Los cincuenta años de RAM

El golpe de suerte que no rompió Paul

Parece que si le quitamos el nombre a las doce piezas que componen el disco y dejamos que suenen los 43 minutos y quince segundos continuos no habría diferencia, porque es perfecta así: sin pausas ni saltos de pista.

Paul y Linda.

Paul McCartney cantó en 1971 “Muchas personas esperando por un golpe de suerte”; hay quienes aprovechan esa oportunidad, otras que estúpidamente no, pero él no fue uno de ellos. El momento que estaba viviendo, un buen tiempo alejado de las grandes urbes, se fue a encapsular a su granja en Escocia para poder crear lo que para muchos es su mejor disco hasta la fecha: RAM.

RAM puede ser muchas cosas, de acuerdo con la percepción de cada persona y cómo han vivido su escucha a través de los cincuenta años que cumplió el 17 de mayo este disco, pero algo en lo que estamos de acuerdo los que hemos disfrutado este segundo álbum de McCartney como solista es que al ponerlo parece que todo va a estar bien, te sientes como en casa.

El brillo que se muestra en cada una de las doce pistas que aparecen en este disco, en el que Paul sostiene de los cuernos a un carnero, es profético, no por la dura crítica que le hace a sus tres excompañeros Beatles, sino por el siguiente paso para su carrera, que iba a ser el de unir fuerzas con sus compañeros de estudio para este álbum, pero ahora al formar una banda: Wings.

Pareciera que la inspiración para este LP fue obra del posible rencor que aún tenía contra John Lennon, Ringo Starr y George Harrison, pero resulta que fue Linda, en compañía de sus dos hijas Heather —su hijastra— y Mary, quienes le dieron la fuerza para gritar en “Monkberry Moon Delight” —mal llamado y traducido como “El monje” para su distribución en México.

Qué fortuna para todos los que estuvieron presentes en la noche del 28 de octubre de 2017 en el concierto que Paul McCartney ofreció en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, después de tantas décadas solicitándole que interpretara “The Back Seat of My Car” finalmente lo hizo sin que nadie se lo esperara…

Es cierto, Paul fue algo —mucho— obvio al señalar a los otros tres Beatles en dos de sus composiciones del disco. “Too Many People”, con énfasis en Lennon y su esposa Yoko Ono, al mencionar que hay muchas personas que practican la predicación, algo que hacían John y Yoko contra la guerra de Vietnam y su protesta pacífica desde una cama en Ámsterdam y Montreal; Lennon tuvo una respuesta a esa canción, pero no vale la pena ni mencionar su nombre.

Aunque en “Dear Boy” Lennon de nueva cuenta se sintió atacado, resultó que esta canción estaba dedicada a otro John, al exesposo de Linda McCartney, John Melvin Jr., en la que Macca canta que cuando él se vuelva a enamorar no será ni la mitad de bueno que lo que ya tenía. Palabras fuertes y sabias.

Ya se escribió de cómo Paul lamió sus heridas contra los otros Beatles en algunas piezas del álbum, ahora toca la parte cautiva y mística…

“Heart of the Country” es la canción de RAM, el estilo folk es bien llamado la búsqueda de una granja siempre en el corazón del país, tal vez un tema de paz, tranquilidad, de que todo marche bien. La singular guitarra que explota y que replica Paul con su voz la vuelve para muchos la mejor composición de su carrera.

Podemos hablar de “Ram On” y su doble aparición en el álbum, ese dulce ukelele que acompaña la voz de Paul pidiendo que entreguen a alguien su corazón; el mismo Macca de siempre y sus chispas sobre el amor.

Es más que obvio mencionar a qué mujer de cabello largo se refiere Paul. La montaña rusa de emociones tanto en lírica y orquestación con “Long Haired Lady” hace que los seis minutos y un poco más que dura la canción lleven al oído a una elipsis infinita con los interminables coros de Linda al cantar “I’ll sing your song, love is long, my love is long”. Damas y caballeros, ha nacido una nueva estrella.

Hay otra melodía que te hace volar la cabeza, y no por nada es la canción más popular del disco, la fusión del tío Alberto y el almirante Halsey (“Uncle Albert/Admiral Halsey”) con la orquestación exquisita de la transición entre el tío y el almirante. No por nada John Lennon que, aunque en general tuvo comentarios desagradables de RAM, dijo que le gustó un poco la letra en la que comienza “Admiral Halsey”: “Hands across the water”, además de la intro.

No es casualidad que la última canción del disco sea la más memorable, la que le da el punto final y broche de oro a esta genialidad llamada RAM, la que posiblemente es la composición más infravalorada de todo el repertorio de Paul. “The Back Seat of my Car” es tan himno mccartiano como “Band On the Run” o “Mull of Kintyre”, pero quien sabe por qué no lo proclaman así en el plano general de Macca. El hecho de que mencione en dos ocasiones a la Ciudad de México en la letra es lo menos importante al escuchar la perfecta armonía de cada uno de los instrumentos con la voz de Paul y los coros de Linda. El pícaro Macca daba guiños de nuevo en una de sus composiciones, como lo hizo con “Why Don’t We Do It In the Road?” en su época con The Beatles, en el disco homónimo de la banda, también llamado White Album, aunque una vez más John y Yoko se sintieron atacados con esta canción con la frase en la parte final que corean una y otra vez Paul y Linda: “We believe that we can’t be wrong”.

Qué fortuna para todos los que estuvieron presentes en la noche del 28 de octubre de 2017 en el concierto que Paul McCartney ofreció en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, después de tantas décadas solicitándole que interpretara “The Back Seat of My Car” finalmente lo hizo sin que nadie se lo esperara, ya que luego de agradecer al público se volvió a sentar al piano para tocar una melodía. Algunos allí estaban incrédulos porque la intro no se parecía a ninguna que hubiera interpretado en vivo en esa gira, pero para sorpresa de muchos Paul comenzó a tocarla. Aunque no la tocó por completo, sólo cantó, junto a su piano, la parte referente a la Ciudad de México: “The laser lights are pretty, we may end up in Mexico City, we may end up in Mexico City”. Ese instante ha significado la única vez que ha interpretado en vivo la canción. ¿El suceso más memorable de las visitas de Paul a México? Puede ser. ¿Momento histórico? Absolutamente.

Paul McCartney siempre tiene en cada álbum una canción que se adecua a cada uno de los que escuchan sus composiciones —o así lo percibimos—; tal vez nos da esperanza y otras veces melancolía por lo que alguna vez fue o no sucedió, pero lo que siempre pasa es que nos canta al oído para seguir luchando y nunca darnos por vencidos.

Parece que si le quitamos el nombre a las doce piezas que componen el disco y dejamos que suenen los 43 minutos y quince segundos continuos no habría diferencia, porque es perfecta así: sin pausas ni saltos de pista.

RAM es la vida misma, porque habrá demasiadas personas que rompan su suerte, un querido chico que no te haya valorado, miles de bebidas hechas por mamá, ser el hombre afortunado al que ella hipnotizará con su cabello largo, hacer el amor mientras las luces brillan, la esperanza de estar en paz en cualquier lugar y, sobre todo, el darle tu corazón a alguien.

Hay una lección que Paul nos deja con RAM: no rompas tu golpe de suerte, nunca sabes si volverá…

Too many waiting for that lucky break.
That was your first mistake, you took your lucky break and broke it in two…
®

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Publicado en: Música

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