Y, SIN EMBARGO, ES ARTE

Una discusión sobre el arte contemporáneo

¿Debe haber una separación tajante, irreconciliable, entre el llamado arte tradicional y el contemporáneo o conceptual? La autora de este artículo discute las opiniones de la crítica Avelina Lésper y del pintor y también crítico Dale Kaplan.

Al parecer, tenemos que acostumbrarnos a que siga retoñando la mata de la añeja discusión sobre el arte contemporáneo vs. el arte tradicional (por así decirlo, digamos el tipo de arte que utiliza las narrativas y recursos clásicos), y aunque para muchos resulta a esta alturas, como afirma el artista Cristián Silva, “Un déjà vu estéril hasta para el más trasnochado espectador de la lucha libre”, hay para quienes no sólo es tema vigente, sino que hasta luciera que lo asumen como cruzada y sienten el llamado para desacreditar tajantemente y sin concesión alguna a todo aquel que no produzca obra principalmente con dos tipos de formatos: pintura y escultura.

Y mientras existan posturas tan arcaicas y radicales habrá que remitirnos, las veces que sea necesario, a los argumentos y las herramientas básicas que todo aquel que ha decidido subirse al barco del arte debería tratar con absoluta conciencia.

Tenemos el caso de Avelina Lésper, una prolífica crítica de arte que ha brillado en la escena por ser fiel portadora del estandarte en pro de la desmitificación del arte contemporáneo; entiéndase, en este caso, el arte que opta por el pluralismo narrativo. Esta capitalina acusa al arte que no esté en formato pintura o escultura de simplemente no ser arte: así nomás. Contundente como ella es, condena a estas disciplinas como farsas, copias, plagios, ridiculeces y demás adjetivos (que, por cierto, le gustan mucho). Sin el afán de convertir esto en un mamotreto metacrítico, habría que anotar que la crítica respetable es aquella que no se encuentra erguida sobre un tono imperativo, con escasa argumentación teórica, en el que se pierden la posibilidad de voces distintas, además del respeto. Por otro lado, es casi imperdonable desdeñar a los teóricos surgidos desde hace cinco décadas que junto con los artistas han construido al arte; los descalifica argumentando, como resguardo y con tal desfachatez, que es teoría generada a partir de un simple interés y condescendencia al sistema comercial.

Lésper denuncia con admirable ahínco las tretas del mercado del arte, pero probablemente esté poniendo el dedo en una llaga ya casi cicatrizada, pues se limita a poner en evidencia los precios de las piezas en las ferias de arte para hacer mofa de su valor en relación con su manufactura, lo que resulta en gran medida banal —pues no profundiza en los mecanismos que mueven el coleccionismo—, pero sobre todo inocente. Los artistas, por supuesto, están conscientes de lo tramposo y desesperanzador que resulta el sistema del arte, y éste puede hablar de sí mismo y su estructura mercantil, tal como hablaba el impresionismo sobre la pintura. “El arte contemporáneo verdaderamente se divierte, jode, hace estallar sus bombas pero creo que se divierte demasiado, que jode en una sola pista y hace estallar sus bombas en el patio. Se divierte en exceso y en ello reside su débil crédito”, dice Francisco X. Estrella, ensayista ecuatoriano. Y si bien muchos artistas contemporáneos han llevado su trabajo a una línea de comodidad repetitiva, no por eso deben vituperarse las obras trascendentales en la historia.

Es poco ético y sobre todo poco fructífero juzgar a los artistas en relación con su condición social, como hizo recientemente Dale Kaplan en su texto “Pintura y verdad, arte contemporáneo y disimulación”, publicado por La Jornada Jalisco [y que se reproduce en esta edición de Replicante, n. del e.], en donde señala al “grupo pastoreado por Patrick Charpenel” como “jóvenes empresarios y demás gente bien de la avenida Américas para allá”. En este mismo artículo en donde Kaplan hace una revisión de la recién acontecida “Ruta Orozco (la exhibición de obra pública, a cargo de algunos adeptos del ‘arte contemporáneo’)” insiste en el menosprecio por parte de los “conceptualistas” hacia la pintura, sin tomar en consideración que dos de sus artistas participantes, Edgar Cobián y Rubén Méndez, usan, entre otros medios, la pintura. Artistas que, por otro lado, no representan a la “gente bien” cuya existencia tanto le incomoda a Kaplan.

[Obra de Patrick Mallow cortesía de Arena México Arte Contemporáneo. Foto: Marcos García]

En el lenguaje del arte importa tanto la técnica como el fondo. Y si bien se habla de herramientas, éstas no sólo son la pintura, el grafito o la piedra; el lenguaje artístico puede ir a otros lugares con la utilización de objetos y acciones, que dispuestos e interpretados unos junto a otros pueden convertirse en un ejercicio formal que aunado a un discurso pueden convertirse en obras contundentes. Nos preguntamos, así, en dónde situarían ambos críticos a un artista como Javier Pulido, quien pinta óleos con la maestría impecable y formal por la que tanto clama Lésper, pero quien también a su vez realiza juegos performáticos bajo el heterónimo “Patrick Mallow” que ejecuta dignamente una sátira que alude al rockstarismo dentro de los escenarios creativos.

El arte, pues, es lenguaje. Utilizando la teoría de Saussure como método ilustrativo, supongamos que un lingüista que con rigor observa a la lengua en su estructura diacrónica, es decir, la evolución de su morfología a través del tiempo, estudia y analiza sus mutaciones: no las juzga, pues de ser así exigiría justicia con el castellano al demandar que regresáramos al ansina o al agora, tal y como plantea que hagamos Avelina con el retorno a las formas clásicas del arte: éste, al igual que la lengua, es una entidad con vida propia. Ahora que si la intención de nuestra heroína fuera proponer una contrapropuesta al arte que hoy se dice contemporáneo, debería hacerlo, y muy respetable sería, partiendo de la teoría vigente y no desde la previa al surgimiento de nuevas formas; si somos capaces de ver el presente con suficiente claridad, vamos a hacer las preguntas correctas del pasado (John Berger, Ways of seen, Cap. 1).

El arte, además, puede traer para sí fundamentos que no sólo le atañen a él mismo, sino que también echa mano de la sociología, la antropología, la ciencias exactas, así como la lengua echa mano, por así decir, de préstamos lingüísticos para enriquecerla. ®

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Publicado en: Arte, Junio 2010

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  1. saben cual es la diferencia entre «esa instalación la pude haber hecho yo» y la persona que la hizo? que ustedes no hicieron nada, no lo hicieron, punto, así que en vez de criticar pregúntense si en verdad pudieron hacer exactamente esa misma pieza, cada persona es distinta, nadie podría configurar los materiales de la misma exacta manera, si ustedes pudieran hacerlo pues no serian individuos, serian copias.

    jajaja osea como «no se publicarán comentarios desinformados, agresivos u ofensivos» o sea como, censura? en este sitio? es muy gracioso, a las personas que escriben los artículos se les permite expresar lo que quieran pero a nosotros no? que onda.

  2. Hay que leer primero a Martin Heidegger, Arte y Poesia, para entender la diferencia entre una cosa y una obra de arte.
    Junto con esta nueva ola de arte contemporaneo (siempre ha habido y habra arte contemporaneo….) ha llegado una dosis de banalizacion nunca antes vista. Cuando al arte le quitas la tecnica y solo dejas el discurso, mas vale que ese discurso sea una obra de arte en si mismo. Y esto rara vez pasa.
    Se ha borrado la linea que separaba el arte de la artesania o del diseno grafico, generando una mescolanza llena de pretensiones, intenciones de originalidad y …….. Y nada mas. Arte de bajisima calidad.
    Sin tecnica rara vez hay lenguaje que valga la pena. El arte esta sobre conceptualizado y eso genera artistas, criticos, compradores y, sobre todo, curadores uber sobre coceptualizados. Todos hablan mucho con un lenguaje tecnico y discursivi (pa sonar picudos), te llenan de datos pero son incapaces de hacer una pinturita de las que se colorean siguiendo una numeracion. Radio head es muy bueno, pero no es digno ni del papel de baño que
    Beethoven usaba para limpiar su sacrosanto trasero. La razon es la tecnica.
    Estamos sustituyendo la tecnica por la originalidad y el «exceso» de imaginacion. Sin tecnica (en pintura, en video, en lo que quieran), el arte se degrada, y eso esta pasando. No es el vehiculo el problema, es la falta de tecnica y la baja calidad del lenguaje que muchos, por una simple pose, asumen como propios y copian sin reparo ni freno alguno. A todo este mundo del arte en Mexico le debriamos decir nacada, y en España horterada. Leamos a Heideeger y entendamos las distinciones. (Uds disculparan la falta de acentos, pero al Sr. Jobs no lengustaban por lo visto). Repito, no me quejo de los formatos que el arte actual usa, me quejo de la pesima caidad derivada de la falta de tecnica.

  3. Para nosotros, la gente de la calle, la que va a un museo de arte a disfrutar de una pieza, sea esta, pintura, dibujo, escultura u otro cualesquiera, resulta un tanto desagradable ver en una sala o una instalacion, una fotografia que bien pudimos tomar cualquiera de nosotros mismos o … un dibujo que igual pudimos dibujar, por su escasa tecnica mostrada, sin embargo resulta peor aun, no poder entender lo q significan unos clavos mostrados sobre un fondo blanco, o una botella de plastico, o un punado de papeles arrugados, o… como lo menciono Avelina, un par de calcetines sucios; creo en la tolerancia de lo que no se comprende, pero tambien … creo que es hora de llamar al pan, pan, y al vino, vino.

  4. manuel amador

    Obras de calidad que muestra el arte «contemporáneo», obras de calidad que presenta el arte «tradicional»; Mierda que muestra el arte contemporáneo, mierda que muestra el arte tradicional. Cierto lo que comentan las autoras sobre la separación tajante que existe entre ambas formas de expresión, salvo que estoy de acuerdo con Avelina en cuanto a que los mismos artistas que se consideran de «hoy» y su necesidad de autonombrarse «contemporáneos», como con la idea de que este concepto les dará cierta distinción, algo de caché y quizá con la intención de ser los que llamen la atención y no la obra. Creo que en el arte contemporáneo se ha dado una gran borregada, por ejemplo en la fotografía «actual» gran cantidad de imágenes de chicos con mascaras de animales, la chica tan fashion parada sobre el pasto; todas estas imágenes con el mismo tipo de iluminación, composición etc. Cuando se ingresa a alguna galería, es tan aburrido ver un discurso exactamente igual a uno visto anteriormente; es el mismo recorrido, los dibujitos, las fotos y llegar a alguna videoinstalación, lo mismo de lo mismo de lo mismo; pero eso sí, los creadores de tales «obras» mostrándose como ejemplares de lo original, de lo nunca antes visto o de lo que no se volverá a ver en un futuro. Con el arte tradicional sucede lo mismo, lo mismo de lo mismo de lo mismo….
    De Avelina lo que me desagrada es que critica a los «curadores» de que inflan a los «artistas» que les conviene, pues creo que ella hace lo mismo con los que a ella le parecen «buenos»; sin embargo, cosas de las que dice me parecen muy atinadas.

  5. karina morales

    de acuerdo, salvo con la idea de que sea poco ético juzgar a los artistas por su condición social..podría ahondar en eso pero, creerán que es poco ético jeje en fin

  6. «El problema con estas nuevas tendencias, es que consideran a aquellos que no las siguen , enemigos .Se han adueñado de todo rincón en donde pudiera mostrase algo de un arte alternativo
    Creo que esto es lo que denuncia Avelina Lesper; al menos apareció alguien que critique al sistema todopoderoso. Estamos cansados de tanta obsecuencia modernista ! Me decia en una oportunidad un miembro de un Jurado de Pintura , que las obras presentadas eran una basofia, pero que si votaba por algo tradicional, sería automáticamente considerado un “fósil” . Y apostaba entonces a los excrementos visuales presentados por los concursantes…
    El conceptualismo es, o fué , una innovación , con cosas buenas, he conocido obras que me han impactado. Pero luego pasó de rebeldía a
    dictadura (de anti academia a academia). Tiene demasiados defensores, y oculta a una miríada de mediocres…
    Al menos dejemos que alguien haga crítica….» Bravo

  7. Éctor Sandoval

    Es bueno conocer las varias posturas, sin embargo las autoras hablan del poco sustento teórico en la crítica de Avelina; falta de sustento que también se evidencia en este texto.

  8. Luis Bojorquez

    Muy buen articulo. El arte como el lenguaje, esta en constante moviemiento y transformacion en funcion de su razon de ser que es comunicar.

  9. Diste en el clavo, cuando mencionaste lo de el dedo en la llaga cicatrizada. Discutir el arte , en su complejidad ,englobándolo desde pautas que dividen entre moderno y posmoderno la produción actual(si significa lo mismo que contemporánea) ,entre descartar y aprobar según la vigencia de ciertas valoraciones teóricas ,por ejemplo afirmar que las condiciones agotadas del vanguardismo deben llevar a un consenso posconceptual (llano parafraseo de pensadores) procesual de pastichización y canibalismo sin propuesta :la muerte de las vanguardias,del arte(moderno),qué facil decirlo.Avelina ha sido valiente al confrontar ya no la institucionalización de las prácticas comunes (arte electrónico,instalacion,video,performance,etc)sino la tendencia que ha llevado a las instituciones que detentan la cultura a hacerle el mandado a particulares o a su trasnochado carácter mercantil. Pero la valentía no basta ,tampoco los canales de discusion son sólo confrontación. El arte contemporáneo no es el «mercado del arte» únicamente,aunque avelina en su libre opinión emparente las relaciones sociales y económicas de las piezas-mercancía con un panorama del arte que es a propósito delimitado para ejercer sus diatribas y polémicas, tampoco podemos ignorar que en el arte contemporáneo también hay reflexión y pensamiento no sólo chistoretes y arte objetual con pseudoteorías o debrayes ruleteros que las justifiquen.
    No se puede tampoco dejar de lado el esfuerzo y el debate de los teorías diciendo paranoicamente que es una forma de control y que usurpa al arte,por favor! Insistir en eso de hablar desde dentro del arte pone en evidencia la nostalgia : el autismo del arte por el arte.

  10. luis blanchard-

    Lilian :soy un artista latinoamericano .Mi imagen no es lo conceptual,lo pop , minimal o cosas similares, tan solo es una experiencia de vida latinoamericana , que trato de llevar a la tela .Y ese es mi mal, pues la inmensa mayoria de espacios expositivos rechaza estas que ellos llaman «expresiones locales, autóctonas » o sea no soy un adherente a la «globalización» .No ha lugar! gritan los dictadores , o curadores . La discriminación , que siempre existió en el Arte, continúa , con nuevas formas .
    El problema con estas nuevas tendencias, es que consideran a aquellos que no las siguen , enemigos .Se han adueñado de todo rincón en donde pudiera mostrase algo de un arte alternativo
    Creo que esto es lo que denuncia Avelina Lesper; al menos apareció alguien que critique al sistema todopoderoso. Estamos cansados de tanta obsecuencia modernista ! Me decia en una oportunidad un miembro de un Jurado de Pintura , que las obras presentadas eran una basofia, pero que si votaba por algo tradicional, sería automáticamente considerado un «fósil» . Y apostaba entonces a los excrementos visuales presentados por los concursantes…
    El conceptualismo es, o fué , una innovación , con cosas buenas, he conocido obras que me han impactado. Pero luego pasó de rebeldía a
    dictadura (de anti academia a academia). Tiene demasiados defensores, y oculta a una miríada de mediocres…
    Al menos dejemos que alguien haga crítica….

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