OVEJAS FEROCES

La nostalgia por tiempos no demasiado buenos

“Berlín, oriental y occidental, me recuerda un pequeño obsequio, una cajita de bombones de supermercado que luego queda arrumbada durante semanas porque su contenido no es particularmente apetitoso… a la derecha los bombones desnudos y a la izquierda los bombones envueltos en dorado que, una vez pelados, se parecen a los otros…”

Hay quienes dicen que la peor nostalgia es la que se tiene por algo que nunca pasó. Pero también está aquélla por algo que nunca fue demasiado brillante.

Ovejas feroces, de Katja Lange-Müller, describe esa nostalgia a dos tiempos: por un amor “tóxico” y por un Berlín dividido, en donde los habitantes de cada lado creen que el paraíso se encuentra a salto de muro.

Soja relata con nostalgia una época en la que era “más joven, más bella y casi siempre a tu lado”. Pero al llevarnos a ese tiempo, descubrimos que incluso entonces no era tan joven ni tan bella.

Y en ese estado de pocas expectativas es que conoce a Harry: un ex presidiario, yonki, un hombre que cuando muere deja un diario en el que habla de todo y de todos, menos de Soja, quien busca entonces esclarecer su historia de amor, su relación, la cual el propio Harry describió: no tengo amigos; sólo tengo una amiga, con la que me acuesto en la camita.

Pero Soja no logra desmenuzar a Harry. En cambio, desnuda su alma ante el lector (pareciera que sin percatarse) hasta niveles inconmensurables.

Leer el testimonio de Soja es incómodo: una confesión del alma de una mujer que ya no espera mucho del amor, del sexo, de la compañía, del trabajo. Una búsqueda de satisfactores reducidos a lo básico: la intimidad ocasional propiciada por la exhibición de sus no numerosos encantos; el alcohol; el estímulo de pequeños hurtos en su trabajo de ocasión; un baño en tina acompañado de una masturbación en agua caliente.

Soja no es heroína. Pero, ¿se le podrá llamar antiheroína o sólo es una humana captada cuando cree estar sola?

“Me había ido porque no quería estar en casa cuando mi Berlín Oriental y nuestro Berlín Occidental se esfumaran; temía esfumarme yo misma y desaparecer; por eso había preferido desaparecer e irme a otro lugar. Ser una extraña en Suiza me parecía más normal que volverme extraña en dos ciudades que no podían seguir siendo lo que eran, y que nunca se convertirían en aquella ciudad que Berlín alguna vez fue, sino en algo nuevo…”

Mientras se acerca la muerte de Harry los dos berlines comienzan a dejar de ser lo que eran. La modernidad despedaza a ambos: la democracia arrasa con la ciudad, ahora unificada, y la enfermedad del siglo XX con Harry. Soja permanece, transformada en una oveja feroz.

La escritora alemana Katja Lange-Müller permanecía inédita en castellano, hasta que Adriana Hidalgo editora publicó la novela Los últimos. Ovejas feroces fue editada en castellano en 2009, también por Adriana Hidalgo, en Buenos Aires. Apenas llega a México. ®

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Publicado en: Julio 2010, Libros y autores

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