudó en donar los ingresos del concierto del Carnegie Hall de Nueva York, aplaudido en la platea por Charles Chaplin, enviando el dinero para sus jóvenes guerreros de Stalingrado auxiliaría  a su querida Rusia, años después se quejaba el tío Zajar con su cuerpo en ruinas, y el abuelo Pantiliev abandonaba avergonzado la insistencia de sus preguntas sobre las proezas de la batalla a la cual él evitaba volvieran sus pensamientos, y huía de los recuerdos desgarradores de sus tovarichi sepultados por el fuego y el frío —caminábamos sobre cabezas y cuerpos despedazados, piernas y manos esparcidas por todas partes, corría la sangre encharcada sobre la nieve congelada, sin saber quién había herido a quién, luchaban los bandos enemigos a todo o nada por cada metro cuadrado en la ciudad de las furias que había decidido no doblegarse ante el nazismo alemán, y los proyectiles aéreos demolían reduciendo a ruinas la stoletza de Yosif, capas superpuestas de despojos humanos latiendo sin esperanza— y el milagro de Zajar por quien Nioñila imploró a viva voz a los cielos, refugiado en el amor que hubo de darle  vida con su joven cuerpo cual iglesia de los santos señalando la caída del hombre, silenciaba como sobreviviente del infierno de la guerra, influenciado quizás por sus superiores que orientaron sus consignas a fin se supiera cuanto menos de la ferocidad de los combates de Stalingrado, ¿cuál habría sido la gloria del soldado, en su caso legítimamente ganada en el campo de batalla si el precio hubo de ser tan desmesurado, mas los ejércitos las más de las veces cercenan los costos de la tragedia, asegurándose que las futuras generaciones continúen confiadas en las armas que ellos habrán de administrar de oficio, era menester respetar la decisión de Zajar e Ira y por todos los medios no afligir a Lídochka ni a los demás niños que bendijera Dios su nacimiento, concebidos en la posguerra por Ira, Pasuña y Sara, esforzándose en la reconstrucción del vasto territorio soviético, ocuparían en la posguerra modestos empleos como ferroviarios, diadia Vañia continuaría como diyurnei po stanzi, en la estación de Vradievka, verificando las señales y los cambios de vías, y Prokofii como obrero ferroviario reconstruyendo la yeleznaia doroga, en estado desastroso las vías ferroviarias durante la ocupación alemana no habían tenido mantenimiento alguno y era necesario de a poco cambiar los durmientes deteriorados mientras las formaciones se desplazaban sin aplazos, colocando nuevos durmientes y rieles, y el trabajo agotaba a Prokofii que en principio mudó a toda su familia a una butka, la casa del guardia ferroviario de Cerobo, para luego construir su propia vivienda en las tierras de la poselka, la franja lineal que se extiende en ambos márgenes de las líneas ferroviarias, disponiendo así un amplio espacio para el huerto y los animales, habiendo demostrado una generosidad sin límites acompañado de toda su familia con centenares de hebreos a los cuales auxiliaron durante la ocupación de la Kraina por Alemania y como soldado esforzándose en la toma de Berlín, continuaba no obstante ocupado en los duros trabajos ferroviarios de sol a sol, reconstruyendo con las cuadrillas las vitales líneas del sistema ferroviario soviético que urgente requería el traslado de cargas para toda la Unión, y no habría de demorarse en quejas sino que permanecía agradecido al pertenecer al privilegiado gremio que asignaba un cupo de alimentos para las familias ferroviarias con la correspondiente paga por el día de trabajo, situación absolutamente distinta a los trabajadores de las cooperativas rurales que en la posguerra volverían a padecer hambre, siendo las poblaciones rurales quienes cargarían con los mayores sacrificios, sacudidos por las viejas manías persecutorias del stalinismo que acabada la II Guerra Mundial desplegaba nuevamente su crueldad sobre los agricultores, envalentonado por la repetición de las tragedias ya en la posguerra y en la kraina del río Bug, Alexei Zharkowsky hermano mayor de mi bisabuelo Pantiliev, que en los primeros años del siglo XX había emigrado a Brasil, decidió con su tovarich enviar por correo al Kremlin una misiva dando cuenta del desastre humanitario que volvía a azotar la kraina del río Bug, conocido curso de agua que mencionara Heródoto con el nombre de  Hiponis, idea que alertó a los funcionarios corruptos de Pervomaisk, integrantes de la oficina de correos, toda correspondencia en la Unión Soviética habría de ser violada sistemáticamente por la censura, identificando la bella caligrafía de Krempovsky, descubrieron a los confabulados cuya carta tenía como destinatario al aclamado Stalin cuya figura agigantada instaló el Kremlin como si fuese el auténtico vencedor de la guerra,

Stalin, el gran matador de almas. Obra de Daniel Kuryj.

dándose fin a la aventura libertaria de Alexeii y Krempovsky que sería castigada con veinticinco años de prisión en el sistema de máxima seguridad en Siberia aplicado a los presos políticos, vueltos a las andadas los rojos repetían el oficio con el que sometieron a millones de ciudadanos soviéticos después de la revolución de Octubre, secuestrados por el chorneiboron, los buitres de los servicios de inteligencia, el hermano de mi bisabuelo Pantiliev, el corpulento Alexeii y Krempovsky, darían cumplimiento al largo zakluchenia en Siberia, donde las temperaturas llegan a setenta grados bajo cero y la vida de los prisioneros se apagaba en tan sólo meses con los escasos alimentos de bajo contenido calórico y ausencia de frutas, deteriorando aceleradamente su salud, y las persecuciones se acentuarían a mediados de los treinta en la Unión Soviética dirigida por la temible NKVD, sumándose miles de víctimas polacas tras la anexión de Polonia por los soviéticos, sufriendo un cruento destino mi tío abuelo paterno, Basilio Kuryj, deportado a Siberia purgaría una condena de veinticinco años de prisión el evangelista de la región de Voliñia, provenientes los Kuryj de la ciudad de Radzivilov y Dubno, pequeñas ciudades conformadas por poblaciones de eslavos, judíos y armenios, antiguas fortalezas sujetas al acuerdo de Ribbentrop y Molotov, bajo el mando de Joseph Stalin que carecía de alternativa posible al acuerdo, sin embargo aunque nefasto para muchas víctimas polacas el acuerdo permitiría a los Rojos poner en pie al poderoso complejo industrial militar durante dos años  en que tuvo vigencia, encontrándose los bolcheviques en total inferioridad de condiciones frente a la bestia de la Alemania de Hitler, que venía armándose con el esfuerzo ciego del pueblo germano que lo eligió como führer, asistido por las vergonzantes empresas estadounidenses simbolizadas por Ford, General Motors y la Standard Oil, junto a los bancos de la usura capitalista entre centenares de grupos alineados con el nazismo, pero con todos los abusos a cuesta la patria socialista movilizó todas las fuerzas, las materiales y paradójicamente las espirituales, sumida en el aislamiento impuesto por Occidente que hubiera visto de buen grado la destrucción de los bolcheviques por el führer alemán, pero el tema es por cierto controversial respecto a las clausulas secretas del acuerdo que habría de dividir a Polonia en dos partes, la mayor apropiada por Alemania, traicionada Polonia por ambos bandos y perdidos sus territorios, en danza con los soviéticos desde antiguo y en los márgenes con Occidente, fueron disputados por el Imperio ruso y el Reino de Polonia, dando que hablar a futuras generaciones por la violencia que Stalin ejecutara en Katyn y en otros muchos sucesos de sangre ocultos por años por el Kremlin, habitual en su metodología del terror absoluto, y el uyaz na Voleñii con el caldo del terror se habría de enseñorear de todas estas regiones, oprimiendo desde 1921 las autoridades polacas a los ucranianos hasta 1939, cerradas las escuelas de Ucrania agobiaron las autoridades polacas al pueblo de la Kraina sumiéndolos en la ignorancia y el analfabetismo, reflejado el odio a los opresores con la frase de Lídochka polska shlajta, que desde niño he escuchado de mi madre, reverberando en Lanús las injusticias de los polacos en Ucrania, aunque estas experiencias fueron vividas por la familia de mi padre, toda Ucrania conocía las difíciles circunstancias en la región de Voliñia, y la guerra de campesinos despertaría las vergonzantes matanzas por doquier llevadas a cabo con las rudimentarias herramientas  de labranza cuyo fin era obtener el trigo, el maíz, la cebada y el centeno, sin embargo se destinarían a la violación del mayor de los mandamientos que dice en ruso, ucraniano y polaco, No matarás, Не убий, Не убий, Nie zabijaj, y los hermanos eslavos inmersos en el odio azuzado de generaciones darían rienda suelta al derramamiento de sangre, acaso la mayoría de ellos no eran cristianos, además de católicos y ortodoxos pravoslavos, o marxistas que convocaban a los pueblos para liberarlos del cautiverio, más los grupos de forajidos no serían alcanzados por las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles que probable los curas y popes cristianos en su niñez hayan enseñado en las iglesias a los pequeños, y pudo más la venganza demencial entre bandos, fomentada por los nuevos amos germanos que armaban a unos y otros, y las clases intelectuales, dirigentes y militares polacas serían diezmadas por las hordas de Hitler, y la desgracia llegaría a Polonia tras el acuerdo de Ribbentrop, el canciller de Adolfo que firmara en Moscú en el año 1939, viejo conocido el barón Ribbentrop en Buenos Aires, habría de drenar su fortuna personal y la de sus secuaces a través de los contactos con Ludwig Freude, el director en Buenos Aires del Banco Alemán Transatlántico subsidiario del poderoso Deutsche Bank que en Polonia habría de financiar la construcción de Auschwitz y asegurar al personal del campo, pero el viejo edificio bancario es actualmente la conocida esquina porteña de Reconquista y Bartolomé Mitre, a pocos metros de la Casa Rosada los nazis blanqueaban sus fortunas sosteniendo el propio Perón como secretario personal en la casa de gobierno al hijo de Ludwig Freude, responsable del regalo del collar que Ribbentrop enviara a la joven Evita que se apropiaría sagazmente de un objeto cuya procedencia era los campos de la Muerte, y en los años por venir serían vitales los contactos para el traslado de las ratas que huían de Europa tejiendo la red de impunidad España, Portugal, Suiza, Italia y el Estado Vaticano, siendo el viaje de Evita el que aceitaría  la fuga hacia América Latina y en especial Argentina, llegando a la patria peronista los peores criminales de las SS, junto a miles de croatas de Yugoslavia, temibles Hombre Muerte que destruyeron a millones de hebreos, gitanos, prisioneros de guerra soviéticos, un sinnúmero de víctimas y hacia Argentina y el Cono Sur la fuga de los kapos  sería garantizada con la impunidad a sus correrías, pasando al solaz de la dormida Buenos Aires, acostumbrarían tomar café en el bar de Corrientes y 25 de Mayo, en la Buenos Aires de Perón, deleznable historia del edificio situado en Bartolomé Mitre y Reconquista que repitió en los años recientes otro escándalo de tinte neoperonista con la empresa Skanska, corporizando los negociados que al poder le es funcional, y el arquitecto de las finanzas de Hitler Halmar Schcht daría asesoramiento a la mayoría de los bancos centrales de América del Sud, también al Banco Central de la República Argentina, y deambulaban no como linyeras ni menos aun como fláneurs, Adolf Eichmann, Josef Mengele y Erich Priebke, toda la caterva de las SS buscada en el mundo, refugiada en el paraíso porteño, negociando sus cuentas bancarias en Suiza, operadas muchas por Tilo Martens en su propio edificio que aún hoy se conserva en 25 de Mayo y Corrientes, identificado su nombre con una placa en la entrada, pero agazapados en Argentina continua la colonia de la prole de índole nazi, resucitada la apología de Adolf Eichmann en Misiones, defendido por su nuera, la rubia descerebrada apodada La Gringa, producto de la selva misionera salió en el tardío año de 2015, siendo candidata de su municipio de Garupá, a esgrimir la defensa del abuelo austríaco, la bestia y la selva, dos elementos yuxtapuestos en el rancio pensamiento de alemanes fugados cuyas conciencias no fueron descontaminadas en América del Sud por la pedagogía de la desnazificación que en Europa aplicó el nuevo Estado alemán, más al sur del continente huyeron los criminales de las SS, entre ellas el abuelo Erich, conservando el odio ancestral y dando a luz nuevas generaciones de callados ciudadanos que por lo bajo o al tener una ocasión irrumpen en su pequeño feudo con la ideología de la destrucción, siendo para la ignorante nuera de Eichmann la agonía de millones de personas algo falso, pues lo han escrito los judíos, barbarie y salvaje debiera yacer tras las rejas esta mujer amparada en uno de los tantos paraísos que Argentina de forma desentendida supo albergar, conocían los soviéticos las andanzas de la colonia nazi de Buenos Aires y toda la Argentina cuando advertían a Lídochka en Odessa,

Mis padres Iván y Lídochka en 1961, Vradievka, Ucrania.

en los principios de los sesenta al preparar el viaje a la Argentina, la sospecha de todos conocida que la Argentina era una cueva de nazis, muchos de los cuales desplegaron su raid criminal en la Unión Soviética, entregándose luego a los occidentales que apañaron su fuga hacia América, pero el dinero aceitaría la estadía de los criminales de guerra a lo largo del extenso país, y el padre de la socióloga, colaborador de Pinochet y responsable de limpiarle la cara al nazismo en toda América Latina en los años cincuenta, en su casa de Florida, el barrio y no la calle céntrica, anfitrión dominguero de Adolfo Eichmann, casi un biógrafo de quien consideraba un trabajo inconcluso las millones de víctimas destruidas por los macabros planes del nazismo, Willem Sassen, el nazi holandés que operó como SS en la Unión Soviética, fugado a la Argentina de coloquio con la rata de Eichmann, el obrero de Mercedez Benz Argentina de quien todo el mundo conocía su paradero, hasta quizás los mozos del bar de Corrientes, y así la niña Saskia, acariciada su cabellera por Eichmann proseguía su asistencia a la escuela primaria en la localidad de Florida, y su futuro esposo Richard Sennett, alumno de Hanna Arendt, todo un pequeño mundo entre Buenos Aires, Nueva York y Friburgo, con algún melentendido a cuesta, o más bien en la definición de Ludwig Wittgenstein, de aquello de lo que no se habla lo mejor es callar, y continuaremos analizando las ciudades, quizás también las del nacionalsocialismo que las llamaban campos de la muerte, continuando con nuestras pertenencias culturales sin mencionar las viejas heredades de la familia holandesa, con su refugio argentino, y los Males Aires del Plata los sumaba de a miles, entre ellos Otto Skorzeni, el cara cortada, asistente de Juan Domingo, posando en la foto con el general mostrando la media cara sana, famoso por liberar a Mussolini, caído prisionero de los partisanos italianos, il Duce, admirado por el joven teniente coronel que haría crecer las reservas de oro de la Argentina de forma exponencial con los envíos de centenares de lingotes de oro nazi que los suizos convirtieron en oro suizo, con sellos anteriores a la II Guerra Mundial, fortunas malhabidas que permanecieron en las bóvedas del Banco Central Argentino por breve tiempo, y huían por miles de la justicia de Dios, y en primera instancia de la justicia de los Rojos, refugiándose en el Cono Sur, mientras los soviéticos convocaron a dar respuesta a los responsables de las atrocidades cometidas en Europa del Este, paradoja del destino, la verdad llegaría fundada en las convicciones de los bolcheviques en toda Europa del Este, mientras la Guerra Fría todo lo habría de encubrir, y los criminales de guerra serían de buena gana apañados, sumados a los Estados occidentales que en tanto se acoplaran a sus intereses económicos, científicos y tecnológicos olvidaron adrede someter a estos disfrazados de inmigrantes y desplazados, al látigo de la moral, en la definición propia de Hegel llamada ética y en la genialidad de Spinoza demostrada según el orden geométrico, y a lo largo de los años arribaron con documentos falsos y otras veces con sus nombres auténticos, los señores germanos y croatas, sin la tristeza de los sin papeles, abandonados sus látigos en la Europa cristiana, camuflados de respetados personajes, arribaban en las compañías navieras del imperio de los Dodero a la Argentina, y mientras la lacra se hacía notar en una Buenos Aires embelesada con el espíritu germano, hecho que exasperó a Duchamp cuando vivió en Buenos Aires, volvían a Europa en los mediados de los cincuenta, a la Unión Soviética muchos paisanos ucranianos llegados en los treinta, haciéndolo en 1956 mi abuelo paterno Stefan Kuryj con toda su familia, abordando el buque de pasajeros Santa Fe, buque de los Dodero, antiguo navío italiano acondicionado para el traslado de pasajeros, el mismo que en el año del Señor de 1947 había trasladado hacia la Argentina al conocido criminal de guerra nazi Erich Priebke, buscado en el mundo por los asesinatos de las Fosas Ardeatinas, cobijado por los compatriotas alemanes de la ciudad rionegrina de Bariloche, uno de los tantos paraísos nazis que la Argentina supo tolerar, el anciano ejemplar de la escuela alemana que sería sometido a juicio cuando casi centenario continuaba negando su horrible crimen sufrido por los civiles italianos, y arribaron a la patria socialista que reconstruía a toda máquina y vapor las ruinas de la guerra, llegando mi abuelo Stefan con su familia, entrando por el puerto de Odessa, en el Mar Negro, dirigiéndose a Radzivilov, para encontrarse con sus hermanos y su madre, envejecido y desmejorado el roble ucraniano de Basilio Kuryj llegaría desde Dubno, distante algunos pocos kilómetros, llegó el mayor de los Kuryj, deteriorada su salud tras veinte años de destierro en Siberia, parco y de pocas palabras se mantuvo en silencio, escuchando al hermano Stefan, llegado desde la Argentina, habiendo soportado la inclemencia del Ártico y la dura prueba del perevospetañia, término acostumbrado por el stalinismo cuando definía sus prácticas tortuosas de reeducación compulsiva bajo toda forma de tortura el asedio sistemático, y sin compasión de ningún tipo intentaban destruir las creencias y la fe de sus víctimas los cuales negándose a sus mandatos serían condenados a los temidos trabajos forzados en Siberia, con temperaturas extremas de cincuenta grados bajo cero, pero la fe inquebrantable sostuvo en pie a mi tío abuelo Basilio Kuryj, soportando estoicamente los largos años en que su familia habría de ser privada de su padre, probable sin noticias ni cartas del evangelista que enseñó en Voliñia las creencias de los shtundas pentecostales hasta quizás agosto o septiembre del año 1939 en que sería conducido a Siberia junto a miles de polacos, asediados por la NKVD,

Basilio Kuryj, condenado a 25 años en Siberia por evangélico.

cuya heredera sería la temida KGB, y así el roble de Voliñia malgastó decenas de año por la persecución absurda de los Rojos a los religiosos y en la posguerra, en el año 1945, en la región del río Bug de la región de Odessa, otro desencantado por las difícil situación de vida del campesinado, el hermano de mi bisabuelo materno Alexeii Zharkowsky, con el intento cual político enfrentaría al estado absoluto corporizado por Joseph Stalin, sostenido por la fe que no lo haría menguar en los cuestionamientos al poder que los soviets administraban haciendo abuso de la maquinaria del terror estatal, percibido en todos los estamentos ciudadanos, ya sea en Anna Ajmátova como en las encorvadas campesinas de la Kraina del río Bug, el yopot, el murmullo a los oídos trasmitido de par en par, entre los afligidos y los sospechados, pagando con un desgraciado espacio de vida aquella valentía ciudadana, serían los mismos trenes siberianos, tras miles de kilómetros de trajín y decenas de años de reclusión, los que harían volver desde Kolemá y otras regiones inhóspitas del Ártico a contados sobrevivientes de los millones que los comunistas arrastraron, devastados por los siniestros Gulag, encontrándose mi tío abuelo Basilio Kuryj demacrado su rostro, impreso el sufrimiento en la cara de un hombre no tan mayor que se presentaba como un verdadero templo de la fe, venerado desde antiguo, y se reencontraron con la familia de Stefan en Radzivilov en el año 1956, llegados desde Buenos Aires y radicados en pocos meses en Odessa, que ya conservaba pocos signos de la guerra, y el viejo Alexeii Zharkowsky volvería quizás hacia los años setenta, dando su último adiós a mi bisabuelo Pantiliev en Vradievka, unos guerreros de la fe y otros guerreros en las batallas no bajaron las armas los hombres, varones de mi familia, imperturbables respecto al nazismo pero también víctimas inocentes con su credo a cuesta, molestos al stalinismo que los hubo de asediar a lo largo de los años, durante la construcción y diseño del hombre máquina socialista al cual habían decidido implantar los atributos arbitrarios de una ideología reaccionaria, y las consignas de los Estados de posguerra estarían obligadas a dar respuestas y derramar sobre sus ciudadanos el bienestar que Europa había menoscabado a lo largo de los siglos a sus compatriotas, pero para los soviéticos con sus ciudades destruidas y las familias diezmadas de hombres el esfuerzo se habría de convertir nuevamente en una patriada agobiante que Stalin cumpliendo los planes de reconstrucción no vacilaría en ejecutar sin admitir excusas de ninguna clase, y Zajar Zharkowsky, el que fuera el soldado eximio terminaría empleado en la posguerra como transportista, trasladando piedra en las canteras dedicadas a la molienda en la región del Bug, en Kamenaia Balka, hasta emigrar luego de permanecer años en Vradievka, vendida la propiedad utilizaría los escasos fondos obtenidos de la bella vivienda en salvar la vida de su esposa Ira que tras una intervención quirúrgica habíase despertado una galopante infección en su cuerpo, dinero con el cual Zajar convencería a la cirujana de la clínica de Vradievka se hiciera cargo urgente de aquel cuadro desesperante, salvando aquellos rublos la vida de Ira, y así Zajar esta vez le sustraía a las parcas el cuerpo moribundo de su esposa, cerrándose el círculo del amor cuando la enfermera Ira lo salvó a Zajarchik en Stalingrado, volviendo a la vida al soldado ucraniano, a partir del suceso emigraron a la ciudad minera de Kazajstán, llamada Rudno,

Zajar Zharkowsky, héroe ucraniano de Stalingrado (hermano de mi abuela materna).

ocupado otra vez en la conducción de camiones, esta vez de gran porte, en los yacimientos de carbón mineral, uno de los pocos oficios posibles para su cuerpo lastimado, y la posguerra sumaba limitaciones cuando Lídochka comenzaba la escuela primaria y su tía Sara, maestra de escuela en Vradievka, ejerciendo todavía por un breve espacio de tiempo, confeccionaba con papeles provenientes de bolsas de azúcar y formularios fuera de uso de la terminal de granos, hermosos cuadernos cosidos a mano, facilitando a Lídochka los útiles para practicar la dificultosa escritura del ucraniano y el ruso, además de alemán e inglés, ensayando ejercicios algebraicos y de matemática, bellos cuadernos de factura artesanal realizados por la aplicada Sara, cuando los cuadernos entregados por el maestro y provistos por el Estado soviético se utilizaban sólo en el aula, bajo las medidas de austeridad de posguerra, y todos aportaban su grano de arena a la patria que en contados años sorprendería al mundo al poner en órbita los satélites Sputnik, haciendo pasear por los cielos a la perra Laika en los mediados de los cincuenta, y los funerales de John F. Kennedy serían seguidos en directo en Odessa en 1963 por Lídochka en la televisión, cuando los soviéticos sapustele sputnik, colocando en órbita sus afamados satélites, trasmitieron las malas noticias que aquejaban al narod de los Estados Unidos, contempladas con consternación por los ciudadanos de Europa del Este, compungidos con la desgracia de la familia de John Fitzgerald Kennedy, barrido del mapa del poder estadounidense con la firma de tono mafioso de sus estructuras xenófobas y militaristas, hijo del conocido contrabandista y embajador de los Estados Unidos en Gran Bretaña durante el periodo de preguerra logró el embajador convencer a su país de que Adolfo Hitler no representaba amenaza alguna al Imperio Americano, dejando abiertas las puertas de par en par al belicoso pueblo germano que venía armándose con la provisión tecnológica y militar de las industrias yankis, pero JFK, el hijo del viejo Kennedy, especie de manzana podrida del Imperio inquietaría al poder que decidió el magnicidio de su joven presidente, hecho que conmovería a Lídochka en Odessa al contemplar en directo los funerales del joven Kennedy, con su esposa Jackie vistiendo el tailleur de Coco Chanel, modista del jet set internacional, acérrima antisemita y empleada como espía de los nazis durante la ocupación de París, amante servil del ladero de Heinrich Himmler, el jefe de los carniceros de las SS, no vaciló la modista francesa en apropiarse del negocio de sus socios los perfumeros judíos, la modistilla que dio el mal paso, al igual que muchos franceses, paseándose por los Campos Elíseos, pavoneándose cuando deportaban desde Drancy a miles de judíos, alojándose con los espías de Hitler en uno de los más bellos hoteles de París, mientras la policía francesa en las famosas redadas de París capturaba a los judíos, probablemente hayan sido sus propios vecinos y amigos en la Ciudad de la Luz que esta vez habría de proyectar extendidas sombras de cobardía, cuando se entregaron en la conocida Línea y luego armaron el Estado de Vichy, sirviendo al jefe de bigote recortado que reinaba en Germania a sus anchas y fotografiaba sus visitas en la torre Eiffel con su arquitecto preferido, Albert Speer, nazi de pura cepa convencería al mundo y a la justicia de los hombres que sólo cumplió ordenes, desconociendo la existencia de Auschwitz, como arquitecto, especie de bicho neoclásico y como estratega militar un ignorante que al igual que en los malos teatros realizó las maquetas de su armada invencible, desconociendo que no son los viejos fierros los que deciden las victorias en la guerra sino la voluntad manifiesta de sus héroes, los cuales al igual que Zajar Zharkowsky sumaron sus fuerzas para destruir el engendro del corazón de Europa que se había decidido al crimen, pero los Sputnik soviéticos bajaron las imágenes descorazonadoras de Jackie con sus dos hijos en las escalinatas, luto que Jackie daría por concluido cuando el magnate griego que diera inicio a sus oscuros negocios navieros desde la Argentina, el célebre Aristóteles Onassis, cerraría sus acuerdos matrimoniales con la viuda del presidente de los Estados Unidos, Onassis, cuyos negocios recibieron el puntapié inicial con el imperio de los Dodero que bajo el peronismo consolidaron una flota de casi un centenar de buques, flota integrada en parte por cargueros y otra con buques de pasajeros, utilizados muchos de ellos en el transporte de criminales de guerra nazis, después de la Segunda Guerra Mundial, tras el enigmático viaje que hiciera Eva Perón en 1947 por Europa, aceitando el camino a la fuga, así el núcleo griego de Onassis y Dodero se extendió bajo las sombras del poder con su extraña trayectoria que adquiría como si fuese una nueva posesión a la bella Jackie Bouvier, pero el Kremlin presentó una mirada angelada de la desvalida y estoica mujer, que por otra parte era merecida, y la amaron los pueblos embarcados en los antagonismos de la Guerra Fría, ella junto a las escalinatas con sus dos hijos John John y Caroline, dando la cara a los mafiosos del Estado norteamericano que desde las sombras sostenían el poder aleccionador contra quién había querido mover las fichas de la mafia, siendo su propio padre uno más de sus conspicuos integrantes, el hijo convertido en víctima y Lídochka en Odessa se mantuvo atenta a la tragedia de la familia americana, de cuyas intimidades nada se conocía en los censurados medios soviéticos, y desde su hermoso piso de la calle Jvorostiná y Bogdanovo Jmelnitza, departamento céntrico de Odessa que en la posguerra había construido el Estado soviético para sus ciudadanos, extrañamente señorial y distintivo el edificio para lo que serían los nuevos complejos habitacionales del tipo caja de zapatos que se construirían en el futuro, vecina de generales, músicos de la ópera y artistas se preparaba Lídochka para viajar junto a mi padre y mis hermanas todavía pequeñas a la Argentina en 1964, Lídochka, que con apenas dieciséis años, terminado el ciclo escolar, demorada por haber perdido años de escolaridad durante la guerra, ayudada por diadia Vañia, el tío miembro del partido comunista de Ucrania en Vradievka, logró facilitar a la adolescente el bilet que autorizaba la residencia en la ciudad de Odessa, alejándose para siempre de la prisión de los koljoses que una vez admitidos los jóvenes como koljosnitsi les resultaba imposible encontrar otro empleo, asediados por los corruptos funcionarios que a rajatabla cumplían las órdenes de negar la paga por el día de trabajo, terminadas y arruinadas sus jóvenes vidas por las necesidades insatisfechas, pero en Odessa, la ciudad cosmopolita que había albergado desde los años treinta a una ferviente comunidad pentecostal, aunque golpeada por el exilio en Siberia, ya en los años cincuenta se recuperaba integrando sus miembros con los hijos de las centenares de víctimas arrasadas por el stalinismo, sobre los cuales nada  supieron las familias que perdieron a sus padres y hermanos, devorados por el Gulag cuya sigla significa Dirección General de Campos Correccionales y de Trabajo, ocultando el verdadero fin que era sumir al pueblo a la obediencia absoluta, y en caso de fracasar el asedio, sumar millones de esclavos para sus planes de obras y explotaciones mineras en Siberia y en el Ártico, cuerpos que soportaron los trabajos forzados por pocos meses, y enternecida Lídochka en 1963 con la héroe yanki, admiró a la joven viuda, ajena a los pormenores de la vida íntima de los Kennedy, vidas manipuladas por la propia mafia, siendo ejemplo Frank Sinatra y la deseada Marilyn Monroe, la segunda títere del primero o ambos títeres del sistema, pero en plena Guerra Fría de forma paradojal se unían los pueblos americanos y soviéticos, conmocionados con la mujer que supo enfrentar los hechos que habrían de constituir la incógnita del Imperio durante el siglo XX, circulo que atraparía en su telaraña de sexo, drogas y poder a la mayoría de sus integrantes, evitando poner en marcha algunas de las ideas revolucionarias que de haberse instrumentado hubieran cambiado en algo la sociedad de las   desigualdades, y en Kazajstán, en la ciudad de Rudny fundada a orillas del río Tobol en 1957, conocido centro industrial y cultural que los soviéticos llamaron Rudnogorsk, descubierto por casualidad por los pilotos de las líneas aéreas soviéticas, cuando volaban sobre la región rica en mineral de hierro que alteraba los campos magnéticos de las brújulas y el instrumental de vuelo, cuantiosos yacimientos de minerales que industrializarían la República Soviética de Kazajstán, y Zajar Zharkowsky

Zajar y su esposa Irina, rusa, enfermera en Stalingrado.

transportaba en los sinuosos caminos de montaña del yacimiento, grandes volúmenes de mineral de hierro con transportes de tipo minero equipados con ruedas  cuyo diámetro hacía sentir a sus choferes en el país de los liliputienses, y los caminos en pocos días se transformaban en surcos intransitables de un metro de profundidad,  admitiendo únicamente ser mejorados con balasto, optando los ingenieros mineros por la construcción de tres vías, rellenando con piedra y grava las huellas de los camiones que transportaban 300 toneladas de mineral, manteniendo en obra de forma constante la soshá, conducir aquellas máquinas de transporte era el trabajo diario de Zajar que caería en desgracia cuando en un turno nocturno no logró distinguir en la oscura ruta la presencia de un Fiat 600 desplazándose sin iluminación entre el tráfico de camiones de gran porte, aplastado el diminuto vehículo de origen italiano por el camión conducido por mi tío abuelo Zajar, el cual sería declarado libre de cargos al probarse la imprudencia suicida del temerario conductor que perdería la vida arrastrando a Zajar a la prisión, pero al conocerse la desgracia en Ucrania, diadia Vañia enviaría los antecedentes de su hermano menor como conductor en la zona del Bug y héroe de guerra en Stalingrado y chofer de un general ruso durante la ocupación, y los antecedentes junto a las pruebas de los peritos dejaron en libertad a Zajar, ayudado de forma justa por su hermano Vañia, miembro y chlen del partido comunista en Vradievka, permanecería a lo largo de los años reacio a los cerdos comunistas que actuaron contra el pueblo de la Kraina, llegando al extremo sus jefes de presionarlo a fin delatara a su propio padre Pantiliev que profesaba el evangelismo, negándose enfrentó al vergonzante comunista profiriéndole en sus propias narices —acaso soy una fiera para delatar a mi propio padre, un ejemplo de vida en toda la región—, acostumbrados los miembros del partido en desplegar falsas denuncias que involucraban a menudo a vecinos y familiares en sus persecuciones paranoicas que condujeron a millones a las prisiones de Siberia, sumida la población soviética en el silencio obediente al poder absoluto del Kremlin que aunque en Moscú, encontró servil mano de obra de ucranianos los cuales como perros falderos de sus amos respondieron crucificando a inocentes vecinos y amigos las más de las veces, silencio interrumpido por el murmullo del narod que por lo bajo comentaba las cacerías humanas realizadas por  los servicios secretos con sus lacayos de la región, y la familia de Ira y Zajar con sus dos hijos varones se radicarían definitivamente en Kazajstán en los mediados de los cincuenta, logrando los jóvenes graduarse en el conservatorio de música, gozando la familia de ingresos superiores por desarraigo y condiciones de trabajo, distinto a los salarios miserables de Ucrania, afincados en el extenso país asiático, atravesado durante milenios por el camino de la seda, espacio donde confluyeron los intereses de Rusia, China y los antiguos persas, poblado con veloces jinetes cuyos caballos legendarios fueron conocidos por sus recorridas en la estepa infinita y en los escarpados relieves donde los Kanes impusieron sus dilatados dominios, arribando por último el Imperio Ruso prolongado por los soviéticos, decididos en consolidar la lengua de los eslavos, disponiendo para su propio poder las riquezas y la tierra de los kazajos que serían encolumnados con el garrote soviético a sus filas, visitaría cada año Zajar con su familia a sus padres  Pantiliev y Nioñila, en esos años ya de edad avanzada, en la ciudad de Vradievka, durante las vacaciones de verano, viajando en tren desde Rudney a Moscú y luego a Kiev, finalizando en Vradivka, o a veces visitando Rostov del Don, donde vivía la conflictiva madre de Ira, y Kazajstán integrante de la Unión Soviética sumaba significativas comunidades de rusos y ucranianos, trasladados al país de mayorías musulmanas, conviviendo con aparente armonía, misterio sociológico los soviéticos acordaron un clima de paz palanqueados como de costumbre con la KGB, o su antigua predecesora la NKVD, o todas las siglas de sus aceitados aparatos represivos que en los años de 1932 y 1933 hambrearon al país de los kazajos, ganaderos y nómades de las planicies y montañas, pero los planificadores de Stalin implantaron los koljoses destruyendo para ello a los pueblos que ejercieron la caza y la pesca por miles de años, desplazándose a su arbitrio, guiados por las necesidades de sus rebaños en los inmensos campos de Kazajstán, implantando en los mismos años de las hambrunas en Ucrania el desastre humanitario en el país de los kazajos, cuyas poblaciones habrían de mermar notablemente, al igual que en Ucrania, no obstante Kazajstán en la II Guerra Mundial alistó a sus soldados en la Armia Sovietkaia, continuarían los soviéticos invirtiendo ingentes recursos económicos en el Cosmódromo de Baikonur, desde donde los Rojos enviaron sus satélites dando inicio a la carrera espacial, orgullo del Estado, la base permanece operando hasta hoy, pero otros proyectos han sido del todo lamentables, justificados en el contexto de la Guerra Fría, siendo el peor ejemplo las enormes áreas contaminadas con radiactivos, producto de las pruebas atómicas realizadas por años en la región de Semipalatinsk, experimentos de la ingeniería social aplicados en el Mar de Aral trascurridos hace no tantos años resultaron catastróficos sobre los tejidos sociales de urdimbre milenaria, y los daños irreparables al ecosistema inestable de estas regiones áridas serían aplicados a instancias de las utopías de las Tierras Vírgenes, uno más de los slogans de Nikita Jruschov quien creyó a ciegas en los erróneos razonamientos de un ingeniero de obras que nada sabía en evaluar el impacto ambiental en el Mar de Aral, proyecto de irrigación de tierras impulsado desde la época de Stalin en vista a elevar la producción de algodón y cereales, dependientes de la caza, la pesca y la agricultura, las poblaciones de kazajos y sus vecinos uzbekos, vivieron provistos por el gigante reservorio de agua dulce, el más importante del mundo, aunque para los ignorantes planificadores e ingenieros disfrazados de informantes de la ciencia, constituía la cuenca del Aral un error de la naturaleza, representando los intereses de las gigantes constructoras soviéticas que invertían, dilapidando ingentes recursos del narod en las construcciones hidráulicas, formando redes de miles de kilómetros de canales para riego, incluyendo cambios arbitrarios en los cursos de los ríos que muchas veces generan catástrofes al alterar la escorrentía que la naturaleza ha realizado tras millones de años, canales que hasta hoy permanecen sin impermeabilizar, consumiendo gran parte de las escasas reservas de agua dulce destinadas al riego de los campos de algodón en pérdidas por infiltración en los áridos terrenos recorridos por los canales, y así el agua dulce del reservorio daría riego a los algodonales de los Estados ribereños de Kazajstán y Uzbekistán, enormes volúmenes que la agricultura extensiva malgasta, dejando de abastecer los ríos Syr y Amu Darya al Mar de Aral con agua dulce, consumida ésta en los regadíos, destruyendo el ecosistema de forma mortal al desaparecer el reservorio que desempeñaba su papel como estabilizador del clima de una zona árida, transformado el mar en un desierto salobre que contaminado con fertilizantes y pesticidas del peor tipo, tóxicos que todavía hoy discutimos por sus peligrosos daños, sumados los deshechos provenientes de los restos de las fábricas de artefactos bacteriológicos que en la isla del Mar de Aral los soviéticos construyeron durante la Guerra Fría desencadenaron el desastre humanitario en las poblaciones ribereñas, contaminadas con pesticidas y residuos bacteriológicos, fruto malsano de la época en que las dos potencias hegemónicas disputaban la carrera armamentística, fabricando todo tipo de armas de destrucción masiva, probable muchas utilizadas en la guerra de Irak con Irán, cuando se observaba por los medios de comunicación los cuerpos gaseados por el veneno y las bacterias mortíferas, continúa desprendiéndose del seco lecho marino en la actualidad enormes tormentas de arena que llegan hasta el Ártico, contaminando y deteriorando el ecosistema de belleza incomparable, presentando el Aral un aspecto desolador al encontrar cientos de barcos volcados sobre la arena, en el que fuera el lecho marino no hace tantos años, navegado por sus tripulantes, y así el sueño de las Tierras Vírgenes de Nikita Jruschov, heredado de su viejo jefe, el camarada Stalin, se hicieron realidad sólo en el sentido de los cultivos de algodón que convirtieron al pobrísimo Uzbekistán  en el primer productor mundial de algodón, irrigados sus campos con las escasas reservas de agua dulce que los canales artificiales desviaron del Mar de Aral, producto primario el algodón se suma a los commodities cuyo bajo precio y continuas fluctuaciones adheridas a la especulación hacen pensar en el alto costo que deben pagar las poblaciones de kazajos y uzbekos, alterada y difícil de corregir su principal fuente de agua dulce, conocido ha sido en la década de los ochenta el fraude con el algodón planeado por los uzbekos, los cuales inflaron artificiosamente los volúmenes de algodón producidos, presionados por las autoridades de Moscú que exigieron a la República Socialista de Uzbekistán mejoras en los rindes, implicando a altas autoridades del Kremlin, entre otros el propio yerno de Breshnev, y así las cifras estadísticas que reflejan la coexistencia de intereses en pugna habrían de ser falseadas adrede, apuestas habituales de los gobiernos demagógicos, hasta que el escándalo puso en evidencia la engañosa ingeniería montada sobre la producción de algodón, arrastrando a la cárcel a las autoridades uzbekas, como un cuerpo que alberga síntomas de distinto tipo la Unión Soviética se habría de hundir por los descalabros de su clase dirigente y la pérdida de confianza de su población que dejaría de fogonear la utopía socialista a la que había entregado sus fuerzas, precipitando la desintegración de la unión en pocos años el ingenuo Mijail, pero el presente continúa golpeando el precio del algodón que en los últimos años ha sufrido una merma significativa en su cotización, no obstante los gobiernos de la región continúan embarcados en los yacimientos de petróleo del Mar Caspio y la peligrosa minería extractiva a cielo abierto, cuyos graves resultados al ambiente afectarán por generaciones a sus pueblos, descubiertos en su mayoría por los soviéticos en el Caspio cuando la región se consolidaba como un paraíso petrolero con la ciudad de Bakú como principal centro administrativo y cultural, siendo en la actualidad Azerbaiyán una potencia petrolera situada en un espacio que alberga tensiones de siglos, continúan viviendo en Kazajstán las familias de los hijos de Zajar y la hermana de Lídochka, Liusha, residente desde los años cincuenta, notándose un considerable aumento del recelo étnico de las poblaciones autóctonas respecto a las extranjeras, en el país de los kazajos cuyas enormes riquezas naturales mantuvieron en el poder por decenios al mismo presidente, iniciado su mandato desde antes de la caída de la Unión Soviética, pero el astuto Nursultán Nazarbáyev selló bajo condiciones consuetudinarias la reelección indefinida de su mandato, ánimo que extrañamente captura en todas las latitudes a los elegidos y a los arribados sin voto alguno, apelando a la inversión de las corporaciones petroleras y las buenas amistades con los países occidentales, y paradojalmente extendiendo vínculos con la Federación Rusa, de tal manera la cintura política del hábil gobernante kazajo estabilizó el país expuesto al desmadre de sus vecinos que aun con enormes reservas de petróleo y minería se encuentran hoy en bancarrota, desprovistos de la economía de escala que los soviéticos lograron con esfuerzo poner en marcha desde los lejanos años veinte a pesar de todo,

Alexeii Zharkowsky, hermano de mi bisabuelo Pantiliev, condenado a Siberia a 25 años por escribirle una carta a Stalin en la que se quejaba del hambre durante la posguerra en Ucrania.

volvieron los pueblos de la ex Unión Soviética a labrar la tierra de forma manual, repitiendo el trabajo superado por siglos de adelantos técnicos, abandonados y atrapados en manos de los bandos extremistas echaron nafta a las viejas inquinas tribales y religiosas, y a las injusticias y abusos que cometieron los soviéticos por una parte y las potencias occidentales por otra, crearon un espacio de oscuridad en los países de mayorías musulmanas que terminan en stan, sufijo que en persa antiguo significa tierra, siendo con el Cáucaso una de las regiones más castigadas por la violencia, sumiéndolos en un panorama ensombrecido del cual sus pueblos debieran despertar curando viejas heridas, aunque comunidades de rusos emigraron al Cáucaso desde la época del zar Iván el Terrible en el siglo XV, en los primeros años de la década del treinta huyeron agobiados por la hambrunas de la región de Odessa, en el decir ucraniano golodouka, término derivado de la palabra golod que traducido es hambre, Prokofii y Pasuña con su primer hijo Daniel, afincándose en las orillas del río Terek, cuyas tierras regadas por acequias provistas por el caudaloso río de montaña que nace en Georgia a cinco mil metros de altura, atraviesa Chechenia, Osetia y Dagestán, volcando sus aguas en el mar Caspio, ocupándose Prokofii como albañil y constructor de precarias viviendas destinadas a los chuchmecos, término discriminatorio con el cual los rusos apodaban despectivos a los pueblos del Cáucaso, y otras veces como responsable de la apertura de las compuertas de riego en el valle, países donde los soviéticos al principio toleraron las tradiciones milenarias de las poblaciones musulmanas, y los chechenos poseían de acuerdo con el riguroso Corán hasta cinco esposas, morando cada una en casas apartadas pero en la misma finca del señor, existiendo entre las mujeres habituales recelos por el viejo marido en común, y entre las favoritas y las primeras, es decir las más viejas, la envidia y el odio era habitual, y durante las noches permanecía Prokofii atento a la apertura de las compuertas cuyos canales eran abastecidos por el Terek, pero sucedió que Prokofii se durmió a la siesta, cuando el calor agobiante del valle tornaba insoportable las tardes al sol, y las mujeres a grito pelado comenzaron a emitir voces —Aul topetza, Aul se inunda—, gritaban las caucasianas y gritaba asustada Pasuña, temerosa de las consecuencias por venir, despertando al irresponsable Prokofii que había olvidado cerrar la compuerta y el pequeño Aul, la aldea chechena comenzó a anegarse por la prolongada siesta del agotado Prokofii, llegaría apresurado y a los tumbos cerrando las compuertas que cerró al instante cuando ya el pueblo caucásico inundado permanecía bajo medio metro de agua, pero los chechenos no se molestaron con el asustado dormilón venido de Ucrania, y la vida del Aul en el valle del Terek repetía sus días como hacia milenios, y lloraba a más no poder la mayor de las esposas del hacendado checheno que a menudo contrataba a Prokofii como albañil, encomendándole mejoras en la finca, indignada la vieja con su marido setentón, poseedor de un harén de cuatro mujeres, pero la adquisición de una quinceañera que se constituía en su quinta esposa enervó el mal clima del harén, contratado a las apuradas Prokofii por el viejo en semejante alboroto, le construyó la nueva sala nupcial en un plazo de obra inconcebible de un día, en apuros el viejo intentaba apresurado y urgido por disfrutar los elixires del amor de la joven, pero los muros en estado fresco no habrían de resistir la tormenta que se abatió por la noche en la montaña, transformada la sala en una pila de escombros y maderas en la mañana, no obstante lo cual el viejo chuchmeco no se alteró un ápice, y sin cuestionamientos a Prokofii que había anticipado el riesgo de una obra tan apresurada, entregó la paga por el trabajo realizado, en ese momento sobre el piso y en un desorden absoluto, solicitándole a Prokofii pusiera nuevamente manos a la obra construyendo el espacio para el lecho nupcial que esperó con ansias de jovenzuelo, aún por algunos días más, pero la vieja esposa continuó con sus habladurías, indignada con la joven mujer que el viejo adquirió para sus propios vicios y placeres, renunciando a hacerla mujer de su hijo treintañero que según ella era merecedor de los atractivos femeninos, así entre palabrotas y griterío resuenan en el Cáucaso los ecos de aquella aventura amorosa del señor, dueño de la finca del río Terek, y los montañeses acostumbraban la pesca de esturiones y salmones que a contracorriente, siguiendo el caudaloso río Terek, desde el mar Caspio realizan la travesía desovando en el curso superior, pescados por las caucasianos que atraídos por sus conocidas huevas las transformaban en caviar, siendo las delicias del menú de los reyes, amantes de las huevas del esturión, mas para los ribereños era habitual su consumo, y presintiendo de tal codiciado manjar descubrió Prokofii tres vigorosos ejemplares que permanecían quietos en el río, probable estuviesen desovando, figurándose una tarea fácil y cual avezado pescador munido con una cesta de mimbre alteró la quietud de los grandes peces que estropearon los planes de Prokofii, arrastrándolo con su cesta de mimbre al medio del correntoso Terek, de suerte pudo vadearlo al inexperto pescador que ya se daba por ahogado, llevado por la corriente del río que baja turbulento desde los bloques montañosos del Cáucaso, pero a gatas, suplicando a Dios olvidara los pecados de la juventud que los hombres solemos disfrutar con algarabía, sujeto a piedras y a todo lo que encontró a su mano lograría salir con vida del peligroso río, desprovisto de los suculentos manjares de los zares rusos que en Rusia habían perdido la cabeza con los Rojos y también de los jeques árabes que a menudo son desposeídos de sus pozos petroleros cuando dejan de repartir sus panes con el pueblo, no tan lejanos a la región que los bolcheviques de Stalin habían espantado a los tiros junto a los capitalistas europeos, más las costumbres centenarias de los musulmanes del Terek dejaría de ser tolerada por los bolcheviques en pocos años, obligados a abandonar la poligamia y abrazar por turno a una única mujer, desencadenando graves conflictos con las poblaciones autóctonas que fueron además condicionadas por los sistemas de producción agraria soviética, acentuado el negro panorama por la guerras internas entre los pueblos del Cáucaso, y el clima en estas regiones montañosas resultaba difícil tolerar para los eslavos ucranianos, enfermando el pequeño Daniel Izoita de malaria, enfermedad que rara vez afectaba a las poblaciones autóctonas, pero al comenzar a sufrir elevadas temperaturas y temblores los médicos de la región del Terek indicaron volvieran a la región de Odessa, dónde el clima resultaba benévolo y los hospitales provistos de infraestructura para brindar ayuda a los enfermos, y volvieron los tres desde el Cáucaso a la región de Odessa, golpeada todavía por el hambre que permanecía desolando Ucrania y otras regiones de la Unión Soviética cuyos ciudadanos se revelaron contra el Zar Rojo, exigidos a cumplimentar los imposibles índices de producción de cereales por hectárea y bajo las restricciones impuestas por el gran planificador de Moscú,

Nadia Izoita, hermana de mi madre Lídochka, condenada por su fe durante el régimen de Jruschov a cuatro años, dos en Ucrania y dos en Siberia. Obra de Daniel Kuryj.

cuyas manos de cucaracha y origen oseta indicara con valor el poeta Osip Mandelstam en el epigrama que luego le costaría la vida, no obstante las dificultades el pequeño Daniel recuperaría su debilitada salud cuando ya no había vuelta atrás al Cáucaso, cerradas las fronteras por los soviéticos cuando detectaron la huida precipitada de centenares de miles de campesinos huyendo al Cáucaso, así fueron abandonados los hambreados pobladores de Ucrania, sin ayuda externa al mantener bajo llaves el secreto del acontecimiento por parte del Kremlin, a una muerte segura, afincados Prokofii con su familia nuevamente en su heredad de Krasnaia Polana donde trascurrirían los días y las noches de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial en tan sólo algunos años, pero el río Terek en el Cáucaso continuó con su cauce abrupto recorriendo los valles de vital importancia para el imperio ruso que instaló en sus montañas las fortificaciones ocupadas por los aguerridos cosacos del Terek, muchos de los cuales perderían sus vidas después de la II Guerra Mundial por los Rojos, tras la acordada de Stalin con Winston Churchill, entregarían las tropas británicas en Austria a los cosacos que se habían sumado a las filas nazis en Italia y Austria, comportándose de forma cruel y sanguinaria con sus enemigos, pero los Rojos se vengarían de la traición, antiguos enemigos de los bolcheviques y alineados desde la época de los zares con los ejércitos blancos, caerían en desgracia los anárquicos guerreros después de la revolución de Octubre y durante la guerra civil, pero en las escarpadas montañas los bolcheviques habrían de colocar sus expectativas al reconquistar Bakú, bombeando las gigantescas reservas petroleras, abastecerían al Imperio Soviético que habría de construir dando un hincapié prioritario a la industria y educación, motores de la modernidad en los territorios de los ortodoxos, y en este otro caso también en las regiones musulmanas, chocando de forma indeclinable las teorías de Marx, Engels, Darwin y Lenin bajo las prédicas de Stalin, que además de pensar, actuaba ejecutando el látigo comunista de carácter real, y atravesaba el río Terek la ciudad de Vladikavkaz, jugando el área un papel significativo en las estrategias de Sergei Kirov que por suerte ha dejado de ser el nombre del famoso Teatro Marinskii de San Petesburgo, barriendo al iletrado comunista, compinche de Stalin, el revoltoso georgiano que movilizó a los proletarios en los pozos petroleros de Bakú, iniciando desde Vladikavkaz, en las montañas del Cáucaso, los aclamados planes quinquenales, poniendo en acción los tejidos industriales, urgidos por la demanda del narod que los dubitativos e ignorantes zares rusos no supieron dar respuesta alguna a la estructura medieval que sumergía al narod del Imperio ruso, y los jóvenes del Cáucaso durante la Gran Guerra Patria habrían de ser movilizados por la Armia Sovietzkaia, sin ningún tipo de segregación xenófoba, dando prueba del coraje los montañeses, sin embargo, otros se sumaron a los enemigos del pueblo socialista, integrando los ejércitos nazis, minarían las fuerzas de los Rojos que permanecían debilitados cuando perdieron durante la guerra Rostov del Don, Odessa y Stalingrado, que permanecía vacilante, expuestas a las ruinas las enormes reservas de petróleo de Bakú, pero al recobrar el espíritu guerrero por las buenas noticias, oyele sovietzkii soldatii, volverían los territorios al dominio soviético, tras la victoria de Stalingrado, aplastados los germanos y sus ejércitos de acólitos nazis por los tovarichi de mi tío abuelo Zajar, y Joseph Stalin se vengaría de los montañeses con el criminal de la NKVD Lavrenti Beria, que defendió las posiciones del Terek de forma desastrosa en los combates con los alemanes pero luego cumplió su viejo oficio de verdugo, vengándose sobre las caucásicos de forma cobarde al igual que en toda la Unión Soviética, continuando implacable, trasladándolos de forma forzada y por centenares de miles, hombres, mujeres y niños hacia el exilio de Siberia y Kazajstán, donde serían diezmados cumpliéndose la venganza ancestral por el error que algunos cometieron al colaborar con los germanos, cayendo en las redadas hasta los propios soldados caucásicos que regresaban del frente soviético, acabando sus vidas en Siberia, absurdo que los Rojos repitieron asiduamente sobre sus ciudadanos, pero en la catástrofe que sumergía a toda la Unión durante la guerra, en Tashkent los Rojos lograrían un milagro al evacuar hacia la distante ciudad del Asia vastas poblaciones en parte integradas por hebreos que sumaron más de un millón de almas en el lejano Uzbekistán, aunque lastimosamente los judíos que quedaron en Europa del Este durante la ocupación serían destruidos por el nazismo alemán, montando en un abrir y cerrar de ojos sus industrias y complejos armamentísticos, protegidos del teatro de operaciones que ya ocupaba parte del Cáucaso, fabricando a cielo abierto, día y noche, las armas con las cuales se enfrentarían a los enemigos del narod, reconquistando tras centenares de días de batalla en Stalingrado, en las aguerridas batallas aéreas sucedidas en el Cáucaso y en la reconquista de Rostov del Don y el tesoro del mar Negro, Odessa, la ciudad de los palacios de verano, defendieron la Armia Sovietzkaia de Zajar, asistidos sus cuerpos lastimados por la bella Ira y sus enfermeras de Rostov del Don, defendieron las ruinas de la Stoletza rusa del Volga sobre las cuales ya nadie daba nada, defendieron los moscovitas con Joseph a la cabeza, arrojándose los convencidos comisarios Rojos con sus mascotas amaestradas bajo los carros blindados enemigos, considerados por el orgullo germano como invencibles, en los pantanos que rodean protegiendo Moscú, defendieron hambreados los mártires civiles de Leningrado, la ciudad capital del Imperio y el Palacio de Invierno de Catalina la Grande, resistiendo y confiados en aquellos pocos alimentos que a través de la doroga shisni el Ejército Rojo lograba abastecer en la blocada a Leningrado, defendieron Odessa ocultos en las catacumbas de miles de kilómetros de extensión sobre la cual se funda la ciudad como cuerpo cavernoso que la sostiene con vida, en las inmediaciones donde arrojan sus aguas al mar Negro los ríos Bug y Dniéster, demarcando el tristemente conocido territorio de Transnistria, apropiado por los rumanos, los cuales se atrevieron a anexar la tierra de la Kraina, cedida por los Arioss de Berlín, y hacia el Bug arrastraron a los gitanos de Rumania, los canallas y servidores del sifilítico Antonescu, iniciando la campaña genocida con sus propios gitanos nómades, cumplimentando la legislación que primero segregaba y luego destruía, pergeñada por los juristas germanos, y continuaron con los gitanos sedentarios que poblaban Rumania, en su mayoría enviados hacia las tierras de la Kraina del río Bug, convertido su recorrido en una fuente lineal de agua amarga para los infortunados romaníes, trasladados unas veces en vagones atestados y otras en las caravanas donde serían contemplados por Lídochka cuando por millares llegaron con sus carromatos poblados de niños y ancianos, sorprendidos los aldeanos de Krasnaia Polana por su número, ocupando los alrededores de muchas aldeas, aunque las caravanas menos numerosas habían atravesado las tierras onduladas de Ucrania desde antiguo, Ando Bug llamarían al genocidio sufrido los romaníes, exterminados por las tropas rumanas en Ucrania, y por los germanos en todos los territorios donde fueron localizados, amarga el agua del río que congela sus aguas durante los helados inviernos, destino despiadado que los hubo de unir a los hebreos de la región de Odessa, masacrados todos en las inmediaciones del río Bug, llamada a silencio la lengua de estos antiguos pueblos, Transnistria entre dos ríos acabaría siendo un espacio luctuoso dónde Tánatos se habría de enseñorear en las sombras y a la luz del día, ejecutando los Arioss sus políticas de Estado, hechos que los Rojos descubrieron cuando arrasaron a los enemigos del narod soviético en Odessa, la antigua colonia de los griegos en el  mar Negro, abandonado a su propia suerte el parásito rumano de Ion Antonescu y su vergonzante armada por Berlín, que se hundía día a día en las tierras del chernoziom y en los márgenes del amargo río Bug, la patria de Lídochka y la casa del abuelo Pantiliev en Kamenaia Balka, seguidos por el bramido de las katiushas y los guerreros rojos que enmudecerían al encontrarse con el horror perpetrado sobre estos pueblos desamparados en los márgenes del Bug y en toda Europa del Este, pero años antes cuando la esperanza de los bolcheviques se arraigaba en la tierra de los eslavos tras la revolución de Octubre, los oportunistas munidos de ideas revolucionarias, modestas como tópicos intelectuales, más bien del orden de los constructos que remiten a ladrillos, o mejor dicho al orden y disposición de las salas, amanecía en Moscú, celebrada su visita por el Pravda que lo presentaba como el constructor e ideólogo de las nuevas ciudades, Le Corbusier en la portada del órgano principal del Partido Comunista resumía en su nombre una de las ambiciones del régimen que se había convertido ya en un Estado policial, Pravda, asombroso título encriptado de verdad, sin acaso entrever la camarilla del Kremlin el pensamiento nietzscheano que dudaba hubiera alguna, entreviendo el profesor de Basilea sólo interpretaciones, pesadilla para los escritos de Nietzsche sería darse de bruces con los aplaudidores del populismo, abusando de los pensamientos del genio alemán cuya obra ha sido distorsionada muchas veces, pero cuando un Estado, decidido a retener para sí mismo a un sinnúmero de escribientes, somete la palabra a la servidumbre que adherida a los panfletos del gobierno renunciará a incomodar al poder, aplaudiendo las obras y las puestas en escena, callando en silencio sus crímenes y abusos, pero Le Corbusier improvisaría en la patria socialista los proyectos de sus ciudades con bloques cementados en cruz, publicando los soviéticos las nuevas utopías modernistas en vista a los proyectos de futuras ciudades, en el decir eslavo novii gorodá, que era menester desarrollar en lo que había sido la sociedad de atraso y decadencia de los zares, ciudades y planificación acordando un nuevo orden que en la verba propia de los Rojos se acomodaba como anillo al dedo, desencadenando los ambiciosos proyectos e innovaciones industriales junto a la destrucción de colectivos humanos que no cuajaban en sus maquetas y esbozos, obsesionados en planificar el sentido de un Hombre, maquinando a sus integrantes como si se tratara de un Tsej, y el suizo con su mirada despectiva se hizo presente en los koljoses que hacia finales de los años veinte se apropiaban de millones de pequeñas heredades, paradoja comunista cuando Lenin hacía pocos años había procedido a repartir la tierra de los terratenientes a pequeños productores rurales, en el decir de Lídochka podilele zemlu, transformados nuevamente los minifundios en koljoses y suvjoses por el stalinismo, volviendo hacia atrás los lineamientos de Lenin, gigantes desprovistos de pies y cabeza, con índices de producción de cereales menores aun a las del campesinado que hambreado habían sido arrasados por los jefes comunistas locales, dando fin a sus vidas en Gorkutá, en el Ártico y en Kolemá, no obstante Le Corbusier recorrió los emprendimientos rurales soviéticos que al igual que en un teatro lucían decorosos cerca de Moscú, amigo de los Rojos, al menos en público, diseñó en 1928 el Centro de las Cooperativas de Consumo en Moscú, el Centrosoyuz terminando la obra en 1936, bello edificio modernista que aún se conserva en Moscú, intentaría retener Le Corbusier en 1931 el ambicioso proyecto del Palacio de los Soviets, y los moscovitas aplaudieron al artista que practicaba la arquitectura, educado por su madre protestante que acaso inculcara al niño Charles en la colonia suiza los mandamientos leídos de la Biblia luterana de grueso volumen, los cuales serían olvidados por el maduro Jeanneret, cuando por más de veinte años perteneció al partido fascista francés de peor estopa, vivado el arquitecto por Mussolini al cual sugirió implantar gigantes bloques de hormigón para las colinas de Roma, interviniendo en la Italia de Mussolini y  sus colonias del África, festejando la victoria de Hitler sobre la República Francesa cuando sus viejos amigos, los Rojos de Moscú, eran arrasados por la Alemania nazi, esperanzado que el nuevo orden alemán lo tuviera bajo sus cobijas, pero en 1928 mantuvo bajo absoluto silencio sus afinidades electivas asentadas en la eugenesia, el menoscabo a los pobres de los tugurios, editando dos revistas fascistas en Francia, Préludes y Planes, y recorrería Moscú haciendo amistad con Sergei Einsenstein, el genio del cine soviético que ya había rodado El acorazado Potemkin, convertido en una gloria del pueblo soviético que amó las escenas de la escalinata de Odessa, enemigo de los fascistas, de haber descubierto su ideología el judío Sergei probablemente le hubiese propinado un puñetazo a la mandíbula al arquitecto llegado de París con pavoneo y aire de seductor en vista a las grandes obras arquitectónicas que los bolcheviques planeaban para los años por venir, pero como si se tratara de un descuido, su pensar se mantuvo fiel al partido fascista francés hasta los años cuarenta, no obstante la propuesta para el Palacio de los Soviets en cuyo terreno demolieron una catedral ortodoxa de siglos, hecho que al suizo no le debe haber llamado la atención pues sus planteos para París consistían en demoler un barrio entero, pero esta vez la Iglesia ortodoxa era humillada por los Rojos que sometieron al clero a un asedio constante, pero cuando Stalin se sintió cercado por el nazismo golpeó las puertas con la finalidad de que volvieran los ortodoxos a infundir la fe que hubo de sostener al narod contra la afrenta germana que intentó destruir el alma eslava, esta vez la propuesta para el Palacio de los Soviets sería vapuleada por el propio Pravda que lo asemejó a un hangar para viejos aviones, en vez de representar a un edificio de congresos destinado a la dirigencia soviética, abandonaría el suizo sus amoríos con los Rojos, cuya buenas intenciones se reducían a obtener los suculentos encargos, pero su conciencia estuvo siempre alejada del socialismo, más afecto al fascismo que en los años por venir destruiría el espacio de la civilización europea, hecho que nos avergüenza hasta hoy,

Anna Ajmátova y Modigliani. Obra de Daniel Kuryj.

pero probablemente sus inclinaciones reaccionarias habían sido detectadas por los servicios de inteligencia soviéticos, conocedores de los movimientos reaccionarios en Francia, nunca hubiera autorizado Stalin encargar los símbolos del nuevo Estado a un enemigo del pueblo, braj naroda en el decir de los Rojos, es por ello que ya no tuvo el beneplácito de los diarios moscovitas ni los saludos de amigos, apartados ya del oportunista suizo, que continuaría seduciendo a Mussolini y a la postre al mariscal Petain, cobrando un sueldo durante dos años del régimen pronazi de Vichy y elaborando el Plan para la Reconstrucción de Francia, embarcado en prestar servicios de urbanista a un gobierno cuyo sistema policial  no dudó un ápice en enviar desde Drancy hacia Auschwitz a los judíos franceses, sin comentarios del suizo de aquellas desgracias sino una sincera alegría por los malos momentos que embargaban al pueblo de los hebreos, pero ocultas las cartas a su madre salieron a la luz, y el centro cultural de París, el Georges Pompidou, ha debido reconocer de parcial la muestra Mesures de l’homme, desplegada en sus salas durante el año 2015, con las obras del maestro suizo, prometiendo para el próximo año develar las ideas no tan presentables de Le Corbusier, temerosos y alejados de todo gesto sincero los directores del Pompidou han actuado con el revuelo a nivel mundial despertado por la sutileza del suizo, pero en la posguerra, palanqueado con los aceitados contactos con De Gaulle y sus ministros, premiarían a Le Corbusier con La Unidad Habitacional de Marsella, bloques inspirados en los edificios comunales soviéticos del arquitecto Ginzburg que ideara en los veinte, y otros proyectos se erigieron alrededor del mundo, posicionándolo en un innovador de la arquitectura contemporánea, quedando en el olvido las adherencias de Le Corbusier a los ismos, en particular el fascismo de Vichy, periodo del cual nunca quiso aclarar nada ni menos explicar su encomienda profesional, por otra parte no debiera llamar la atención de los gobernantes franceses que dejaron de perseguir a los colaboracionistas en los comienzos de la posguerra, atemorizados por su abultado número, aceptado por el propio De Gaulle, refiriendo el historiador Eric Hobsbawm el dicho del presidente: la resistencia fue una mentira que todos hemos creído, y después de todo los soviéticos olvidaron la visita de Le Corbusier de los años treinta, abocados a la reconstrucción del enorme país devastado por la Gran Guerra Patria, reflejado en los versos de Anna Ajmátova, Estaba con mi pueblo, allí donde mi pueblo por desgracia estaba, cargando el pasado de la barbarie Roja en vida y  obra, dándose a conocer como un ejemplo representativo de lo sucedido en los años del stalinismo, aun así no se dejaría matar por los germanos de Berlín, y con su narod diría presente la gran poeta nacida en Odessa, amante de Amadeo Modigliani, retratada en su obra como la princesa egipcia, con su nariz angulosa y su bello rostro tártaro, la poeta atrapada por el amor del desesperado artista, cogiendo en París sin importar su matrimonio, ni nada de nada, sino darse en la cita a su amor parisino que acaparaba talento para todos los tiempos, bendecidos cuando sus cuerpos sin materia moraban la belleza, a modo de digresión dejaría pocas palabras en recuerdo del artista que con su genial obra sumaría no pocos padecimientos, convertidas sus obras en la actualidad en un negocio de centenares de millones, los prestidigitadores manipulando  los lienzos de los desesperados, sesgada su existencia por la humillante miseria, pero Anna abandonaría los sollozos para irrumpir en la guerra, levantando el ánima de los soviéticos,  al igual que los guerreros del río Bug de Zajar que se esforzaban cuando Rajmaninov diera el concierto en Nueva York, donando los ingresos para sus jóvenes soldados que luchaban en el Volga, en la ciudad arrasada por el fuego y cubierta de llanto, la ciudad de Stalingrado. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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