En lo que va de febrero

Elecciones panistas, intelectuales orgánicos, asesinatos de la FEG

Ya sea con sus dichos o con sus hechos, muchos personajes públicos de Jalisco parecen empeñados en querer demostrar que no por nada a febrero se le considera un mes tocado por la locura. Van algunos ejemplos.

Alfonso Petersen Farah

El 2 de febrero, tres días antes de que se celebraran los comicios para que el Partido Acción Nacional eligiera a su candidato a la gubernatura, uno de los precandidatos (Alfonso Petersen Farah) impugnó ese proceso por considerar que su organización estaba llena de irregularidades. Y, no obstante ello, el quejoso decidió participar.

¿Por qué lo hizo? ¿Cómo es que alguien decide tomar parte en una contienda a la que considera llena de irregularidades? Tal vez porque, no obstante las presuntas irregularidades, denunciadas con antelación, el exalcalde de Guadalajara y exsecretario de Salud de Jalisco calculaba que aun así podía ganar, confiado en las encuestas y sondeos que lo colocaban como favorito.

Más aún, podría asegurarse que de haber resultado ganador en las elecciones panistas del domingo anterior Petersen Farah no habría impugnado ese proceso, pues ello hubiera sido tanto como dispararse a los pies.

Pero como el ganador de la contienda fue otro de los precandidatos (Fernando Guzmán Pérez Peláez) y él quedó en el último lugar, decidió reiterar su impugnación y no reconocer a quien sumó el mayor número votos. O sea, yo soy un convencido demócrata siempre y cuando yo sea el ganón, pues de lo contrario seguramente habré perdido porque alguien me hizo chanchullo.

Por otra parte, en la Universidad de Guadalajara una vez más ha quedado demostrado que sus siempre infalibles dirigentes (formales y de facto) no tienen entre sus prioridades la ampliación y la mejoría de los servicios educativos, que cualquier dirían que constituyen la verdadera razón de ser de esa institución.

Este año, como de costumbre, una parte del presupuesto de la universidad pública de Jalisco ira a parar a desatinos como una Feria del Libro en Los Ángeles, California; una pretendida Feria Internacional de la Música, cuya primera edición fue tan costosa (10 millones de pesos) como decepcionante, y entre otras cosas, el llamado Festival Internacional de Cine en Guadalajara que, a lo largo de 26 años ha representado un desembolso acumulado de cientos de millones de pesos; dinero que, obviamente, se ha escatimado a las actividades académicas.

Y eso no es todo, pues más de la mitad de la ampliación presupuestal (270 millones de pesos) que el Congreso de Jalisco acaba de aprobar para infraestructura a la UdeG en el presente año se destinará para continuar con las obras del pretendido Centro Cultural Universitario antes que para la construcción de los planteles escolares que se requieren.

El miércoles 8 de febrero estuvieron en Guadalajara, invitados por el gobierno de Emilio González Márquez, un par de conocidos intelectuales orgánicos, famosos por su talento para hacer buenos negocios con encumbrados funcionarios públicos: el historiador, metido a novelista, Héctor Aguilar Camín, y el excanciller del gobierno foxista Jorge Castañeda.

Este año, como de costumbre, una parte del presupuesto de la universidad pública de Jalisco ira a parar a desatinos como una Feria del Libro en Los Ángeles, California; una pretendida Feria Internacional de la Música, cuya primera edición fue tan costosa (10 millones de pesos) como decepcionante.

El motivo de su presencia en Guadalajara, acompañados por el propio gobernador y por el secretario general de Gobierno, Víctor González Romero, fue la presentación de un libro, escrito por ambos, y el cual pretende ser una agenda política y dizque “brújula ciudadana” para el presente año, en que los mexicanos habremos de elegir a quienes habrán de gobernarnos durante la próxima zafra sexenal.

La imagen del gobernador González Márquez y de Aguilar Camín, en particular, trajo a la memoria el contrato firmado por ambos hace cinco meses y mediante el cual el gobierno de Jalisco pagaba al director de la revista Nexos por la realización de un estudio sobre el consumo y tráfico de drogas. Más allá de la pertinencia o no de tal estudio, el caso es que Aguilar Camín se había comprometido a entregar ese sesudo encargo para fines del pasado mes de noviembre y hasta ahora no hay noticia de tal entrega.

¿Lo anterior quiere decir que el contrato fue cancelado y que el señor Aguilar Camín devolvió el adelanto que le hizo el gobierno de González Márquez, con dinero de los jaliscienses? De nada de eso se habló en la presentación del título más reciente de la dupla Aguilar Camín-Castañeda.

Pero tal vez el acto más escandaloso y demencial, ocurrido en los días que van del meteorológicamente inestable mes de febrero, sean la sangre fría de uno de los autores del multihomicidio de la Federación de Estudiantes de Guadalajara y, por otra, las declaraciones de Raúl Padilla, presidente de esa organización estudiantil a fines de los años setenta.

El primero de ellos, Gerardo Flores Gómez, quien responde al apodo de el Tatuado y lleva 24 años siendo el velador del edificio sede de la FEG, explicó el miércoles de esta semana a representantes de la prensa cómo él y su yerno acuchillaron a tres menores de edad, a los que enseguida sepultaron en el mismo predio de la FEG. Y todo porque sus víctimas, tres estudiantes de la Preparatoria 8 de la UdeG, se habían enterado de la muerte de otras dos personas, presuntamente a manos del presidente de la FEG, David Castorena, quien exigía el pago de una cuota mayor a la que pagaba uno de los ahora occisos por tener instalado un puesto de churros en las inmediaciones de la Escuela Normal de Jalisco. ¡Eso vale la vida de cinco personas!

Pero si las revelaciones del velador de la FEG escandalizan por la crueldad y la sangre fría de quien no se inmutó para arrebatarle la vida a personas inocentes y, para colmo, menores de edad, las declaraciones del expresidente de la FEG y exrector de la UdeG, Raúl Padilla, coquetean entre el humor involuntario y el cinismo.

Según el ahora presidente de la Feria Internacional del Libro, en sus tiempos la FEG era algo parecido al Parnaso, donde “nunca se registro algún incidente”, pues tanto él como los demás integrantes de esa organización estudiantil estaban dedicados al cultivo del espíritu y el intelecto, con “mucha actividad cultural, mucho activismo social y mucha movilización” (La Jornada Jalisco, 9 de febrero de 2011). Así se le llama ahora a lo que en otro tiempo eran “bajes” (asalto a establecimientos comerciales y camiones repartidores de cervezas y refrescos), secuestro de unidades del transporte público y represión de cualquier signo de disidencia estudiantil.

Ni hablar, algo tiene el mes de febrero para que se le considere loco. ®

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Publicado en: Febrero 2012, Política y sociedad

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