Un platillo que no sabe a nada

Prometheus, de Ridley Scott

La mesa estaba servida y lucía espectacular: el nuevo firme de Ridley Scott tenía salivantes a los fanáticos del director. Su faceta dedicada a la ciencia ficción, con clásicos como Blade Runner o la serie de Alien, los había dejado hambrientos. Lástima que el platillo fuera tan insípido.

La imagen es poderosa. Luego de un recorrido a vuelo de pájaro por parajes idílicos y virginales aparece la sombra ominosa de una enorme nave espacial de forma circular. Sobre un risco y a la orilla de una poderosa cascada está un extraño hombre de piel completamente blanca y cuerpo musculoso que bebe un líquido negro y se arroja al torbellino de agua. Ridley Scott siempre ha sido un esteta con altibajos en sus historias, y esta obra no es la excepción. El comienzo de Prometheus es prometedor pero el final acaba por dejarnos con una sensación de vacío, como si acabáramos de comer algo de una belleza enorme pero insípida.

Scott jugó durante la filmación de esta película a que era y no la precuela de Alien. En unas entrevistas llegó hasta a denostar este nuevo artilugio de Hollywood para rescatar productos exitosos y en otras confesaba abiertamente que regresaba a la historia del alienígena mortal. La verdad es que sí, Prometheus es la historia previa a su Alien —o, parafraseando a Burton, una revisitación.

Todo lo bello que aporta visualmente la película, el buen ritmo que mantiene en sus casi dos horas y media, el casting que incluye a Noomi Rapace, Charlize Theron y Michael Fassbender se van por la borda debido a un guión que hace agua, para seguir con la metáfora naviera. Tal vez esta indefinición de ser y no ser es la que hace de estos personajes unos estereotipados, de cartón, de sombrero y bigote falso.

Los guionistas quisieron agradar al director inglés y saquearon muchos de los planteamientos de sus películas previas. Ahí están el enfrentamiento de los replicantes con su creador y también los personajes femeninos “empoderados”; el juego de la maternidad violentada, la corporación inhumana, los extraterrestres amorales pero perfectos… ah, y los androides.

El capitán de la nave y los dos oficiales cumplen simplemente con la cuota multicultural que requiere el Hollywood actual: un negro (que parece salido de la cabina de un tráiler), con un oriental y un latino que aparecen solamente para cumplir con el espectro racial. Al igual que el científico miedoso y el salvaje codicioso, todos ellos son prescindibles desde el principio, pues morirán casi en el momento en que aparecen.

Los guionistas quisieron agradar al director inglés y saquearon muchos de los planteamientos de sus películas previas. Ahí están el enfrentamiento de los replicantes con su creador y también los personajes femeninos “empoderados”; el juego de la maternidad violentada, la corporación inhumana, los extraterrestres amorales pero perfectos… ah, y los androides. Lo malo es que nunca pudieron conjuntar todo eso en un discurso coherente, en una narración que explicara, por ejemplo, el suicidio del misterioso personaje del comienzo; jamás se entiende bien a bien qué es lo que plantea la película. ¿Quiere ser un discurso metafísico, filosófico o nomás quiso satisfacer a los fans de la saga? ¿Quiere comenzar algo nuevo? ¿Quiere actualizar temas?

Tal vez lo que más irrita de este filme es que tenía varios elementos interesantes que no alcanzan a desarrollarse. El personaje del androide personificado por Fassbender podría haber sido el villano perfecto, en tanto que la relación del personaje de Charlize Theron con su padre permanece en la más absoluta incógnita.

Sí, Ridley Scott ofrece un bellísimo platillo que no sabe a nada. ®

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Publicado en: Cine, Julio 2012

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  1. Quejas, quejas y más quejas. ¿Por qué no hay respuestas? Yo quiero que me expliquen todo, si no me explican algo queda incompleta la propuesta, yo necesito saber. Las películas tienen que ser una sola cosa, no pueden ser varias a la vez… quejas y más quejas. Las normales en todo tipo de cinéfilo. Opino yo.

  2. Fue una película, que en su desarrollo siempre jugaron el mismo juego de tensión ya muy trillado donde alguien dice: no lo toques, no lo toques, y el otro lo toca y pasa algo. así se la llevaron en todo el transcurso de su exploración en la nave esa cuestión de resolver tan fácil el como un problema se desarrollaba cuando tocaba las cosas, es cosa de antipatía y salirse del paso para desarrollar un conflicto, en conclusión un guión muy flojo.

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