Un México gurmetizado

De gastronomía, política, cine y cool tura

No es extraño que el nuevo presidente de México para el periodo 2012-2018 provenga de las filas del PRI. Tampoco que sea un personaje con las características de Enrique Peña Nieto. Mucho menos que haya nacido en el Estado de México. Es, por decir lo menos, el presidente estereotipado, el revival del viejo priista, pero gurmetizado.

Enrique Peña Nieto

Conversando con expertos en gastronomía para un artículo que trataba de despejar la pregunta de si existe una nueva cocina mexicana, uno de ellos me dijo que lo único que está pasando es que hay una “gurmetización” de aquélla. No pude evitar pensar en la política mexicana y en uno de sus representantes más conocidos: Enrique Peña Nieto, el nuevo presidente de México para el periodo de 2012 a 2018.

Con las celebraciones del Centenario de la Revolución Mexicana y el Bicentenario de la Independencia de México, en 2010, los símbolos patrios fueron enaltecidos hasta el hartazgo y los platillos típicos mexicanos reconocidos internacionalmente una y otra vez. “La comida mexicana se puso de moda”, me expresa el etnohistoriador Alberto Peralta.

La creación de un producto como Peña Nieto, por lo tanto, no es extraña, y tampoco que una televisora como Televisa apueste por él. Si observamos los elementos que conforman al ahora primer mandatario son los que tenían que ser. Un producto telegénico, de perfil adecuado para un protagónico en alguna telenovela mexicana y que sea capaz de llevar al país hacia la gurmetización tricolor.

Los periodistas culturales, dicho sea de paso, nos vemos en el eminente riesgo de hacer turismo “cooltural”, o periodismo de la cultura gourmet, para obtener un ingreso en publicaciones de vuelos cortos, de poca sustancia y donde aunque sea un masajito en algún spa de algún hotel en Cancún o en San Miguel de Allende compensen como pago las notitas cumplidoras y bien espolvoreadas de adjetivos. Así como lo podemos ver en festivales de cine para GIFFsters, donde lo que menos importa son las películas y sus hacedores, sino que todo tenga apariencia de frescura y buena onda a favor de las mejores causas, donde no haya crítica sino complacencias, tal como sucede en el Guanajuato International Film Festival (GIFF).

La periodista Carmen García Bermejo explica en su nota “Un nuevo gobierno con viejos funcionarios” (El Financiero, 29 de noviembre de 2012) que las políticas públicas para el nuevo gobierno estuvieron a cargo de la Fundación Colosio, asentadas durante los Encuentros por el Futuro de México en una reunión a mediados de mayo en Zapopan, Jalisco, cuando Peña Nieto era candidato. Entre los principales exponentes estuvieron Rafael Tovar y de Teresa, ex presidente del Conaculta y ahora de nuevo elegido para el mismo cargo. Ahí, consigna la periodista, se llegó a la conclusión de que “la riqueza cultural de México contrasta, hoy, con la precaria presencia de la cultura en la vida cotidiana del mexicano del siglo XXI. […] Ahora se vuelve a lanzar el catálogo de buenas intenciones: estrechar el binomio turismo-cultura, animar la participación del sector privado, promover incentivos fiscales…”. El documento editado también por la Fundación Colosio enfatiza que hay que “recuperar” la imagen nacional. Es decir, que lo que se ha hecho en ese rubro en el país no sirve y los mismos que estuvieron a su cargo son los que ahora están al frente del subsector cultural pidiendo exactamente los mismo que hace treinta años.

Conversando con la chef Lula Gómez del Campo sobre la cocina mexicana, le pregunto si ésta es autoritaria. Responde la mujer de filipina verde que la más tradicional sí es autoritaria: “Porque aparte es muy barroca y un chile te pica y te callas. Es autoritaria, en esencia, en tradición, pero ahí es donde entramos nosotras. Yo no quiero imponer, quiero que tú decidas. Trato de crear curiosidad, que te lleve a la investigación, que tú te cultives. La ignorancia es el peor enemigo”. Es así como la elección de Enrique Peña Nieto sobre los otros candidatos no “obedece”, necesariamente, a una manipulación televisiva, sino a una elección. Son varios factores que trataré de explicar aquí. Cabe aclarar que en una democracia nadie gana ni pierde absolutamente.

El Partido Real de Dios

De la misma forma, no se podía esperar otra cosa de sus PRImos resentidos por no obtener el poder y sus privilegios, encabezados por Andrés Manuel López Obrador a través del Partido de la Revolución Democrática y ahora con el MoReNa —una especie de Teletón político. Que griten que es una imposición la de Peña Nieto y que invoquen a la revolución —que rima con simulación— era también de esperarse.

La creación de un producto como Peña Nieto, por lo tanto, no es extraña, y tampoco que una televisora como Televisa apueste por él. Si observamos los elementos que conforman al ahora primer mandatario son los que tenían que ser. Un producto telegénico, de perfil adecuado para un protagónico en alguna telenovela mexicana y que sea capaz de llevar al país hacia la gurmetización tricolor.

Las torpezas del Partido Acción Nacional, la falta de pericia de los panistas en la función pública, el foxismo populachero y el calderonismo changarrizador llevaron a confrontar a la gran familia priista, también conservadora y reaccionaria, con nombre diferente pero al final lo mismo: PRI rojo, PRI amarillo, PRI azul.

En un periódico de finales de los años noventa del siglo pasado se lee que en algunas de las poblaciones rurales de México las personas pensaban que PRD significaba “Partido Real de Dios” y no Partido de la Revolución Democrática y que el Sol Azteca era el Santísimo. En eso, que parece una simple broma, se asoma mucho de lo que en realidad representa el perredismo obradorista y morenacionalista —tropical—, tal como lo explica el politólogo Héctor Villarreal en su artículo “El conservadurismo verdadero”: “El proyecto de AMLO no es progresista, por el contrario, la evidencia lo delata como un conservador. Si no lo creen pregúntele por su postura con respecto al aborto o los matrimonios homosexuales, pongan atención a su propuesta educativa o a esa imagen para el altar del ridículo, hincado ante la infame mano bendecidora del Papa”.

Los revoluzombies: un pan de muerto chic

Foto © Enrique Gallegos

El periodista Rogelio Villarreal, al principio de su libro El dilema de Bukowski, cita la definición de revolución: “Revolución: Rotación completa de un móvil alrededor de su eje. O como resume la sentencia de Giuseppe Tomasi de Lampedusa en El Gatopardo: ‘Que todo cambie para que todo siga igual’”. No puedo olvidar cómo a finales del mes de noviembre de 2011, en el Monumento a la Revolución, estuvo “plagado” de jóvenes, quienes por diversión o entretenimiento se reunieron en ese símbolo arquitectónico del priismo. Ahora sabemos que en este 2012 la manifestación rebasó a la anterior y de nuevo rompió el récord Guinness con la asistencia de 35 mil personas disfrazadas. Las fotografías de Enrique Gallegos de ese 26 de noviembre de 2011 son premonitorias, ya que develan una especie de #Yosoy132 mezclado con NiNis (concepto emergente en el calderonismo para definir de manera reducida a los jóvenes que NI estudian NI trabajan, no así para vestirse de muertos vivientes). Revoluzombies al fin, NI vivos NI muertos. Priistas prematuros. Revolucionarios e institucionales que se niegan a reconocerlo. Nacionalistas que se encuentran a la mitad de todo. Pan de muerto “revolucionario chic”. La gurmetización de los zombies. Los revoluzombies gurmetizados de turistas devorando cerebros azucarados alrededor del Monumento de la Revolución el 3 de noviembre de 2012.

Escribe el antropólogo y sociólogo mexicano Roger Bartra en un artículo publicado en el diario El País el 1 de julio de 2012: “El PRI es una expresión de la derecha desde hace muchos años. No debe sorprender que en México mucha gente asocie la idea de revolución con actitudes conservadoras. La revolución, en México, se ha convertido en un mito reaccionario que invita a mirar hacia atrás, a un pasado imaginario y fundacional que no es más que el símbolo de una pesada herencia autoritaria”. El MoReNa no está nada lejos de eso.

Los vudúcratas de Calderón: “Honestidad, valor, prudencia y otras virtudes”

“Te vamos a dejar ir”, me dijo mi jefe la tarde del 4 de enero de 2011 —día, por cierto, del periodista— en su pequeña oficina. Yo trabajaba en ese entonces como editor de la página de la Presidencia de la República. Me repitió la frase cuando le pregunté, desconcertado: “¿Cómo?” “Sí, ya te vamos a dejar ir”, respondió, sin mirarme a los ojos, los suyos ocultos por unos lentes de pasta negra. Sus apellidos Nava Cortinas, su nombre Alberto, son los del creador de Los Vudúcratas, juguetes de peluche de los tres candidatos del 2006 (Roberto Madrazo, Andrés Manuel López y Felipe Calderón, además de Santiago Creel, Vicente Fox y Martha Sahagún), quien en el año de 2005 dijo al periódico La Jornada:Gane quien gane, todo se quede igual. En el fondo será la misma mierda mientras los ciudadanos no hagamos algo”. Reza su página: “[Los vudúcratas son] diseñados por expertos en resonancia morfogenética, holografía social y física cuántica, así como un grupo de científicos sociales con síndrome de adolescencia [sic] prolongada, los Vudúcratas y la Vuducracia surgen como un tratamiento alternativo e intensivo para sanar nuestra democracia”. Ahí mismo se lee la frase: “Los vudúcratas: Honestidad, valor, prudencia y otras virtudes”. Alberto también fue creador del Instagram de Presidencia en el sexenio que ya terminó, ganador —vaya fortuna— del primer premio de Instagram en México —¿por qué será? Llama la atención que Nava Cortinas no menciona públicamente que tuvo un cargo directivo en el Sistema Internet de la Presidencia, a pesar de trabajar ahí desde finales de 2010 y hasta el fin del sexenio de Felipe Calderón. “Simplemente sucedió que por cuestiones de trabajo me tuve que hacer de un teléfono inteligente y conocí esta aplicación que se llama Insta gram [sic], que es una red social donde compartes fotografías”, dijo a un reportero del noticiario nocturno de OnceTV.

El calderonismo, creo, fue esta especie de vuducratismo del cual logré escapar. Tiempo después una amiga del Facebook, terriblemente molesta por “la imposición” peñista y que idolatraba a López Obrador, me dijo: “Muy mal, muchachito, una vez que entras al gobierno es un error salirte”. Nadie es impoluto —pensé—, mucho menos los panistas.

Un día una secretaria, con cargo de subdirectora, dice, con tono irónico: “Ya viene el vudúcrata”. “Sí”, pensé, “el vudúcrata Cortinas”. Ella, pobrecita, tenía que defender su chamba heredada del sexenio de Fox, ahora tal vez con Peña Nieto. Yo, en cambio, podía decidir si me iba o me quedaba. Es que los vudúcratas funcionan de la siguiente forma cuando son “ciudadanos” enfundados de funcionarios “creativos”: si una persona ya no les sirve utilizan el vudú para ver en qué zona falsea, lo que llaman en otras palabras acoso laboral, amedrentar psicológicamente sin que se vea la huella, muy común en las áreas de gobierno. Pobre Nava Cortinas, tenía que defender su chamba y tener una plaza para sus amigos. Nada despreciable, además, por llegar a la oficina y andar de un lado a otro mirando su Ipad y tomando fotos con su Iphone y ganar premios Instagram. El chico ITAM, arropado por su amiga María Fernanda Vergara Audiffred, directora del Sistema Internet de la Presidencia entre 2010 y 2011, le dio ese cargo de confianza.

Cuando me dejaron ir, porque les firmé mi renuncia, ella me dijo: “A dónde te quieres ir, escríbeme un correo con tu solicitud”. “Claro que sí, Fernanda, a la Cineteca o la Fonoteca”, le respondí. Jamás le mandé el correo, los dejé ir. El calderonismo, creo, fue esta especie de vuducratismo del cual logré escapar. Tiempo después una amiga del Facebook, terriblemente molesta por “la imposición” peñista y que idolatra a López Obrador, me dijo: “Muy mal, muchachito, una vez que entras al gobierno es un error salirte”. Nadie es impoluto —pensé—, mucho menos los panistas.

Cinesplenda hecho en México y su shalalalá

En el mes de octubre de 2011, en el Festival Internacional de Cine de Acapulco (FICA) se exhibió uno de los filmes mexicanos más absurdos que he visto, Ella y el candidato, de Roberto Girault. Aunque el personaje principal (el candidato) tiene un gran acierto: era un hombre con aspecto de Enrique Peña Nieto, actitud de Andrés Manuel López Obrador y campaña digna del panismo más conservador. Nada diferente a la realidad. El resultado, un espécimen difícil de digerir, de pésimo gusto estético, una telenovela llevada al cine. Ella y el candidato resultó ser un pan con mucho merengue light. Ella (más que la mujer, la patria) y él, el candidato, es uno de los filmes mexicanos más pobres en contenido, nada lejos del cine de política ficción como El infierno, Miss Bala, El lenguaje de los machetes, Gimme the power, El asesinato de Colosio, Hecho en México, Tlatelolco, La vida precoz y breve de Sabina Rivas, Chalán y, por qué no, los videos de Vive México del Gobierno Federal y la rolita del Bicentenario, “El futuro es milenario”, con Aleks Sintek y Gabriel Bátiz, o la reunión de jóvenes en el Foro Sol, este 2012, por el Vive Latino y las bombas de amor a Wirikuta encabezadas por Rubén Albarrán con el colectivo Ahoo!, mientras miles de jóvenes en Guanajuato alababan al Papa Benedicto XVI. Ambos eventos celebrados el mismo fin de semana del mes de marzo. Ya lo había dicho Octavio Paz en una conversación con Roberto Vallarino: “El rock es una especie de comunión religiosa…”.

El joven Girault, también realizador de la taquillera El estudiante (2009), expresó en conferencia de prensa desde el puerto de Acapulco que con su película trató de hacer “un cine aspiracional, ¿por qué no vivir una historia de amor con ciertas características? ¿Por qué no poder tener una amistad muy profunda? ¿Por qué no vivir en un México diferente de la caricatura que nos muestran? Creo que una de las cosas que suceden con mi trabajo es que siempre está presente la redención de los personajes, siempre terminan arriba; no son películas que muestren la decadencia de los personajes, que vayan para abajo”. ¡Bienvenidos, mexicanas y mexicanos, a la gurmetización 2012-2018! Con su cinesplenda nacionalista, su música radical chic, su #Yosoy132 —¿por qué no formaron filas del EPR si quieren revolución?—, su periodismo cooltural frente a funcionarios edulcorados. El revival del viejo mexicano: priista, americanista, telenovelero y guadalupano. Ya veremos a qué nos sabe este sexenio que comienza. ®

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Publicado en: Apuntes y crónicas, Diciembre 2012

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