La marcha contra los derechos de los otros

“¡Quiero aprender a jugar, no a tener sexo!”

El sábado 10 de septiembre miles de personas marcharon en muchas ciudades del país para protestar contra el matrimonio igualitario y para defender la unión entre un hombre y una mujer.

Jesús contra los gays. Foto © Juan Carlos Núñez.

Jesús en la marcha del sábado… Foto © Juan Carlos Núñez.

El hombre, vestido de Jesucristo, se arregla los rulos, entorna los ojos y se toma una selfie con su celular. Tras él, una manta con una imagen de San José y la Virgen con el niño Jesús y unos borreguitos dice: “El error más grande es destruir a la familia”. Está en el cruce de las avenidas Chapultepec y Vallarta, en Guadalajara. El lugar al que pronto arribará la multitudinaria manifestación en contra del matrimonio igualitario.

En el templete la voz exaltada de una mujer arenga a los presentes a unirse a la protesta contra la “ideología de género”. Sobre el pantalón blanco que hace juego con su blusa lleva una faldita de bailarina árabe. Los jóvenes que la acompañan aplauden a la animadora y bailan al ritmo de “México en la piel”, cantada por Luis Miguel, que sirve de trasfondo al discurso.

Jesús a favor de la diversidad. Foto © Óscar Augusto Juárez Mora.

… y en la marcha del domingo, a favor de la diversidad. Foto © Óscar Augusto Juárez Mora.

Cuatro policías con uniforme de camuflaje custodian el estrado. Alguno lleva pistola al cinto. En las esquinas cercanas aguardan elementos de la Policía Municipal de Guadalajara y jóvenes no uniformados armados con toletes.

“Perversa, sádica, asesina” reza el cartel que porta un “hombre sándwich”. Explica que está dedicado a la mujer que aborta. Un grupo de jóvenes regala rosarios fosforescentes de plástico.

Si te atreves a abortar... Foto © Juan Carlos Núñez.

Si te atreves a abortar… Foto © Juan Carlos Núñez.

En La Minerva, catorce cuadras arriba, la marcha ya arrancó. Miles y miles de personas, la mayoría vestidas de blanco, llenan los cuatro carriles de la avenida y se desbordan a las banquetas. Portan banderas azules y rosas del Frente Nacional por la Familia. Llevan enormes lonas y carteles perfectamente impresos que expresan sus lemas: “No te metas con mis hijos”, “A mis hijos los educo yo”, “No a la adopción homosexual”.

La multitud es diversa. Cientos de familias, variadas en sus rasgos y diferenciadas en sus riquezas, pero todas acordes con el “modelo original”, como pregonan mientras avanzan. Resaltan entre la masa blanca algunos manchones de otro color. Son puñitos de monjas con su diversidad de hábitos: negros, cafés, azules, beige. En cambio, las sotanas y los alzacuellos fueron muy escasos.

Muchos de los manifestantes vienen en grupos, por parroquias o movimientos religiosos. Asociaciones juveniles y familiares, los de la Adoración Nocturna. Contrastan los orígenes: parroquias pobres, parroquias ricas. Unos llevan cartulinas, a otros les alcanzó para la imprenta y traen lustrosos letreros.

Marchan juntos, pero no muy revueltos, prominentes empresarios, campesinos, profesionistas, estudiantes, obreros. Hay sombreros de trabajo y sombreros de playa. Uno marcha con una boina blanca adornada con cruces que hace juego con su traje, muchos se cubren del intenso sol con cachuchas. Algunos traen corbata. Hay camisetas desteñidas y camisas de lino. Va incluso un barbudo vestido de manta y huaraches.

Camina una señora chaparrita, humilde, con unos gastados zapatos de plástico. Más atrás viene una joven con unos tenis que cuestan casi 33 salarios mínimos.

Dos amigas de clase media avanzan contentas por la cantidad de gente que llegó. Una le dice a la otra: “El matrimonio es entre hombre y mujer. No importa si el hombre tiene dos mujeres, pero que sea con mujer”. Lo dice en serio.

Desde una banqueta un hombre mira satisfecho aquel río de gente. Lleva una gorra inglesa que lo hace parecer más golfista que sacerdote. Sus fieles lo saludan efusivamente. Algunas mujeres le besan la mano. “Señor cura, ¿cómo está?” “Muchas felicidades, qué bueno que vinieron”, les responde.

Dos amigas de clase media avanzan contentas por la cantidad de gente que llegó. Una le dice a la otra: “El matrimonio es entre hombre y mujer. No importa si el hombre tiene dos mujeres, pero que sea con mujer”. Lo dice en serio.

Otra señora sesentona, muy elegante, pelo corto, blanco con algún tinte violeta suelta de pronto: “Ni putos ni putas”. Y suelta una risilla traviesa. Su acompañante se sonroja.

No te metas con mi cucu. Foto © Juan Carlos Núñez.

No te metas con mi cucu. Foto © Juan Carlos Núñez.

Desde un edificio un grupo de jóvenes sin camisa hace señas obscenas a los caminantes que responden con el grito que resuena en el estadio, pero en versión decente. Estiran los brazos y mueven las manos: “Eeehhhh… la familia”. Un señor gordo y bigotón los saluda con su sombrero reseco. Un grupito de muchachas divertidas les responde enviándoles un beso.

Participan muchos niños. Uno de ellos va canchado sobre los hombros de una joven grande y robusta. Levanta un letrero que dice: “¡Quiero aprender a jugar, no a tener sexo!” Una máscara de Batman cubre el rostro de un gordito que a ratos camina como superhéroe. Otro más pequeño, con un gorro de capitán de barco que le queda grande y apenas le permite ver, sostiene la manta de los Misioneros franciscanos de Zapopan. A los tres los vistieron de blanco.

Afirman los manifestantes que el reconocimiento del matrimonio igualitario pone en riesgo a los menores. Una familia muestra una lona con la fotografía de un bebé rubio y un texto que dice: “El gobierno pretende legalizar que a tus hijos los vistan del sexo opuesto para que puedan elegir ser niño o niña. Esta actividad formará parte del programa didáctico de preescolar”. La palabra niño está escrita en color azul claro, mientras que la tipografía de “niña” es rosa. En otro lado de la manta advierte: “Si intentas evitarlo serás encarcelado”.

En una cartulina una joven muestra una larga explicación escrita a mano de cómo el matrimonio igualitario implicaría la extinción de la humanidad. Otra muchacha de ojos verdes, cabello lacio y collar con una perla hace decir a Mafalda: “Que viva la familia natural”. Por la banqueta corre un grupo de ágiles muchachos. Gritan consignas al ritmo de su paso. Pareciera que fueran soldados.

A paso lento, en cambio, transitan los padres que llevan a sus niños en carriolas y quienes empujan sillas de ruedas con enfermos y ancianos. Completamente vestido de blanco va un hombre al que le falta una pierna. Eso no le impide seguir el paso apoyado en sus muletas. Otro señor camina ágilmente sobre unos zancos. “Yo padre de familia quiero seguir educando a mis hijos y no tu educación EPN”.

¿Son iguales el hombre y la mujer? Foto © Juan Carlos Núñez.

¿Son iguales el hombre y la mujer? Foto © Juan Carlos Núñez.

Porque los mensajes para Enrique Peña Nieto no faltan. “El Presidente ha de ser gay”, comentan unas señoras. Detrás de ellas viene una monja con un copete al estilo presidencial. Más atrás la imagen de una Virgen sobresale de un letrero que afirma: “Políticos corruptos legalizaron el asesinato de bebés, ahora quieren destruir nuestra familia. Ni un voto más”. Esta última frase está escrita con los colores del PRI.

Aunque diversas iglesias anunciaron que participarían también en la manifestación su presencia es más discreta. No llevan signos explícitos, como hacen los católicos que desfilan con imágenes de la Virgen de Guadalupe y otras devociones, pero no hay ninguna referencia al papa Francisco I.

Desde un café tres mujeres se manifiestan en favor de la diversidad. “Es válido marchar por tus derechos, pero no en contra de los de otros”, dice una de ellas. El mesero aprovecha y levanta también a manera de pancarta el menú del restaurante.

En un puesto de periódicos de la avenida Chapultepec un enorme letrero invita a la marcha. El lema: “No te metas con mis hijos” fue transformado por alguien que cubrió la última palabra con un letrero que dice: “Cucu”. Al lado hay un pequeño póster con la imagen del padre Marcial Maciel en que se lee: “Sacerdote pederasta. Congruencia por favor”. En la avenida Vallarta alguien pegó un recordatorio sobre los abusos del fundador de los Legionarios de Cristo, pero pronto alguien más lo quitó.

Van contentos los promotores de las familias “originales”. Se saben muchos y muestran su fuerza y su capacidad de movilización. Gritan consignas, ríen, cantan música religiosa, llevan incluso algunos tambores y aplauden. Pero es una alegría que parece contenida y no se desborda.

Contra los derechos de los otros. Foto © Juan Carlos Núñez.

Contra los derechos de los otros. Foto © Juan Carlos Núñez.

Varios ondean banderas nacionales. Marcha una escolta de jovencitas de un colegio, enormes lienzos tricolores corren sobre la marcha y cubren a decenas de manifestantes, en un maltrecho mástil formado con tres palos amarrados se iza el lábaro que no se despliega en esta tarde sin viento.

El río de gente parece no tener fin. Ha transcurrido más de una hora y continúa el flujo muy compacto de manifestantes. Pasan los que vinieron de Zapotlanejo y los que viajaron desde Acatic. Los organizadores afirmarían después que fueron 275 mil manifestantes. Las autoridades dijeron que participaron 60 mil personas. El cálculo propio es de entre 70 y 80 mil. En todo caso eran muchos, decenas de miles más de los que acudieron a esa misma avenida un año antes para manifestarse en favor de las familias de los desaparecidos.

Finalmente se distinguen las farolas de patrullas y ambulancias que forman la retaguardia de la protesta. La última manifestante es una señora de gorra azul y pantalón corto que camina al lado de bomberos, socorristas y policías. Lleva una cartulina en la que se lee: “Felicitaciones por defender los valores de la familia”. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas

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