Radar es un festival que ha destacado entre la oferta de encuentros musicales del país por distintos motivos, por ejemplo, haber reunido el mundo académico de la música contemporánea con la experimentación, el arte sonoro e incluso el rock y el jazz.
Fred Frith
También hay otra cualidad que Radar estableció: romper con la idea de que un festival en México tiene que estar repleto de artistas mexicanos. Los creadores nacionales que tomaron los escenarios de Radar fueron seleccionados con el mismo rigor o el mismo ánimo de exploración de parte de sus programadores, haciendo, finalmente, carteles que hoy podemos considerar de antología.
También hay otra cualidad que Radar estableció: romper con la idea de que un festival en México tiene que estar repleto de artistas mexicanos. Los creadores nacionales que tomaron los escenarios de Radar fueron seleccionados con el mismo rigor o el mismo ánimo de exploración de parte de sus programadores, haciendo, finalmente, carteles que hoy podemos considerar de antología.
José Wolffer, creador de Radar, invitó durante varios años a Rogelio Sosa para coordinar la sección Decibel, enfocada en la experimentación sonora; posteriormente Wolffer tomó el mando del Festival de la Ciudad de México y Sosa se hizo cargo en su totalidad de Radar. Este año Wolffer ha vuelto a dirigirlo tras su salida del FCM, realizándolo de forma independiente en complicidad con la Universidad Nacional Autónoma de México. Por su parte, Sosa creó el Festival Aural, que tuvo su primera emisión el pasado mes de marzo mostrando mayor cercanía con la improvisación y el rock, y dejando a un lado la música contemporánea.
Radar tendrá lugar en distintas sedes de la UNAM. El 29 de septiembre se presentará Nobukazu Takemura —en la Sala Nezahualcóyotl—, quien se ha desarrollado en distintas vertientes de la música electrónica; a su lado estará Koota Tanimura, guitarrista que también trabaja con video. El día 30 la misma sala se engalanará con la presencia de dos viejos conocidos de Radar y el público mexicano: Mike Patton y Fred Frith, en lo que seguramente será un concierto explosivo. En INDEX, auditorio del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), se realizará un concierto el 1 de octubre con Juan José Bárcenas y Carlos Iturralde, fusionando el video con la música electroacústica definiendo una narrativa en tiempo real. Ese mismo día, en la Sala Carlos Chávez, Miguel Ángel García al violín y José Luis Hurtado en el piano interpretarán obras de Jonathan Harvey y de compositores mexicanos como Germán Romero y el antes citado Bárcenas.
Morton Subotnick
Radar también contará con actividades académicas, además de presentar la obra Glossa, o el sonido del lenguaje, de Antonio Fernández Ros, que viene a completar el ciclo de piezas que se han presentado este año en el Espacio de Experimentación Sonora del MUAC, una excelente sala acondicionada para la proyección de arte sonoro. Esta obra fue concebida para catorce canales.
He decidido comentar hasta el final de este texto lo que paradójicamente será la inauguración del festival: la presencia de Morton Subotnick, pionero de la música electrónica que se presentará el 27 de septiembre en la Sala Miguel Covarrubias. En la cartelera aparece también el videoartista alemán Lillevan, acentuando la propuesta de Radar por presentar video en cada concierto, detalle que me parece un tanto irrelevante, a menos que sea una estrategia para inducir a un público no conocedor de la experimentación sonora, quizá un público meramente universitario, pero a estas alturas hay que reflexionar que es necesario que, aludiendo a Cage, el sonido hable por sí mismo, bifurcando esa dependencia que el sonido ha tenido del video en casi todos los circuitos.
Wilfrido Terrazas
Morton Subotnick es un compositor estadounidense nacido en Los Ángeles, su trabajo tomó gran fuerza hacia finales de los sesenta cuando presentó su obra más reconocida, Silver apples of the moon (1967), una composición dividida en dos partes que en su totalidad apenas rebasa los treinta minutos, pero que es un esbozo de lo que serían decenas de tendencias de la música electrónica posteriores, como el techno y sus infinitas mutaciones, la improvisación con medios electrónicos, el glitch, entre otras. The wild bull (1968) se puede considerar una continuación a Silver apples of the moon y es impresionante la diversidad de rutas gestuales propuestas por Subotnick desde el sintetizador modular Buchla, el cual, por cierto, sigue usando al día de hoy acompañado de su laptop.
La presentación de Subotnick es algo que no se puede perder quien se jacte de ser un melómano de la música electrónica, es un sitio obligatorio en el árbol genealógico de la creación sonora a partir de medios electrónicos, desde la cultura rave hasta el ruidismo digital. Será, sin duda, la velada más sugerente de Radar. ®
Para conocer toda la información de Radar visita www.radarunam.org
