Instantánea de Fernando Benítez

Gran periodista y privilegiado del régimen

Los méritos de Fernando Benítez son muchos, pero jamás fue un mártir sacrificado en el altar de la intolerancia ideológica. Todo lo contrario, fue un privilegiado del régimen priista. No debemos hablar como si no existieran las hemerotecas.

Fernando Benítez

Algunos de los más cercanos amigos y colaboradores de Fernando Benítez (1910-2000), llamado con justa razón “el padre de los suplementos culturales” en México, participaron en el primer homenaje de los varios que habrá este año, con motivo del (probable) centenario de su nacimiento. El homenaje se realizó en Bellas Artes el pasado 18 de diciembre y entre otros, estuvieron José Emilio Pacheco, Vicente Rojo y Carlos Fuentes. Lo de menos es que no haya acuerdo de cuándo nació Fernando Benítez, algunos investigadores dicen que en 1910 y otros, como los ya mencionados, que nació en 1912, y el propio Benítez dijo en 1997 que tenía 88 años de edad, lo que nos indicaría que nació en 1909. El acta de nacimiento que integra su expediente como profesor de la UNAM documenta su fecha de nacimiento en 1910. Fernando Benítez, que falleció el lunes 21 de febrero de 2000, fundó y dirigió los mejores suplementos que ha tenido nuestro periodismo cultural en toda su historia. Fundó en 1949 y dirigió hasta 1961 el arquetípico suplemento México en la Cultura, del desaparecido diario Novedades; La Cultura en México, en 1962 y lo dirigió hasta 1971, de la revista Siempre!; el estupendo suplemento cultural Sábado, de 1977 a 1985, del hoy invisible diario unomásuno, y dirigió en 1987-1988 el suplemento La Jornada Semanal, del a ratos fantasmagórico diario La Jornada. Durante los cuarenta Fernando Benítez creó varios suplementos más en El Nacional, el periódico oficial de los gobiernos priistas; fueron un meritorio ensayo de lo que haría después.

En este sentido, Fernando Benítez es nuestra gran figura del periodismo cultural porque logró reunir los talentos de su tiempo que hoy están atomizados. La dispersión de nuestros mejores críticos, artistas, poetas y escritores en diferentes medios ha resultado carísimo a la cultura mexicana: no hemos vuelto a tener un suplemento cultural del calibre de los que creó Fernando Benítez. Actualmente lo que más se parece a un suplemento cultural es Laberinto, del periódico Milenio, pero está a años luz de México en la Cultura, que mientras lo dirigió Fernando Benítez fue el suplemento cultural más importante de habla hispana. Mucho mejor que Babelia, del periódico El País. Durante los años cincuenta era más fácil señalar al crítico, escritor o poeta importante que no publicaba en México en la Cultura que enlistar a aquellos que lo hacían.

De héroes y mitos

Fernando Benítez, que falleció el lunes 21 de febrero de 2000, fundó y dirigió los mejores suplementos que ha tenido nuestro periodismo cultural en toda su historia.

Como ha dicho Enrique Krauze en su libro De héroes y mitos [2010], mucha gente parece fascinada consumiendo “ritos y mitos”. Parecen “devorar” cuanta historia fantástica le pueden contar en los libros de texto, ciertos periódicos o de viva voz, algunos escritores. La ficción literaria es un universo aparte. En México hay notables literatos que son enfebrecidos inventores de fantásticas historias extraliterarias que saben muy bien que la gente bien intencionada recibe como música para sus oídos. Aunque sean mentiras. Por ejemplo: con motivo del centenario del nacimiento de Fernando Benítez todo indica que se insistirá en repetir falsedades sobre su salida del periódico Novedades en diciembre de 1961. Ese periódico, recordemos, publicaba el suplemento México en la Cultura. Quizá porque no lo saben en realidad o porque lo callan intencionalmente, algunos de los amigos y más cercanos colaboradores de Fernando Benítez, como Carlos Fuentes y el desaparecido Carlos Monsiváis, entre otros, han hecho/hicieron de aquella salida del diario Novedades un mito que necesariamente los convierte, con Benítez a la cabeza, en sufridas víctimas de la intolerancia ideológica. Una de las escasas excepciones es José Emilio Pacheco. Excepcional por tantas razones. Según la versión “oficial” de aquel grupo, que la gente del medio cultural conocía como “La mafia”, Benítez fue despedido, o renunció al periódico, porque “no lo dejaron defender a la Revolución cubana”. Las versiones suelen tener ligeros matices. Cito a Carlos Fuentes de su texto publicado en Reforma el 19-12-2011: “La larga vida del suplemento de Novedades terminó cuando Benítez insistió en publicar un largo reportaje sobre la recién nacida Revolución cubana. El periódico se lo reprochó y Benítez, junto con sus huestes […] renunció y buscó nuevo techo. Nos lo dio el gran jefe José Pagés Llergo en la fortaleza sitiada de la revista Siempre!” La, según Fuentes, fortaleza sitiada recibió medio millón de pesos del presidente de la república Adolfo López Mateos a la llegada de Benítez y sus “huestes” a la revista Siempre!, “suma significativa entonces”, dice Monsiváis (Siempre!, 21-II-1962, pp. 36-37). Vicente Rojo acompañó a Fernando Benítez a entrevistarse con el presidente López Mateos en diciembre de 1961, poco antes de Navidad, y fue testigo de que el presidente le ofreció dinero a Benítez: “Déle usted el dinero que pensaba darme a mí. Déselo a él” [a Pagés Llergo], le dijo Benítez. Emmanuel Carballo recuerda que le dieron un millón de pesos a Benítez para iniciar La Cultura en México en la revista Siempre! No medio millón, como publicó Monsiváis. A fin de cuentas la cantidad que haya sido puede no tener gran importancia frente a la que tenía, y tiene para México, la revista Siempre! Como sea, la “fortaleza sitiada”, como dice Fuentes, no parece haber estado tan asediada. Cuando menos por el presidente. Los mitos.

Cuando Fernando Benítez abandonó el periódico (10-12-1961) se publicó en la primera plana del Novedades un aviso que no deja ver conflicto alguno:

FERNANDO BENÍTEZ DEJA LA DIRECCIÓN DEL SUPLEMENTO MÉXICO EN LA CULTURA

Fernando Benítez, quien durante trece años tuvo a su cargo la dirección de México en la Cultura de Novedades, trabajó con la eficiencia propia de su capacidad periodística y literaria, cualidades que hicieron posible la expansión del movimiento cultural mexicano. Merced a esa labor México en la Cultura ha sido considerado el mejor suplemento del mundo de habla castellana; traspasó las fronteras de México para llevar a otras tierras un mensaje mexicano, un mensaje que mostró semana a semana los avances del arte, la ciencia, la literatura, la música, etcétera; en fin, el progreso y la inquietud expresado por plumas jóvenes y por personajes consagrados a la literatura universal.

Despedimos cordialmente a Fernando Benítez, gran escritor mexicano y dejamos constancia del aprecio a su meritoria obra.

Quienes entonces se fueron del periódico publicaron en el último número (665) en que colaboraron un desplegado, que escribió Jaime García Terrés, que por igual no insinúa siquiera un caso de censura o conflicto ideológico. Lo firmaron treinta colaboradores, entre ellos Elena Poniatowska, que sin embargo siguió publicando en Novedades hasta 1985. Fernando Benítez, a su vez, recordó en noviembre de 1997 que a su salida de Novedades le dieron “una cuantiosa suma” (folleto del Homenaje que le rindió el entonces regente del Distrito Federa Óscar Espinosa Villareal, al que asistieron el propio Benítez, Carlos Hank González, José Luis Cuevas, Cristina Pacheco y otras personas; el folleto lo publicó Porrúa). De Benítez conocemos tres versiones de su salida del diario, todas diferentes. Una de ellas se refiere al intento de impedir la defensa de la Revolución cubana, que como las otras dos, y las de algunos de sus colaboradores, no está sustentada por lo que se publicó en el suplemento.

Fernando Benítez estuvo vinculado —muy su derecho— con Fidel Castro al menos desde 1956. En ese año Carlos Franqui vino a México, acompañado de Néstor Almendros, a entregarle dinero a Castro (que estaba preso en la cárcel migratoria de Miguel Schultz, con su hermano Raúl y el Ché Guevara, entre otros) y le informó que Fernando Benítez se encargaría de una campaña de prensa para lograr su liberación. Cosa que, como se sabe, ocurrió. Es sabido también que se contó con la ayuda del expresidente Lázaro Cárdenas. Muy su derecho (véase, de Carlos Franqui, Cuba, la revolución ¿mito o realidad? Memorias de un fantasma socialista, p. 293). Así pues, la filiación de Fernando Benítez, y de Carlos Fuentes, con Fidel Castro, tiene larga data y está plenamente demostrada en las páginas del suplemento México en la Cultura. Días después de que Fidel Castro tomara el poder, en enero de 1959, Fernando Benítez y Carlos Fuentes viajaron a La Habana a iniciar lo que Castro llamó “Operación Verdad”. El dictador organizó una “convención continental” de periodistas que tenía como propósito fundar Prensa Latina, el instrumento de propaganda del castrismo fuera de Cuba; la versión tropical del Agitprop soviético. Gabriel García Márquez, quien también asistió, luego sería becado como corresponsal en Nueva York (en 1961, cuando la frustrada invasión de Playa Girón, abandonó el puesto y vino a México; desde entonces vive aquí). La “Operación Verdad”, además, tenía por objeto destruir la prensa libre y la libertad de expresión en Cuba. Les tomó unos meses hacerlo. En el suplemento de Benítez no se publicó ni una letra sobre el tema. Fuentes y García Márquez guardaron un silencio cómplice. Lo seguirán haciendo.

En este sentido, Fernando Benítez es nuestra gran figura del periodismo cultural porque logró reunir los talentos de su tiempo que hoy están atomizados. La dispersión de nuestros mejores críticos, artistas, poetas y escritores en diferentes medios ha resultado carísimo a la cultura mexicana: no hemos vuelto a tener un suplemento cultural del calibre de los que creó Fernando Benítez.

Por lo que hace a Carlos Fuentes, desde enero de 1959 publicó en su columna “Diálogo de sombras”, del suplemento México en la Cultura, la defensa de la Revolución cubana. Muy su derecho. Publicaron Fuentes, Poniatowska, Nikito Nipongo y otros, durante los años de 1959, 1960 y 1961, no “un largo reportaje”, como dice Fuentes (y causó el despido de Benítez). No, no fue un largo reportaje, fueron páginas enteras durante los tres primeros años de la Revolución cubana. Todo el suplemento número 587, del domingo 12 de junio de 1960, lo dedicó Fernando Benítez a la Revolución cubana. Siempre en términos elogiosos. Jamás asomó en el suplemento la menor insinuación crítica. El texto de Nikito Nipongo del 8 de marzo de 1959 ocupó una página completa, es una furibunda filípica contra quienes criticaban los fusilamientos masivos de Fidel Castro y el trigger-happy Ché Guevara. Es decir, la supuesta defensa de la Revolución cubana no pudo ser la razón de la salida de Benítez y sus “huestes”. Simplemente porque la elogiaron desde el primer día durante tres años seguidos. Carlos Fuentes firmó en La Habana, el día 23, su columna publicada el domingo 25 de enero de 1959. Estaba en el “congreso continental”, con Fernando Benítez. El día 22, los cuatrocientos periodistas asistentes “brindaron con el Comandante Fidel Castro en el Copa Room del hotel Riviera”, donde se hospedaron durante varios días por cuenta de los dueños del hotel, no del anfitrión. Lo documentan las páginas castristas. El resultado de aquella visita, o por las convicciones ideológicas de Fernando Benítez —muy su derecho—, es que durante tres años publicaron en el suplemento sólo elogios al régimen castrista. Es evidente que si los dueños del Novedades hubieran tratado de censurar o castigar a Fernando Benítez por su filiación con la Revolución cubana lo habrían hecho desde enero de 1959, no en diciembre de 1961.

Emmanuel Carballo, el crítico estrella de México en la Cultura, fundador de nuestra crítica contemporánea, recuerda a Fernando Benítez:

Conmigo fue amable, pero su tipo de personalidad no me era muy simpático, no por fuera, sino por dentro. Era un hombre muy atrabiliario, muy injusto, que le importaba lo suyo pero le importaba un carajo lo demás. […] Sabía juntar a la gente. Yo creo que, desde el punto de vista de los resultados, es una excelente labor la suya. Ahora, humanamente, quién no tiene defectos. Yo no conozco una persona sin ellos [entrevista con el autor].

Yo nací muy pedante. De una familia que se creía el éxito total y nací pedante. Yo era el más orgulloso, el más audaz, el de las mayores conquistas, etcétera, y nací así de pedante y vivía creyéndome importante. La primera lección que recibí de los indios es no creerme importante, lo cual es una ventaja verdaderamente extraordinaria porque aprendes a conocerte a ti mismo y a los demás [palabras del propio Fernando Benítez, a los 88 años de edad, durante el citado Homenaje de 1997 que le hizo Espinosa Villarreal, entonces regente del D.F.].

La “injusta” salida del Novedades, de Fernando Benítez y sus “huestes”, en la versión que promueven algunos, es un mito que no hace honor ni a la amistad que tuvieron con él ni a la verdad. Benítez fue hasta su muerte un hombre de confianza dentro del sistema priista, como Fuentes. Fernando Benítez fue también un incondicional de Fidel Castro, como Fuentes, un claro simpatizante. No importa si lo sigue siendo. Muy su derecho en tal caso. Pero nada tiene qué ver Fernando Benítez con haber sido una víctima de quienes no compartían su ideología. Los méritos de Fernando Benítez son muchos, pero jamás fue un mártir sacrificado en el altar de la intolerancia ideológica. Todo lo contrario, fue un privilegiado del régimen priista. No debemos hablar como si no existieran las hemerotecas. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Febrero 2012

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  1. René González

    También hay que situar en su debido contexto su apoyo a la revolución cubana. Se dio en plena guerra fría. La rebelión de Castro fue considerado un acto de heroísmo a 90 millas de las barbas del tío Sam. Los gringos de Somoza, Stroesner, Duvalier, Trujillo y demás fauna gorilesca latinoamericana.
    El problema, en mi opinión, no fue el apoyo —Franqui y Cabrera Infante y un ilustre y larguísimo etcétera lo hicieron— sino el no haber rectificado.

  2. René González

    Apenas una raya al tigre.
    Fernando Benítez, con todo y sus facetas oscuras, fue el editor de suplementos culturales en español más destacado, y no superado hasta ahorita.
    Los partidos de la revolución tuvieron la virtud de reclutar a intelectuales de primer nivel: Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, Narciso Bassols, Jaime Torres Bodet, Daniel Cosío Villegas, Agustín Yáñez…

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