En el podio

Ser mujer es un constante desafío en el que —al menos en mi caso— suele caerse en cuenta tras haber abandonado la niñez, cuando descubrimos que ser científica o doctora no es tan fácil como imaginábamos al jugar con nuestras madres,

Retrato de Elena Garro.

que el mundo espera menos de nosotras que de nuestros “hermanitos” y que, aun cuando lleguemos a la meta, nuestros logros estarán sesgados por el amplio cúmulo de mitos y de trampas que se han encargado de tejer en torno a nuestro genio, nuestro cuerpo, nuestra voz.

En este breve poema he tratado de dejar fluir esta sed que nos caracteriza a todas aquellas que, ansiando por nuestra propia cuenta lo que otros no tuvieron el coraje de ansiar para nosotras, procuramos abrir a pico y pala los caminos todavía clausurados. Hago también un humilde homenaje a mujeres que admiro profundamente y que, estoy convencida, forman conmigo un mismo batallón.

En el podio

¿Vengo, por fin, de Venus,
cual mi madre, mi abuela y la abuela de mi madre,
o concibió esto el macho, codicioso potentado,
para echarnos de la Tierra?
Se hunden más fácilmente mis tacones
al entrar en contacto con la grava fresca,
o alguien más, al principio de las eras,
destinó para otros la ruta del asfalto?
Puedo respirar, con esfuerzo,
sobre el espeso tumulto de gritos y de brazos,
pero arrastro, por voluntad y por destino,
el perentorio peso de las que antes fueron asfixiadas,
de aquellas que, quebradas en mil cachos,
son ahora un poema o un fragmento,
un recuerdo, un soplo, nada…
Me siento, casi sin darme cuenta,
en el podio que le negaron a mis otras fases,
a las antiguas y a las originales,
las que picaron en la roca
hasta hallar las salidas de los claustros.
Entro, envuelta en velos,
a la estancia que otra ha amueblado para mí,
mas no me abrigo a la espera de la gloria,
sino que, provista de teclas y martillos,
contribuyo a derribar el obelisco que eclipsa mi balcón,
el tuyo, el de ella, el de mis nietas. Aúllan aún los perros,
tristes vestigios del pueblo de Abraham,
desde atrás de sus barbas malolientes,
mas mis voces y las tuyas,
las de Elena y de Patricia,
se alzan más y más en un fresco torbellino,
muerden, sanan, incomodan. ®

Compartir:

Publicado en: Poesía

Apóyanos:

Aquí puedes Replicar

¿Quieres contribuir a la discusión o a la reflexión? Publicaremos tu comentario si éste no es ofensivo o irrelevante. Replicante cree en la libertad y está contra la censura, pero no tiene la obligación de publicar expresiones de los lectores que resulten contrarias a la inteligencia y la sensibilidad. Si estás de acuerdo con esto, adelante.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *