Desvariaciones

El ensayo, la poesía minimalista, los derechos humanos

Variaciones y desvariaciones sobre el difícil arte del ensayo, algunos poemas minimalistas del autor, una conversacion en torno a los derechos humanos y, además, un libro para descargar gratuitamemte. Todo, aquí.

Yo, ensayista que soy. O: Yo y mi ensayo de mí

Michel de Montaigne

Yo y mi elogio de mí. Yo, en contra de todo lo que no soy Yo. Yo componiendo al mundo desde mí mismo, por supuesto. Yo y el mundo que no me merece.

Yo y mi diario sentimental. Yo y los libros cursis que he leído. Yo y mis héroes intelectuales. Yo y mis polémicas intelectuales.

Yo y mis viajes. Yo y mi turismo cultural. Yo y mi compromiso social. Yo, que sé mucho, y lo que ignoro, lo intuyo gracias a mi background.

Yo y mi rebeldía. Yo y mi actitud. Yo hablado-escribiendo más de mí, de cuando era chiquito y de ahora que soy grande.

Yo y mis anécdotas. Yo y aquella vez en que, y aquella otra y aquella otra. Yo y mis planes. Yo y mi estilo de vida. Yo hablando-escribiendo, como siempre, de mí.

Yo y mi genialidad, esa gesta cultural y hazaña intelectual de ser yo. Yo siendo genial, también, sin proponérmelo.

Yo y los homenajes. Yo, siempre presente en los grandes momentos de La Cultura. Yo leyendo en voz alta: “Como decía Montaigne”. Yo recibiendo aplausos.

Yo y mi generación. Yo y los otros que son de mi generación. Yo y las otras generaciones.

Yo y la palabra. Yo y mi escritura. Yo y mi gran oficio de prestidigitador de la palabra. Yo escribiendo que escribo. Yo escribiendo que escribo de mí.

Yo reinventando el género ensayístico, deconstruyéndolo y volviéndolo a hacer, así como soy Yo. Yo y mi meditación sobre mí.

Yo hibridando los géneros, experimentándolos, posmodernizándolos y performándolos. Así, así como soy yo.

Yo y la palabra. Yo y mi escritura. Yo y mi gran oficio de prestidigitador de la palabra. Yo escribiendo que escribo. Yo escribiendo que escribo de mí.

Poesía minimalista, serie de seis

Poema minimalista 1

Un poema de un solo verso y un verso de una sola letra. Mi poema es:
A
y es la “A” más poética que se haiga escribido.

Poema minimalista 2

El poema más minimalista que he podido escribir es éste:

.
(Cito textual: “.”).

Piénsese en todas las metáforas que caben en un solo punto. Un punto las abarca a todas y sobra espacio para más.

Poema minimalista 3

El mejor poema minimalista es éste:

“ “

(Cito textual: <“ ”>).

Todas las ironías caben en “un entrecomillado” (ironizo) y todas la metáforas caben en una cita. “ ” es la suma o combinación de todas las ironías y las metáforas.

Poema minimalista 4

Es éste:

,
(Cito textual “,”).

Síntesis del logos de la sucesividad, ícono de la continuidad y la enumeración, del antes y el después.

Poema minimalista 5

He logrado escribir un poema más breve que mi poema minimalista: . (Cito: “.”).
Y es éste:

(Cito textual: “ ”).

Es la nada y en ella caben todas las metáforas, todo el lenguaje y toda la escritura. Es principio y final, anterior y posterior al verbo y al polvo.

Poema minimalista 6

El poema minimalista más rebelde que he podido escribir:

¿
(Cito textual: “¿”).

En este poema caben todas las dudas. Es principio de toda desobediencia, de la ciencia y la conciencia. Es la punta del hilo de la madeja de una pregunta sin final que se teje y se desteje. Es oposición a la anglografía, a la “practicidad” y a la abreviación por descuido.

Tortugas I

Los viejos nos volvemos tortugas
vivimos en una coraza a prueba del mundo
encerrados en nosotros mismos.
Los viejos nos volvemos tortugas
vamos despacio y con cuidado,
sólo para seguir envejeciendo.

Desechos Humanos, Comisión Subnacional

El taxista arribó entonces a la calzada para abrirse paso entre microbuses con puntas afiladas en los rines, peatones presurosos y vendedores arrojados. Reanudó el diálogo cuando pensó que ya había leído suficiente.

—Ssss. Ora sí, ¿no, doña?

—Eeeehhh. Deberían de condenarla a la pena de muerte —y dejó caer el diario al suelo del vehículo.

—Mmmm. Oiga, doña, ¿pero eso no es contra los derechos humanos?

—Que la manden a la silla eléctrica. ¡Y ya!

—Mmmm. Oiga, pero acuérdese de que en México ya no hay pena de muerte —dijo el taxista mientras recibía numerosas mentadas de madre por dar una vuelta prohibida.

—¡Cóooomo de que no! Niño: la Constitución dice en el artículo… eehh… —trataba de recordar la dama mientras sacaba de su bolso otro cigarro.

—Acuéeeerdese que ya reformaron ese artículo. Le digo que yo estudié Derecho en la UNAM —interrumpió el taxista y de nuevo le aproximó el encendedor— “Perfume de gardenia… tiene tu boooocaa” —comenzó a cantar luego en voz baja, como haciendo coro a la Sonora.

—Eaheaheaheah… —encendió su cigarro y se quedó con la boca abierta de modo que el humo le cubría el rostro como neblina—. De todos modos, que le den pena de muerte —dijo al tiempo que exhalaba el humo.

—Pues sí, ¿verdad? Además está refea, ¿no?

—¿Quién?

—Pos la asesina —y recibió otra bocanada de humo por respuesta—. ¿Sabe? Yo pienso que todas las vidas valen igual. ¿O usted cree que una asesina debe perder su derecho a vivir?

—Ehehehe. Pues claro, niño. Una asesina no debe tener derechos.

—Oiga, cambiando de tema. ¿Usted cree que era asesino o asesina?

—¿Eheheheheheh? —y recibió otra bocanada de humo por respuesta.

—Es que fíjese que hice una apuesta con mi chava.

—Eheheheheheh.

—Es que… ¿qué cree?

—Ehehehehe. ¿Queeé, ni-ño?

—Pues apostamos que si La Mataviejitas era La Mataviejitas o El Mataviejitas.

—¿Cóoo-mo?

—Pues que yo aposté que era “la”.

—¿Por qué? ¿Porque había testigos que habían visto a una enfermera entrar con las víctimas a sus domicilios?

Llegaron entonces al corporativo de Derechos Humanos, donde un policía los obligó a seguir hasta cien metros más adelante para estacionarse en doble fila, para que no invadieran el espacio reservado para las personalidades importantes que habrían de llegar una hora más tarde.

—No, doña. Es que pensé que el asesino era hombre y quería que ella ganara la apuesta —como respuesta recibió otra bocanada de humo. Luego el taxista abrió la ventanilla por completo y la dama arrojó la colilla hacia fuera—. ¿Y qué cree que apostamos?

—Aaaayyyyyy. Y yo qué voy a saber…

—Pues que quien perdiera tendría que ir a una sex-shop a comprar un regalo para el otro.

—Aaaaaaayyy, niño. No me andes contando sus cochinadas —y recibió otra bocanada de humo por respuesta.

—Oooh, ¿ya ve?

Llegaron entonces al corporativo de Derechos Humanos, donde un policía los obligó a seguir hasta cien metros más adelante para estacionarse en doble fila, para que no invadieran el espacio reservado para las personalidades importantes que habrían de llegar una hora más tarde.

—Ora sí, doña. Ya llegamos a los desechos humanos. Pues me saluda al doctor Del Moral —y entonces oprimió el botón rojo del tablero justo arriba del cenicero con el que se encienden las luces intermitentes en este tipo de vehículos.

—Aaaay, sí, tú. ¡Qué le voy a andar llevando saludos!

—Ssss. ¿Ya ve? Qué poco me quiere.

—¡Ya, niño!, mejor bájate para que me abras, ¡qué ya es tar-dí-si-mo! ¡Son las 8:32! Y quiero que a las seis en punto ya estés aquí, porque hoy es el final de la novela y si nos agarra el tráfico por tu culpa no te lo perdono.

—Okey, doña.

—No digas okey.

—Ta bueno, doña.

Planeta Azul

Pido perdón a las personas mayores y a los niños por no haber dedicado este libro a nadie. Sin embargo, tengo una disculpa; pero no recuerdo cuál es. Tengo otra disculpa: no me importa hacer una dedicatoria. Tengo una tercera disculpa: ¿para qué una dedicatoria? Mas si todas estas disculpas no fueran suficientes, entonces no me disculpo.

Uno

Hace poco tiempo vi un dibujo que me pareció horrendo, en un libro que se llama Historias no vividas. Ese dibujo representaba a un desahuciado devorando a una serpiente. El libro decía: “Las serpientes son devoradas para curar el cáncer, pero no lo curan”. La gente hace esto aunque sabe que no tiene remedio. Prefiere engañarse, vivir una fantasía, ilusionarse. Así lo hace hasta que muere. Reflexioné entonces sobre lo absurdo y aburrido de hacer cosas que de todos modos no van a resolver algo. Dibujé esto:

[Lo demás está aquí.]

®

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Publicado en: Agosto 2011, Letras libertinas

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  1. Héctor Villarreal

    Hola, Eduardo. Apenas veo tu comentario. Me da gusto que haya sido de tu agrado. Gracias.
    Saludo

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