Profesional del crimen

Sicario. Autobiografía de un asesino a sueldo, de Molly Molloy y Charles Bowden

«Sicario es un libro en el que se recoge de viva voz el testimonio de un profesional del crimen organizado, un asesino a sueldo, que después de una dilatada y sangrienta carrera decidió salirse de ese círculo vicioso y que, contra todo pronóstico lo logró, aunque nunca sea de manera definitiva (la persecución nunca se da por concluida), y luego narrar la escalofriante historia que el libro recoge».

Con dinero baila el perro, sin dinero bailas como perro.

Cuando se habla de narcotráfico aflora inmediatamente todo tipo de juicios morales, la mayoría de las veces condenatorios. No es extraña esa condena cuando la industria del narcotráfico ha dejado una devastadora secuela de muerte, mostrado lo corrupto del sistema (lo poco que se puede confiar en algunas autoridades), y lo poco escrupuloso que es el ser humano cuando le ponen un fajo de billetes de cien dólares frente a las narices, volviéndose capaz de cualquier cosa, incluso de deshacerse de varios semejantes de la manera más cruenta.

La condena al fenómeno del narcotráfico desde cualquier punto de vista no sólo es entendible sino plenamente justificada y necesaria.

Pero también habría que observar este fenómeno por la parte del reverso y considerar el tema de la demanda, de la hipocresía política de Estados Unidos al denostar y pelear contra el crimen en el extranjero y al mismo tiempo albergar el mayor número de adictos que hay en el mundo dentro de sus fronteras. Teniendo en cuenta que para que eso suceda tienen que existir centenares de agentes aduanales corrompidos por el narco. Habría que considerar que muchos de los que condenan la violencia que genera el narcotráfico no dudan en llamar al dealer por celular para amenizar fiestas y reuniones en sus casas. Que aunque sea un problema de alcance nacional, global, no se exijan medidas para acabar con esta lacra social, legalizando y regulando el consumo, por ejemplo. Por no mencionar lo que no se hace en materia de educación de los jóvenes para darles expectativas reales de ganarse la vida honestamente (aunque la cosa esté mal), o en materia de prevención a las adicciones.

También es común que se satanice de manera sistemática a los ejércitos que laboran para el narcotráfico sin tener en cuenta que, más allá de los vicios y el problema de salud pública que representa, es un sector de la economía muy poderoso el que se está moviendo con el tráfico y la venta ilegal de drogas, toda una industria. El trabajo legal bien remunerado es escaso, la tentación es grande.

La industria del narco provee de todo lo necesario en cantidades descomunales, dinero, drogas (muy necesarias para ejecutar ciertos encargos macabros sin apiadarse y para anestesiar la conciencia), sexo, casas de reposo y fiestas perpetuas, a cambio de obedecer órdenes sin cuestionar ni una y ser fiel a los jefes del clan hasta la muerte. En ese tipo de trabajos, poner la renuncia sobre la mesa es impensable. Es en esos ejércitos del narcotráfico donde realizan su función, entre otros (halcones, madrinas…), los sicarios. Una profesión sangrienta en la que las propias expectativas de vida no son muy elevadas.

Del personaje nada sabemos, y la voz habla desde el anonimato pero con un conocimiento profundo no sólo de la maquinaria criminal para la que trabajó, sino de los entresijos que unen a ésta con varios niveles de los poderes del Estado.

En el libro Sicario. Autobiografía de un asesino a sueldo, editado por Molly Molloy y Charles Bowden [Grijalbo, 2012], que en un principio empezó como una serie de entrevistas publicadas en la revista Harper’s y que terminó como una película dirigida por el cineasta italiano Gianfranco Rosi; el protagonista de este relato, con pleno conocimiento de causa, define así el término: “La función de un sicario es deshacerse de una persona de inmediato. Con una bala, un cuchillo, o de un golpe, tan rápida y limpiamente que la persona no sienta nada”.

Sicario es un libro en el que se recoge de viva voz el testimonio de un profesional del crimen organizado, un asesino a sueldo, que después de una dilatada y sangrienta carrera decidió salirse de ese círculo vicioso y que, contra todo pronóstico lo logró, aunque nunca sea de manera definitiva (la persecución nunca se da por concluida), y luego narrar la escalofriante historia que el libro recoge.

Del personaje nada sabemos, y la voz habla desde el anonimato pero con un conocimiento profundo no sólo de la maquinaria criminal para la que trabajó, sino de los entresijos que unen a ésta con varios niveles de los poderes del Estado. De él sólo sabemos que fue comandante de la policía estatal en Chihuahua y que fue entrenado por el FBI, y que trabajó durante años a las órdenes de un poderoso cártel del narcotráfico. Nos cuenta cómo durante un periodo estuvo alternando su trabajo como servidor público, mal pagado, con las actividades delictivas del cártel, muy bien remuneradas, y por lo tanto poniendo información estratégica al servicio de este último.

Los sicarios no suelen vivir muchos años. El tipo de trabajo en sí, las deslealtades, cualquier paso en falso, la codicia, la adicción a las drogas, deudas no pagadas, hacen que en un momento un asesino a sueldo pueda pasar de victimario a víctima.

El protagonista de este libro logró esquivar todo los peligros que acechan a tan lucrativa y riesgosa profesión, y en un momento dado decidió dejar las drogas, un paso fundamental para recuperar la conciencia de sus actos. Eso llevó a este asesino a sueldo a cuestionarse el tipo de vida que había llevado por años y decide dar un paso al frente, con todo lo que eso implica, y tratar de dejar atrás esa vida después de haber secuestrado, torturado y asesinado a mucha gente.

En ese momento se da el encuentro con la figura de Cristo y la congregación de hermanos pecadores y solidarios con los que el protagonista encuentra su nuevo fundamento de ser. Cristo y su mensaje lo alejan de la vida de sicario que había llevado hasta ese entonces y le permitirá alejarse, con bastante suerte, de la peligrosa red que los cárteles de las drogas tejen alrededor de quienes trabajan para ellos.

Es esa fe en Dios la que lo empuja a revelar este testimonio, historias que no puede contar a nadie, ni siquiera a su mujer, para hacer un acto de contrición y además ilustrar al mundo sobre las truculencias que se esconden en la industria del narcotráfico, y consecuente con su nueva doctrina tratar de salvar la vida de otros “pecadores” que matan, secuestran y se apoderan de lo ajeno.

A partir de esta premisa empieza su relato.

El protagonista, a pesar de cargar a sus espaldas innumerables muertes, secuestros y torturas, no está perseguido por la justicia mexicana ni por la estadounidense, sólo teme la búsqueda implacable de con quienes trabajó, por un lado, y de los damnificados que sobrevivieron, por el otro. Enemigos no le faltan. El daño causado es mucho para ser perdonado. Hay informaciones que conviene que nadie sepa. El destino que le deparan sus ahora enemigos es su muerte y la de su familia. El relato es abierto, su discurso es transparente y no escatima en descripciones, que pueden llegar a ser minuciosamente escabrosas con los detalles, sin ser amarillista.

Los datos referidos son escalofriantes, estadísticas y porcentajes de cuántos sobreviven a los secuestros, hayan pagado el rescate o no, y métodos de tortura y disuasión violenta. No es un libro fácil de digerir. Habla de nuestra realidad más cruda. Y lo hace desde una voz que suele permanecer en la clandestinidad.

Así, cuenta cómo desde pequeño, sumido en la pobreza familiar, ansía tener cosas y cuanto más caras mejor. Nos cuenta también cómo en la adolescencia empieza a ganar dinero cruzando carros cargados por la frontera y cómo de ahí se inserta en la maquinaria del narcotráfico. De ahí nos relata que ingresó en la Academia de Policía en Chihuahua (150 pesos al mes), pero al mismo tiempo estaba recibiendo un sueldo de la industria del narco (mil dólares). De este modo los cárteles se aseguran que en el futuro trabajarán para ellos, ahorrándose así el adiestramiento y conociendo con ventaja las tácticas que se quieren emplear para neutralizarlos. Eso mismo sucedió también cuando posteriormente recibió adiestramiento del FBI en Estados Unidos.

El libro es un compendio de la podredumbre que rodea esta actividad ilícita, y no ahorra detalles a la hora de contar métodos de tortura y secuestro. Usa el ejemplo de algunos poderosos personajes del narco que están presos o fueron abatidos, en sus relaciones con los estamentos del poder.

Esa idea la ilustra con varios casos, siendo el asesinato en Chihuahua del médico y periodista Víctor Manuel Oropeza el más paradigmático porque el narrador participó en los hechos de encubrimiento desde su puesto en la policía.

No por sabida es más fácil de aceptar esta realidad, plagada de muerte y de dolor. El libro en sí, el testimonio mismo, plantea algunos interrogantes… ¿Cómo es posible que, aun sin dar ningún nombre, se revelen datos operativos tan delicados? Sobre todo en cómo la policía se distrae en algunas zonas donde se va a realizar un secuestro o alguna operación ilícita. Los datos, como sea, están ahí, fruto de una investigación y el testimonio de alguien implicado, con cierto nivel en la escala jerárquica, en el funcionamiento de esa maquinaria.

De hecho, el documental fue prohibido en México a pesar de obtener varios reconocimientos internacionales. Pero ahí les va la liga para que juzguen por ustedes mismos. El Sicario, Room 164.

Como sea, Sicario. Autobiografía de un asesino a sueldo revela aspectos que los ciudadanos sólo intuyen, tanto en el libro como en el documental se habla también de la corrupción en la prensa. Los datos referidos son escalofriantes, estadísticas y porcentajes de cuántos sobreviven a los secuestros, hayan pagado el rescate o no, y métodos de tortura y disuasión violenta. No es un libro fácil de digerir. Habla de nuestra realidad más cruda. Y lo hace desde una voz que suele permanecer en la clandestinidad.

El protagonista se siente perdonado por Cristo, y fruto de ese perdón, condena su pasado y se rebela contra él explicando el macabro funcionamiento de la industria del narco, donde todos participan. Sobre todo el poder. ®

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Publicado en: Junio 2012, Libros y autores

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