ESCULTURA CONTRA LA GRAVEDAD

Forjas de Rogelio Olmedo

La gravedad le pesa particularmente. También es cierto que vencerla es parte de su trabajo. Las esculturas inquietas que componen su animalario personal, la gran mayoría de hierro forjado, perviven en el límite del movimiento, detenidas en un precario equilibrio un segundo antes de la siguiente acción prefigurada y, pareciera, casi a punto de suceder, estando las figuras en suspensión desafiando temerariamente la ley de la gravedad.

Pero no es ésta la gravedad que le pesa al escultor Rogelio Olmedo, quien afirma que, para gravedad, la de los tiempos actuales y que no le interesa casi nada que no esté salpicado por el sentido del humor, por la fina ironía, y que en realidad no se cree nada demasiado en serio, y mucho menos a sí mismo. Por eso el conjunto de su obra resulta más lúdico que grave, incluso divertido, porque la manera de trabajar de Olmedo hace que la solidez del hierro se convierta a la vista más bien en cartílago en su máxima tensión.

Este artista, que se confiesa fan del escritor del XIX William Morris, vivió en la Ciudad de México entre 1994 y 1995 con una beca que obtuvo para trabajar en un despacho de diseño industrial. A su regreso montó el taller de forja La Una, junto a Raúl Sanz, en un pueblo en el desierto de Los Monegros, en Aragón, y habilitaron un palacio rural del siglo XVII donde convocaban a artistas para que fueran a trabajar diferentes disciplinas: teatro, literatura, creación experimental, y donde también se daban cursos de formación de forja de hierro.

Sus actividades productivas en ese entonces se centraban en el mobiliario tanto para interiorismo, muebles y decoración de bares como para espacios públicos abiertos. Desde hace seis años Olmedo se establece en Mallorca, la más grande de las islas Baleares, y en su taller produce estas esculturas que son una alegoría al movimiento. Dice al respecto: “La maravilla en la desesperación extrema me interesa, en el sentido que el movimiento logra esto”. Este experto en soldadura, se ha basado siempre en el dibujo y en el modelado, y como diseñador industrial aspira a una escultura “que se pueda tocar, que se pueda habitar…”

Para Olmedo lograr el movimiento es sinónimo de cambio, de navegar en la incertidumbre. Pudiera parecer paradójica la obsesión de un escultor por el movimiento, cuando su trabajo es detener para siempre.

Estas figuras las hace a partir de fragmentos de hierro tirados por el taller que van quedando de otros trabajos y que el artista empieza a juntar. Cuenta al respecto: “Tengo la idea inicial de cómo quiero que quede ese bicho, y luego ordeno los fragmentos de tal manera para que se parezcan por ejemplo a un cráneo, y ya luego recargo esa primera estructura con soldadura muy caliente. Una varilla puede ser una pata pero si pones dos se convierte en un fémur, y si la giras, como en realidad giran todas nuestras articulaciones, se logra esa expresión de movimiento”.

El punto de fusión del hierro es a los mil grados. Cuenta Olmedo: “Cuando estoy soldando estoy jugando al límite en que el hierro se puede convertir en una gota líquida o en una masa. Con una pistola puedo cortar hierro, añadir… esta técnica me permite trabajar muy rápido con la expresión, me permite dibujar en tercera dimensión”.

Muchas de las figuras animales se basan en el estudio de la anatomía. “La columna vertebral me interesa mucho”, dice el artista, combinado con elementos del horóscopo chino, que explica las naturalezas humanas a través de los animales, y la mitología mediterránea, como el personaje del minotauro. Su estética es austera, muy povera, simple, una estética, como dice el escultor, “de naufragio, de cabaña…” Continúa: “Lo que más me importa no es que la gente pueda confundir una animal con otro, sino que la idea del movimiento, su dirección, quede reflejado”.

Para Olmedo lograr el movimiento es sinónimo de cambio, de navegar en la incertidumbre. Pudiera parecer paradójica la obsesión de un escultor por el movimiento, cuando su trabajo es detener para siempre. No menos paradójico que lo que anima al artista para continuar con sus proyectos: “Ante la debacle de este tiempo sí hay algo que hacer, a través de la escultura es posible atravesar muros”. ®

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Publicado en: Enero 2011, Escultura

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